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Y si eran transitorias,

Acabáralas golpe de fortuna:
No viera yo cubierto

De turbias nubes cielo que ví abierto
En la fuerza mayor de mi fortuna:
Que acabado con ellas

Acabáran mis llantos y querellas.

Parece que me escuchas, y parece,
Que te cuento tu mal, que roncamente
Lloras tu compañía desdichada:
El ánimo doliente

Que el dolor apetece

Por un alivio de su suerte airada,
La mas apasionada

Mas agradable le parece, en tanto
Que el alma dolorosa,

Llorando su desdicha rigurosa,
Baña los ojos con eterno llanto;
Cuya pasion afloja

La vida al cuerpo, al alma la congoja.

¿No regalaste con tus quejas tiernas Por solitarios y desiertos prados, Hombres y fieras, cielos y elementos? ¿Lloraste tus cuidados

Con lágrimas eternas,

Duras y encomendadas á los vientos?
¿No son tus sentimientos

De tanta compasion y tan dolientes,
Que eternecen los pechos,

A rigurosas sinrazones hechos,
Que los haces crueles de clementes?
¿En qué ofendiste tanto,

Cuitada, que te sigue miedo y llanto?

Quien te ve por los montes solitarios
Mustia y enmudecida y elevada
De los casados árboles huyendo,
Sola y desamparada

A los fieros contrarios,

Que te tienen en vida padeciendo:
Señal de agüero horrendo

Mostrarian tus ojos añublados,

Con las cerradas nieblas

Que levantó la muerte, y las tinieblas
De tus bienes supremos y pasados:

Llora, cuitada, llora

Al venir de la noche y de la aurora!

Llora, desventurada, llora cuando
Vieres resplandecer la soberana
Lámpara del Oriente luminoso:
Cuando su blanca hermana
Muestra su rostro blando

Al pastorcillo de su sol quejoso:
Y con llanto piadoso

Quéjate á las estrellas relucientes:
Regálate con ellas,

Que ellas tambien amaron bien, y dellas
Padecieron mortales accidentes:

No temas que tu llanto

Esconda el cielo en el nocturno espanto.

¿Donde vas, avecilla desdichada?
ૐ Donde puedes estar mas afligida?
¿Hágote compañía con mi llanto?
¿Busco yo nueva vida

Que la desventurada

Que me persigue, y que le aflige tanto?
Mira que mi quebranto,

Por ser como tu pena rigurosa,

Busca tu compañía:

No ménos precies la doliente mia,

Por ménos fatigada y dolorosa;

Que si te persuadieras,

Con la dureza de mi mal vivieras.

¿Vuelas al fin, y al fin te vas llorando?
El cielo te defienda, y acreciente
Tu soledad, y tu dolor eterno,
Avecilla doliente,

Andes la selva errando

Con el sonido de tu arrullo eterno:

Y cuando el sempiterno

Cielo cerrare tus cansados ojos,
Llórete Filomena

Ya regalada un tiempo con tu pena,

Sus hijos hechos míseros despojos

Del azor atrevido

Que adulteró su regalado nido.

Cancion, en la corteza de este roble
Solo y desamparado

De verdes hojas, verde vid y
Hiedra quedad; que el hado,
Que mi ventura pierde,

verde

Mas estéril y sola se me ha dade.

ROMANCE.

Alexis ¿qué contraria
Influencia del cielo
Persigue nuestros ánimos
Con las cosas del mundo?
Ninguno con la suerte
Que le previno el hado
Dichosa ó miserable
Alegremente vive.
El navegante cuando
Turbado cielo ruega
Con lágrimas y votos
Su ventura maldice.
El labrador cansado
De abrir la tierra huyendo
Fiero leon del cielo
Maldice su ventura.
La mas dichosa suerte
Si es propia desagrada,
Y si tras ella vamos
No hay cosa mas divina.
A mí que el campo habito
Me tienes por dichoso
Y para mí no hay cosa
En los hados mas triste.
Tú que la ciudad honras
Eres el envidiado:
A tí te agrada el mio
Y á mí tu dulce estado,
Y la dichosa suerte
A los dos agradable
A tí por el contrario
Y á mí es aborrecible.
No son la causa de esto
Lugares ni ocasiones;
Nuestro ánimo es la causa
Que se estraña del mundo,
Y no bien satisfecho
Del mal seguro gozo
De esta mudable vida
Al que es eterno aspira.

PEDRO DE ESPINOSA.

Murió por los años de 1650.

SONETOS.

I.

Honra del mar de España, ilustre rio
Que con cintas de azándar y verbena
Ciñes tu márgen, de claveles llena
Haciendo alegre ultraje al cierzo frio,
Si ya con tierna planta y dulce brio,
Vieres la ingrata causa de mi pena,
Hurtar tus perlas y pisar tu arena:
Baña sus huellas con el llanto mio.
Así la aurora vierta por tu orilla

Canastillos de aljófar y esmeraldas
Olor las auras, flores el verano;
Y si esto es poco, así mi pastorcilla,
Cuando tus lirios ponga en sus guirnaldas,
Te dé licencia de besar su mano.

II.

Estas purpúreas rosas que á la aurora
Se le cayeron hoy del blanco seno,
Y un vaso de pintadas flores lleno,
¡Oh dulces auras! os ofrezco agora,
Si defendeis de mi divina Flora

Con vuestras alas el color moreno,
Del sol, que ardiente y de piedad ajeno
Su rostro ofende por que el campo dora.
Oh hijas de la tierra peregrinas!

Mirad si tiene mayo en sus guirnaldas
Mas frescas rosas, mas bizarras flores.
Llorando les dió el alba perlas finas,
El sol colores, mi aficion la falda
De mi hermosa Flora y ella olores.

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ESTEBAN GONZALEZ. - DOÑA FEL. Enriquez de Guzman.

ESTEBAN GONZALEZ.

Murió por los años de 1650.

A LA MUERTE DE LA EMPERATRIZ MARÍA.

Cuando lleno de albores

Entró el jurado mes rey de las flores
Prestando á los jardines
Avenidas de rosas y jazmines
Y dando á los vergeles

Lluvias de lirios, flotas de claveles,
La flor mas olorosa

La mas purpúrea y refulgente rosa
Que pasó de Castilla

A ser del sacro imperio maravilla,
La que al sol al miralla

Le presentó victoria y no batalla,
La emperatriz María,

Risa del alba y esplendor del dia,
Trájico golpe quiso

Transformarle el laurel en cipariso
Porque en tal desventura

Nos faltase la luz y la hermosura.
Jamas creyó su atlante

Que se eclipsara sol tan rutilante
Ni que de fiera parca horenda huella
Se atreviera á menguar luna tan bella.
De hoy mas no den las flores
Fragancias de odoríferos olores,
Ni tenga el mar bonanza,

Ni se vistan los prados de esperanza,
Sea todo agonía

Pues le faltó al imperio el alegría,
Hinchendose con llanto muy profundo
De sentimiento y luto todo el mundo.

DOÑA FELICIANA ENRIQUEZ DE GUZMAN.

Murió por los años de 1650.

MADRIGAL.

Dijo el Amor, sentado á las orillas

De un arroyuelo puro, manso y lento:
«Silencio, florecillas,

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