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Publica el amarillo jaramago,
Ya reducido á trágico teatro
¡O fabula del tiempo! representa
Cuánto fué su grandeza y es su estrago.
¿Cómo en el cerco vago

De su desierta arena

El gran pueblo no suena?

¿Dónde, pues fieras hay, está el desnudo
Luchador? ¿Dónde está el atleta fuerte?
Todo despareció, cambió la suerte
Voces alegres en silencio mudo:

Mas aun el tiempo da en estos despojos
Espectáculos fieros á los ojos;

Y miran tan confuso lo presente,
Que voces de dolor el alma siente.

Aquí nació aquel rayo de la guerra,
Gran padre de la patria, honor de España,
Pio, felice, triunfador Trajano:

Ante quien muda se postró la tierra
Que ve del sol la cuna, y la que baña
El mar tambien vencido gaditano.

Aquí de Elio Adriano,

De Teodosio divino,

De Silio peregrino

Rodaron de marfil y oro las cunas.
Aquí ya de laurel, ya de jazmines
Coronados los vieron los jardines
Que ahora son zarzales y lagunas.
La casa para el César fabricada,
¡Ay! yace de lagartos vil morada:
Casas, jardines, Césares murieron,

Y aun las piedras que de ellos se escribieron.

Fabio, si tú no lloras, pon atenta

La vista en luengas calles destruidas,
Mira mármoles y arcos destrozados,
Mira estátuas soberbias, que violenta
Némesis derribó, yacer tendidas,

Y ya en alto silencio sepultados
Sus dueños celebrados.

Así á Troya figuro,

Así á su antiguo muro,

Y á tí Roma, á quien queda el nombre apenas,
¡O patria de los dioses y los reyes!

Y á tí á quien no valieron justas leyes,
Fábrica de Minerva, sabia Atenas:

Antologia española. I.

20

Emulacion ayer de las edades,
Hoy cenizas, hoy vastas soledades,
Que no os respetó el hado, no la muerte,
¡Ay! ni por sabia á tí, ni á tí por fuerte.

¿Mas para qué la mente se derrama

En buscar al dolor nuevo argumento?
Basta ejemplo menor, basta el presente;
Que aun se ve el humo aquí, se ve la llama,
Aun se oyen llantos hoy, hoy ronco acento.
Tal genio ó religion fuerza la mente
De la vecina gente,

Que refiere admirada

Que en la noche callada

Una voz triste se oye, que llorando,
¡Cayó Itálica! dice; y lastimosa
Eco repite Itálica! en la hojosa
Selva que se le opone resonando
Itálica y el cláro nombre oido
De Itálica, renuevan el gemido
Mil sombras nobles de su gran ruina:
Tanto aun la plebe á sentimiento inclina.

Esta corta piedad que agradecido

Huésped, á tan sagrados manes debo,
Te doy y consagro, ó Itálica famosa:
Tú, si el lloroso don han admitido
Las ingratas cenizas de que llevo
Dulce noticia asaz, si lastimosa,
Permíteme piadosa

Usura á tierno llanto,

Que vea el cuerpo santo

De Geroncio tu mártir y prelado:
Muestra de su sepulcro algunas señas,
Y cavaré con lágrimas las peñas
Que ocultan su sarcófago sagrado.
Pero mal pido el único consuelo

De todo el bien que airado quitó el cielo:
Goza en las tuyas sus reliquias bellas,
Para envidia del mundo y las estrellas.

SONET O.

Este que ves, oh huésped, vasto pino,
Util solo á la llama ya en el puerto,
Selva frondosa un tiempo en descubierto
Cielo dió amiga sombra al peregrino.
De la cumbre citoria al ponto vino

Por la mordaz segur el tronco abierto,
Y despues alta máquina el incierto
Golfo abrió siempre con hinchado lino.
Vientos, agua sufrió; llegó al aurora,

Veloz nave, rompió luengos caminos,
Y á su patria volvió soberbia y rica;
Mas no firme á sufrir del mar ahora
Los ímpetus, por voto á los marinos
Dioses Cástor y Polux se dedica.

EL DOLOR DE LA AUSENCIA.

'Cuando entre luz y púrpura aparece,

La alba, y despierto, ay triste! y miro el dia,
Y no hallo la dulce Laida mia,

Alba y púrpura y luz se me oscurece.
Lloro, y crece mi llanto cuanto crece

Mas la lumbre, y la sombra se desvia,
Y un torpe hielo así me ata y resfria,
Que aun la voz para alivio me fallece.
Y á un tiempo apura amor con alto fuego
En este ancho desierto el pecho mio,
Donde el pesar lo aviva mas y enciende.
Lloro pues y ardo; así mi amor se estiende
Tanto, que á luz y á sombra y á rocío
Muero en llamas, y en lágrimas me anego.

FRANCISCO DE BORJA PRINCIPE DE ESQUILACHE.

1580-1658.

CANTARCILLOS.

I.

Fuentecillas que reis
Y con la arena jugais,
¿Donde vais,

Pues de las flores huis
Y los peñascos buscais?
Si reposais

Donde en calma dormis,
Porque correis y os cansais?

Pajarillo que cantas,

II.

Cuando con tristes quejas

Al despertar el dia te levantas,

Y enternecida dejas

La umbrosa selva que escuchó tu llanto,
Calla, no llores tanto,

Que es agravio y desdicha del que llora
Sentir sus quejas y reir la aurora.

Canta la noche fria,

En las dormidas ramas,

De tu dolor funesta compañía,'
Descansa cuando llamas

Al sol hermoso que los campos viste,
Logra su ausencia triste;

Que es agravio y desdicha del que llora
Sentir sus quejas y reir la aurora.

En este verde soto

Escucharán tus males

Del mas vecino al sauce mas remoto
Y el agua en sus umbrales,

De verde yerba, de doradas flores

Prenderán tus amores,

Que es agravio y desdicha del que llora

Sentir sus quejas y reir la aurora.

No quieras mas aliento

Que en tus tristes congojas

La piadosa atencion del manso viento,
Y que duerman las hojas,

Al dulce son de tus querellas graves,
Envidia de otras aves:

Que es agravio y desdicha del que llora.
Sentir sus quejas y reir la aurora.

111.

Si alegres y risueñas

Corren las claras fuentes
Entre perlas lucientes
A reir las enseñas,
Y si corren aprisa

Imitan mas la gracia de tu risa.

No rie la mañana,

Que soñolienta y fria
Sale á hospedar el dia
Vestida de oro y grana,
Si primera no ries

Y dejas qué copiar en tus rubies.

Tambien quiere imitarte

Cuando el sol reverbera,
La dulce primavera

Y cuando abril se parte;
Hace el primer ensayo

Al paso de tu risa el suave mayo.

Pensaban engañados

Que las selvas reian
Los mismos que creian
La risa de los prados.
Todos, Silvia, mintieron;

Que sin verte reir, jamás rieron.

Los mas fieros tiranos

Que ménos se recatan,
No rien cuando matan;

Y aunque muere á sus manos

Con piedad el aurora,

La dulce muerte de la noche llora.

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