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que vuestros oficiales los hagan bien y libremente.»> El corregidor me dijo: «¿qué quereis que haga, que há un año que estoy en esta córte esperando este corregimiento? ¿no os parecerá bien que, pues ya me vino á las uñas, me pague las expensas del detenimiento? Que juro á Dios que no hay real en galera para ir á él ni áun para salir de esta córte, si estos ministros no me ministran. Y áun allá yo os prometo que no tengo de tener las manos cerradas á los que de buena voluntad me lo ofrecieren. No hagais tal, señor (dije yo), que el principal bien de los jueces es tener las manos limpias.-Limpias y relimpias las traeré yo (dijo él), porque me las lavaré cada dia tres veces, cuando me levantáre de la cama y sobre comida y despues de cena. Y el oro no ensucia las manos.-No, oro no, guardaos del diablo (le volví á decir); áun ya, cuando visiteis la tierra de vuestra jurisdiccion, recibir un cabrito, un par de perdices, ó de conejos por moderado precio, áun no es tanto mal; aunque tambien por esto no faltará quien diga que os corrompen para que dejeis de hacer justicia. -Muy delgado hilais (dijo el corregidor); de eso de comer y beber, cuanto viniere de limosna recebiré yo muy de buena gana; porque quod intrat per os, non coinquinat hominem (lo que entra por la boca no corrompe al hombre).

>>Y sabeis que los recebir todo lo que

corregidores podemos muy bien. consiste en peso,

número y medi

da; porque lo que se pesa recebímoslo sin pesar; en que se cuenta no hay cuenta; y para lo que se mide nos parece que nos da el Rey la vara.

lo

-Guardaos de una residencia, señor (le respondí):

mirá no os den vómitos en ella, con que alanceis el humor malo y bueno, quiero decir lo bien y lo mal ganado. Andad (dijo él), que ya tengo experiencia de eso; que mil ducados de cohecho nunca costaron quinientos de pena; que si una vasija está llena de miel, aunque la trastornen y vacien, siempre se queda algo pegado en ella; y así á los corregidores, aunque más nos sigan y persigan y condenen, con un buen cohecho que hayamos recebido pagamos todas las nonadillas que en residencia nos cargan, y áun nos queda pan para nuestro año. »

El otro corregidor no sé qué intencion llevaba, aunque, pues el principio fué semejante al de este mi amigo, piadosamente se puede presumir no serán diferentes los medios de la administracion. Ambos se fueron, y yo quedé tan quédo, que áun hasta ahora no me he mudado de este lugar, aunque han corrido otros dos meses. Al principio tenía alguna esperanza de salud, y ya la voy perdiendo del todo, como enfermo que va de mal á peor; porque en parto tan largo no creo que dejará de nacer hija al cabo.

Dias há que viendo que no nos puede venir socorro de parte alguna, vamos acortando las raciones : la mula rebuzna, el mozo gruñe y yo bocezo; mas ¿qué hemos de hacer? que nos vemos como los que están sitiados por todas partes, y no les puede entrar socorro ni bastimento, sino comer por onzas para podernos entretener algun dia más. Hecha tengo la cuenta; y si el sustento me llega á otro mes, será todo lo del mundo. Determinado estoy que si en todo este mes, con que se cumplirán seis de mi residencia en córte, no me saliere

alguna suerte, volverme á mi casa, porque para tan corta vida como los hombres ya vivimos, basta ser medio año necio. Y sin duda no me deterné más, porque si no fuere proveido, seré pobre ido. Y nuestro Señor, etc., de Toledo y de Abril 15 de 1560.

CARTA

AL LICENCIADO AGUSTIN GUEDEJA, ENTÓNCES RELATOR DEL CONSEJO Y DE LA CÁMARA DE SU MAJESTAD, Y AHORA SU FISCAL EN LA REAL AUDIENCIA DE GALICIA,

EN QUE SE DESCRIBE LA VILLA DE TORMALEO,

QUE ES EN EL CONCEJO DE IBIAS DE LAS
CUATRO SACADAS DE ASTÚRIAS; Y SE

TRATA ALGO DE LA GENTE

DE ELLA.

(Escribióla el autor estando en una comision en aquel pueblo.)

De cerro en cerro, de puerto en puerto y de peña en peña vine á estas cumbrosas Astúrias, donde algunas veces me hallo tan vecino de las nubes, que me regalo con ellas, y pongo mi cabeza en sus regazos. Despues que he visto esta tierra, no me maravillo de haber oido decir que los asturianos tiraban lanzas al cielo; porque le tienen tan cerca de sus casas cuanto

léjos de sus corazones.

Yo estoy en la insigne ciudad de Tormaleo, que

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