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II.

ANTIGÜEDADES ROMANAS DE VALENCIA.

Con motivo de las obras urbanas que realizan algunos particulares en la prolongación de la nueva calle de la Paz, procuré vigilar, por encargo de esta Comisión, los trabajos, por si se encontraban restos de antigüedades. Fundaba mi presunción en los recogidos en cierta casa emplazada no lejos de aquel sitio, y en la cual se halló el mausoleo de los Sertorios publicado por el señor Fita en el tomo xxxv, pág. 545, del BOLETIN DE LA ACADEMIA.

Dos propósitos perseguía con esta vigilancia: 1.° ratificar con nuevos datos la existencia, en dicho paraje, de parte de la ciudad romana, y 2.o el hallazgo de restos de la antigua Judería, por haber estado situada en la zona objeto de la exploración.

De ambos intentos sólo he podido aclarar, por ahora, el primero. En efecto, al practicar una excavación en el solar limitado. por las calles de la Paz, Cruz Nueva, Pollo y Beato Juan de Ribera, que era la antigua manzana de casas señalada con el número 73, propiedad de D. Enrique Trénor, aparecieron á una profundidad de dos metros varios fragmentos de cerámica romana. Proseguidos los trabajos, y al llegar á los tres metros próximamente, se descubrieron copioso número de sillares, afectando casi todos la forma rectangular, mezclados con restos de ánforas, ollas, y otros fragmentos de tierra cocida.

Verificada la inspección se encontró la estela de que se acompaña fotografía, como igualmente otra del aspecto que ofrecía la excavación al siguiente día del hallazgo, que fué el 6 del corriente mes. De esa inspección pude deducir se trataba de los restos de una construcción romana, descubriéndose vestigios del ostium, atrium y peristylium. El cipo se hallaba emplazado en el ángulo izquierdo anterior de este último, mirando la leyenda al frente de la puerta; y á la vista, por consiguiente, el lado que lleva esculpido el ascia del monumento fúnebre.

Las dimensiones de este monumento sepulcral labrado en piedra del país, son:

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Durante el corto espacio de que pude disponer, recogí algunas monedas, pero su oxidación no ha permitido aún clasificarlas. Junto á la estela sobredicha se hallaron varias ánforas rotas y una lucerna en igual estado.

Las necesidades de la obra han impedido más amplia exploración; pero no desconfío de nuevos hallazgos al practicarse otra excavación idéntica á la mencionada, la cual ha de realizarse en el lado opuesto del propio solar.

Ambas serán destinadas á la construcción de sótanos. Gracias á esta circunstancia, no frecuente en Valencia, se ha podido llegar según yo creo, al verdadero lecho de la ciudad romana, completándose las inciertas noticias que se tenían acerca de este extremo interesante para el estudio topográfico de la antigua Valencia.

Justifica además, este hallazgo, con otros realizados en pasados tiempos, hasta cierto punto la tradición que colocaba el Pretorio en las cercanías del paraje explorado, tradición relacionada con la prisión del diácono San Vicente y subsiguiente martirio, cantado por Prudencio en su famoso poema. Según esta continuada tradición, el Pretorio se hallaba en el solar donde se levantó el convento de Santa Tecla, derribado en 1868, y en la misma vecindad de la actual calle de la Paz.

Tales son, Excelentísimo Señor, los datos que, en cumplimiento de mi deber, tengo el honor de remitir á esa docta Corporación sin perjuicio de ampliarlos si lo juzgase necesario.

Valencia, 15 de Junio de 1900

LUIS TRAMOYERES BLASCO,
Vocal-Secretario de la Comisión de Monumentos.

Excmo. Señor Director de la Real Academia de la Historia.

III.

VIDA DEL CAPITAN ALONSO DE CONTRERAS,

CABALLERO DEL HABITO DE SAN JUAN,

NATURAL DE MADRID, ESCRITA POR ÉL MISMO (AÑOS 1582 á 1633).

Introducción.

I.

Poco cultivado fué en España durante los siglos pasados el género autobiográfico, ya que no podemos incluir en éste las numerosas vidas espirituales que nuestras religiosas escribieron, donde los hechos externos quedan relegados al olvido, ó mencionados ligeramente; rara excepción entre ellas es la de Santa Teresa, en cuyo privilegiado espíritu se unieron la contemplación y la acción, carácter que se refleja en sus obras, las cuales contienen no solamente los favores divinos é iluminaciones interiores que logró aquella mujer extraordinaria, mas también un relato de los mil trabajos que sufrió hasta realizar la santa empresa que le estaba encomendada (1).

Bastaba, pues, la rareza de dichas autobiografías seculares para tenerlas en sumo aprecio, el cual debe acrecentarse teniendo en cuenta la importancia de esta forma histórica que nos presenta la evolución completa de los hechos, desde el pensamiento nacido en el alma como efecto del medio social ó de condiciones individuales, hasta su realización. Los documentos, por regla general, y más los cancillerescos, son para la historia algo parecido á cuerpos muertos, en los cuales el genio de ilustres escrito

(1) Tampoco nos ocuparemos de las relaciones de viajes ó de otros hechos, escritas por quienes los llevaron á cabo, cuales son los libros de Benjamin de Tudela, de Ruy González de Clavijo, algunos documentos de Colón, las cartas de Cortés y otras mil que se podrían citar, suficientes para formar con ellas una extensa Bibliografia.

TOMO XXXVII.

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res como Macaulay y Taine inspiran un aliento vital que parece resucitar los cadáveres de sus tumbas. La gran ventaja de las autobiografías consiste en ser documentos vivos, útiles sobre toda ponderación si no ofreciesen un escollo inherente á la condición humana: la vanidad, que hace falsificar los hechos ó exagerarlos cuando menos, por cuyo motivo han sido miradas con prevención bastantes de ellas, temiendo confundir en ocasiones lo que era pura novela, con la narración histórica. Aun así, las autobiografías poco verídicas, cual es, por ejemplo, la de Duque de Estrada, nos transmiten datos inapreciables acerca del estado social en su época, de costumbres, y de otras mil cosas desdeñadas por los cronistas oficiales, ó por los historiadores clásicos. Escritas las más de ellas por hombres de humilde condición, soldados algunos, nos muestran cuán profundas raíces tenía en la realidad la vida picaresca tal como se halla escrita en multitud de libros; pasajes hay en las vidas de D. Alonso Enriquez, de Miguel de Castro, de Contreras, que parecen copiados del Lazarillo, del Gran Tacaño ó de Guzmán de Alfarache.

Con el mayor desparpajo del mundo se nos presentan sus autores como rufianes, tahures, mendigos ó rateros, pues aunque se ha ponderado mucho la hipocresía de nuestros antepasados, acaso reinara mayor franqueza que ahora, y cuando menos no se había inventado el absurdo eufemismo con que actualmente se disfrazan las acciones más viles y censurables.

Campo son, por tanto, las autobiografías, donde el historiador, el literato y aun el sociólogo pueden recoger no pocos materiales que en otra parte difícilmente se hallarían.

II.

Según hemos ya dicho, en España no fué muy cultivada la historia autobiográfica, cuyas principales manifestaciones estudiaremos, si bien ligeramente.

Sólo un fragmento de su biografía trazó aquel Hércules extremeño á quien sus contemporáneos tuvieron por nuevo Sansón; fragmento que hace lamentar el que Diego García de Paredes no

nos legara un relato completo de su vida (1). Con rudo estilo, propio de un hombre que ha pasado la mayor parte de sus años manejando la espada, nos refiere hazañas asombrosas; cuando en Burgo de la Tierra escaló las murallas y no teniendo llave para abrir las puertas arrancó el cerrojo; su tremendo desafio con el coronel Palomino, sirviendo á las órdenes de Próspero Colonna; los desmanes que hizo en Coria y otros hechos que parecen, no de un hombre moderno, sino de aquellos seres portentosos que fingió la antigüedad.

Tan ilustre guerrero el Emperador Carlos V como Julio Cesar, quiso también á imitación de éste dejar unos Comentarios de su reinado, obra de la que se ha perdido el original y tan sólo se conoce una traducción portuguesa hecha hacia el año 1620. Valióse para escribirlos de su confidente Van Malen, á quien se los dictaba en francés, acaso con el propósito de que éste los tradujera luego al latín. Comenzólos el dia 14 de Junio del año 1550 yendo embarcado por el Rhin desde Colonia á Maguncia, y los continuó después en Augsburgo. La existencia de estos Comentarios no puede ponerse en duda, pues la afirma Van Malen en una carta dirigida á Luís de Praet con fecha 17 de Julio de 1550, donde dice:

«En los ocios de su navegación por el Rhin, el Emperador, entregado en su buque á las más liberales ocupaciones, ha emprendido el escribir sus viajes y expediciones desde el año de 1515 hasta el presente. La obra es admirablemente correcta y elegante,

(1) Summa de las cosas que acontecieron a Diego García de Paredes y de lo que hizo; escrita por el mismo quando estaua enfermo del mal de que morió.

Ms. del siglo XVI; 4 hojas en folio; Bibl. Nac., G. 77, folios 186 á 189. Publicólo el escritor extremeño D. Nicolás Diaz y Pérez.

Diego García de Paredes nació en Trujillo hacia el año 1466; militó varias veces en el ejército pontificio y luego con el Gran Capitán en Nápoles; peleó en la célebre batalla de Ravena. Murió en Bolonia á consecuencia de una caída en el año 1530.

Acerca de la relación que dejó, dice Tamayo de Vargas: «Escribió en este [tiempo] la breve summa de su vida i hechos que oi gaçamos, con tan poca ambición, que aun lo que le pudiera dar maior gloria, olvida, i lo que refiere es con tanta sencillez que aun los estraños hacen dello los encarecimientos que él no admitía, aunque verdaderos.>> Diego Garcia de Paredes i relación de sv tiempo. Al Rei Catholico N. S. Don Phelippe IV. Por Don Thomas Tamaio de Vargas. (Al fin.) En Madrid. Por Luis Sánchez. Año de M.DC.XXI. 141 hojas en 4.o Folio 137.

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