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me acrecentó la despensa y hubo sopa doble en la posada, que nunca en estas casas faltan diablos ó diablas.

Partimos de Malaço y sin tomar tierra nos los llevamos hasta Termines, donde hay buena posada. Dormimos aquí y partimos para Palermo, que llegamos á medio día, donde hallé infinitos amigos y traté de poner casa, y antes de hacerlo hablé al señor Duque de Alcalá que gobierna este reino. Dijele mi venida, anque Su Ex.* lo sabía todo y supliquéle mandase se me aclarasen los treinta escudos de entretenimiento que yo tenía en este reino de Su Majestad. Mandó luego se me aclarasen.

Mi hermano dió nn memorial suplicando á Su Ex., en consideración de sus servicios, le hiciese merced de que se le diese una patente de capitán para ir á levantar una compañía, por haber pocas en este reino, y para ello yo le daba quinientos duca dos que es lo que da Su Majestad para estas levas y yo quería ahorrar al Rey esto; salió que informasen los oficios; y el informe fué metelle en una tartana que estaba en este puerto, catalana, cargada de bizcocho para las galeras de este reino y iba á Génova. Dile doscientos escudos en oro y vestidos y paguéle el flete y matalotaje, y echéle mi bendición, diciendo: Hijo, vete á Flandes y allí serás capitán; tú llevas servicios, galas, dineros, licencia. ¡Dios te guie! Con lo cual se fué con Dios, y yo me he quedado hasta hoy 4 de Febrero que escribo esto, 1633. Si Dios me diere vida y se ofreciere más lo añadiré aquí.

CAPÍTULO XVIII.

[Viajes a Nápoles, á Génova y á España;
pretensiones de mi hermano.]

Idose mi hermano este año de 33, en dicha tartana, me quedé en Palermo y me envió á llamar el señor Duque de Alcalá, que era Virrey de Sicilia. Subí á velle y preguntóme que qué había tenido con el Conde Monterrey. Díjele que nada y yo traía licencia para Malta. Apretóme con razones; yo nunca le dije nada de lo que me había sucedido en Nápoles. Despedime de su Ex." y bajéme al cuerpo de guardia y comenzáronme los capitanes á

desaminar de nuevo qué era lo que había tenido con el Conde en Nápoles. Yo les dije que dejasen al Conde, que era señor de todos los Grandes siendo chico. No faltó quien se lo fuese á decir al Duque de Alcalá que enojado envió á su secretario me enviase á llamar, y venido me dijo sin réplica ninguna: Vmd. pague á don Jerónimo de Castro docientos escudos que le debe; y estaba allí el dicho D. Jerónimo de Castro, y yo le respondí al secretario: Señor es verdad que me dió docientos escudos para que le sacase en Roma un Breve facultativo para el Maestre de Malta, el cual Breve no quiso pasar el dicho Maestre, y que yo había cumplido con lo que me tocaba. Respondióme el dicho secretario: vuestra merced no tiene que alegar, sino pagallos luego ó le llevarán preso. Respondí á esa resulución: Envíe vmd. conmigo á quien los traiga. Enviome con guardia y trújelos en un saquillo y díjele: Tome vmd. déselos al Duque para que haga de ellos lo que quiera porque no den nada á D. Jerónimo de Castro. Con ésto me fuí á mi posada considerando lo que hace el mundo. De allá dos días envió un ayudante de sargento mayor, el cual me dijo que mandaba Su Ex. aclarase el entretenimiento que tenía allí. Yo respondí que yo allí no tenía sueldo, que tenía licencia para irme á Malta, del Conde Monterrey; con lo cual fué fuerza valerme del recaudador de la Orden para que hablase al Virrey; hízolo, con que me dejó, y dentro de veinte días me vinieron las bulas de Malta, de la encomienda que me había tocado de San Juan de Puente de Orbi. Estúveme allí dos meses. En este tiempo vinieron dos galeras de Génova que trujeron un Obispo. Yo le dije al capitán de una dellas que si me quería llevar á Nápoles con condición de no decir que me llevaba, al Conde. Ofreciólo y lo primero que hizo fué decírselo. Ya el Conde lo sabía todo lo que había pasado en Sicilia, de los coronistas; llamó á su secretario, Gaspar de Rosales y díjole que me enviase á llamar y procurase rendirme y que me quedara en Nápoles. El secretario me envió un papel á la galera, corto y breve, en que me decía: «El Conde ha sabido primero que ya vmd. viene ahí; véngase á comer conmigo, que tenemos que darnos dos toques.» Yo, visto que era ya forzoso, salí de la galera y vine á Palacio donde me vi con el secretario y mostré mis bulas, que se quedó espantado y se subió

arriba á mostrárselas al Conde, el cual dijo: desenojadero tiene Contreras; cataquizalde ¡por vida nuestra!, de manera que se quede aqui bajo; y comimos y hubo grandes sermones y no hubo remedio de quedarme. Las dos galeras ya salían á Gaeta, donde estaban otras aguardando para ir á Génova. Dióme el secretario un pliego del Conde para que diese en mano propia á la Marquesa de Charela. Hicelo y habiendo tirado el tiro de leva me envió el gobernador de Gaeta el bergantín armado para que fuese á Nápoles, que toda mi ropa estaba debajo de todo, que no se podía sacar, é iba cargando ya, que es lo que me valió. Hicimos un viaje á Génova con bien, donde llegamos; á dos dias llegó el Infante Cardenal que esté en gloria. Hizo su entrada galantemente y de allí se fué á Milán y yo á la vuelta de España, en las galeras que vino el Infante Cardenal. Llegué á Barcelona en breve tiempo y de allí á Madrid donde me alojé en casa del Secretario Juan Ruiz de Contreras, padre de D. Fernando el que hoy está en la altura (1). Regalóme mucho en su casa y comencé á tratar de pretensiones. Lo primero fué ir á tomar posesión de la encomienda. Volvíme á Madrid y topé con mi hermano que estaba pretendiendo, pidiendo le diesen su sueldo donde había sido reformado por el oficio de Flandes, y habiéndose visto en el Consejo se le dieron veinte escudos de entretenimiento y carta para que se le diese compañía por el oficio del secretario Rojas, el cual despachó un billete al secretario Pedro de Arce dándole cuenta de aquella merced, el cual recurrió y lo detuvo muchos días haciendo enoscientes á los consejeros de Estado, que yo había sido capitán de caballos de tramoya y que él no había de hacer aquel despacho. Esto lo supe al cabo de algunos días. Como no se despachaba el despacho de mi hermano fuime al Marqués de Santa Cruz, del Consejo de Estado, y apretéle sobre la materia, con que me dijo: ¿Cómo quiere que le den á su hermano el despacho? Si Pedro de Arce dice que vmd. fué capitán de caballos de tra

(1) En la carta del 5 de Marzo de 1610, que escribió desde Madrid el P. Sebastián Gonzalez al P. Rafael Pereira Memorial histórico español, tomo xv, pág. 424), le dice: «A D. Fernando de Contreras, Secretario que era del Consejo de Guerra y Indias, le han hecho oidor de Indias, con que vacan dos buenos oficios.>>

moya. Con lo cual volví las espaldas sin decirle nada al Marqués y fuime á mi casa, y sin comer bocado saqué la patente de capitán de caballos corazas y otra de Cabo tropa de quinientas y mi reformación y licencia y apreté los piés y volví á casa del Marqués de Santa Cruz. Hiciéronme entrar y díjele: Suplico V. E. me oiga; más há de veinte años que en el Postigo de San Martin me llamó una dama, anochecido; subí arriba y estuvimos parlando un rato, á lo cual llamaron á la puerta; la señora dama dijo que me escondiese; que luego se iría Pedro de Arce, que era el que venia. Dije que no me había de esconder por ningún caso; que le abriesen; afligida la señora mandó que le abriesen; subió el Sr. Pedro de Arce con su estoque y su broquel, verde como una lechuga; entonces era oficial de la guerra. Así como me vió me preguntó que qué hacía aquí. Yo le respondí; esta señora me estaba preguntando por una amiga suya; y sin acabar la razón enderezó su broquel. Yo estaba sobre la mía y fuí presto, que le dí en él una estocada, que broquel, él y el estoque rodaron por la escalera, dando voces que era muerto, sin estar herido.

Bajé con la bulla yo también, y fuime con Dios y á él le llevaron á su casa medio muerto de la caída, con que siempre ha tenido conmigo ojeriza todo este tiempo. Ahora vea V. E. esta patente, licencia y reformación, con que echará de ver que lo que ha contado no es verdad y que fui capitán de corazas siete meses y tres dias (1).

(1) Aquí concluye el Ms. al cual faltan algunas hojas, que quizá llegaron hasta el año 1610. Véase la nota precedente.

No hemos podido averiguar la fecha en que murió Alonso de Contreras. En el Archivo parroquial de San Sebastián, de Madrid, existen las partidas de defunción de dos que llevaron iguales nombre y apellido; el uno, casado con Ana de Urosa, falle. ció á 29 de Junio de 1637; el otro, cuya mujer era María de la Cuadra, á 29 de Diciembre de 1653; ambos fueron enterrados de limosna; creemos que ninguno de ellos es el Capitán cuya autobiografía publicamos; aunque en absoluto no negaremos que pudiese dar semejante vuelta, y más en aquellos tiempos, la rueda de la fortuna.

NOTICIAS.

Premio del Excmo. Sr. Marqués de Aledo. - Esta Real Academia conferirá en 1903 un premio de 1.000 pesetas á la mejor Historia de Murcia Musulmana que se presente optando al

mismo.

Los autores que aspiren á este premio, podrán aprovechar los libros árabes impresos y manuscritos que se sabe contienen noticias referentes á la ciudad, y existen en las Bibliotecas de Madrid ó del Escorial y otras.

Las Memorias, redactadas en castellano literario y con crítica histórica, deberán presentarse en la Secretaría de la Academia antes de las cinco de la tarde del día 31 de Diciembre de 1902. Madrid 30 de Junio de 1900.-El Secretario perpetuo, CESAREO FERNÁNDEZ DURO.

Nueva inscripción de Ampurias. Á las lápidas romanas recientemente halladas en el subsuelo Emporitano y descritas por D. Joaquín Botet y Sisó (1), antiguo correspondiente de nuestra Academia, hay que añadir otra de mármol blanco, partida en varios pedazos, pero completa, que tiene 29 cm. de alto por 34 de ancho. Sus letras hermosas y puntos triangulares son del primer siglo.

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