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muchos privilegios que dexo mencionados, y obtuvo de ella merced del Rey, que esta ciudad contradixo grandemente, y no ménos Don Alonso de Velasco, que era su Alcayde, con que el Maestre hubo de contentarse con recibir en cambio la de Fuente-Ovejuna, aunque del todo no desistió del intento, quizá pensando lograr una y otra, que no andaba menos viva la ambicion; y á este tiempo, dice Alonso de Palencia, que vinieron las Bulas para pasar el Arzobispo viejo Don Alonso de Fonseca á la Iglesia de Santiago, y quedar el mozo en la de Sevilla.

AÑO 1462.

I Comenzó el año 1462, infausto para Castilla, con el nacimiento de Doña Juana, que el Rey festejó como de hija; pero que el pueblo y la voz general le daba muy diferente padre, muy en deshonor de la Reyna, cuyo poco recato, y la inhabilidad creida del Rey ocasionaban tan afrentosos discursos. Con todo fué bautizada y jurada como Princesa, y en tanto la Andalucía temia amagos de cruel guerra, por la que de todas partes movian los Moros: El Rey de Granada (dice Alonso de Palencia) conociendo la pereza, é mala gobernacion del Rey Don Henrique, é la poca guarda que en Andalucia se bacia, juntó muy gran des gentes: Autor que está tenido por poco afecto al Rey, por la claridad con que algunas veces discurre en sus defectos; pero que su ajustamiento con los papeles auténticos de Sevilla me hace tenerlo por el mas verídico, y

1 Nació en Madrid á principios de este año, siempre con sospecha de ser hija de Don Beltran de la Cueva, por cuya causa se llamó despues la Beltraneja.

2 El Coronista Alonso de Palen. cia se tiene por desafecto del Rey, y ganado por sus contrarios; esta es la comun opinion: otros que escribiéron su vida, que son Diego Henrique del Castillo, y el P. Fr. Fran

cisco de la Cruz, del Orden de San Gerónimo, como favorecidos del Rey, dicen que ocultáron ó disimuláron sus defectos, por lo qual es menester leerlas con esta advertencia para poder formar juicio. La de Hernando del Pulgar, que tambien escribió su Crónica, tiene alguna diferencia de las otras estos MSS. se miran con estimacion, sin embargo de los defectos que se les notan.

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seguirlo mas de ordinario. Era grande el desamparo de las fronteras por la mala paga de la gente de guerra, y dió esto mayor aliento al Granadino, que rompió por la parte de Osuna, llegando la primera noticia al Conde de Cabra, que luego lo avisó á toda la frontera y á Sevilla, y de todas partes prestamente se acudió al socorseñalandose mucho el valiente caballero Luis de Pernia, Alcayde de Osuna; pero mas Don Rodrigo Ponce de Leon, hijo del Conde de Arcos, que en edad muy joven daba ya grandes premisas del ínclito valor que lo hizo famoso habia muerto su hermano mayor Don Pedro Ponce de Leon peleando con los infieles, aunque se ignora donde y quando, y sucedió Don Rodrigo en la esperanza de primogenito del Conde de Arcos su padre, que falto de hijos legítimos, lograba fuera de matrimonio algunos muy bizarros, de quienes era el mayor ahora Don Rodrigo, habido en Doña Leonor Nuñez de Prado, quien llamaban la Condesa Doña Leonor, y deseando se ñalarse para ganar la gracia de su padre, negoció ser Capitan de la gente que envió al socorro de la frontera ; pero aun juntos todos, el poder era muy inferior al de los Moros, que hizo mas ilustre la victoria, nombrada deł Madroño, por el sitio en que sucedió, y que algunos Autores ponen en el año 1460; pero en este lo refiere Alonso de Palencia. Lució mucho en esta pelea Don Rodrigo, á quien rompiéndose la correa que afianzaba la adarga, y apeándose á componerla, de improviso asaltado de algunos Moros, quitando á uno una honda con tres piedras, triunfo de ellos con muerte de algunos, mereciendo que el Rey en merced que por esta hazaña le hizo lo comparase al Patriarca David, que con bonda y piedras derribó la soberbia del Gigante.

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2 Tenia, como ya dixe, la Alcaydía de Tarifa por Don Gonzalo de Saavedra Alonso de Arcos, que entendiendo de un Moro que por el mes de Agosto se huyó de Gibraltar, que mal prevenida y guardada estaba facil de ganar, aunque por no perder tiempo se resolvió á emprenderla, dando aviso á toda la frontera y al Duque de

Medina-Sidonia y Conde de Arcos, que algo mas pacíficos en sus emulaciones estaban ambos en sus Estados. Llegó mas presto como mas vecina la gente de Bexel y Medina-Sidonia que aviváron los combates, y luego el pendon de Xerez con Gonzalo de Avila, su Corregidor, y Don Rodrigo Ponce de Leon, que se adelantó del Conde su padre, que por indisposicion de salud no pudo seguir las marchas apresuradas. Sabido por los Moros, que ya estaban para rendirse, pidiéron habla y partido á Don Rodrigo; pero difirióles la respuesta á quando llegasen el Conde su padre y el Duque de Medina-Sidonia, ofreciéndose por medianero á que les concediese mejores partidos, respuesta que indica que estaban por ahora conformes los dos Xefes; pero como á esta espera no se conviniese la gente de Xerez, y comenzasen á ocupar las torres de la ciudad, Don Rodrigo, juzgándolo ya empeño suyo, mudó de dictamen, y mandó arbolar su pendon en la torre del Homenage, permitiendo entrar toda la gente con que se ocupó la ciudad, retirándose los Moros al castillo; noticia que halló muy cerca al Duque de Medina-Sidonia, con quien iba el pendon de Sevilla (segun se verifica de sus papeles), su yerno Don Alvaro de Zúñiga, su hijo Don Henrique, y otros muchos caballeros, entre ellos Rodrigo Mariño de Ribera, y Martin Suarez de Toledo, Alcayde de Güelva, á los quales envió el Duque á que dixese de su parte á Don Rodrigo, que le pedia que sobreseyese en la toma de la fortaleza hasta su llegada, porque deseaba hallarse en ella y vengar la muerte de su padre: halláron estos caballeros á Don Rodrigo, que estaba para recibir la fortaleza, y dándoles su embaxada, les respondió, que aunque como vian se la entregaban ya, queria por hacer gusto y obsequio al Duque, como ántes lo habia querido esperar y á su padre para entrar en la ciudad, esperarlo ahora para recibir el castillo, y luego partió con algunas lanzas á recibirlo, y encontrándolo con recíprocas cortesias, ambos volvieron juntos á Gibraltar, y se alojáron aquella noche con voz de esperar al Conde de Arcos, para que de todos fuese igual el honor: así refie

re el suceso Alonso de Palencia, y comenzando de aquí á renovarse y crecer á lo sumo los odios de estas dos casas: los escritores afectos de cada una desde aquí varian en las circunstancias de lo siguiente; culpan unos al Duque de que quiso para sí toda la gloria, moviendo ocultos tratos aquella noche, para que los Moros á él solo le entregasen el castillo: culpan otros á Don Rodrigo de que se dió á presumir lo que el Duque no intentaba, y en que no siendo de mi propósito resolver, quedará indeciso; porque aunque sea obligacion del Historiador escribir la verdad sin respetos, la de este suceso está tan obscura, que admite esta justa indeterminacion, basta que el dia siguiente, sin haber llegado el Conde de Arcos, se apoderáron del castillo, en cuyas torres de uno y otro se habian de arbolar á un tiempo los estandartes, dispuesto así por las diferencias que en su efecto interviniéron; pero quejoso Don Rodrigo de que al punto de arbolarlos no se guardó lo por ambas partes prometido, dió cuenta á su padre, queriendo su juvenil ardimiento executiva venganza del agravio (á su parecer) recibido; no aceptó el Conde, remitiéndolo á ocasion en que pudiese despicarse su enojo, sin tanto deservicio del Rey como entónces pudiera ocasionarse; y aunque interpuestos caballeros de una y otra parte, y propuestos medios se habláron, estaba muy ardiente el sentimiento, y no pudiéron quedar concordes. Partióse el Conde desafiando al Duque, y quedó este en Gibraltar, y en tanto que uno y otro alimentaban el odio renacido en sus pechos, y los deseos de sangrientos desquites, ambos diéron cuenta al Rey; ¿quién duda que acriminando cada uno las acciones de su émulo? la resulta escribe con estas formales palabras Alonso de Palencia: Y desde allí (dice) siempre quedáron resabiados, y se siguieron entre ellos muy grandes contiendas, é muertes, é daños, é sabido por el Rey todo el caso, envió á mandar al Duque so muy graves penas, que luego entregase la ciudad de Gibraltar, é su fortaleza á Pedro de Porras, al qual le dió la Alcaydía, y visto el mandamiento del Rey, é sabido como babia enviado provisiones para el Conde, é para

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todas las cibdades, é villas de la Andalucia, que le diesen favor, é ayuda para tomar aquella ciudad, si el Duque no la quisiese dar; el Duque entregó la ciudad y fortaleza á Pedro de Porras, el qual la tuvo algun tiempo. En que se ve que la noticia no llegó muy favorable al Duque, que no era muy acepto á los que mas podian. En el tiempo que en ella se mantuvo, hallando los huesos de su hallando los huesos de su padre en una caxa colgados de la torre, en que los pusieron los Moros por ignominia, como dixe en el año 1436, no quiso trasladarlos á su Convento de San Isidro, sino tuvo por mas honorífico colocarlos decentemente en una capilla que edificó en la misma torre en que permanecen; y aunque el haber á esta recuperacion de Gibraltar acudido tan grandes Señores, quitó el primer lugar á Alonso de Arcos, no la fama y loor de haber sido el que la emprendió, y quedó con nombre de vigilante caudillo, que observó la oportunidad de la ocasion: yace con honorífico epitafio en una capilla de la Iglesia de la Cartuxa de Sevilla, que enriqueció, con su herencia. Dice pues:

'AQVI YAZE SEPVLTADO EL HONRADO CAVALLERO ALONSO DE ARCOS, ALCAIDE DE TARIFA, QVE GANO A GIBRALTAR DE LOS ENEMIGOS DE NVESTRA SANTA FE, FALLECIO EN EL AÑO DE 1477. FVE BIENHECHOR DE ESTA CASA, RVEGVEN A DIOS POR EL.

I

AÑO 1463.

Siendo cierto que la nueva enemistad de las casas de Arcos y, Medina-Sidonia prorumpió luego este año en tener en armas toda esta tierra divisa en sus parcialidades, de que insinúan mucho los papeles antiguos, nada leo individual: de estos bandos tomaban exemplo otros linages, que aunque ménos poderosos, bastaban á aumentar el daño, pretendiendo los particulares cada uno,

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