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dió vuelta á Tarifa, y por los lugares del Duque de Medina-Sidonia que lo festejó, volvió á Sevilla.

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3 Recibióle segunda vez, dándole aplausos la lisonja, y estaba ya en ella Miércoles 3 de Julio, en que en su Alcázar, y asistiéndole el Duque de Medina-Sidonia, el Marques de Villena y Don Pedro de Guzman Alcaldes mayores de esta ciudad, y el Alguacil mayor Don Alvar Perez de Guzman, Fernando de Abreu, Juan Manuel de Lando y Alonso de Velasco, Veintiquatros, los quales en nombre de la Ciudad le dieron la bienvenida, pareció Pedro Fernandez Marmolejo, Veintiquatro y Procurador mayor, y con él Pedro Diaz, Pedro Garcia y Gonzalo Bernal, Escribanos públicos, y le presentáron los antiguos privilegios de su Oficio, que confirmó, tratándolos con mucha estimacion, qual se la diéron sus progenitores; y el mismo dia confirmó á la Ciudad, á la Santa Iglesia, y á todas las Comunidades todas sus franquezas, experimentándolo esta vez mas benigno; y que mediante lo que con él podian el Marques de Villena y nuestro Arzobispo Don Alonso de Fonseca, en quienes estaba todo el manejo de los negocios, mandó reprimir la insolencia de sus inferiores criados, para que Sevilla, que los hospedaba grata, los sintiese ménos molestos: porque por sus antiguas franquezas, ni de la misma Real familia podia ser oprimida de huéspedes que no recibiese voluntaria: así consta de cédula de 15 del propio mes, en que mandó castigar algunos de los que el año antecedente violáron la fe del hospedage, y que ningun Moro se aposentase en casa de Christianos, sino en el Adarrejo donde vivian los Moros.

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4 Entre las fiestas que este año tuvo Sevilla fué un torneo, cuyos dos puestos mantuviéron el Duque de Medina-Sidonia y el Marques de Villena, entre cuyas disposiciones, ensayos, suertes de colores, y otras diferencias, se trabáron de nuevo las dos opuestas parcialidades de Arcos y Medina-Sidonia, resultando luego en escándalos, en muertes, y en todo género de infortunios que fatigaban el pueblo cuéntalos el Cronista Alonso de Palencia; y el Rey cuyo respeto era el mas leso, hecho entre los suyos mas componedor amigable que Juez severo, si compuso los mayores, porque las fiestas no cesasen, no dió satisfaccion á los inferiores agraviados, en quienes decae siempre el mayor mal de las rencillas, de que se hacen partícipes no habiendo sido causas.

5 Ménos festivo y mas atento á la guarda de la tierra, asistia á la misma sazon el Alcayde y Señor del Castellar D. Juan Arias Saavedra en su fuerte castillo, quando entendió que el descuido con que los Moros tenian el de la villa de Ximena facilitaria su empresa: avisólo al Rey á Sevilla, que mas pronto que se creyera acudió en persona con lucida gente de esta ciudad; y llamando sus tropas el Duque de Medina-Sidonia y el Marques de Villena, ganáron por fuerza aquel importante lugar, señalándose con sus deudos el mismo Don Juan Arias de Saavedra, y Alonso de Arcos, caballero de Utrera, que tenia á Tarifa por el Comendador Don Gonzalo de Saavedra, su Alcayde propietario. No señalan las Crónicas el dia que se entregó Ximena, como ni el tiempo de un portentoso cometa, que por espacio de quarenta y siete noches dió tanta materia á discursos y pronósticos, como suelen los semejantes. Vióse, segun Alonso de Palencia, en Sevilla, despues que el Rey volvió de la conquista de Ximena, que fue, segun colixo de algunos papeles, á la entrada del otoño.

6 Encaminándose el Rey á Castilla por los fines del mes de Noviembre pasó por la frontera de Jaen, y estaba en aquella ciudad á 10 de Diciembre, dia en el qual allí despachó privilegio rodado de confirmacion de

los de la jurisdiccion y señorío de Castilleja de Talhara, que he referido en otros lugares, en favor de Pedro de Fuentes, Señor de Fuentes, cuya entónces era: confirman en él nuestro Arzobispo Don Alonso de Fonseca, y Don Gonzalo, Obispo de Jaen, que es el ínclito Don Gonzalo de Zúñiga; y tres dias despues el de Santa Lucía á 13, padeció aquella frontera un notable infortunio, perdiéndose en infeliz pelea con los Moros el Conde de Paredes su caudillo, que quedó cautivo, y muerta mucha nobleza; suceso trágico en que entiendo por buenas conjeturas, que padeció igual desastre de cautiverio el Obispo Don Gonzalo de Zúñiga, porque siendo cierto que era muerto á 24 de Marzo del año siguiente, como se verifica de la publicacion de su testamento, que cita el Cronista mayor D. Joseph Pellicer en el Memorial del Conde de Miranda, no es inverisimil la conjetura, siéndolo tambien que murió cautivo en Granada, dándole violento fin los Moros, al que se da nombre no impropio de martirio, porque con su exemplo y con su predicacion alentaba y afirmaba en la fe los Christianos cautivos. Su espíritu belicoso lo sacó muchas veces de la quietud de Prelado á la bizarría de Capitan, Sevillano, si no por nacimiento, por crianza desde sus primeros años, por heredado en esta ciudad, y por quedarla su sangre en ilustre descendencia de hijos naturales, que tuvo antes de ser de la Iglesia en Doña Juana de Leyva, doncella nobilísima y muy su parienta, cuyo conocimiento, el embozo de respetuoso silencio, sus nombres Diego Lopez de Zúñiga, Iñigo Lopez y Doña Juana, de los quales Diego Lopez, criándose en Sevilla en casa de Doña Leonor de Zúñiga su tia, muger de Don Alonso Perez de Guzman, Señor de Ayamonte, y casando aquí con Doña Leonor Gonzalez, dexó muy calificada su descendencia; en el discurso de los Orces traté difusamente, y con sus pruebas allí precisas, aquí impropias, porque el contexto de la Historia se ofusca en averiguaciones genealógicas.

AÑO 1457.

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I Proseguía el Rey el intento de hacer guerra á los Moros en el año 1457, y habiendo gastado sus primeros meses en las partes de Vizcaya, por el mes de Abril dió vuelta hácia Andalucía; mas interponiéndose negocios urgentes, se detuvo hasta el otoño, y entre tanto envió á Sevilla á predicar la Cruzada, que habia obtenido del Pontífice, al docto y Religioso Fray Alonso de Espina, de la Orden de Santo Domingo, que no menos atendia en sus sermones á persuadir á los fieles como se habian de aprovechar de la Cruzada, que al Rey como habia de usar de sus provechos útiles, que fué bien oido, pero no bien observado, aunque en quatro años se cogiéron en el Reyno mas de cien cuentos de maravedis; gran suma en aquella era, que la mayor parte se convirtió en muy diversos usos ó abusos de la fácil condicion del Rey, que estaba en Segovia á 2 de Junio, y escribió al Cabildo Secular de Sevilla, que la gente de á caballo que le habian de enviar para la próxima guerra fuese con Don Pedro Ponce de Leon, hijo del Conde de Arcos, y con el Alcayde del Castellar Juan de Saavedra, partiéndola entre los dos; aunque de la carta que tengo original se colige, que antes habia escrito se la enviasen toda con Juan de Saavedra; á quien tenia en reputacion de muy valeroso caudillo, y que replicando Sevilla, que usando de sus privilegios, la tenia encargada á Don Pedro Ponce de Leon; y el Rey por esta carta envió á concordarlos en que se partiese entre ambos ; á esto la Ciudad hizo segunda representacion, de lo qual enojado el Rey, no solo esta vez, sino siempre que la enviasen gente de á pie y de á caballo, envió á mandar que la llevase Juan de Saavedra : continuó la Ciudad en interponer sus súplicas, acordando sus servicios y sus privilegios, á que sin causa se contravenia ; y obtuvo al fin que el Rey todo lo mandase suspender por otra carta desde Jaen á 28 de Agosto, que tambien tengo origi

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nal, en que: "Sabeis (dice) como vos envié á mandar "por mis cartas firmadas con mi nombre, y selladas con "mi sello, que cada, é quando que yo enviase á mandar "á esa ciudad, que me enviase qualquier gente, así de "á caballo, como de á pie, así para la guerra de los Mo„á ros, como para otras qualesquier partes, ó de esa ciu"dad, sin llamamiento, é mandamiento, ó yo le obiese de enviar, la tal gente saliese, é viniese, é me la enviasedes de aquí adelante con Juan de Saavedra, mi vasallo, é mi Alcayde del Castellar, porque la él truxiese, é fuese Capitan de ella, é no otro alguno, segun que mas largamente en las dichas mis cartas se conticne, las quales dichas mis cartas, desque por vos la di"cha cibdad fuéron obedecidas, en quanto al cumplimien"to de ellas dixistes, que aquello era en gran daño, y agravio, é perjuicio de la dicha cibdad, y de su tierra, ó mengua de los otros caballeros, y personas de ella, é que en ella viven, contra los privilegios, é buenos usos, é costumbres de la dicha cibdad, y otras mu"chas cosas contenidas en una peticion que sobre ello me "enviastis, suplicándome yo lo así quisiese mandar, é "non dar lugar á que lo susodicho así pasase; la qual dicha "peticion por mí vista en mi Consejo, é acordado de mandar yo en ello, é que mirado el efecto y execucion de "las dichas mis cartas este sobreseido; é por ende vos "mando á todos, é á cada uno de vos, que sobreseades en cumplir, é no cumplir las dichas mis cartas, fasta tanto que yo llamadas, é oidas las partes á quien atañe, mande en ver lo susodicho, é faga sobre ello lo que »entienda que conviene á mi servicio, é á bien de esa "ciudad, é justicia facer se deba, &c." La resolucion salió el año siguiente á 15 de Febrero, declarando el Real Consejo, que Sevilla debia ser mantenida en la posesion de nombrar caudillo para su gente, y observados los privilegios que sobre esto tenian de los Reyes.

2 Alonso de Palencia escribiendo la guerra de este año, dice que desde Segovia despachó el Rey sus convocatorias, y al Comendador Juan Fernandez Galindo, al

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