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efecto general que produjo, pues reanimó á toda la Europa, que se veia desalentada por los continuos triunfos de los infieles. El mismo Mahomet sintió sin duda la fuerza de este golpe; pues desde entonces atacó raras veces á los húngaros. Poco tiempo despues murió Hunniades, y no tardó en seguirle á la tumba el Rey Ladislao. El Emperador Federico III creyó haberse asegurado la reversion de esta corona; pero los Estados de Hungría, que no simpatizaban con su carácter personal, ni deseaban la union con el Austria, proclamaron Rey á Matias Corvino, hijo del Gran Hunniades (1458). Este Principe reinó mas de treinta años: gozaba de una reputacion brillante, à lo cual contribuyó no poco la proteccion que concedió á los sábios, quienes se disputaban á porfia los testimonios de su magnificencia, prodigándole muchos elogios. Entre estos escritores se distinguieron varios italianos: sea de esto lo que fuere, lo cierto es que en la época á que nos referimos, la Hungría formaba un Estado poderoso que ocupaba un puesto distinguido en el sistema politico de Europa (1).

Reinando los dos sucesores de Matias, que murió el año 1490, Uladislao de Bohemia y el hijo de este, Luis II, volvió á perder la Hungría las ventajas consignadas. Los turcos recobraron la Bosnia y tomaron por asalto á Belgrado; varios tratados desventajosos privaron á la Hungría de sus provincias occidentales, y entre tanto la autoridad real se veia continuamente limitada por los contratos que tenia que celebrar con las provincias; de manera que no solo fué preciso consultar con la Dieta el cobro de los impuestos, sino tambien la declaracion de guerra y la celebracion de la paz. Y por último, los magnates se apropiaron todo el poder politico. Muerto Luis II en la batalla campal de Mohacs, contra los turcos, mandados por Soliman (agosto de 1526), surgió una funesta guerra de sucesion, disputándose el trono de Hungría Juan Zapolia, vo vode ỏ gefe de Siebenburgen, protegido por Soliman, y Fernando de Austria, que como esposo de la Reina Ana, hermana de Luis, tenia por las leyes patrias y el contrato matrimonial, derechos mas fundados. Esta contienda, que por lo tenaz y animada degeneró en larga guerra civil, aceleró la decadencia de Hungría.

Quedó al fin dividido el reino en dos porciones iguales, á saber: Siebenburgen y la Hungría oriental, agregada por Fernando de Austria, mediante un tributo anual á sus dominios hereditarios, aunque durante su reinado necesitó valerse de las armas para conservarla.

Vemos, pues, que Hungría no pudo asegurar en cuatro siglos su independencia como reino propio, y al cabo la perdió despues de Luis II, siendo en adelante un reino agregado al Austria y sujeto á la ley de sucesion en este país, con esclusion de la autocracia, sucesion ó eleccion propia. Sin embargo, Hungría produjo tantos grandes hombres como los demás pueblos contemporáneos; pero allí la unidad monárquica y la indivisibilidad y sucesion que afir

(1) HALLAM.-La Europa en la edad media, segunda edicion francesa de 1837, tomo IV, págs. 53, 54, 55 y 56.

man aquel principio, único salvador entonces, no llegaron á echar raices ni å tener sólidos cimientos. La nobleza y el clero prevalecian sobre el monarca y las ciudades, ó sea el tercer brazo; y por otra parte tuvo Hungría en lo esterior algunos vecinos demasiado poderosos y cercanos: Polonia, por ejemplo, el imperio Germánico y despues el Austria por un lado y por otro los turcos, que vinieron apenas se retiraron los mongoles, no dejando al país un momento de reposo (1).

Desde que la corona húngara pasó á las sienes de los estranjeros, no fué mas dichoso este país. Introdujose mas adelante en su seno el protestantismo, que reunió algunos partidarios en el reino, y sobre todo en Transilvania. Esta situacion dió pábulo á una nueva guerra civil, porque muchos señores poderosos se declararon sucesivamente en abierta rebelion y obligaron á los Reyes de Hungría, por las actas de 1606, 1622, 1645 y 1647 á conceder el ejercicio libre y público del culto protestante, y á dar oidos á las quejas que se suscitaban en materias politicas.

Parece que estas concesiones debian dar lugar á una paz duradera; pero no fué así. Los turcos otomanos dividian el dominio de Hungría con la casa de Austria. Estalló entre ambas potencias una guerra que terminó por un tratado muy mal recibido por los húngaros, sin cuyo concurso ni participacion habia sido celebrado. Formularon sus quejas contra la corte de Viena con mas energía que nunca, lamentándose muy particularmente de que el Emperador mantuviese tropas alemanas en el reino, confiara á los estranjeros las principales fortalezas y pusiera trabas á la libertad de cultos.

La córte de Viena desoyô estos clamores: los señores se coligaron, y acusados muchos de mantener inteligencia secreta con los turcos, fueron declarados reos de lesa magestad y ajusticiados en público cadalso: muchos ministros protestantes fueron desterrados ó condenados á galeras. Esta situacion, á la que se agregó la supresion de la dignidad de palatino, fué causa de que estallara la guerra civil al mismo tiempo que la sostenida contra turcos é imperiales. Estos últimos, sostenidos por la Polonia, Venecia y los rusos, consiguieron brillantes victorias, que pusieron en su poder toda la parte de la Hungría poseida por los turcos, los cuales la recobraron pronto para cederla al fin definitivamente por la paz de Carlowitz (1699), cuando el Austria, libre ya de sus guerras con la Francia, pudo emplear todas sus fuerzas contra el poder de los oto

manos.

Desde el reinado de Maximiliano II, hijo de Fernando, que murió en 1576, se vió la Hungría en oposicion constante con sus soberanos, la cual se dejaba traslucir en cada nueva eleccion. En medio de estas disensiones, trascurrieron los reinados de Rodolfo II, Matías II, Fernando II, Fernando III, Fernando IV, y por último Leopoldo I. En este último reinado se dió la famosa batalla de Mosach

(1) WEBER-Sanz del Rio.--Tomo II, págs. 374 y 375.

TOMO II.

(1687), que fué para los imperiales el preludio de nuevas victorias. Aprovechando esta coyuntura, el Emperador pidió á los Estados de Hungría congregados en Presburgo que abandonaran el derecho electoral ejercido por ellos hasta entonces, y para tal peticion se fundaba en los esfuerzos estraordinarios que se veia precisado á intentar contra lcs musulmanes. Al principio los Estados no dejaron de poner dificultades; pero al fin, cediendo á la autoridad de Leopoldo, declararon el reino hereditario en su familia á favor de los varones de ambas ramas, estinguidas las cuales recobrarian los Estados su primitivo derecho electoral; por otra parte, si á consecuencia de esta medida perdian los Estados una de sus prerogativas mas estimadas, consiguieron la renovacion y ratificacion absoluta de la Bula de Oro de Hungria, dada por Andrés II, pero con la supresion de la cláusula que daba el derecho de resistir con la fuerza al Principe cuando faltase á las leyes. Confirmáronse á todos los protestantes los privilegios que habian obtenido en la Dieta de Ausburgo; perose decidió que solamente los católicos pudieran poseer bienes en los reinos de Dalmacia, Croacia y Slavonia, con esclusion de los protestantes; en la misma Dieta fué coronado como primer Rey hereditario de Hungría el Archiduque José, hijo del Emperador.

Como ya hemos dicho, la paz de Carlowitz habia asegurado á los Emperadores el dominio de casi toda la Hungria; mas no por esto se restableció del todo la tranquilidad interior del pais. Quejáronse los húngaros de infracciones hechas á lo acordado en la Dieta de 1687 y Francisco Rakoczi, auxiliado por los franceses, á la sazon en guerra con el Austria, publicó (1703) un manifiesto, en el que despues de indicar los motivos de su conducta, exhortaba a los húngaros á que se alistaran bajo su bandera para conquistar la libertad, aniquilada por el yugo de los austriacos. Agregósele una multitud de descontentos, y no tardó en apoderarse de casi toda la Hungria. Los habitantes de Transilvania le eligieron por su Principe (1704) y los Estados de Hungría le reconocieron como su Duque y gefe (1705). Los triunfos de Rakoczi le granjearon las felicitaciones de Luis XIV y la oferta del trono de Polonia (1707) por parte del Czar Pedro I (1707) que deseaba oponerle á Estanislao, protegido del Rey de Suecia. Así continuó el estado de las cosas hasta el año de 1711, en que Rakoczi, rechazado por los austriacos, tuvo que replegarse hacia las fronteras de Polonia; entonces el Emperador escribió una alocucion prometiendo una amnistía y comprometiéndose á respetar inviolablemente los derechos, libertades é inmunidades de los reinos de Hungria y Transilvania, á no conferir cargos civiles ni militares sino á los húngaros, y mantener en toda su fuerza y vigor las leyes concernientes á la libertad de cultos.

Sometiéronse casi todos los descontentos, que prestaron nuevo juramento de fidelidad, y quedó restablecido el orden.

Muerto José I (1711), pasó la corona á Cárlos VI, cuyo reinado se distingue en la historia por sus continuas guerras contra los turcos, que solo por incidencia se refieren á la historia de Hungría, pero que debemos recordar en esta ocasion, porque los triunfos del Emperador le valieron nuevas concesiones por parte de los Estados de

Hungria. La Dieta de 1687 habia declarado hereditaria la corona en su familia, pero con esclusion de las hembras, y á su advenimiento al trono, Carlos VI reconoció el derecho de los Estados para elegirle un sucesor en el caso de que falleciera sin sucesion masculina. De su matrimonio solo resultaron hijas. Temió que la corona de Hungria se perdiera para su casa, y por esta razon convocó los Estados en 1722, y obtuvo de ellos que el derecho hereditario se hiciese estensivo á las hembras por orden de primogenitura. La misma ley habia sido sancionada ya por todos los dominios hereditarios de la casa de Austria. Murió Cárlos VI en 1740 despues de haber asegurado (á lo menos de derecho), la corona á su hija Maria Teresa. Empero sus disposiciones no pudieron evitar los disturbios que ocurrieron despues de su muerte: en esta época comenzó la famosa guerra de sucesion en Alemania Las precauciones de Carlos fueron insuficientes, sobre todo, á causa del mal estado de la Hacienda y el ejército; circunstancia que animó á una multitud de pretendientes para disputar el trono á Maria Teresa. Los electores de Baviera y Sajonia, hacían valer derechos fundados ó infundados á la corona imperial. Felipe V, Rey de España, aspiró á las coronas de Hungria y Bohemia, en virtud, segun decia, de un pacto celebrado entre Felipe III de España, y Fernando de Austria en 1617, por el cual ambos reinos pasarian á los descendientes del primero, si faltaban herederos varones de Fernando. Tambien tenian pretensiones la Prusia y Cerdeña sobre algunos Estados hereditarios de la casa de Austria. Cada pretendiente logró tener protectores y aliados, de suerte que no parecia sino que la Europa entera se coligaba para arrebatar á Maria Teresa la corona de su padre. Por todas partes invadieron el pais ejércitos numerosos; todo estaba arreglado de antemano entre los enemigos, que no querian dejar á la Princesa mas que el reino de Hungría, el Austria inferior, la Carinthia, la Stiria, la Carniola y las provincias belgas: pero el valor de Maria Teresa burló todas las esperanzas. Auxiliada por los ingleses y holandeses, y sobre todo por los generosos esfuerzos de los húngaros (1), logró conjurar la tempestad, rechazar vigorosamente al enemigo, y disolver la gran liga formada contra ella, obteniendo grandes ventajas, si bien tuvo que ceder varias provincias al Rey de Cerdeña, y la Silesia al de Prusia.

(1) María Teresa, que entonces se hallaba en cinta, recorrió sus pueblos, lamentándose de que no tenia una ciudad en que salir de su embarazo; se atrevió, lo que no hubiera hecho ningun Rey de aquella época, á recurrir al amor de los pueblos, y se confió á los húngaros, no obstante lo mucho que tenian por qué quejarse de su padre. Hermosa y no bien restablecida del parto, se presentó ante la Dieta en traje nacional con la corona angélica y la espada; atrájose á los diputados aceptando el juramento de Andrés Il que habia sido abolido por Leopoldo, y pidió su proteccion para el Archiduque niño. La Dieta esclamaba con entusiasmo: Moriamur pro Rege nostro Maria Theresia; todo el que pudo llevar lar armas, se hizo soldado; formóse una infantería; nunca habian salido tantos productos de la fertil Hungría; nunca ni con la violencia se habian recogido tantos tributos como entonces se ofrecian voluntariamente, y el ardor llegó hasta la crueldad -(César Cantú.)

Asegurada la paz, la Reina publicó (1704) el urbarium, que tuvo fuerza de ley, aunque se promulgó sin la intervencion de los Estados, y fue muy bien recibido, porque mejoraba considerablemente la condicion de los aldeanos. Limitándonos actualmente á todo lo relativo á Hungria, manifestaremos que desde el reinado de José II empezaron los húngaros á manifestar su mas profundo descontento, porque es sabido que el hijo de Maria Teresa, si bien participaba de las ideas filosóficas y tendencias reformadoras de su época, queria imponerlas por la fuerza, y no teniendo otra norma que su voluntad, confundia lo útil y necesario con lo perjudicial y supérfluo. y sobre todo no se cuidaba de usar la persuasion y tener en cuenta las costumbres.

No nos detendremos á enumerar detalladamente las muchas reformas que llevó á efecto en sus Estados: ciñéndonos á la historia de Hungria, y conocida ya la constitucion tradicional de este país, baste decir que eludió el juramento ante la Dieta, suprimiendo la ceremonia de la coronacion, y que arrancando de su sitio la corona de San Esteban, mandó trasladarla á Viena, con lo cual se disgustaron los húngaros hasta lo sumo. Antiguamente se dividia el reino en condados, á cuyo cargo estaba la administracion del gobierno y policía, y presididos por Condes, Vizcondes, gobernadores y otros funcionarios subalternos. José dividió la Hungría en diez circulos, con un Comisario Régio al frente de cada uno. Esta innovacion, insignificante á primera vista, era, sin embargo, muy trascendental, porque quitaba á la nobleza un cargo muy honorífico, hereditario hasta entonces en gran número de familias, y cuya influencia pasaba desde luego á la corona.

Deseando el Emperador favorecer á los aldeanos, proclamó en 1785 la supresion de la servidumbre de la gleba; pero como esta reforma se verificaba por medio de un decreto imperial sin la intervencion de la Dieta, fué considerada como arbitraria y atentatoria al derecho de propiedad. Muchos distritos de Hungría hablaban un idioma propio; el Emperador mandó que en el término de tres años todos los documentos públicos y oficiales fueran redactados en lengua alemana, escluyendo de todos los cargos á los que no la hablaran y escribieran. Promulgó un reglamento sobre la contribucion territorial, que hasta entonces solo habia pesado sobre los ciudadanos incluidos en la denominacion de plebs; José quiso que todas las tierras, sin distincion de poseedores, quedaran sometidas á la misma ley, pagando con arreglo á su valor y fertilidad. El descontento que cundió por todo el país, aumentado por las cuestiones que se suscitaron con el clero y las ciudades, obligó al monarca á revocar sus decretos (1790). No tardó en fallecer, dejando el trono á su hijo Leopoldo II, que, apenas le ocupó, tuvo que acallar las continuas reclamaciones de los húngaros, permitiendo que con toda pompa y solemnidad volviera de nuevo desde Viena á Buda la corona de San Estéban.

Acto continuo fué convocada la Dieta, que formó un reglamento considerado hasta nuestros tiempos como la Carta Constitucional de Hungría, fijando muchos puntos que conviene dar á cono

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