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brosa el lenguage contradictorio ó injusto que en esta desgraciada época han tomado los Españoles para su propia ruina y la nuestra : parece que en el momento de la desesperacion de ver perecer á su patria no les queda otro consuelo que el que perezcamos todos. Me dice V. S. que viene á procurar por todos los medios decorosos y suaves, la debida tranquili dad y sociego entre hermanos y compatriotas que siguen una misma religion, costumbres y lenguage. ¿Cree V. Š. por ventura que está hablando con Atahualpa, ó Montezuma ? Pues se engaña V. S., si asi lo piensa : lo único que podrá hacer es renovar los horrores de la conquista, como lo ha comenzado ya á verificar en esa desgraciada ciudad y en Pasto. ¿ Con que poderes, con que facultades viene V. S. á darnos una tranquilidad y un sociego que ni le pedimos, ni necesitamos? Con el de la fuerza de las armas que es el derecho de los salteadores, y el mismo con que sus antepasados destronaron en el Nuevo Mundo á trescientos reyes que eran mas legitimos dueños de estos territorios, que su adorado Fernando lo es, no

digo de la América, pero ni de la España que estúpida y cobardemente entregó á los Fran

ceses.

Dejémonos señor mio de regencias y amado Fernando para tender lazos á algunos incautos é indefensos pueblos de América : la suerte está echada, y los Españoles solo podrán como lobos sedientos de sangre debastar algunas comarcas, pero jamas arrancarnos el uso de unos derechos que estan escritos en el corazon de todos los hombres, y estampados en esta misma constitucion que V. S. me incluye. « La nacion española (dice esta en el artículo 2 del titulo 1°) es libre é independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona. La soberanía reside (articulo 3°) esencialmente en la nacion, y por lo mismo pertenece á esta esclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales >> ¿ Con que la nacion española representada por cuatro pueblos de la Península es libre é independiente, y no puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona: y un mundo entero cien veces mayor que toda la Europa ha

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de ser el patrimonio de treinta ó cuarenta Españoles á quienes se les ha puesto en la cabeza dominarlos? ¿Con que el pueblo de cuatro lugares de Andalucia, es soberano y puede establecer leyes fundamentales; y el de la Nueva Granada es una manada de siervos que deben esperar su felicidad de las manos de V. S.? Estúpendos principios para ahora trescientos años! pero ridiculos y vanos para estos tiempos. ¿Que dirá la posteridad cuando vea en el oficio de V. S. á un oficial de la moribunda España venir á ofrecer su proteccion à dos millones de hombres en lugar de venirles a pedir un asilo y á implorar su clemencia? Creerá sin duda que el héroe de Cervantes no fué fantástico y quimérico, sino que existió real y verdaderamente entre los hijos de aquella nacion en sus últimos delirios.

¿Como concilia V. S. esto de hermanos, compatriotas que siguen una misma religion, costumbres y lenguage; con lo de que la espedicion de su mando se verá obligada á causarnos todos los perjuicios, daños, desolacion, y

demas desastres que son consiguientes, si no nos sometemos á sus órdenes?

¿Que juicio harian en España de mi si me apareciera en Sevilla con cuatro aventureros, y escribiera á los gobernantes de Cadiz incluyendoles la constitucion de Cundinamarca, ofreciéndoles mi benevolencia si se sujetaban á mis órdenes, y amenazándolos con mi culera, si no se entregaban á discrecion? ¿ No se ៩ reirian de mi proyecto desatinado? Pues quizá no lo es tanto como el de V. S. porque las Américas pueden á lo menos ofrecer un asilo, y el principal nervio de la guerra que es el dinero. Pero la España que es lo que puede ofrecernos? cadenas y orgullo que es todo le que le ha quedado.

La provincia que está á mi mando por la voluntad de unos pueblos que son tan soberanos como los de Cadiz, Jeres y Málaga, está muy distante de sufrir los males que V. S. le supone, no solo reyna en ella la justicia y el órden, sino que sus hijos mas humanos y virtuosos, que los que hicieron la decantada constitucion de las Córtes, han mantenido en sus

derechos y propiedades á los Españoles que residian entre ellos, y á los que perseguidos en otras partes han venido á buscar un asilo en Cundinamarca. Si este órden se turbare por la aproximacion de las tropas del mando de V. S. ó por un justo derecho de represalia, á V. S. y no á mi serán imputables los males que se pa

dezcan en lo sucesivo.

Si V. S. quiere abrir los ojos á la razon y á la justicia y oir los clamores de la humanidad, mude de intenciones y de lenguage, y encontrará entre nosotros hospitalidad y un asilo contra el furor del tirano de la Europa; pero si sordo á la voz de la naturaleza quisiere adelentar sus miras de conquista, cuente V. S. que van á correr torrentes de sangre, no solo en el campo de batalla, sino en todos los lugares de la comprension de Cundinamarca que hasta ahora nada han tenido que padecer, y que si la fatalidad le diere á V. S. la vietoria vendrá á reentronizar el despotismo sobre ruinas y montones de cadáveres; pues estoy resuelto en el último evento á sacrificarlo todo, y á reducir á cenizas hasta los templos, ántes

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