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esta abjuracion, se haga por toda la república el juramento de absoluta independencia, á que ha venido por esta saludable y santa alteracion; y manda á los tribunales, corporaciones de todas clases, jueces y demas ciudadanos de ellas que pasen á prestarlo el próximo dia veinte y cuatro en los lugares y ante quienes se dirá por reglamento separado, pena de ser desterrados los que se negaren á este acto, y condenados á muerte los que desaprobándolo trastornasen el órden social. Publiquese por bando en todos los cantones del Estado, y en ellos fijese en los lugares acostumbrados. Dado en el palacio del supremo gobierno de Antioquía, a once de agosto de mil ochocientos trece. Juan del Torral, presidente dictador; José Maria Ortis, secretario de guerra y hacienda; José Manuel Restrepo, secretario de gracia y justicia.

N° 23.

OFICIO DEL GENERAL NARIÑO AL BRIGADIER

SAMANO.

En la Mesa de Juan Dias, recibi el oficio de V. S. de seis de setiembre, que no me ha sido posible contestar antes. En él veo que V. S., de acuerdo con el capitan general de Quito, se presta á que tengamos una conferencia, recordándome el buen tratamiento que V. S. recibió en su larga morada en Santafé aun en los momentos de mayor efervescencia, y haciéndome observar que la variedad de opiniones no debe impedir este paso. No solamente convengo con V. S. absolutamente en estos tres puntos, sino que una conferencia de esta naturaleza, creo que solo puede tener luar, cuando hay variedad de opiniones ó de interes entre las partes contendoras; mas, como V. S. me pone por base de esta conferencia, el que nos reunamos bajo el gobierno de nuestra España; V. S. me permitirá que le haga observar que

ese gobierno en que murieron nuestros abuelos, ya no existe, porque una parte de la España está reconocida en la Europa como patrimonio de Bonaparte, y la otra bajo un gobierno tumultuario y efímero semejante á muchas de las juntas de América que desgraciadamente lo han imitado, y que de cualquiera de los que V. S. me hable, seria yo un loco en quererme reunir á ellos no al primero, porque jamas ha estado en los principios de ningun Americano racional, el salir de la dominacion española para entregarse despues à una dominacion estrangera; y no al segundo, por dos razones; la primera, por la injusticia y barbaridad con que hemos sido tratados no solo en los tiempos de la estinguida monarquia sino hasta el dia en que la necesidad y la política exigian que nos trataran de diverso modo; ; Ꭹ lo otro, porque nuestra reunion en el dia á la España, seria tan necia como el de la reunion de un cuerpo sano al de otro moribundo y gangrenado, Si á V. S. en su juventud le hubieran propuesto la alternativa de que se manejara con sus pocas fuerzas

y talento, o se reuniera á un hombre lleno depleitos y de vicios, decrépito y moribundo; ¿Cual de los dos partidos habria escogido? Parece que no habria dudado un momento por débil é inesperto que se hubiera creido; pero mucho menos hubiera dudado, si no se le prohibia reunirse a otro hombre de juicio, acomodado y robusto. Haga V. S. ahora la aplicacion á nuestro caso. Prescindo por un momento de la indignacion que debe causar á todo Américano que tenga honor el verse tratado como insurgente por los insurgentes de España, que no contentos con haber dejado sumergir la nacion en el caos en que se ve en el dia, han proclamado una constitucion que desconociendo las leyes fundamentales de la monarquía solo quieren que subsistan en el nombre de sus reyes para esclavizar de nuevo á la América. ¿Que seria lo que nosotros ibamos á ganar con volvernos á reunir á nuestros antiguos amos? ¿Está la España en estado de protegernos de ausiliarnos contra cualquiera otra nacion que nos venga á invadir? ¿ No conoce V. S. que la parte libre de España, solo se

mantiene porque Bonaparte no quiere tragarsela sino reunida á toda la América? Y será V. S., cuya moral no ignoro, un ciego instrumento de semejantes planes ? No señor general, deponga V. S. ese estúpido error de sus compatriotas, de creer que el mundo ha de ser siempre como lo conocieron sus abuelos; y mas ilustrado, mas justo y mas humano, abrace la santa causa de la humanidad de la justicia y de la razon.

No crea V. S. que abuso de estos nombres sagrados como lo hicieron los Franceses al lado de su sangrienta guillotina, ni como lo hacen los Españoles para querer esclavizar á doce millones de hombres: no soy un energúmeno democrata, ni un ambicioso frenético; todo mi ahinco, todos mis deseos y todos mis sacrificios, son por ver mejorada la suerte de mis compatriotas, asegurándoles en la parte que me toque un gobierno moderado y justo. que les enjugue las lágrimas de tres siglos de esclavitud.

, que

asi como la Amé

V. S. debe conocer rica abrió un vasto campo en su descubri

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