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derramamiento de sangre, y la destruccion á que el engaño, la falta de cálculo y los vértigos delirantes le conducian. Le espresé en ella el estado triunfante de la España, sus victorias sobre los Franceses, y que sus egércitos obraban con el mayor vigor sobre los del tirano, cuyo yugo habian roto enteramente, hallándose ya en posesion de Burdeos, sacando su subsistencia de todo el Languedoc que dominaban. Le hice presente el estado del Perú y la derrota completa con que el general Pezuela habia destruido el egército de Buenos-Aires, haciendo huir á su general Belgrano con un corto resto á encerrarse en su capital, la que en el dia se halla sitiada y en estado de rendirse al egército nacional europeo que la asedia. Le impuse del estado de Méjico, le mandé todos los papeles públicos, y tomando cuantas medidas dictaba la razon, la prudencia, los buenos deseos y una sangre fria con respecto á un hombre decidido á atacarme, á seducir estas provincias, á arrojarme de ellas, y á creer que todas mis oficiosas gestiones y propuestas eran hijas del temor con que le mi

raba, y no efectos de un corazon sensible, humano y concilador de quien depende en el dia, á quien conoce ya, y en cuyo proceder no cabe ni otra memoria, ni otro sentimiento, ni otro resorte que el del honor y el de la justicia, con que inalterable obrará siempre buscando la paz y tranquilidad de los pueblos.

Todo lo dicho resulta espresado con la última sencillez al general Nariño, á quien me dirigia, en la inteligencia de ser la suprema autoridad constituida en el reino, y que como dictador podia obrar libremente; pero por varios papeles cogidos en su equipage, he venido á entender, que aun á su pesar dependia del Congreso general que V. SS. componen, y á quien, si mis operaciones se hubiesen patentisado, acaso habrian tenido un distinto éxito, no se habria derramado tanta sangre, y podria haberse conseguido el fin con que se giraron. Porque á la verdad, señores, si los pueblos les han colocado á su frente, si les ban entregado el giro de sus intereses, si les han confiado la suprema autoridad, será justo que V. SS. en lugar de desempeñar esta con

fianza en su bien y para que prosperen, les conduzcan hasta su último esterminio? ¿Está en órden, que abusando de su sencillez y rusticidad, les ofrezcan una felicidad efimera la misma que Napoleon propuso á la Francia, en la que los Franceses regenerados no han hallado otro bien que un tirano que todo lo sacrifica á su ambicion, desaparecer millares de sus habitantes, y al fin de una guerra tan dilatada, y despues de sucombir á las fuerzas superiores que los circunscriben, mirar acaso convertido en cenizas su mismo pais? ¿Pueden creer V. SS. que la España triunfante mirará con indiferencia la separacion de este reyno, y aun cuando la mirase, han discutido el punto si les seria ventajosa sin la union del resto de América y de las posesiones de Europa, pudiendo quedar seguro de la agresion de una potencia estrangera? Se persuaden á que separado don Antonio Nariño, se han roto con él los diferentes planes sobre centralismo y otros que tanto los han dividido que los mantiene en una observacion mutua, y que por necesidad, y al fin, los sumergiria en el último de

los males la guerra civil ó la anarquía? Se declama y se grita por todas partes la independencia, la libertad, ofreciendo en estas voces a los pueblos su último bien, cuando ellas, si en alguna acepcion significan, no ofrecen otra cosa que un conjunto de males que los inunda, y un furor entusiasta que ocupando su razon, destruye y aniquila. Popayan fué tomada por el general Nariño, juró inmediatamente su independecia, y por consiguiente en actitud de mejorar su suerte; ¿cuales han sido sus ventajas? Contribuciones inmensas, persecuciones terribles, la depredacion del oro y plata de sus iglesias, la circulacion de papel, y moneda de cobre, la espatriacion de sus vecinos; inerme y desierta la agricultura y comercio, las minas paradas, y todo en la confusion y desorden que inspiran los nuevos sistemas cuando se fluctua entre la esperanza y el temor, aumentándose este á proporcion que el tirano se inhabilita para volver á agredir la Peninsula, pues reducido al último estrecho despues de la batalla de Leipsic y sus posteriores; desecha y en arma contra él la

confederacion del Rhin, perdida la Holanda, el Hanover, el Tirol, se mira en la última nulidad

y en estado de aquella desesperacion que le quitará con la vida todo el fruto de sus rapiñas.

La España, señores, no puede hacer mas como madre de los Américanos, y si no es bastante, supuesto que su gobierno solo desea el bien y la conciliacion, porque en lugar de agredirla con empresas sin otro fruto que la desolacion de la misma América, no se nombran diputados que espongan sus quejas y den el curso pacífico á sus pretensiones? ¿Porque si se duda de sus promesas, si se desconfia de sus ofrecimientos, si los que han tomado parte en la revolucion se creen espuestos, no se toman medidas capaces de asegurarlos sin que la decision dependa de la sangre, el fuego, la destruccion y la muerte? Y porque en lugar de alarmar al padre contra el hijo, y al hermano contra el hermano, quierendo al golpe destruir la obra le ta en que los intereses y la sangre han trabajado trecientos años, no se trata de sentar principios y bases en razon y

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