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justicia que concilien los derechos de la nacion con los intereses de las provincias? Ello es, que este es un paso que debió darse como propio de pueblos cultos, que piensan y obran por un distinto órden de aquellos de caribes entre quienes la suprema ley y el distinctivo de su gloria es desconocer el grito de la humanidad, poniendo por timbre de su heroismo la destruccion y el aniquilamiento de su especie.

El mariscal de campo don Melchor Aymerich, comandante general del egército de operaciones de Pasto, hallándose pronto segun mis órdenes, á marchar á la ciudad de Popayan, puso una intimacion dirigida al comandante don José de Leyva, el que le contestó segun los términos de una nota puesta por el colegio elector de Popayan, y firmada de don Andres Ordoñes y Sifuentes, en la que despues de negarse á la rendicion de armas y entrega de la ciudad que exigia Aymerich, envuelve una porcion de contrariedades y de suposiciones inconexas, con que acaso se pretende de un modo amenazante detener el curso de aquel egército, que con dolor mio ( si V. SS. no

tratan de buscar los remedios de conciliacion que presenta la razon y á que estaré pronto) va á ocupar aquel pais renovando las escenas y teatro de Juanambú y Pasto, si es como se me asegura, que se concentran fuerzas en aquel territorio y se preparan á la defenza, de cuyos males no queriendo ser responsable à Dios y á la humanidad, dirijo este oficio por si encuentro en V. SS. mejor disposicion y otros sentimientos mas conformes al verdadero interes de los pueblos, que los que hallé en don Antonio Nariño, á quien su ambicion le condujo á su última ruina.

Dios guarde á Usías muchos años. Quito, y junio 13 de 1814. Torivio Montes. Señores del congreso general de Santafé.

CONTESTACION DEL PRESIDENTE DEL GONGRESO DE

LAS PROVINCIAS UNIDAS AL ANTERIOR OFICIO.

Silos hechos del gobierno de V. E. en Quito, no estuviesen en contradiccion con las palabras, tal vez podria V. E. persuadir con el oficio à que contesto, no la justicia de sus pretensiones y de la causa de España contra América, sino la bondad de su corazon en procurar evitar la efusion de sangre con que infructuosamente se teñirá nuestro suelo, y que al fin solo servirá para arraigar mas el odio que ya han producido en los corazones americanos las escenas de devastacion y de muerte que hasta aqui nos han presentado los agentes españoles. Pero, ¿como quiere V. E. que se olviden, ni como compondremos los deseos que V. E. manifiesta, con el degüello que hizo á sangre fria y á primera entrada del presidente de Popayan en Pasto, don Joaquin Caicedo, del comandante de sus armas, Macaulay, de sus

oficiales y soldados, sin contar las victimas sacrificadas en Quito, y entre quienes no perdonó V. E. ni á las Mugeres? ¿ Son estas las paternales intenciones del gobierno que V. E. representa, ó son los impulsos de su propio corazon, semejantes á los que en todas partes han puesto en ejecucion los mandatorios españoles, y aun los simples individuos de esa nacion, que con solo haber nacido tales, han creido tener un derecho para turbar los gobiernos americanos, para erigirse en adelantados, y á semejanza de los primeros dias de la conquista, armar unos pueblos contra otros para destruirlos y dominarlos á todos? La entrada de Sámano en Popayan sin embargo de haber sido por una capitulacion espresa en que aquel pueblo inocente y pacifico se entregó sin reserva, ¿no ba sido marcada con todo género de delitos de la tropa mas inmoral y corrompida que ha existido jamas, sacrilegos, asesinos brutales en los escesos mas vergonzosos de la naturaleza; y toda la provincia no presenta hoy el teatro de sus devastaciones que no podrán repararse en muchos años? ¿ En

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que gobierno pacífico de los que hoy se han establecido en la América, y principalmente en este reyno, sabe V. E., que el sacrilegio y el estupro, delitos aun mas vergonzosos de que se ofende la humanidad y el pudor, sean el premio del soldado brutal que ataca á sus hermanos, como lo han sido de las tropas que coudujo Sámano á Popayan?¿ Que mas nos resta ya que padecer, ni que puede esperar el Américano despues de una conducta tan atroz ? En Venezuela, un aventurero sin mision, sin título alguno que lo autorizase, contra las órdenes espresas del capitan general, aprovechándose del desorden de la naturaleza y de los momentos aciagos de una consternacion universal, avanza, sorprende pueblos inermes y aterrados, derrama por todas partes el llanto y la desolacion, y como si su corazon feroz solo se complaciese en las desgracias, aumenta el número de las de un terremoto espantoso con todos los males y las calamidades de la guerra; hace una capitulacion y sus resultados son las cadenas, los calabosos, las confiscaciones y el destiero de mil victimas ilustres. No son estas

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