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dores, con grandes naciones vecinas rivales y enemigas, nada otra cosa será que el juguete de todas ellas, y una presa fácil de cualquier conquistador, como indispensablemente lo habria sido de Francia si no la hubiese salvado la Inglaterra, en lo que todavía resta mucho que ver.

Estamos persuadidos que aun asi, su orgullo la conducirá á pretender dominar todavía á la América; pero en este concepto, y dispuestos á perecer antes que someternos, hemos sacudido el yugo. Reveces, desgracias, tendremos como las que hemos sufrido hasta aquí, y la que ha envanecido á V. E. tanto, no por el valor de los Españoles, sino por algunos estúpidos y seducidos Americanos que venden sus propios derechos y los de su patria por el goce momentáneo del pillage que se les permite en nuestras propiadades, y por los otros escesos de que llevo hecha mencion; pero nuestra misma constancia en medio de los sucesos prósperos ó adversos, hará conocer á V. E. y á España, que su empresa es desesperada, y que al fin nada sacará de ella,

Nuestras diferencias intestinas son los debates de pluma que aclaran mejor los derechos de un gran pueblo que se va à constituir en nacion son hijas de la ilustrada razon del Americano que sabe discernir entre las varias formas de gobierno; han rodado y ruedan solo sobre cual será mas enérgico para destruir à nuestros enemigos; pero todos convenimos en el odio á ellos, en la resolucion firme de ser libres o perecer ántes que sufrir su yugo ignoό minioso. Por lo mismo tenga V. E. entendido que las respuestas que le han dado Popayan y Nariño, son nuestros mismos sentimientos, que se las repetimos y sabremos sostener hasta el último punto.

Haga V. E. pues marchar las huestes de Aymerich sepa que ya no hay en el reyno otra autoridad á quien hacer intimaciones, y tenga entendido que nuestra causa, no la decidirán ya súplicas ni quejas á la ingrata España, sino la justicia divina vengadora de sus ultrages, y nuestra espada.

Dios guarde à Vuestra Escelencia muchos

años. Tunja, julio 9 de 1814. Camilo Torres, presidente del congreso. Escelentísimo señor teniente general de la nacion española, don Toribio Montes.

N° 27.

DECRETO DEL CONGRESO PARA REUNIR UN CONVENTO

ECLESIASTICO.

En sesion de hoy ha acordado el congreso lo que sigue. « Encargado estrechamente el congreso por el artículo cuarenta y uno de la acta federal de procurar la comunicacion y mantener las relaciones con la silla apostólica, para ocurrir á las necesidades espírituales de los fieles en estos remotos paises, y de promover todos los establecimientos, arreglos, concordatos, etc., en que conforme á la práctica y ley general de las naciones debe intervenir la suprema potestad de un Estado, ha meditado en diferentes sesiones los medios que pudieran adoptarse mas ordenada y eficazmente al intento porque si ha de ser sumamente grato al pastor de la universal iglesia, que esta porcion de su rebaño le solicite y dirija sus

votos desde tanta distancia para no desearriarse, tambien es muy propio de la religiosidad de la Nueva Granada concebirlos en el espíritu de la misma iglesia, y muy debido á la dignidad política en que se ha constituido el presentarlos por el órgano y con el apoyo de la suprema autoridad civil, que haciendo la unidad política del Estado, se gloria de afirmarlo en la de la profesion católica apostólica romana que es y será siempre la de la nacional á que corresponde. Y como los medios de una empresa tan importante, para corresponder á su grandeza y para asegurar el éxito con prudencia cristiana, deben elegirse con tan maduro acuerdo, que ofreciendo por una parte un testimonio brillante de la piedad é ilustracion de la Nueva Granada , y dando por otra una prueba incontrastable de las necesidades que padece en este género, presenten al mismo tiempo sus pretensiones marcadas con el consentimiento del clero y deseos del pueblo, que han sido siempre tan recomendables en la iglesia de Dios, penetrado el congreso de estas miras tan justas, cuando ha discurrido sobre

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