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bios que causan la desolacion de ellas, y serian desde luego completamente felices. No lo seria ménos su magestad. Desgraciadamente no lo es todavía. Sentado en el trono de sus mayores, ve condenado á la humillacion y al abatimiento á su opresor, mira la corona de Francia en las sienes del legitimo monarca, y goza del sublime espectáculo que le ofrece la Europa restituida á la paz, y volviendo atónita los ojos á España, reconociendo que el valor y la constancia heróica de los Españoles son el origen de tantos portentos y en medio de tan grandes motivos de satisfaccion su real ánimo se halla penetrado de dolor considerando los alborotos que durante su aucencia se han suscitado en algunas provincias de América. Su magestad se halla intimamente persuadido de que las provincias que componen la monarquía en ambas partes del mundo no pueden prosperar las unas sin las otras; y no tiene ménos amor á sus vasallos de las mas remotas, que el que tiene á los de las mas cercanas á su residencia. Por lo tanto, su magestad está resuelto á enmendar los agravios que hayan

podido dar motivo o servido de pretesto á los alborotos; y para proceder con verdadero conocimiento ha pedido informes á personas naturales de esas provincias, estimadas en ellas, y que segun el crédito que tienen de imparciales, dirán los escesos que ha podido haber de una y otra parte. Estos informes se hallarán evacuados dentro de pocos dias; y su magestad, conocida la verdad, se colocará en medio de sus hijos de Europa y de América, y hará cesar la discordia, que nunca se hubiera verificado entre hermanos sin la ausencia y cautiverio del padre. Su magestad dirigirá muy en breve su palabra á los naturales y habitantes de esas provincias; y entretanto en el real decreto que acompaño á V. S. y que su magestad ha dado al tomar las riendas del gobierno, hace conocer que la pretendida constitucion política de la inonarquia promulgada en Cádiz por lar llamadas cortes generales y estraordinarias, en 19 de marzo de 1812, fue obra de personas que de ninguna provincia de la monarquía tenian poderes para hacerla, y los que se suponian diputados por América en aquellas

cortes ilegítimas habian sido por la mayor parte elegidos en Cádiz, sin que las provincias de las cuales se intitulaban apoderados tuviesen parte en tales elecciones, ni aun siquiera noticia de que se trataba de hacerlas. Con este vicio de ilegitimidad, concurrió el de la falta absoluta de libertad en las deliberaciones tomadas entre los gritos y las amenazas de hombres perdidos, de que una faccion turbulenta llenaba las galerías de las cortes, siguiendo el mismo sistema empleado en las asambleas revolucionarias de Francia y con igual éxito, que fué el de publicar una constitucion en que bajo de falsas apariencias de libertad se minaban los cimientos de la monarquía, se abria la puerta á la irreligion y se suscitaban ideas cuya consecuencia necesaria era la guerra de los que por sus vicios ó por su pereza nada tienen, contra los que gozan del fruto de su trabajo, del patrimonio de sus mayores, ó de los empleos debidos à sus servicios. Tales han sido en todos los siglos las resultas de las revoluciones populares, y las ocultas pero verdaderas miras de los promovedores de ellas. Ninguno

de estos vicios ni de estas funestas consecuencias de la referida constitucion se ocultaron al buen sentido de los habitantes de la Península; y su magestad en no admitirla se ha conformado con la opinion general que ha conocido por sí mismo en el largo viage que ha precedido á su llegada á la capital. ¡ Ojalá asi como su magestad ha visto una gran parte de sus vasallos de Europa pudiese ver los de América! Su magestad no duda que hallaria en ella, como ha hallado en España, los mismos Espaholes de todos los siglos; pródigos de sus vidas cuando se trata de la honra, y colocando la honra en la conservacion de su religion, en la fidelidad inalterable á sus legítimos soberanos, y en el apego á los usos y costumbres de sus mayores.

Su magestad al mismo tiempo de manifestar su real voluntad, ha ofrecido á sus amados vasallos unas leyes fundamentales hechas de acuerdo con los procuradores de sus provincias de Europa y América ; y de la próxima convocacion de las cortes compuestas de unos y

otros, se ocupa una comision nombrada al intento; aunque la convocatoria se hará sin tardanza, ha querido su magestad que preceda

esta declaracion en que ratifica la que contiene su real decreto de cuatro de este mes acerca de las sólidas bases sobre las cuales ha de fundarse la monarquia moderada, única conforme á las naturales inclinaciones de su magestad, y que es el solo gobierno compatible con las luces del siglo, con las presentes costumbres, y con la elevacion de alma y carácter noble de los Españoles. No duda su magestad que esta manifestacion autorizada con su real palabra, conservará la tranquilidad en las provincias. no alteradas; y quiere que V. S. la haga llegar á las que padecen turbaciones, para que depuesto todo encono, se preparen á nombrar Juego que llegue la convocatoria para las córtes, sugetos dignos de sentarse entre sus hermanos de Europa para proceder bajo la presidencia del monarca y padre comun, á curar las heridas que las pasadas calamidades han causado, y á precaver para lo venidero, en cuanto lo alcanzare la prudencia humana, los

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