Imágenes de páginas
PDF
EPUB

ántes, pues la mezcla o argamasa con que se uniesen las piedras, i la que tenia que ponerse debajo del enlosado debia estar enteramente fresca. I si se agrega a esto lo público del sitio en que debia practicarse la escavacion; la necesidad de hacerla de noche i a las calladas; la circunstancia de que entónces, por ir a verificarse semejante exhumacion, debia ser visitado ese lugar por un gran número de personas; la precision de tener de su parte a varios empleados de la Catedral, que podian concebir sospechas si algo estraño notaban, i otras muchas razones que a cualquiera que medite un instante se le presentan sin grande esfuerzo, tendremos que convenir en que es de todo punto improbable esa supuesta sustraccion, i que la idea de ella debió ocurrírsele mas tarde a algun tradicionista para esplicar la existencia de los restos en Santo Domingo, no obstante haberse verificado poco tiempo ántes una traslacion tan pública i pomposa.

Pero, se nos dirá ¿cuál pudo ser el oríjen de semejante tradicion? No es difícil conjeturarlo. Lo tuvo en las faltas cometidas en la exhumacion, que para algunos no pasaron inadvertidas; en la idea tal vez vaga, confusa, pero siempre productora de dudas, que alguno tenia de la existencia de las dos bóvedas contiguas, i aun de lo en ellas encerrado; en la falta de inscripciones sobre la tumba, i sobre todo en la caja que contenia los restos. No todos se avendrian entónces, como no se avienen hoi, ni se avendrán en ningun tiempo, a tener por verdaderos restos de Colon los encontrados en una bóveda sin lápida, en una caja sin inscripciones de ninguna especie, i máxime sabiendo que en el Presbiterio estaban enterrados cuando ménos el Almirante i su hijo D. Diego. De aquí nació sin duda la tradicion, la cual, desfigurada mas tarde como sucede a todo hecho conservado solamente en la memoria del pueblo, llegó hasta nosotros con tal atavío, que era casi imposible su aceptacion. Sin embargo, es cierto que llegó. El Sor D Tomás Bobadilla, sujeto ilustrado que murió en 21 de Diciembre de 1871, de edad de 85 años, solia referirla de cuando en cuando; i su yerno, el Sor. Cárlos Nouel, recuerda mui bien habérsela oido contar en dos ocasiones (24).

(24) Véase el núm. 1o. del Apéndice.

Pero la tradicion, combatida siempre como hemos dicho, no hubiera quizas inducido nunca a nadie a hacer investigaciones que manifestasen la verdad, si no hubieran ocurrido últimamente dos hechos importantes: uno, la reparacion de la Catedral llevada a cabo por el Canónigo D. Francisco J. Billini i Hernández, con el permiso i la cooperacion del Prelado, i el otro i principal, el hallazgo de los restos de D. Luis Colon, verificado el 14 de Mayo de 1877.

Los restos de D. Luis se encontraron en la única bóveda que hai del lado izquierdo del Presbiterio, o sea el de la Epístola, i precisamente en el lado opuesto a la de D. Cristóbal, i en el ángulo que forma la pared remate del Presbiterio viejo con el muro lateral izquierdo de la Capilla Mayor. Se hallaron en una cajita de plomo, de planchas delgadas; i en una de ellas se leia la inscripcion siguiente: El Almirante D. Luis Colon, Duque de Veragua, Marques de..... (se supone Jamaica). La caja la hicieron pedazos al sacarla, tanto porque su fondo, que descansaba en el piso de la bóveda, tenia algun deterioro, como porque los que tiraron de ella no advirtieron que una de las varas de un andamio que se habia puesto dias ántes en el Presbiterio, estaba precisamente sobre la caja, i la tenia sujeta i aplastada, i al quererla sacar, hicieron pedazos las débiles planchas que la formaban.

S

1

En Santo Domingo no se habia que los restos de D. Luis Colon estuviesen en ese sitio. No habia inscripcion, ni lápida, ni encima de la bóveda, ni a un lado de ella, en la pared de la Sacristía, que fué por donde se estrajo la caja. ¡ Parece increible! Para los primeros Colones no hubo en la Española, la tierra de su amor, la cuna i patria del último Almirante, ni una lápida, ni una inscripción, ni un nombre siquiera grabado sobre tosca piedra. La Isabela del primer Colon, siempre madrastra de sus buenos hijos i de sus leales servidores, no tuvo para los Almirantes de Indias, que tanto la distinguienron, sino obstáculos, calumnias i cadenas. I cuando agobiados por la iniquidad humana pasaron de la tierra de prueba al reino de la justicia i de la equidad, solo tuvo para ellos una estrecha bóveda en que esconder sus restos, un poco de polvo encima, i por sobre todo el olvi do por siglos.

Pero la Providencia que siempre hace sentir su mano en esta tierra en que tanta injusticia ha triunfado, permitió sin duda el hallazgo de los restos de D. Luis Colon. El nieto hizo descubrir al abuelo. La tradicion medio oscurecida de que en el Presbiterio de la Catedral se encontraban las

1

8

Presbiterio de la Catedral en Sbre. de 1877.
Proporcion: 1 centímetro 1 metro.

1. Bóveda de D. Cristóbal Colon.

2. Bóveda abierta por los españoles en 1795.

3. Bóveda de D. Luis Colon. 4. Angulo de la peana del Altar Mayor.

7. Término de la Capilla Ma

yor.

8. Tribuna del Evanjelio. 9. Tribuna de la Epístola. 10. Escalera del Presbiterio.Los escalones tenian 22 centímetros de alto i 31'5 de ancho.

5. Puerta que conducia a la 11. Sepultura de D. Juan SánSacristía. chez Ramírez. En este mismo lu6. Puerta que llevaba a la gar estuvo enterrado D. Isidoro Sala Capitular. Peralta. reliquias del Descubridor del Nuevo Mundo tomó nueva fuerza i se jeneralizó. Hasta su parte novelesca, su parte inverosímil, parecia que en algunos momentos tenia visos de verdad. Creian muchos que debia aprovecharse la circunstancia de estarse reparando la Catedral, para hacer investi

gaciones en el sitio en que se decia que habia estado la tumba de Colon. Nos consta que tanto el Sor. D. Cárlos Nouel, como el Sor. D. Luis Cambiaso, Cónsul del Rei de Italia en esta ciudad, se ocuparon mucho en el asunto. El Sor. Obispo, movido al fin por un impulso interno, mas bien que por la fuerza de lo que se decia, dispuso a principios de Setiembre, en el acto del reconocimiento oficial de los restos de D. Luis, que se examinase el sitio que la tradicion señalaba como tumba del Primer Almirante, con el objeto de cerciorarse de si los españoles habian exhumado o no realmente sus reliquias, i que en todo caso se buscasen las de D. Diego Colon, ya que el acta del 95 no decia que hubiesen salido de Santo Domingo.

Las investigaciones principiaron el dia 8 de Setiembre próximo pasado, i las dirijia, por encargo de S. Sa. Illma., el Canónigo D. Francisco J. Billini i Hernández. Hoyóse primeramente enfrente de la puerta que va a la Sala Capitular, como a 1 metro, 34 centímetros de esta, i a poco se encontró el comienzo de una sepultura, perpendicular al Altar Mayor, i en la cual, junto con restos humanos, se hallaron unos galones, que indicaban que esos despojos eran de algun militar. En efecto, se comprobó a poco por el testimonio de personas fidedignas que aquellos restos pertenecian al Brigadier D. Juan Sánchez Ramírez, Capitan Jeneral de Santo Domingo, muerto el 12 de Febrero de 1811 (25). No habia inscripcion, ni lápida sobre la tumba.

Al hacer esta primera escavacion se encontró en la parte de ella mas próxima al Altar Mayor, una pered estrecha que al pronto no se supo que destino tenia. Despues se vió que era la que servia de remate al Presbiterio viejo. De consiguiente D. Juan Sánchez Ramírez habia sido enterrado, no en este, sino en la parte que se le habia agregado despues (26).

(25) En ese mismo punto habia estado enterrado D. Isidoro Peralta, Capitan Jeneral de Santo Domingo, que murió en Setiembre de 1786. (a) Tenemos este dato de una persona que creemos tiene relaciones de parentesco con la familia del Sor. Peralta.

(a) El 26 de Setiembre de 1785.- Véase la nota No. 21 de "Los Dos Restos de Cristóbal Colon".

(26) Debe tenerse presente que cuando se hacian estas investigaciones el Presbiterio viejo i el nuevo (el segundo) formaban un solo cuerpo. No sabian los que cavaban que el Presbiterio viejo llegaba hasta la pared que entonces se descubrió,

El dia 9, que era domingo, se trabajó en la mañana con permiso del Sor. Obispo. Escavóse junto a la pared que se habia encontrado el dia ántes, pero del otro lado de ella, bajo el dosel arzobispal, i precisamente en el sitio en que la tradicion decia que habian estado los restos de Colon. A poco hoyar se descubrió una piedra de sillería, i quitada, se encontró una pequeña bóveda, la que hemos descrito como segunda, pero completamente vacia. El Canónigo Billini creyó fundadamente que de esa bóveda era que se habian estraido los restos llevados a la Habana, i que por consiguiente sus investigaciones no iban a servir sino para comprobar la verdad de lo dicho en el acta de 1795. Hoyóse despues en el espacio que hai entre la bóveda encontrada i la peana del Altar Mayor. No se descubrió nada nuevo; i el trabajo se dejó para el dia siguiente, mas con la esperanza de hallar algo relativo a D. Diego, que con la de encontrar los restos de Colon, que se supuso habian sido exhumados de la bóveda descubierta en ese dia.

El 10 se continuaron las escavaciones.

Presenciábalas

el Canónigo Billini, i estaban ademas con él el Sacristan Mayor de la Catedral, Sor. Jesus Ma. Troncoso, i los dos peones que cavaban. Hoyóse en el espacio que hai entre la bóveda encontrada el dia anterior i la pared lateral del Presbiterio, i a poco se vieron señales de existir otra bóveda allí. Rompióse un pedazo de una piedra grande, (27) que se habia descubierto en parte, i por el hoyo formado se vió que habia en efecto una bóveda, i que en ella se encontraba un objeto que parecia una caja cuadrada. El Sacristan Mayor pasó inmediatamente a dar parte de lo ocurrido al Illmo. Sor. Obispo; se hizo llamar al Sor. D. Luis Cambiaso, i se mandó aviso a Sor. Ministro de lo Interior, para que si le era posible, se llegase en seguida a la Santa Iglesia Catedral. El Canónigo Billini se quedó junto con las trabajadores i el injeniero civil, Sor. Jesus Ma. Castillo, que habia llegado pocos momentos despues de descubierta la bóveda, custodiando el precio

(27) El acta dice: una lápida; pero esto es inexacto, si se entiende por lápida una piedra lisa en la que hai una inscripcion sepulcral. Lo que se quitó fué una piedra ordinaria, mal labrada. La piedra está en poder del Canónigo Billini; pues los que iban a ver la bóveda de Colon se llevaban pedazos de ella, i fué preciso quitarla de donde estaba para que no la acabaran enteramente.

« AnteriorContinuar »