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mándole seis cañones con que le habia disputado el paso, siguió su marcha á la Carolina, donde se incorporó con las fuerzas de Baste, el saqueador de Jaen, destacadas por Dupont. Para engrosar á este, que tan dificilmente se sostenia en Andalucía, salieron poco despues de la corte nuevas fuerzas con el general Gobert. Como dos franceses en todas partes daban con pueblos solitarios, luchando con los vecinos que ocultos entre las, mieses les perseguian, mataban á los rezagados é interrumpiani las comunicaciones, Savary ignoraba la suerte de Mon- t cey. Partió en su auxilio Caulincourt, y habiéndole opuesto Cuenca alguna resistencia entróla á saco; y tambien fue destinado con el propio objeto el general Frere. Pero salvo ya el ejército que habia atacado á Valencia, los refuerzos volvieron á la corte y Moncey se replegó á las orillas del Tajo., not just Bessieres, vencedor de Cuesta, pedia auxilios á toda prisa, porque observaba al general español reorganizando su ejército retirado á Benavente despues de la batalla de Cabezon. Alli se reunieron las tropas de Castilla á las de Galicia, que despues de la muerte de Filangieri mandaba Blake, y yenidas á las manos con los franceses, quedaron derrotadas en Rioseco en el infausto 14 de Julio, perdiendo mas de cuatro mil hombre entre muertos, heridos y prisioneros. El desgraciado pueblo cerca del cual se habia dado el combate fue pasado á cuchillo, violadas las mugeres y cometidos toda clase de horrores.

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Napoleon creyendo asegurada con estos triunfos la posesion de España partió el 21 de Julio de Bayona con direccion á París, y su hermano, que ya pisaba el territorio español, como dejamos dicho, sabida en Burgos la rota de los nuestros en Rioseco, aceleró su llegada á Madrid. Entró en aquella capital el 20 por la tarde, y en el silencio y soledad de sus calles retratábase la tristeza de los

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Derrota de Rioseco.

1808.

Entra José

en Madrid.

Su retrato.

las autoridades

madrileños, enemigos de los invasores desde las sangrientas escenas de Mayo. No bastaban las prendas del nuevo rey á dominar la preocupacion general contra su persona que habian infundido los frailes; su rostro era agraciado y le pintaban tuerto; sus costumbres ejemplares, como llevamos apuntado, y llamábanle ébrio. Asi consiguieron inspirar el desprecio á su autoridad, y convertir en un monarca de farsa al que era digno de 'ceñir sus sienes con la corona real. A pocos dias celebróse su proclamácion, hacienJuramento de do las veces de alferez mayor el conde de Campo de Alange; y las autoridades le prestaron juramento de fidelidad, resistiéndose tan solo el Consejo de Castilla y la sala de alcaldes. Y admira que el Consejo, cuyos individuos se distinguieron despues por su odio á la libertad nacional, opusiesen al tratarse de jurar là Resistencia Constitucion de Bayona "que ellos no representaban á la nacion, y sí únicamente las Cortes, las cuales no habian recibido aquel código. Que sería una manifiesta infracción de todos los derechos mas sagrados el que tratándose, no ya del establecimiento de una ley, sino de la estinción de todas, y de la formacion de otras nuevas, se obligase ájurar su ob -servancia antes que la nacion las reconociese y acep'tase." Alentaban la resistencia del Consejo los grandes acontecimientos de las provincias, donde comenzaban á ilustrarse nuestras armas, convirtiéndose las bandas de paisanos en huestes aguerridas y disciplinadas.

del Consejo.

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Dupont permanecia en Andújar despues de su retirada de Córdoba, reforzado con los soldados de Vedel y Gobert. El general Castaños desde su pronunciamiento en favor de la independencia de la patria habia trabajado incansable en engrosary disciplinar su ejército, aumentado ahora con las fuerzas que habian llegado de San Roque, Cádiz y Sevilla, y con los restos que habian combatido en Alcolea. No pudiendo contener el ardor de sus tro

pas, acometió al enemigo, que derrotado despues de varios encuentros en los campos de Bailen, tuvo que abatir sus águilas y su artillería rindiendo las mas mas de veinte mil franceses en virtud de la capitulacion ajustada. Victória memorable y la primera que consiguió la Europa contra Napoleon, nunca vencido hasta entonces, y causa principal de los sucesos que á ella siguierón, y que acabaron por destronar al conquistador del siglo. Caminando los desarmados prisioneros á la costa, causó su presencia desórdenes en Lebrija y en el puerto de Santa María, donde fueron despojados, con menosprecio de la fé empeñada, de cuantos objetos les quedaban. Resultaron de este desacato algunos muertos y heridos.

Consternada la corte de José con tan estraordina rio revés celebró un consejo, en el que decidió retirarse á las orillas del Ebro. Siguieron al monarca los ministros Cabarrús, Ofarril, Mazarredo, Urquijo y Azanza, y desertaron de sus banderas Peñuela y Ceballos. Tambien permanecieron en Madrid los duques del Infantado y del Parque para unirse á las filas de la causa nacional, que comenzaba á no parecer tan desesperada. Los franceses cometieron toda clase de tropelías en su retirada, las que dando nuevo pá→ bulo al fuego patrio, inflamaron aun mas los pechos de los ilustres defensores del nombre español.

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y

· Habian sido rotos los aragoneses en Mallen y en la villa de Alagon, llegando el general Lefebvre Desnouttes con sus legiones á la vista de Zaragoza con ánimo de ocuparla. Desmurallada sin mas defensa que los pechos de sus ciudadanos, juró cual otra Numancia que no hollarian impu→ nemente su suelo los invasores; y á manera de encanto estrelláronse contras sus habitantes los mejores batallones del vencedor del mundo. Brilló su valor en numerosas refriegas, en aquella lucha de posiciones, de calles y de edificios: en vano los 26

T. I.

Victoria de Bailen.

Sale José de Madrid.

Primer sitio de Zaragoza.

enemigos recibieron refuerzos con el general Verdier, que tomó el mando, y que herido tuvo que volverlo á Lefebvre. Las bombas, el incendio, el asolamiento de las casas, la muerte de sus defen sores, nada bastó á que desfalleciesen los héroes de Zaragoza. Cuando la muerte habia dejado una batería sin artilleros, mugeres heróicas se lanzaban á los cañones, y arrebatando la mecha aun encendida de manos de un cadáver, hacian fuego á los franceses. Mas de tres mil hombres perdieron estos, obligados por fin á desistir de un asedio donde todos hubieran perecido antes de subyugar al pueblo mas valeroso de Europa..

Cataluña organizaba tambien rápidamente sus falanges; y al frente de Rosas y segunda vez ante la inmortal Gerona quedaron mordiendo la tierra los injustos invasores. La junta de Lérida trabajaba sin descanso; parece que de la nada salian súbitamente miles de defensores en socorro de la patria. Victorias de Igual suerte cabia al ejército estrangero en Portulos ingleses en Portugal. gal: habian desembarcado los ingleses mandados por Sir Arturo Wellesley, despues duque de We+ llington; y destrozado el ejército de Junot en la batalla de Vimeiro, tuvo que evacuar aquel reino, entregando á los ingleses las plazas fuertes, y poniendo en libertad tres mil y quinientos españoles que gemian prisioneros en Lisboa, Volvió al poder la regencia creada por el príncipe don Juan antes de partir para el Brasil; y libre el Portugal de enemigos, y libre España hasta el Ebro, pareció que se eclipsaba el astro de Napoleon y que era llegada la hora de entregarse á la lucha con nuevo arrojo y mayor concierto. colore

1808.

En una pública declaracion de 4 de Julio renovó el rey de Inglaterra sus relaciones amistosas con la España; asi comenzó á tener firme apoyo. la insurreccion y á poder obrar con mas energía y

aliento las juntas creadas en las provincias. Con el auxilio de la marina inglesa enviáronse avisos á Dinamarca, donde se hallaba la division española con que Carlos IV en cumplimiento de los tratados entonces vigentes auxilió á Bonaparte en la primavera anterior; cuya division militaba á las órdenes del marques de la Romana. Sus intrépidos guerreros, oidas las nuevas de la dulce patria, clavaron en el suelo las banderas, y arrodillados en torno suyo juraron ser fieles al suelo donde habian visto la luz; espectáculo grandioso y que no tiene segundo en los anales de la milicia. Dados despues á la vela vinieron á regar con su sangre la sagrada causa de la independencia que tan profundas raices echaba ya en la combatida tierra natal.

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Con la salida de José y sus tropas habia quedado la corte de la Monarquía española abandonada á la anarquía: y vivo siempre el encono contra el príncipe de la Paz y sus parciales, fue asesinado por el populacho el antiguo intendente de la Habana don Luis Viguri, á quien reputaban amigo de aquel ministro. El Consejo de Castilla tomó entonces las riendas del gobierno, y proclamando el principio de que en él residia la facultad soberana quiso someter á su obediencia las juntas de las provincias. Desoyeron estas indignadas sus mandatos, y solo convinieron para centralizar el po→ der en que se formara una junta suprema compuesta de delegados de las mismas juntas. Tambien el rey de las Dos Sicilias pretendió colocar á su hijo el príncipe! Leopoldo al frente de una regencia, pero..sus cintrigas no produjeron efecto. Entre tanto habian llegado á Madrid los generales Llamas y Castaños, con las tropas de Valencia el primero, y el segundo con los vencedores de Bailen, que fueron recibidos con entusiasmo en la capital, pasando por bajo de un sencillo arco de triunfo le

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Tropis del marques de la

Romana.

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