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Incendio de

Manresa,

coninovian al pueblo con el fin de que su protector no entregase el mando á don Carlos O'donell, á quien el gobierno habia conferido aquel cargo. Campoverde reunió un congreso catalan, del que solo resultaron conflictos y disputas con la junta de la provincia.

Horror causó en Cataluña el incendio de la rica Manresa, á la que prendieron fuego los franceses, reduciendo á cenizas ochocientas casas para aterrar á los somatenes que tanto les incomodaban. Vengaron en parte los españoles la crueldad de sus contrarios atacando á la retaguardia, en cuyo encuentro se distinguió el valiente don José María Torrijos. Campoverde pensó apoderarse de Barce lona, llegando sus soldados hasta el glacis de Monjuich; mas habiendo los franceses tenido aviso anticipado de sus intentos, redoblaron la vigilancia é impidieron que llevase á cima su empresa. Exito mas feliz tuvo otra tentativa contra Figueras, donde penetrando los nuestros en virtud de secreta inteligencia y con una llave fabricada de antemano para abrir la poterna, rindieron la guarnicion del castillo, sorprendiendo al gobernador en su mismo aposento. Tambien el baron de Eroles, que apoyó esta toma, se posesionó de los fuertes de Olot y Castelfollit, cogiendo cerca de seiscientos prisioneros.

El general Suchet no habia abandonado la idea de sitiar y reducir á su obediencia á Tarragona, para lo cual habia recibido órdenes terminantes de Napoleon. En efecto, adoptadas las medidas que juzgó oportunas en Aragon verificó el cerco de la ciudad, que se defendió heróicamente, y que nunca consintió en capitular, abiertas las brechas y tomado el arrabal por el enemigo. En vano Campoverde corrió en auxilio de la plaza: entraron los franToma de Tar- ceses á cuchillo haciendo una horrible matanza, y cayeron prisioneros cerca de ocho mil infantes. Ami

ragona por Suchet.

lanada Cataluña con este golpe vió casi desierto de tropas su territorio, pues con el desaliento que reinaba huían los soldados de sus banderas. Por otra parte las crueldades crecian en uno y otro bando: Suchet ahorcaba soldados de la division de don José Manso, y éste destinaba franceses al mismo suplicio en represalias. A Campoverde sucedió don Luis Lacy, que tampoco pudo evitar al principio que los imperiales se cubriesen de nuevos lauros. Suchet tomó el monasterio de Montserrat, dispersando á sus defensores, y Macdonald reconquistó el castillo de San Fernando de Figueras.

Alentado el primero con sus proezas, premiadas por Bonaparte con la dignidad de mariscal de Francia, y ansioso de ejecutar las órdenes del emperador, volvió á Zaragoza á hacer los preparativos para el ataque de Valencia. Habíase reunido en esta ciudad un congreso que ocasionó discordias y rencillas entre sus individuos y el general don Luis Alejandro Bassecourt, que en ella mandaba. Pero antes de describir los acontecimientos de esta provincia impórtanos volver los ojos á Castilla. Alli las partidas sueltas y sobre todo el Empecinado ponian en gran conflicto á los invasores, que ni con ardid ni combinando todas sus fuerzas podian haberle á las manos ni obtener la mas mínima ventaja. Con la rabia subian de punto los horrores: ahorcaban los invasores á los guerrilleros que aprehendian, y amanecian luego en las puertas mismas de Madrid colgados de los árboles tres franceses por cada español que habia sido ejecutado.

La autoridad de José habia decaido con los reveses sufridos, y solo era ya rey en el nombre, pues el emperador lo mandaba y disponia todo: y obligado por las urgencias del tesoro á imponer contribuciones onerosas al pueblo madrileño, acrecentábase el odio. En vano para disminuirlo daba José

sé á París.

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Viaje de Jo- saraos y restablecia las máscaras y las fiestas de toros: la miseria era grande y la situacion ingrata. Disgustado el nuevo rey con tan violento é innoble estado aprovechó la ocasion del nacimiento del rey de Roma para volar á París á esponer sus quejas al emperador. Ningun resultado produjo su viaje, y regresó á la corte rebosando el mismo descontento con que habia partido. Comenzaban á escasear los granos en Madrid, amenazaba el hambre, y los ministros de José salieron al remedio con medios ilegales arrancando á los labradores de las provincias vecinas el grano de las eras para trasladarlo á los pósitos del gobierno. Aburrido pues con tantas plagas, y reconociéndose sin el poder que para hacer el bien necesitaba, envió á Cádiz al canónigo de Burgos don Tomás de la Peña para procurar un acomodamiento con los gobernantes de aquella isla: pero la regencia y los diputados de las Cortes desecharon aquella idea, y dijeron que solamente la guerra podia decidir la cuestion.

Intenta transigir con el gobierno de Cádiz.

1811.

Trasladáronse las Cortes de la isla de Leon á Cádiz, y abrieron sus sesiones en 24 de Febrero, como llevamos dicho, en la iglesia de San Felipe Neri. De alli á dos dias leyóse por vez primera el presupuesto de gastos y entradas formado por el secretario de Hacienda don José Canga Argüelles. A mas de la exhorbitante deuda que pesaba sobre España, calculábase el gasto anual en mily doscientos millones de reales, y los productos en doscienTerrible dé- tos cincuenta y cinco. Para cubrir hasta cierto punto este gran déficit decretaron las Cortes, despues de una larga discusion: 1.° que se llevase á efecto la contribucion estraordinaria de guerra impuesta por la junta central: 2.0 que se fijase la base de esta contribucion con relacion á los réditos ó productos líquidos de las fincas, comercio é industria: 3.o que la cuota que correspondiese á cada con

ficit.

tribuyente fuere progresiva al tenor de una escala que acompañaba á la ley. Tambien se adoptaron otros arbitrios, como el de la plata de las iglesias y de particulares, y el de sus coches: aprobóse igualmente la confiscacion de los bienes y efectos de los franceses y de los españoles del bando de José. Las Cortes reconocieron la deuda del estado, y nombraron una junta nacional de crédito público, compuesta de tres individuos.

1811.

Leyóse del mismo modo en el congreso la Memoria del ministro de la guerra, y los diputados aprobaron en 6 de Julio el estado inayor general establecido por la regencia: crearon la orden nacional de San Fernando, adoptaron un reglamento para las juntas provinciales, y abolieron la tortura y los llamados apremios. En la discusion sobre señoríos jurisdiccionales y demas reliquias del feudalismo brillaron la elocuencia de los diputados y los principios mas liberales; y varios grandes de España opusiéronse por medio de una representacion al proyecto que tan larguísima controversia habia escitado. Pero las Cortes en 6 de Agosto suprimieron los señoríos jurisdiccionales, los dictados de vasallo y vasallage, y las prestaciones asi reales bre señoríos. como personales del mismo origen: conservaron los señoríos territoriales y solariegos, y destruyeron los privilegios esclusivos, prohibitivos y privativos.

La Inglaterra ofreció su mediacion con las posesiones insurreccionadas de América, para restablecer la concordia entre ellas y la metrópoli. Tambien por entonces regresó á Cádiz don Francisco Zea Bermudez, enviado secretamente por el gobierno á San Petersburgo, con la respuesta de que el emperador de Rusia no tardaria, en declararse contra Bonaparte, y que pedia á la España un año mas de constancia.

Abandonado el condado de Niebla, resolvió

Decretos so

lencia.

Blake pasar al reino de Valencia al frente del ejército espedicionario, y de los llamados segundo y tercero; y habiendo desembarcado en Almería, fueron arrolladas por los franceses algunas de sus tropas bajo el mando de don Manuel Freyre. Llegó Blake en Va- Blake á Valencia, cuyo baston empuñaba el místico marques de Palacio, y despues de haber perfeccionado las obras del castillo de Murviedro, fortaleció mas y mas los atrincheramientos de la capital y las orillas del Guadalviar. Suchet, seguido de veinte y dos mil combatientes, se encaminó el 15 de Setiembre á la ciudad del Cid, tomó á Oropesa, rechazó y desbarató á Blake en la batalla de Sagunto, y se posesionó de su castillo.

1811.

Mientras asi obraba el adalid del imperio, los generales españoles movíanse en todas partes con concierto para divertir su atencion. Don Luis Lacy y don Pedro Sarsfield acometian á los invasores en Cataluña, aprisionando las guarniciones de Cervera, Casamasana, Montserrat y Bellpuig. Por el lado de Aragon le hostilizaban y entretenian don Juan Martin el Empecinado y don José Duran, atacando á Calatayud y rindiendo á los soldados que le guarnecian. En cinco villas apareció el valiente Espoz y Mina, á quien tanto perseguian los franceses, poniendo su cabeza á precio de seis mil duros unas veces, y otras enviándole comisionados con la oferta de abrumarle de oro y de honores si abandonaba la causa nacional. De alli penetró en el reino aragonés, combatió á Ejea, é hizo prisionera la columna enemiga que corrió en socorro de los suyos. Por Granada y Ronda don Francisco Ballesteros, para contribuir al plan de defensa de Valencia trazado por Blake, deshizo junto á San Roque á Rignaux con pérdida de seiscientos hombres, sorprendió á los contrarios en Bornos, y llamó contra sí numerosas fuerzas que en caso contra

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