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En la villa de Madrid, domingo treinta y un dias del mes de mayo, año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo de mil y quinientos y setenta y tres años. Teniendo el Rey don Felipe segundo de este nombre, nuestro soberano señor, convocadas y ayuntadas Córtes generales de los Procuradores del reino, llamados, entre otras cosas, especialmente para jurar al Principe don Fernando, nuestro señor, su primogénito hijo, y de la Reina doña Ana, nuestra señora, habiéndose declarado y señalado por S. M. el dicho dia, para hacerse y prestarse el dicho juramento y solemnidad en la iglesia de San Gerónimo el Real, que es fuera de los muros de la dicha villa, que estaba para este efecto aderezada, y dichose y advertidose á los prelados grandes señores de titulos, caballeros que á la sazon se hallaban y estaban en la corte, y á los Procuradores del reino. Los cuales dichos Procuradores trageron para ello poderes bastantes de sus ciudades y villas, que se habian visto antes de ser empezadas las Córtes por el presidente y Asistentes de ellas, como se acostumbra. Y habiendo asimismo para el dicho efecto el Rey nuestro señor ido á estar en el dicho monasterio dos dias antes, y hecho llevar y pasar á él al dicho Príncipe nuestro señor, por estar flaco de unas tercianas que habia tenido, y ido tambien la serenísima Infanta doña Juana, Princesa de Portugal, hermana del dicho Rey nuestro señor, el dia antes al dicho monasterio por andar indispuesta y flaca, para hallarse presente y hacer el mesmo juramento. La Reina nuestra señora salió del alcázar de la dicha villa donde es palacio real de SS. MM., acompañada de los Serenisimos archiduques de Austria, Alberto y Wenceslao, sus hermanos, y de los dichos grandes señores, caballeros y otros muchos, y sin otra ceremonia fué hasta el dicho monasterio de San Gerónimo, donde la salió á recibir el Rey nuestro señor fuera de la puerta de la iglesia del dicho monasterio, y

asi juntos SS. MM., entraron en ella y llegaron á un tablado alto que para la dicha solemnidad se habia hecho, al cual se subia por ocho gradas, y estaba arrimado al altar mayor, y tomaba la mitad de la capilla mayor de la una pared á la otra. El cual tablado estaba cubierto y aderezado, y á la mano izquierda del altar mayor habia unas cortinas de brocado, y debajo de ellas cinco sillas de lo mismo, las dos primeras para el Rey y la Reina nuestra señora y la tercera para la dicha Serenísima Infanta doña Juana, Princesa de Portugal, y las otras dos últimas para los dichos Serenisimos archiduques, desde donde SS. MM. oyeron la Misa mayor de pontifical, que dijo y celebró el muy reverendo don Diego Cobarrubias de Leiba, obispo de Segovia, presidente del Consejo Real de S. M. y de las dichas Córtes, hallándose asimismo los dichos prelados, grandes señores caballeros, por la órden y forma que en la capilla Real de S. M. se acostumbra.

Acabada que fué la Misa salieron de la iglesia dichos prelados, grandes señores y caballeros, y subieron al aposento en que el dicho Principe don Fernando nuestro señor estaba, para acompañarle desde él al lugar donde SS. MM. habian quedado, y se habia de hacer el dicho juramento, y desde alli fueron adelante, acompañándoles ellos y tambien los Procuradores del reino que estaban aguardando en el corredor alto del cláustro del dicho monasterio, para hallarse en el dicho acompañamiento.

Llevaba á S. A. en los brazos don Francisco de Aragon, duque de Segorbe y de Cardona, descubierto y sin bonete, y llevaban á S. A. en medio los dichos archiduques sus tios, que para este efecto habian entrado por otra puerta y subido á su aposento. Delante de S. A. venia sin bonete don Antonio de Toledo, prior de Leon, de la órden de San Juan, del Consejo de Estado de S. M., y su caballerizo mayor, y traia el estoque desnudo sobre el hombro. Y en esta órden y con cuatro reyes de armas vestidos con sus cotas de armas, y cuatro maceros con sus mazas, y acompañando á S. A. delante los dichos grandes señores, caballeros y Procuradores del reino, y viniendo detras de S. A. don Antonio de la Cueva, marqués del Adrada, mayordomo mayor de la Reina nuestra señora, y doña Maria Chacon, su aya, y la ama, y detras de ellas los obispos y prelados que habian ido por S. A., volvieron á la dicha iglesia, entrando por la

puerta del claustro, en la cual y en este tiempo hubo mucha música de trompetas y ministriles, y subieron á S. A. en el tablado al lugar donde SS. MM. habian quedado, donde los hallaron, y con SS. MM. la dicha serenisima Princesa doña Juana.

Donato y Lorencia Preule, embajador de la Señoría de Venecia, en el cual lugar habian estado en la Misa.

En aquella parte en que los dichos embajadores estaban, quedaron en pie y descubiertos, como se acostumbra, el muy reverendo don Francisco de Soto de Salazar, obispo de Segorbe, comisario general de la Santa Cruzada, del Consejo de la Santa y general Inquiha-sicion, y don Juan Dimas Lloriz, obispo de Urgel, regente de Cataluña, y asimismo estuvieron alli don Gonzalo Chacon y don Pedro Lasco de Castilla, mayordomos de la Reina nuestra señora.

En entrando S. A. debajo de la dicha cortina, le pusieron sentado en un carrillo que para el dicho efecto estaba puesto delante de SS. MM. Lo cual hecho, SS. MM. que se pian levantado cuando S. A. entró en la cortina y la dicha serenisima Princesa y los archiduques se volvieron á sentar, y los dichos prelados, grandes señores, caballeros y Procuradores del reino, se bajaron del dicho tablado á sentar en los bancos que les estaban puestos. Y entre tanto que se sentaron, se cantó por los de la capilla estando todos de rodilas, el himno que comienza: Veni Creator Spiritus.

En la misma órden estaban en pie y descubiertos sin bonetes el licenciado Juan de Obando, presidente del Consejo de las Indias de S. M., y don Antonio de Padilla, obrero de Calatrava y presidente del Consejo de las Ordenes, y el doctor Martin de Velasco, del Consejo Real y de la Cámara de S. M., y el licenciado Pedro Gasco, del dicho Consejo Real, y el licenciado Juan Diaz de Fuenmayor, del dicho Consejo y Cámara, y el licenciado Juan Tomas, del Consejo Real, y el doctor Francisco Fernandez de Liébana, del mismo Consejo y Cámara, y Juan Campi, regente del Consejo de Aragon; y Joanes Sanctis, regente de Va

Delante del altar mayor estaba otra silla de espaldas de brocado, en que se sentó el muy reverendo obispo de Segovia, que habia de tomar el juramento, y se habia desnudado las vestiduras con que dijo la Misa, y estaba con su mitra y una capa de brocado, y tenia delante de si un banco cubierto de brocado, y en él una almohada de lo mismo, y sobre ella una cruz y un libro de los Evange-lencia, ambos á dos del Consejo de Aragon, y lios abierto.

el doctor Leonardo Herrera y Augustin Gesulpho, del Consejo de Italia, y Juan Vazquez de Salazar, secretario de S. M., y don Juan Ramirez de Vargas, Escribano de las dichas Córtes.

Bajo del dicho tablado y junto á la postrera grada del, estaban á la una parte y á la otra bancos cubiertos de paños de verduras, los cuales bancos ihan á la larga, arrimados casi á

Junto á la silla de S. M., á su mano derecha, fuera de la cortina, estaba el dicho prior doa Antonio de Toledo, que tenia el estoque, y luego tras él, el dicho duque de Segorbe, y junto á él el dicho marqués de Adrada, y luego don Pedro Hernandez de Bobadilla, conde de Chinchon, mayordomo de S. M., los cuales cerraban y ocupaban desde la dicha cortina hasta cerca de la mesa, á donde se habia de to-las paredes; desile junto al pie del tablado hasmar el juramento, dejando solamente en medio el lugar para el que habia de tomar el pleito homenaje, como se dirá adelante.

En un seno que el dicho tablado hacia junto con la cortina de SS. MM., entre la dicha cortina y el remate del dicho tablado, estaban las camareras mayores, dueñas de honor y dainas de la Reina nuestra señora y de la dicha serenísima Princesa.

En otro seno que el tablado hacia á la otra parte, en la delantera, estaban sentados en un banco y cubiertos, el muy reverendo Nicolás Ormanelto, obispo de Pavia, nuncio de Su Santidad, y monseñor de San Goard, embajador del cristianisimo Rey de Francia, y Leonardo

ta cerca de la puerta de la dicha iglesia, porque para que hiciesen mejor disposicion, se quitó para este dia la reja de la capilla mayor, dejando el medio y claro de la nave desembarazado, en los cuales bancos se sentaron los prelados, grandes señores de titulo, y otros caballeros que despues serán nombrados, y los procuradores del reino por esta órden.

Los prelados en el banco de la mano derecha, segun el antigüedad de su consagracion, y los grandes en el banco de la mano izquierda, que es la parte donde S. M. estaba, sin orden ni precedencia entre sí, sino como cayeron y se acertaron assentar, y despues consecutivamente bajo de los dichos prelados y

nombre destos reinos todos juntamente de una concordia libre y espontánea y agradable voluntad, y cada uno por sí y sus succesores, y los dichos Procuradores por sí y en nombre de sus constituyentes por virtud de los poderes que tienen presentados de las ciudades villas que representan estos reinos, y en nombre dellos que guardando y cumpliendo lo que de derecho y leyes destos reinos deben y son obligados y su lealtad y fidelidad les obliga y siguiendo lo que antiguamente los que Infantes

grandes, los señores de titulo caballeros que adelante irán declarados, šia orden ni precedencia entre sí. Y mas abajo de los sobredichos prelados, grandes señores de título, caballeros, en bancos que estaban en la misma derecera, cubiertos como dicho es, se sentaron los Procuradores de las ciudades y villas destos reinos que tienen voto en Córtes, precediendo los de las ciudades de Burgos, Leon, Granada, Sevilla, Córdova, Murcia y Jaen, que son los que tienen lugares señalados en la forma y precedencia de asiento que aquí vany prelados y grandes y caballeros y Procuradonombrados, y los demas en los lugares que habiendo echado suertes entre si para assentarse aquel dia y por aquella vez les habian cabido, escepto los procuradores de la ciudad de Toledo que se sentaron al fin de los dichos bancos frontero del tablado en un, banco pequeño cubierto de la misma manera que en igual de los otros bancos que para ellos estaba puesto, como se sientan en las Córtes.

Asi juntos y sentados SS. MM. y AA. y los demas todos arriba dichos, uno de los reyes de armas de S. M. que estaba en el dicho tablado, dijo en alta é inteligible voz las palabras siguientes:

«Oid, oid, oid, la escriptura que aquí os será leida, de juramento y pleito, homenaje y fidelidad que la Serenisima Infanta doña Juana, Princesa de Portugal, como Infante de estos reinos, que presente está, y los prelados, grandes señores, caballeros y Procuradores de Córtes, que por su mandado el dia de hoy aquí estan juntos, prestan y hacen al Serenisimo y muy esclarecido Principe don Fernando, hijo primogénito de S. M., como à Principe destos reinos, durante los largos y bienaventurados dias de S. M., y despues de aquellos por Rey y Señor, natural propietario dellos.»

res de Córtes de las ciudades y villas destos
reinos en semejante cosa hicieron y acostum-
braron hacer y queriendo tener, guardar y
cumplir aquello, dicen que reconocen y des-
de agora han y tienen y reciben al Serenísimo y`
esclarecido señor Principe don Fernando, hijo
primogénito de S. M. que presente está, por
Principe destos reinos de Castilla, de Leon y de
Granada y de todos los demas reinos y señoríos
á ellos sujetos, dados, unidos é incorporados
y pertenecientes durante los largos y prósperos
y bienaventurados dias del Rey don Felipe
nuestro soberano señor, y despues de aquellos
por Rey y señor legitimo y natural heredero y
propietario dellos, y que asi viviendo S, M. le
dan y presentan la obediencia, reverencia y fi-
delidad que por leyes y fueros destos reinos
á S. A. como á Príncipe heredero dellos le es
debida, y por fin de S. M. la obediencia y re-
verencia subjecion, vassallage y fidelidad que
como buenos súbditos y naturales vassallos le
deben y son obligados á le dar y prestar como
á su Rey y señor natural y prometen que vien
y verdaderamente ternán y guardarán su ser-
vicios y amplian lo que deben y son obligados
á hacer y en cumplimiento dello y á mejor
abundamiento y para mayor fuerza y seguri-

E luego que lo hubo acabado de decir el di-dad de todo lo sobredicho, vos la Serenisima

cho doctor Martin de Velasco del dicho Consejo y Cámara, uno de los assistentes de las dichas Córtes leyó en alta voz una escriptura de juramento y pleito homenaje del tenor siguiente:

«Los que aquí estais presentes, sereis testigos como en presencia de los Católicos Rey don Felipe nuestro soberano señor y Reina doña Ana nuestra señora, la Serenísima Infanta doña Juana Princesa de Portugal como Infanta destos reinos, y los prelados, grandes, y caballeros y Procuradores de Córtes de las ciudades y villas destos reinos que estan juntos en Córtes por mandado de S. M., en voz y en

Infanta doña Juana Princesa de Portugal como Infanta destos reinos y vos los prelados grandes y caballeros, por vosotros y por los que despues de que vos fueren y os sucedieren, y vos los dichos Procuradores de Córtes en nombre y ánima de vuestros constituyentes, y de los que despues dellos fueren en virtud de los poderes que dellos teneis, y por vos mismos todos unánimes y conformes decis que jurais á Dios Nuestro Señor, y á Santa María su madre y á la señal de la cruz, y palabras de los Santos Evangelios que estan escriptos en este libro Missal que ante vosotros teneis abierto, la cual Cruz y Santos Evangelios corporal

E assi leida por el dicho doctor Martin de Velasco, porque por la distancia que habia del lugar donde el reino y algunos señores y caballeros estaban sentados, al tablado de S. M., donde la dicha escriptura se leyó, no se habia podido bien oir, S. M. mandó que se tornare á leer al reino y Procuradores del, para que entendiesen lo en ella contenido, y que bajase á ello el dicho don Juan Ramirez, el cual bajó del dicho tablado, y fué donde el reino estaba sentado, y leyó otra vez la dicha escriptura de juramento.

mente con vuestras manos derechas tocareis, | contra cosa ni parte dello, agora ni en tiempo que por vosotros y en nombre de vuestros alguno por ninguna causa ni razon, sopena de constituyentes y los que despues de vosotros y caer é incurrir lo contrario haciendo en las dellos fueren terneys realmente y con efecto penas sobre dichas, y en las otras que caen é á todo vuestro leal poder al dicho Serenísimo incurren los que contravienen y quebrantan el y esclarecido Principe don Fernando por prin- pleito homenaje hecho y prestado á su Príncipe cipe heredero destos reinos durante la vida de durante la vida de su padre, y despues de S. M., y despues della por vuestro Rey y señor aquella á su Rey y señor natural en señal de natural y como á tal les prestareis la obedien- lo cual decís que de presente como á vuestro cia, reverencia, subjecion y vasallage, que le Principe y despues de los largos y felices dias debeis y hareis y cumplireis todo lo que de de- de S. M. como á vuestro Rey y señor natural recho debeis y sois obligados de hacer y cum- con el acatamiento y reverencia debida le beplir y cada cosa y parte de ello y que contra sais la mano. »> ello no sereis ireis ni venreis, ni pessareis directe ni indirecte en tiempo alguno, ni por al- | guna manera, causa ni razon, que sea así y Dios os ayude en este mundo á los cuerpos, y en el otro á las ánimas donde mas habeis de durar, el cual lo contrario haciendo decis que os lo demanda mal y caramente como aquellos que juran su santo nombre en vano, y demas y allende desto decis que quereis ser habidos por infames y perjuros y fementidos y tenidos por hombres de poco valor, y que por ello cayais é incurrais en caso de a.eve y traicion y en las otras penas por leyes y fueron destos reinos establecidas y determinadas. Todo lo cual vos la Serenísima Infanta doña Juana Princesa de Portugal como Infanta de España y vos los dichos Prelados y grandes y caballeros por vosotros y por los que despues de vos fueren y os sucedieren, y vos los dichos Procuradores de Córtes por vos y en nombre de vuestros constituyentes y de los que despues dellos fueren decir que así lo jurais, y á la confesion que se os hará deste dicho juramento respondeis todos clara y abiertamente diciendo, así lo juramos, y amen. Y otro si vos los prelados y grandes y caballeros por vosotros mismos y por los que despues de vos fueren, y os sucedieren. Y vos los dichos Procuradores de Córtes por vos mismos y en nombre de vuestros constituyentes y de los que despues dellos fueren decis que haceis fé y pleito homenaje una dos y tres veces, una dos y tres veces, una dos y tres veces, segun fuero y costumbre de España en manos de don Diego Hurtado de Mendoza, príncipe de Melito, caballero hombre hijo dalgo que de vos y de cada uno de vos lo toma y recibe en nombre y favor del dicho Serenisimo señor y esclarecido don Fernando nuestro señor, que terneis y guardareis todo lo que dicho es, y cada cosa y parte dello y que o irei s ni verneis ni pasareis contra ello ni

Luego que fué leida la dicha escriptura, don Diego Hurtado de Mendoza, Principe de Melito, que estaba sentado en el banco de los grandes, se levantó y subió por mandado de S. M. al tablado donde S. M. estaba, y se puso entre el banco que tenia delante el dicho muy reverendo obispo de Segovia y el lugar que tenian los señores que arriba se declara, que estaban entre la cortina de S. M. y el dicho banco, y estubo en pié y descubierto para tomar el dicho pleito homenaje.

Hecho esto, la dicha Serenisima Princesa de Portugal, Infanta de Castilla, se levantó de donde estaba sentada, y el Rey nuestro señor, y los dichos archiduques Serenísimos, salieron de sus sillas, acompañándola hasta llegar con su Alteza delante del dicho banco, donde habia de hacer el juramento, y estando su Alteza hincada de rodillas, el dicho muy reverendo obispo de Segovia, estando en pié, le tomó y recibió juramento diciéndoles las palabras siguientes:

«Que vuestra Alteza, como Infanta de Castilla, jura de guardar y cumplir todo lo contenido en la escriptura de juramento que aqui ha sydo leida; assi Dios la ayude y los Santos Evangelios. Amen.»>

Lo cual assi dicho por el dicho muy reverendo obispo, habiendo puesto su Alteza enci

ma de la dicha cruz y Santos Evangelios sulas del dicho Principe, se le tomó diciendo él mano derecha, á la confesion del dicho jura-á cada uno de ellos las palabras siguientes: mento, respondió: «Si juro, y amen», y se le- «Que haceis pleito homenaje. una, dos y vantó; y S. M. y Altezas, que habian estado en tres veces; una, dos y tres veces; una, dos y pié y descubiertos, entre tanto que su Alteza tres veces; y prometeis y dais vuestra fé y paestuvo haciendo el juramento, la volvieron á labra de cumplir y guardar lo contenido en la acompañar, hasta que llegó á besar la mano al escriptura que aqui se os ha leido», y cada uno dicho serenísimo y esclarecido Principe don de ellos respondió á las dichas palabras: «Assi Fernando, y queriéndolo hacer al Rey nuestro lo prometo»; y por este órden, cada uno de señor, se opuso comedidamente en'estorbárselo ellos por sí, como lo acababan de hacer, se é impedirlo, y su Alteza estuvo hincadas las fueron antel dicho Serenisimo y esclarecido rodillas, insistiendo y porfiando en besársela Principe nuestro señor, é hincadas las rodillas por un rato, hasta tanto, que al fin su Alteza en el suelo, á señal de la obediencia, reconose la besó; y hecho esto, y el acatamiento y cimiento, reverencia, subjeccion, vasallaje y cumplimiento de suso contenido, se volvieron fidelidad á su Alteza debida, le besaron la assentar en sus lugares.

Acabado esto, llegó al lugar donde estaba el dicho Príncipe nuestro señor, la marquesa de Berlanga, y tomó á su Alteza en los brazos, del carrillo en que habia estado puesto, entretanto que juró la dicha serenísima Princesa, y sentándose en una almohada que alli habia, le tuvo en ellos todo el tiempo que duró el juramento y solemnidad que hicieron los dichos prelados, grandes señores, caballeros, porque su Alteza no pudiera estar tanto tiempo en el carrillo.

Luego que esto fué hecho, por mandado de S. M., subieron al dicho tablado los prelados que alli habia para jurar, que son los siguien,tes: Los muy reverendos don Pero Gonzalez de Mendoza, obispo de Salamanca; don Alvaro de Mendoza, obispo de Avila; don Juan Manuel, obispo de Zamora, electo de Sigüenza; don Gaspar de Quiroga, obispo de Cuenca, inquisidor general de estos reinos, todos del Consejo de S. M., y habiendo subido en el dicho tablado cada uno de ellos, por sí en la orden que van aqui nombrados, segun la antigüedad. hincaron las rodillas ante el dicho banco, y poniendo sus manos derechas encima de la dicha Cruz y Santos Evangelios, hicieron juramento en manos del dicho muy reverendo obispo de Segovia, el cual les dijo las palabras siguientes, á cada uno de por sí como iban jurando.

«Que jurais de guardar y cumplir todo lo contenido en la escritura de juramento que aqui se os ha leido, assi Dios os ayude y estos Santos Evangelios»; y cada uno respondió: «Si juro, amen»; y pasaron mas adelante, al lugar donde estaba el dicho don Diego Hurtado de Mendoza, Principe de Melito, para tomar el pleito homenaje, y metidas las manos entre T. VI.

mano.

Luego incontinenti, por mandado de S. M., subieron al dicho tablado á hacer el dicho juramento y pleito homenaje los grandes señores de título, caballeros que de yuso irán declarados en esta manera.

Los grandes primero, sin que se llamase. particularmente á ninguno, cada uno de por sí como estaban sentados, y luego tras ellos los demas señores de título caballeros, en la misma forma, y fueron llegando ante el banco que el dicho muy reverendo obispo de Segovia tenia con la cruz y Evangelios para ello, é hincadas las rodillas en el suelo, cada uno de ellos, hizo el mismo juramento en la forma que le habian hecho los prelados, diciendo cada uno así juro y amen.» Y levantándose en pié, pasaron al lugar donde el dicho Principe de Melito estaba, é hicieron en sus manos el mismo pleito homenaje, como lo habian hecho los dichos prelados. y cada uno de ellos respondió «ansi lo prometo.>>

Y acabado de hacer uno á uno llegaron ante el dicho Príncipe nuestro señor, y hincadas las rodillas en el suelo, en señal de la obediencia, reconocimiento y reverencia, subjecion, vasallage y fidelidad á su Alteza debida, le besaron la mano y se fueron bajando y volviendo á sentar en sus lugares como antes estaban, los nombres de los cuales dichos grandes señores de título caballeros que alli se hallaron, y la órden en que estaban sentados, que es la en que fueron subiendo y jurando y besando á su Alteza la mano, es en la manera siguiente, y los señores de título irán uno de un banco y otro de otro.

Don Iñigo Lopez de Mendoza y de la Vega, duque del Infantado; don Fernando Ruiz de Castro, conde de Lemos; don Francisco Lo

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