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entró por Ayamonte saqueando pueblos y recogiendo ganados. Sitiada Castello-Branco por el brigadier Mahoni, rindióse tambien despues de una corta defensa, á presencia del rey. Encontráronse alli víveres, armas inglesas encajonadas, vajillas de plata, y las tiendas destinadas para el rey de Portugal y para el archique, que habian pensado hacer su cuartel real en aquella plaza.

Construyóse luego un puente de barcas sobre el Tajo junto á Villa-Velha, y despues de ahuyentado el general holandés Fagel, que se habia atrincherado con dos regimientos, de los cuales se le cogieron un mariscal de campo, dos coroneles, treinta y tres oficiales y quinientos hombres de tropa, atacó el rey el puente con doce mil hombres, y penetró sin oposicion en la provincia de Alentejo (30 de mayo, 1704). Tampoco la encontró en los desfiladeros y gargantas que tuvo que atravesar hasta dar vista á Portalegre, cuyo sitio dispuso y dirigió el duque de Berwick. Rindióse á los pocos dias de ataque aquella importante ciudad (9 de junio, 1704), cogiéndose en ella ocho cañones, y quedando prisioneros de guerra mil quinientos portugueses de tropas regulares, quinientos ingleses, y las milicias del pais.

Con esto puso el rey su campo en Nisa, y destacó al marqués de Aytona para que sitiase á Castel-Davide. Alli se destruyó y pereció por falta de cebada y de forrage casi todo el cuerpo principal de nuestra caba

llería, por mas esfuerzos que se hicieron para buscar mantenimientos, pero al fin se entregó Castel-Davide (25 de junio, 1704) saliendo la guarnicion anglo-lusitana sin banderas. Cogiéronse alli treinta piezas de artillería, las mas de bronce. Y en tanto que algunas de nuestras tropas se apoderaban de Montalvan, rindiéndose á discrecion las cuatro solas compañías que la guarnecian, el marqués de Villadarias de órden del rey tomaba á Marsan, situada en una eminencia, con lo cual dejó abierta y espedita la comunicacion entre Valencia y Alcántara. Esta série de triunfos solo fué interrumpida por la pérdida de Monsanto, que recobraron los enemigos, despues de un sério combate, en que quedaron vencedores, por culpa de don Francisco Ronquillo, que mas acostumbrado á manejar la vara de corregidor que el baston de coronel, creyendo derrotada nuestra caballería huyó precipitadamente con la infantería que mandaba, envolviendo en su desórden á los demas cuerpos, que á su ejemplo se retiraron á la desbandada sin haber visto á los enemigos. Apoderáronse éstos despues de Fuente-Guinaldo, á cuatro leguas de Ciudad-Rodrigo, que aunque lugar abierto fué de gran perjuicio para la guarda de aquella frontera (0),

(1) Belando, Historia civil de y Sousa, Epitome de Historias porEspaña, Parte I. cap. 27 á 30.-tuguesas.-Sucesos acaecidos enMarqués de San Felipe, Comenta- tre España y Portugal, etc. Lisboa, rios, ad ann.-Macanáz, Memo- 4707.-Noticias individuales de rías manuscritas, cap. 17.-Faria los sucesos mas particulares etc.

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Los rigorosos calores de la estacion, lo mal parada que había quedado la caballería, lo fatigada que se hallaba toda la tropa, y las instancias de los generales, movieron al rey á suspender la campaña, y á dar al ejército cuarteles de refresco: y haciendo demoler las fortalezas de Portalegre, Castel-Davide y Montalvan, y trasportar á Alcántara el puente de barcas formado sobre el Tajo, y ordenando que el mariscal duque de Berwick se incorporára con sus regimientos á las tropas que operaban en la provincia de Beyra, emprendió Felipe su regreso á Madrid (1.° de julio, 1704). La reina salió á esperarle á Talavera, donde se detuvieron dos dias á disfrutar de los festejos que les tenia preparados aquella villa. Las aclamaciones se repitieron en todos los pueblos del tránsito, y su entrada en Madrid (16 de julio) se solemnizó con las mas entusiastas demostraciones de amor y de regocijo. Porque la reina, durante la ausencia de Felipe, habia seguido su costumbre de salir á un balcon de palacio á anunciar de viva voz al pueblo los triunfos de las armas de Castilla en Portugal, y á darle noticias de su rey cada vez que recibia despachos del teatro de la guerra, por cuyo medio mantenia vivo el entusiasmo popular, y los vecinos de la córte iluminaban espontáneamente sus casas para celebrar las victorias y mostrar su cariño á sus soberanos.

desde 4703 á 4706, Carta 3.a, en res, tom. VII.

el Semanario Erudito de Vallada

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En esta primera campaña de Portugal debió aprender el pretendiente de Austria cuán lejos estaba de serle el espíritu de los españoles tan favorable y propicio como se le habia pintado el almirante de Castilla, y que no era tan fácil empresa como habia creido la de sentarse en el trono de sus mayores. Los mismos portugueses se quejaban amargamente de la alianza de su rey con el archiduque. Viendo los aliados cuán mal iba para ellos la guerra en aquel reino, determinaron probar fortuna por otra parte, enviando dos escuadras, una de cincuenta velas á Barcelolona, otra de veinte á Andalucía, con objeto de levantar aquellos paises, que suponian mas dispuestos en su favor. A fin de concitar á la rebelion iban unos y otros en abundancia provistos de manifiestos, proclamas, cartas y despachos de gracias, con los nombres en blanco, los cuales entregaban en los pueblos de la costa á las personas con quienes ya contaban, para que los distribuyesen. Ningún fruto produjo la tentativa en Andalucía, no obstante ser el pais en que estaba mas relacionado el almirante: las guarniciones y milicias cumplieron con su deber: los seductores fueron descubriertos y castigados, y quemados los papeles subversivos.

No era en verdad tan sano el espíritu que dominaba en las provincias del Este de España, señaladamente en Valencia y Cataluña. Iba mandando la escuadra destinada á Barcelona el príncipe de Darms

tad, austriaco, virey que habia sido de Cataluña en el último reinado, y llevaba dos mil hombres de desembarco. Dispuesto tenian ya los barceloneses de su partido abrirle por la noche la puerta del Angel. Pero descubiertos y castigados los autores de esta trama, tuvo que reembarcarse con su gente el de Darmstad, aunque no sin dejar la ciudad llena de papeles sediciosos. Vista la disposicion de los catalanes, tratóse de enviar al Principado tropas francesas: mas el virey don Francisco de Velasco representó tan vivamente contra esta medida, á causa de la antipatía de aquellos naturales á la gente de Francia, que auguraba que con esta se perderia todo, y no necesitaba mas fuerzas para mantener tranquila y obediente la provincia que los mil seiscientos infantes y los seiscientos coraceros que le habian sido enviados de Nápoles. Confianza imprudente que puso al Principado y á la España entera en el conflicto que verémos después (").

Aun duraba en Madrid el júbilo producido por los prósperos sucesos de Portugal, cuando vino á turbarle un acontecimiento que habia de ser de fatales consecuencias para lo futuro. El príncipe de Darmstad, enemigo temible, por lo mismo que habia estado muchos años ejerciendo mandos superiores al servicio de España, dirigióse con su escuadra á poner sitio á la

(4) Macanáz, Memorias, cap. 14.-Belando, Historia Civil, P.I. c. 30.-San Felipe, Comentários,

tom. I.-Feliú de la Peña, Anales de Cataluña.

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