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N las dos guerras civiles que tuvieron su principal foco en el país vascongado, los guipuzcoanos, peleando en uno y otro campo, contribuyeron de consuno á arruinar el país.

No fué la provincia de Guipúzcoa la primera en promover la guerra civil de 1833; carecía de jefe carlista que reuniera las necesarias condiciones y tuvo su diputación que entregarse á Zumalacarregui, ya puesto al frente de los navarros, aunque era guipuzcoano; pero valía más que Eraso, y aquél levantó el espíritu carlista de Guipúzcoa, que se sostuvo en toda la campaña, hasta que en 1839 se terminó la del norte por el convenio de Vergara, que valió á Espartero el título de Pacificador, y años después, haciendo justicia á sus merecimientos, el de Prín cipe (1).

(1) Todavía está sin cumplirse la ley hecha en cortes para crigir en Vergara un monumento que perpetúe aquel tan solemne como beneficioso acto; más merecedor de perpetuarse que otros, que al fin representa la paz entre hermanos.

Además de experimentar después la provincia algunas vicisitudes políticas, pretendiendo guipuzcoanos mal aconsejados promover de nuevo la guerra civil, en la antigua capital foral, en Tolosa, el 3 de Abril de 1849 el rey de Italia, Carlos Alberto, fugitivo de su reino, fué alcanzado por el general Lamarmora y el conde San Martino, y ante ellos abdicó la corona, de lo cual se extendió acta formal, firmándola como testigos el diputado general D. Javier de Barcaiztegui y el gobernador civil D. Antonio Vicente de Parga.

Cuando la revolución de 1868, la reina de España D.a Isabel II, abandonada de los que la perdieron y bajo su sombra y protección medraron, permaneció en San Sebastián los últimos días de su reinado, respetada y compadecida por los guipuzcoanos, á quienes inexpertos políticos pretendieron comprometer para armarlos en defensa de lo que ya no la tenía: no lograron su intento, y D.a Isabel marchó á Francia escoltándola los diputados vascongados hasta la frontera, rindiendo así caballeroso tributo á la desgracia.

Nueva guerra civil se promovió en 1873. Escrita su historia así como la de la anterior, á ellas nos remitimos. Sólo diremos que, á la sombra de la paz, á la laboriosidad é inteligencia de los guipuzcoanos, á su amor al trabajo y al deseo de su bienestar, se debe el desenvolvimiento de muchas industrias, el fomento de las artes y la prosperidad del país, que, encantador de suyo, lleva á sus abundosos establecimientos balnearios, á sus seguras playas y pintorescos pueblos, multitud de personas de todos los de España, buscando unas salud en las aguas minerales y de mar, otras recreo y esparcimiento en el clima y la belleza del país, y todos satisfacción en el trato de sus simpáti cos habitantes.

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L actual San Sebastián en nada se parece al antiguo, aun con ser éste bello. Reedificada la ciudad en 1814 se hicieron sus calles rectas, alineadas sus casas, de igual exterior y altura, y se dió á todo belleza; así que la plaza de la Constitución con sus cómodos soportales, es perfectamente ordenada. En ella está la casa

del Ayuntamiento trazada por el célebre arquitecto D. Silvestre Pérez, adornado de las excelentes cualidades que requería Vitrubio tuviera la profesión; dirigiendo la obra el arquitecto Ugartimendi. Es el edificio de orden dórico, y las columnas exentas de su fachada le dan una gran severidad. La escalera es ancha y espaciosa, y la sala de sesiones elegante. El gran espesor de sus muros indica se tuvo en cuenta,

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al construir esta casaayuntamiento, que había de ser el centro de refugio de una plaza de armas, como era San Se bastián en caso de sitio.

La libertad de ense

ñanza que produjo la revolución de 1868, y adquirida la facultad de conferir títulos de bachiller, hizo que el municipio

de San Sebastián estableciera un instituto que sustituyó al provincial de Vergara, construyéndose un edificio en 1872 con arreglo á su programa, que obedecía á las necesidades que en aquel entonces había que satisfacer. Trasladado á San Sebastián, durante la gue. rra civil, el Instituto provincial de Vergara, se instaló en aquel edificio, en el que hoy continúa, desapareciendo el Instituto libre municipal. Alberga también la Escuela de artes y oficios, cuya

organización es notable é importantes los resultados que en la enseñanza

VISTA DE SAN SEBASTIÁN EN 1560.-(De una estampa antigua)

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