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tramos de escalera de planta circular, pero de un gran radio; entre ellos una rara combinación de bóvedas constituyen el tramo central, cuyo arranque se halla al nivel del vestíbulo principal y su desembarco á la altura del salón, desde donde se bifurca nuevamente hasta alcanzar la altura del piso primero en que termina. Es de notar la valentía de estos tramos de forma elizoidal completamente independiente de los muros y cuya estruc tura se ha realizado con el hierro forjado.

En general, tanto al interior como al exterior del edificio hay gran sobriedad de decoración, y la belleza arquitectónica reside exclusivamente en las proporciones de las masas y en la pureza de los perfiles y filetería. El estilo que afecta sus formas es el renacimiento moderno, con algunos detalles que recuerdan la época de arte en que florecieron Berruguete y sus discípulos.

Al exterior, además de los contrastes y claro-oscuro que dan las pilastras, columnas, archivoltas, ménsulas, cornisas y pináculos se ha empleado el color, destacando con la tonalidad de la piedra arenisca, y á este efecto se ha combinado con la caliza azulada el ladrillo rojo natural, el esmaltado, la tierras cocidas, las porcelanas decorativas y los mármoles.

Son arquitectos de las obras y autores de los planos los muy ilustrados y distinguidos jóvenes Sres. D. A. Morales de los Ríos y D. Luís Aladrén.

Modesto en su forma, pero grande por lo que representa, es un pequeño monumento ó mausoleo construído en un muro del muelle á la memoria de un héroe de la caridad; pobre marino, cuyo busto revela la nobleza de sus sentimientos, la valentía de su alma, la ternura de su corazón.

En Zumaya nació José María Zubia el 15 de Marzo de 1809. Hijo de pescadores siguió tan peligroso oficio hasta 1830; se matriculó de marinero en la carrera de América y después de largos años de brillantes servicios, se estableció en San Sebastián de patrón de una lancha de pescadores.

Su biografía es una relación de actos heróicos: amaba el pe

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GUIPÚZCOA. - Campesino de las cercanías de S. Sebastián

ligro, y, de corazón esforzado, siempre estaba dispuesto á salir al mar cuando éste amenazaba con la muerte, arriesgando su vida sólo con la esperanza de arrancar algunas víctimas al Océano.

Uno de estos hechos, el más conmovedor, ocurrió en Julio de 1861. Después de un calor sofocante, el cielo con negras nubes de tempestad y el mar enfurecido desafiaban á José Mari; lanchas pescadoras pedían auxilio; José Mari tripula con nueve valientes su trañera y se lanza al mar; lucha, se ve cercado de peligros, su blusa roja aparece y se esconde en las espumosas olas; pero al cabo de una hora, hora de agonía para la gente del muelle, vuelve Mari trayendo en su lancha los pescadores salvados. Mari en terrible lucha había vencido al mar. Teodora Lamadrid estaba en el muelle, y emocionado su corazón de mujer y de artista, ofreció una función en honra del pescador. Asistió éste al palco presidencial y apareció en el escénico al terminar la función con la boina en la mano y su blanca cabeza ceñida por la corona de laurel que la eminente actriz le había colocado entre las aclamaciones y aplausos del público.

Su muerte fué como su vida toda. El 9 de Enero de 1866, la gente de San Sebastián acude al muelle, llena de terrible ansiedad: lanchas de pescadores habían salido de madrugada, el mar se había alborotado y las lanchas no volvían; al fin se ve una envuelta en espuma, va tripulada por marineros casi niños y van á sucumbir. Todas las miradas se vuelven á José Mari: al poco tiempo ya está remando con sus compañeros; se alejan, se los pierde de vista, tardan en volver, los gritos y llantos aumentan, salen dos lanchas á buscarlos, y vuelven sus marineros con la espantosa noticia de no haber podido arrancar á las olas el cuerpo de José Mari.

Nada más honroso que el tributo de gratitud rendido á estos héroes del pueblo (1).

(1) D. Ramón Fernández le dedicó unos sentidos versos. en los que se leen estas dos estrofas:

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