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entrando de lleno D. Alfonso en el ejercicio de su autoridad suprema, contando apenas 15 años de edad, atendió á las cosas del reino, que bien necesitaba de sus cuidados después de tan turbulenta minoría. Aprovechando su amistad con el aragonés, quiso recuperar cuánto el navarro le conquistara. Por Tudela el rey de Aragón y por Logroño el de Castilla, llegó éste á Pamplona; no fué tan fácil la prosecución de la campaña, por lo prevenidas que el navarro tenía sus plazas; pero al cabo de cinco años, recuperó el castellano cuántas le pertenecían.

No cesó por esto la contienda, porque no se avenía Don Sancho de Navarra á ver reducido su reino, considerándose con derecho á diferentes pueblos de la Rioja. Mediaron entonces prelados y ricos hombres, y convinieron en exponer sus quejas y someter sus diferencias al rey de Inglaterra, al que enviaron sus embajadores, no sin pactar antes ambos reyes de Castilla y de Navarra las necesarias treguas, dándose mutuamente en fieldad varios castillos que perdería quien embarazase la ejecu. ción de la sentencia (1).

Á los embajadores acompañaron á Londres dos caballeros destinados á defender con las armas los derechos de estos prín. cipes. No hubo que apelar á este extremo, tan autorizado en

(1) III. «El Rey Alfonso pone en fieldad á Naxara castillo de Christianos, y Or castillo de Judíos, y Arnedo castillo de Christianos, y Celorico castillo de Judíos. IV. »>El Rey de Navarra pone así mismo en esta fieldad á Estella, castillo que tiene Pedro Ruiz, y el castillo de los Judíos, y Funes y Marañón.

XVII. »Demás de esto entrambos Reyes, empeñando cada uno su fe y palabra, firmaron y establecieron buenas y firmes treguas por siete años, asi por los vasallos y castillos y tierras, como por otras cualesquier cosas. Y para que permanezcan firmes pone Sancho Rey de Navarra, á Ergun en rehenes y Alfonso á Calahorra.

XXI. Tambien establecieron, que todos los vasallos de entrambos Reyes, que desde que empezó esta guerra, hubieren perdido heredades, las vuelvan á recobrar enteramente y de la manera que las poseían el dia en que les fueron quitadas; y no las pierdan por ningun delito que hasta entonces hubieren cometido, ó auto contra ellos proveido, ni dentro de estos siete años estén obligados á responder á ninguna demanda».

tonces á pesar de su barbarie, y de llevar en sí aparejada la razón, no al que la tenía, sino al más fuerte ó al más diestro. Y no bastaba á veces para el triunfo de la causa que se defendiera quedar vencedor en el combate, que vencedor fué el que en el reinado de Alfonso VI peleó en defensa del oficio toledano ó mozárabe contra el paladín del romano, y sin embargo, á pesar de los aplausos del pueblo y de la nobleza que á ambos representaba el castellano viejo Ruiz de Matanzas, fué inútil. Ostigado el rey por su Santidad, dió por nulo el duelo, hizo que se introdujera el rito romano, y para vencer la resistencia que de todas partes se oponía al nuevo rezo, se convino en echar al fuego los dos misales, prevaleciendo el que saliera ileso de las llamas. De nuevo triunfó en este juicio de Dios; pero no fué más atendido que el anterior duelo; y al gran regocijo del pueblo, de la nobleza y del clero, encariñados todos con un rito conservado por tantos siglos y en medio de la dominación musulmana, sucedió el asombro y la pena de verse obligados, por mandarlo así el rey, á desterrar de las iglesias de Castilla el venerado oficio gótico.

Nos hemos permitido esta digresión, no del todo ociosa, porque considerándose aquellos tiempos de caballería, se ve que cuando al poderoso convenía, ni el Juicio de Dios bastaba, cuando menos el duelo; irreligiosa costumbre, anatematizada por varios pontífices. Los pueblos guerreros podían poner el valor sobre la justicia; pero la sociedad cristiana del siglo XIII, cometía una grande aberración sometiendo á un singular combate el mejor derecho á unos lugares, en caso de no querer sentenciar el rey de Inglaterra. Se podrá objetar que en último resultado, este derecho de la fuerza ha regido siempre; es exacto, y aun hoy rige por desgracia; pero esto no probará que con la fuerza vayan hermanadas la razón y la justicia. La civilización de la humanidad tiene aún muchas etapas que re

correr.

Oídas por

el inglés y su parlamento las pretensiones de los

monarcas de Castilla (1) y de Navarra (2), sacando delante de todo el pueblo los Santos Evangelios, hizo jurar á los embajadores antes de pronunciar la sentencia, que los reyes sus representados la observarían firmemente, en cuanto tocase á las mutuas restituciones y á la tregua ó suspensión de armas, y sino lo hiciesen así, entregarían sus personas á la disposición del mismo rey; › y sentenció mandando que firmaran y guardaran

(1) «En el nombre del señor, Alfonso Rey de Castilla y de Toledo se quexa de D. Sancho su tio, Rey de Navarra, y pide le restituya á Logroño, Atleva, Venared, que está cerca de Rivaronia y á Agoseyo, Autol, Resa y á ÁLAVA con sus mercados Estgualete y Divina, y de todo el derecho á la tierra que llamaban DURANGO: todo lo cual poseyó por derecho hereditario el rey Alfonso de buena memoria, el que ganó de poder de los Sarracenos á Toledo, y después de su muerte lo poseyó con el mismo derecho la Reina Urraca su hija; la cual muerta, su hijo el Emperador Alfonso de buena memoria lo poseyó tambien por derecho hereditario: y despues de la muerte del Emperador, el Rey Sancho su hijo lo poseyó sin contienda por derecho hereditario; y despues de la muerte del Rey Sancho, poseyó tambien por derecho hereditario todo lo referido su hijo el Rey Alfonso nuestro señor, hasta que el mismo Rey de Navarra se lo quitó todo al sobredicho Rey de Castilla, su sobrino, huérfano, pupilo inocente, hijo de su amigo y señor, y sin haber sido requerido sobre ello y se lo detiene violentamente».

Pedía además la devolución de Roa, los frutos que percibió el rey de Navarra de Logroño y de los demás lugares y los daños causados apreciados en cerca de cien mil marcos de oro; y solicitaba « Puente la Reina y Sanguera, y todo el territorio que hay desde estas dos villas hasta el río Ebro, porque fué del Rey Alfonso de buena memoria, abuelo del Emperador, que le poseyó en paz, y por él, según costumbre de España, el Rey Sancho de Aragón su pariente.

<< Pide también por causa de sucesion materna, la mitad de Tudela, que el conde de Percha dió á la reina Margarita su sobrina, que fué mujer del Rey García, y abuela del mismo Rey Alfonso, pues no pertenece ya á Navarra esta villa.»>

(2) Pide Sancho Rey de Navarra el Monasterio de Cudeyo, Monte de Oca, el valle de San Vicente, el valle de Olio Casto, Cinco Villas, Monte-negro, Zerralvo hasta Agreda. Todo esto pide y todo lo que hay debajo de esto hacia Navarra, y todos los frutos de esta tierra, desde que murió el Rey Sancho de Peñalen. porque todo esto pertenece á su reino, y lo poseyó quieta y pacíficamente su rebisabuelo García Rey de Navarra y de Naxara; y su bisabuelo por su imbecilidad fué despojado violentamente de este reino por Alfonso Rey de Castilla su pariente. Pero en tiempo subsecuente el Rey García su nieto y padre de éste, de ilustre memoria, por permision divina y por la lealtad de sus naturales recobró, aunque no enteramente, su reino. Y lo que falta todavía lo pide su hijo Sancho al presente Rey de Navarra».

Pedía el castillo de Nájera, Gramón, Pancorbo, Belorado, «el Monasterio de Zerezo, Celorico, Bilivio, Medria, Vegueta, Clauves, Verbea y Lantarón; y la restitución, con las rentas de los castillos de «Kel, Ocón, Parnugos, Gramón, Zerezo, Valorcanas, Trepcana, Milier, Amihugo, Hayaga, Miranda, Santa Gadea, Portela, Malvecin, Leguín y el castillo que tiene Godín». Y solicitaba además le restituyera el rey de Castilla hasta la cantidad de cien marcos de plata.

perpetua é inviolable paz ambos reyes, se restituyeran recíprocamente por entero todo lo pedido en derecho, y el rey de Castilla diese durante diez años al de Navarra su tío, tres mil maravedís en cada uno, pagados en Burgos en tres plazos. Después de expresada su conformidad á la sentencia por los monarcas españoles, reuniéronse en la Abadía de Fitero, donde juraron una tregua de diez años, y mantenerla « fielmente sin fraude ni engaño, siendo perjuro y alevoso el que la quebrantare. No tardó esto en suceder, demostrándose el poco aprecio que daban los monarcas á sus propias palabras: volvieron á guerrear los reyes de Castilla y de Navarra; pero efectuaron á poco y sin intervención agena, una conferencia entre Logroño y Nájera, y arreglaron sus diferencias. Cítanse los castillos y pueblos que se devolvieron en la Rioja; mas nada se dice del territorio alavés, que creemos continuaría en poder del monarca de Navarra por cuanto en una escritura del año 1184 se intitula Rey de Pamplona y de Álava ›.

Y en efecto, debió haberse distribuído este territorio; y así se consigna en el mismo instrumento citado por Garibay, en el que se dice: Yo D. Alonso Rey de Castilla, doy por quito á > vos D. Sancho Rey de Navarra, de Alava perpetuamente para > vuestro Reino, conviene á saber, desde Ichiar y Durango, que › quedan dentro de él, exceptuando el castillo de Malvesín, que > pertenece al Rey de Castilla, y también Zufivarrutia y Badaya, > como caen las aguas hacia Navarra, excepto Morellas que >pertenece al Rey de Castilla, y tambien desde allí á foca y de foca abajo, como divide el río Zadorra hasta que cae en el > Ebro..

Poco duraderas eran las paces en aquellos tiempos, pues el afán de pelear ó el de satisfacer insaciables ambiciones podía más que las palabras, los juramentos y los más solemnes contratos; no siendo obstáculo tampoco para invadir un reino el que el monarca estuviera guerreando con los infieles, que hasta la

alianza de estos se buscaba en las luchas que entre sí sostenían los cristianos. Así sucedió al Rey de Navarra, con quien se ajustaron paces, merced á la intervención de los papas Celestino III é Inocencio III, por medio de sus legados Gregorio y Ragnerio, quienes le obligaron bajo las penas de excomunión y entredicho á apartarse de la alianza y amistad de los musulmanes, ni justificada ni honrosa.

Poco le afectaban tan terribles castigos, porque no contentándose con sus amistosos tratos con el emir mahometano, marchó á África á entenderse directamente con él; aunque algunos cronistas han supuesto, sin probarlo, que le indujeron á tan atrevido viaje, ciertos amores con una princesa africana. Desmentida esta novela, por extranjero inventada, y sólo cierta su marcha al África, dejando huérfano el reino, sin duda para interesar en su demanda al musulmán, ayudóle tomando parte activa en sus guerras, en las cuales demostró el navarro el heroísmo que le conquistó el sobrenombre de Fuerte, á costa indudablemente de su descrédito político.

La orfandad en que D. Sancho dejó su reino la aprovecharon los reyes de Aragón y de Castilla, apoderándose el pri mero de la antigua Ruconia y el segundo no paró hasta la frontera francesa.

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De no escasa importancia la conquista de Álava por D. Alfonso, ha sido presentada de muy distintas maneras y en completa contradicción. El príncipe de Viana consigna que el rey de Navarra vióse con el rey de Castilla su primo, é díjole como le era forzado ir á tierra de moros, é encomendóle su regno; como quier quel dicho su primo daba por consejo al dicho rey que hobiese de ir de allende en socorro del dicho rey moro, ansí el dicho rey de Navarra fué. E siendo en la dicha Tremecén adolesció muit fuertement, é cuidó morir; é algunos de Castilla, que fueron con él, tubiendole sus fisicos por muerto, vinieron á Castilla, é fueron al rey de Castilla su señor á le facer reverencia, é eil demandoles nuevas del dicho rey de Na

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