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varra, é eillos le dijeron como lo dejaban en tal estado, que ya debia ser muerto, ca ya le habian sus fisicos desamparado. E sobre esto el rey de Castilla, hubo su consejo, especialment, entre otros, con D. Diego de Vizcaya; fuele dado por consejo, que pues el rey de Navarra era tanto su deudo, é non hubiese ningun fijo, que pusiese esfuerzo en correr é tirarle su tierra, antes que el Conde de Champaña, el cual era su sobrino, ni los del regno, lo supiesen si se apercebiesen; é si no que el dicho conde regnaria en el regno de Navarra, porque era su sobrino del dicho Rey D. Sancho, é más cercano por parte de su madre; é con el deudo que habia con el rey de Francia lo podia empescer; é que no le habria tanto de amor é de vergüenza como debia. E ansi, el dicho Rey de Castilla corrió toda la tierra de Alava, é Guipúzcoa é Navarra (1). Prescindimos de exponer algunas contradicciones en que incurre después el desventurado Príncipe, y veamos cómo refiere el mismo hecho el arzobispo D. Rodrigo contemporáneo de los sucesos:

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El noble Rey D. Alfonso queriendo vengar los agravios que había recibido del de Navarra, congregó contra ella su ejército, y con el del Rey de Aragón su fiel amigo ganaron á Ruconia y á Aybar, que tocaron al Rey de Aragón; ganaron también á Isaura y á Miranda, que quedaron al noble rey: y así habiendo hecho varios estragos, volvieron entrambos reyes á sus Reinos. Al mismo tiempo el noble rey de Castilla empezó á infestar á Ibida y Álava, y ganó con dilatado sitio á

Vitoria ›..

<Entretanto cansados los de Vitoria con los asaltos y trabajos del sitio, y extenuados con la falta de víveres, se vieron pre

(1) Y continúa diciendo, que Navarra por tener su gente con el rey no pudo defenderse; que se rindió Vitoria; que se enviaron letras al rey de Navarra participándole todo; que no las recibió hasta cerca de un año, y aunque doliente aún el navarro, las comunicó al rey moro, é vino á Cartagena y por Aragón á Navarra, desde donde envió mensajeros al rey de Castilla sobre su conducta, y el de Castilla con dilaciones y excusas no le quiso rendir nada, y como el navarro se sintió flaco de su cuerpo no pudo recobrar lo perdido en Álava y Guipúzcoa. (Crónica de los Reyes de Navarra.)

cisados á entregarse. Pero el venerable García obispo de Pamplona, agradable por el deseo que tenía de su libertad, reconocida la opresión de la hambre, pasó apresuradamente á hablar al Rey Sancho en tierra de moros con uno de los sitiados; y declarando la verdad de las cosas, obtuvo licencia para que se entregase Vitoria al Rey de Castilla. Y así volviendo en el tiempo aplazado con aquel caballero que habían enviado los sitiados de Vitoria, les manifestó la orden del Rey Sancho, para que se entregase la ciudad al Rey de Castilla. Con que ganó el noble Rey Alfonso á Vitoria, Ibida, Álava y Guipúzcoa con sus castillos y fortalezas, á excepción de Treviño, que después le fué dado á trueque de Inzura. También dió á Miranda en semejante trueque por Portella: y adquirió á San Sebastián, Fuenterrabía, Beloaga, Zeguitagui, Aircorroz, Aslucea, Arzorozia, Vitoria la vieja, Marañón, Ausa, Atavit, Irurita y San Vicente ».

Más acertado el arzobispo que el príncipe, ya tuviera ó no D. Alfonso agravios que vengar, consideró propicia la ocasión de estar huérfano el reino por la ausencia de D. Sancho; no habiendo noticias de que dejara Regencia ni delegara solemnemente el poder soberano en autoridad alguna.

La conquista de Vitoria no fué obra de poco tiempo, porque parece evidente que D. Alfonso encomendó á D. Diego López de Haro la continuación del cerco mientras el rey iba á Guipúzcoa. Y fué brava la resistencia; pues aunque la amparasen fuertes murallas, necesitaron los vitorianos mostrar valor y constancia, y probar hasta dónde llegaba el sufrimiento por las privaciones de todo género que experimentaron; no siendo menos de alabar su lealtad: precisados á rendirse, solicitaron del rey de Castilla un plazo para saber la voluntad de D. Sancho su señor. Entonces fué cuando pasó á África el obispo de Pamplona, informó al rey de la situación de la ciudad, y concedida su entrega, lo fué á D. Alfonso de Castilla en el año 1200. Don Alfonso le confirmó sus fueros y libertades, sin poner en ella justicia ni autoridad alguna.

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Dueño el castellano de Vitoria, lo fué de toda Álava y Arraya (1), dando su gobierno á D. Diego López de Faro ó Haro cuya jurisdicción se extendía hasta el mar de Vizcaya (2); y como el prestigio de su nombre, y sus gallardos hechos, le cons tituían la persona más conspicua de aquel país, hasta muerto fué considerado. Aunque han pasado cerca de seis siglos después del fallecimiento de este héroe, se le pide á su memoria un obsequio muy particular, pues todos los años, luego que el ayuntamiento de la ciudad de Nájera hace el nombramiento de sus constituyentes para el gobierno del año siguiente, pasa á publicar y leer la elección delante del panteón de D. Diego López, diligencia tan necesaria, que es nula la elección si se omite esta circunstancia; por lo que á cualquiera hora que se concluya, aunque sea la más intempestiva, se pasa á el monasterio, cuyo abad y monjes cuidan bien de tener abiertas sus puertas hasta que se finalice el acto› (3).

Con D. Diego habían acudido hijosdalgo, caballeros y soldados de la cofradía de Álava, á las inmediatas órdenes de Rodríguez de Mendarizqueta á la batalla de las Navas de Tolosa; después á la conquista de Baeza; adquiriendo importancia y gloria, que no en balde era uno de los magníficos florones de la corona de Castilla. Así que, cuando la inmortal D.a Berenguela concertó la boda de su hijo D. Fernando III con la prin

(1) Arraya y la Minoría constituían la hermandad de la cuadrilla de Salvatierra compuesta de las cinco villas de Maestu, Alauri, Vírgara mayor, Vírgara menor y Azaceta, y las del Valle Real de la Minoría eran Arenaza, Ibisate, Igoroin, Cicujano, Muntu, Alecha y Leorza, siendo villas separadas Berroci, Izarza, Onraita, Raitegui, Corres, Apellaniz, Arlucea y Urarte.

Fué señor del valle de Arraya el famoso fabulista D. Félix María Samaniego, natural de La Guardia.

(2) En una escritura del año 1201 se dice: «reinando el rey Alonso en Toledo, en Castilla, en Álava y en San Sebastián, y bajo su dominación Diego López en Borobia (que será Bureba) y Soria hasta el mar de Vizcaya». (Archivo de San Millán, etc.—MARINA, Diccionario de la Academia). En otra escritura de 1210, se dice también que dominaba Diego López de Faro en Castilla la Vieja, en Álava, en Vizcaya y en Nájera, reinado D. Alfonso en toda Castilla, en Toledo y en Álava hasta San Sebastián.

(3) MARINA.

cesa Beatriz, recibió á su nuera en Vitoria, acompañando á la reina gran séquito de prelados y caballeros, de los maestros de las Órdenes, de abadesas y de mucha nobleza de caballería.

Confirió el rey Fernando á su hijo D. Alfonso el mando ó adelantamiento de la frontera, y estando en Vitoria, faltó á la confianza por su padre en él depositada, acogiendo á D. Diego López de Haro que indispuesto con el rey se retiró á Vizcaya y promovió rebelión, hallando D. Fernando fácil manera de apaciguarla, y que los mismos que la promovieron le ayudaran poderosamente á conquistar Sevilla, á cuya gloriosa empresa acudieron alaveses.

También el rey D. Sancho tuvo que morar en Vitoria al ir á apaciguar la rebelión de vizcaínos, y unióse allí con la reina que acababa de dar á luz en aquella ciudad al infante D. Enrique.

Prósperas siempre para Álava las regias visitas, la recibió de San Fernando (1239) y fueros Antuñano; Salvatierra de D. Alfonso X, repoblándola (1), Arceniega el de Vitoria, y Estavillo y Armiñón el de Treviño.

(1) Villa que se había llamado Hagurain y que volvió á tomar el nombre de Alba-tierra, de la antigua Alba de los romanos.

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