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cayó en poder de una guerrilla que mandaba un capuchino | pues de haber destinado á Mahy al mando de Asturias, y de nombrado Fr. Juan de Delica.

La retirada de Soult produjo tambien la de Ney, que viéndose solo de los suyos en Galicia, y mas cercado y perseguido de los nuestros que lo que él quisiera, determinó abandonar como él aquel reino, y volverse igualmente á Castilla, por el camino real de la Coruña á Astorga, el mismo que Soult habia llevado antes, cuando iba acosando á los ingleses, de quienes volvia acosado ahora. Las poblaciones que atravesó el ejército de Ney no fueron mejor tratadas que las que á su tránsito habia incendiado ó asolado Soult: arranques de venganza y de desesperacion de dos insignes mariscales del imperio, que habiendo contado con enseñorear fácilmente á Galicia y Portugal, donde entraron triunfantes, volvian de Portugal y Galicia con la mitad de la gente que llevaron, destruida la otra mitad entre el ejército inglés y las tropas y los paisanos españoles. El conde de Noroña con la division del Miño entró en la Coruña, evacuada que fué por Ney, con gran júbilo de los moradores. Al tiempo que Ney llegaba á Astorga, entraba en Zamora el mariscal Soult (1).

Ni fueron estos solos generales los que se retiraron, ni aquellas dos regiones las solas que á fines de junio se vieron libres de las tropas francesas. Tambien Bonnet y Kellermann retrocedieron de Asturias á Castilla cada uno por su lado, este último huyendo de don Pedro de la Bárcena y de Worster que por la parte de Poniente avanzaban sobre Oviedo, aquel hostigado por Ballesteros, que con el batallon de la Princesa mandado por don José O'Donnell y perteneciente á la Romana, y con el de Laredo perteneciente á las montañas de Santander, que se le habian reunido, llegó á juntar diez mil hombres. Situóse con ellos en las montañas de Covadonga, entusiasmado con los gloriosos recuerdos de la restauracion de la monarquía en aquellas célebres asperezas. Pero faltos de víveres, tuvo que abandonar aquellos sitios, y dirigiéndose hácia Castilla sin camino ni vereda, buscando las faldas de las montañas, logró despues de mil penalidades arribar á la tierra de Valdeburon, y pasar de allí á Potes, cabeza de la comarca nombrada de Liébana. Meditando luego acometer alguna empresa importante, resolvió de acuerdo con otros jefes apoderarse de Santander, pero hízolo con tan pocas precauciones que dió lugar á que la corta guarnicion que en la ciudad habia se hiciese paso, y con tan mala suerte que revolviendo contra él aquella misma noche los franceses ya reforzados, penetraron en la poblacion sorprendiendo á los nuestros y desbandándoles, á tal extremo que creyendo Ballesteros su division perdida embarcóse azoradamente con el coronel de la Princesa O'Donnell en una lancha, haciendo los soldados de remeros, y de remos los fusiles. Elogióse con razon la conducta del batallon de la Princesa, que, fugitivo su coronel, se retiró con órden y serenidad, atravesando por medio de peligros y dando combates gran parte de Castilla hasta incorporarse con el general Villacampa en Molina de Aragon.

y mas

La Romana, que entró en la Coruña poco despues de Noroña, condújose allí de un modo parecido á como habia obrado en Asturias; resumió en su persona toda la autoridad, dado á mezclarse en negocios políticos y á fiscalizar el comportamiento de otros en lo económico y civil que á mejorar la condicion de los ejércitos y reorganizarlos, suprimió las juntas de partido que en el fervor de la insurreccion se habian creado, estableciendo en su lugar gobernadores militares, escudriñaba abusos, oia las quejas de los descontentos ó agraviados, gozaba con los agasajos y obsequios que recibia: mas si bien pudo corregir algunos males, entibió el entusiasmo público, y no progresó la parte militar. Por último, des(1) Los resentimientos y discordias entre los dos mariscales franceses llegaron al mayor extremo, en términos que habria sido muy peligroso el juntar los dos ejércitos. Ney, especialmente, vehemente de carácter, escribió al rey José y al mismo Soult las cartas mas ofensivas á este, y con la misma irritacion y acritud se expresaban todos sus soldados. Y en tanto que Ney en Astorga desahogaba así su enojo contra Soult, este en Zamora se encontraba como abatido, pensativo siempre, y consumido al Así los pintaban los oficiales encargados por el ministro de la Guerra de darle cuenta de lo ocurria. que

parecer de pena.

dejar en Galicia algunos cuadros para la formacion de un ejército de reserva, determinó tambien volver á Castilla, donde ordenó á Ballesteros que se le reuniera con el mayor y mas escogido número posible de las tropas asturianas, encaminándose él al Vierzo y tierra de Leon.

Sucedia esto cuando Napoleon desde Schoenbrunn, siguiendo en su manía de dirigir desde léjos la guerra de España, habia dispuesto que los cuerpos 2.0, 5.° y 6.o, mandados por Soult, Ney y Mortier, se reuniesen formando uno solo, y operasen bajo la direccion de un general, designando para el mando en jefe al duque de Dalmacia, Soult, como el mas antiguo. Disposicion que podria ser muy acertada para el objeto que se proponia de batir y arrojar los ingleses, pero que puso en alarma y conflicto á los tres mariscales y al rey José, porque no se creia posible que los tres pudieran servir juntos, y menos que el altivo Ney (el carácter de Mortier era mas modesto y permitia colocarle en cualquier situacion) se doblegara á estar bajo las órdenes del mismo de quien se hallaba tan quejoso y exasperado, y con quien habia dicho que estaba resuelto á no servir mas. Fuéle no obstante necesario obedecer. Mas antes de ver los resultados del nuevo giro que esta reunion dió á la campaña, cúmplenos reseñar brevemente lo que durante estos sucesos habia ocurrido en otros puntos de la Península.

Al modo que en Galicia, así tambien en Castilla se habian formado y corrian la tierra molestando á los franceses, interceptándoles correos y víveres, y cogiéndoles destacamentos, esas bandas de hombres armados, que irritados contra la invasion extranjera, impulsados por su propio patriotismo, ó excitados por hombres resueltos y audaces inclinados á buscar fama ó ventura en este género de lides, ú obligados por la pobreza y falta de trabajo, ó huyendo de la accion regular de las leyes, se levantaban y reunian y peleaban en derredor de un caudillo, y empezando en corto número y engrosando despues, á favor de la estructura geográfica de nuestro suelo y de una aficion ya antigua y como heredada de unas en otras generaciones, hicieron importantísimos servicios á la causa nacional, y dieron no poco que hacer á las aguerridas huestes del dominador de los imperios. La Junta Central comprendió el fruto que podia sacarse de estas guerrillas, y trató de regularizarlas en lo posible y disciplinarlas. Distinguiéronse desde el principio en este concepto en Castilla don Juan Diaz Porlier, nombrado el marquesito, por creérsele pariente del de la Romana. Oficial cuando la derrota de Burgos, y habiéndose encargado de reunir dispersos y allegando á ellos alguna gente, primero en los pueblos de la Tierra de Campos, San Cebrian, Fromista, Paredes de Nava y otros, corriéndose despues á Sahagun, Aguilar de Campóo y comarcas intermedias de Santander y Asturias, hacia gran daño á los enemigos, y apoderábase ya de considerables depósitos y gruesos destacamentos. Era su segundo don Bartolomé Amor, distinguido por su intrepidez, merced á la cual y á sus condiciones militares le veremos mas adelante elevado á uno de los primeros grados de la milicia.

Era otro de los partidarios célebres de Castilla don Juan Martin Diez, nombrado el Empecinado (especie de apodo que se daba á los naturales de su pueblo, Castrillo de Duero), soldado licenciado, que dedicado á las labores del campo en la villa de Fuentecen, conservando el espíritu bélico, y lleno de enojo contra los franceses, cambió la esteva por la espada; asistió ya á las acciones de Cabezon y Rioseco; perseguido despues, preso y fugado, levantó con tres hermanos suyos una partida, que aumentada cada dia, recorria las comarcas de Aranda, Segovia y Sepúlveda, burlaba al enemigo cuando mas acosado parecia verse de él, hacia prisioneros, entretenia fuerzas considerables destacadas en su persecucion, y cuando se vió mas estrechado corrióse por la sierra de Avila á guarecerse en Ciudad-Rodrigo. La junta le confirió el grado de capitan.-Llamado estaba tambien á hacer ruido como guerrillero el cura de Villoviado, don Jerónimo Merino; de los cuales y de otros que por aquel tiempo se levantaron tendremos ocasion de hablar segun se vayan desarrollando los sucesos.Otros con menos fortuna, y así era natural que sucediese,

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tiempo para nosotros las cosas de la guerra en la parte de Cataluña. Cierto que despues de los descalabros de Cardedeu y Molins de Rey no habia hecho poco Reding en mantenerse firme y tranquilo en Tarragona, reforzando y completando su ejército, ya con reclutas, ya con cuerpos formados que llegaban de Granada y de Mallorca, muy auxiliado por la junta, que para facilitarle caudales no vacilaba en recoger y convertir en moneda la plata de los templos y aun de los particulares. Siguióse al principio el plan de no aventurar batallas campales con los franceses, sino molestarlos al abrigo de las plazas fuertes y de las asperezas y montañas, y ojalá se hubiera seguido en este prudente propósito, que era el consejo de los jefes mas cuerdos y experimentados. Pero mal avenido con esta espera el genio belicoso de los naturales, y no llevándola tampoco bien el carácter altivo de Reding, movido tambien por las esperanzas que le daban sus tratos y relaciones secretas con la gente de Barcelona, determinó dar un ataque general.

Disponia Reding de 25,000 hombres, de los cuales solo 10,000 tenia dentro de Tarragona, fuera de la ciudad los restantes al mando de don Juan Bautista de Castro en una extensa línea

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de diez y seis leguas. El plan era interponerse Castro entre Mas habiendo tropezado con la division francesa de Souham los enemigos y la plaza de Barcelona, y á su tiempo caer Re- situada en las alturas de Valls, y colocándose nuestro ejérciding sobre aquellos, así como los somatenes todos que opor- to en unas colinas á la orilla derecha del Francolí, rigiendo tunamente se descolgarian de las montañas. Mas cuando la izquierda y centro el general Martí, la derecha el general parecia próximo á ejecutarse el golpe, el general Saint-Cyr Castro, empeñóse formal pelea (25 de febrero), en que los con su acostumbrada destreza rompió la línea española, y nuestros llevaron ventaja por espacio de cuatro horas, hasta apareciéndose de improviso y por un movimiento de costado que uniéndose Saint-Cyr á Souham, y obstinándose Reding á la vista de Igualada, sorprendió á Castro, teniendo este que en no abandonar el campo, no obstante la opinion de algunos retirarse apresuradamente hácia Cervera, y entrando los ene- jefes españoles de no ser prudente aventurarse á perder lo migos en Igualada, donde se apoderaron de copiosos víveres, ganado batiéndose con tropas de refresco, trabado de nuevo y de que tenian buena necesidad. Dejó allí Saint-Cyr á los gecon mas ardor el combate, el valor y la tenacidad de los nuesnerales Chabot y Chabran, y revolviendo por San Magin tros no bastó á resistir el impetuoso ataque del enemigo, obligó al brigadier Iranzo á refugiarse en el monasterio de siempre bien dirigido por Saint-Cyr: rota nuestra línea, los Santas Creus. Como á libertarle acudiese Reding con algunas soldados se dispersaron salvándose por los barrancos y aspe fuerzas que consigo llevaba, y con otras que se le agregaron, rezas, yendo muchos á refugiarse á Tarragona. Allá llegó tamresolvió Saint-Cyr interponerse entre el general español y bien por la noche Reding, con cinco heridas que recibió roTarragona trocándose así y volviéndose como al revés el plan deado de jinetes enemigos, de que con trabajo y á fuerza de primitivo de aquel. Movióse entonces Reding hacia Mont-valor se pudieron librar él y los oficiales que le acompañaban. blanch, donde celebró un consejo (24 de febrero) para resolver definitivamente si convendria ir al encuentro del enemigo ó retroceder á Tarragona. Decidióse lo último, haciendo la marcha de modo que ni se buscara el combate, ni se esquivara siendo á él provocados.

Quedó, entre otros, prisionero el marqués de Castelldosrius. Perdimos en aquella accion mas de 2,000 hombres, contándose entre los muertos algunos oficiales superiores.

La industriosa y rica poblacion de Reus, sin duda por evitar el saqueo, abrió sus puertas al vencedor, y aun salió la

municipalidad á recibirle y ofrecerle auxilios; conducta ex- | traña y hasta entonces desoida. Propúsose Saint-Cyr, extendiéndose hasta el puerto de Salou, dejar á Tarragona incomunicada con el resto de España, y esperar que el desaliento de la derrota de Valls y la epidemia que en la ciudad se habia desarrollado con motivo del hacinamiento de enfermos y heridos en los hospitales, la obligarian á rendirse, quedando así dueño del país, sin necesidad de sacrificar mas gente. Léjos, sin embargo, de abatir los reveses à hombres del aliento y la perseverancia de los catalanes, millares de miqueletes y somatenes, guiados por el general Wimpffen y por caudillos del país tan intrépidos como Milans y Clarós, proseguian una guerra sin tregua, arrojaban á los franceses de Igualada, y acercándose á Barcelona alentaban de nuevo á sus moradores, costando á los generales franceses no poco esfuerzo restablecer sus comunicaciones con la guarnicion de la capital. Cansóse tambien Saint-Cyr de esperar en vano la sumision de Tarragona, y así levantando el campo y dirigiéndose hácia Gerona cuyo sitio meditaba, pero queriendo hacer alarde del poco cuidado que le inspiraban los enemigos, desde Valls envió un parlamentario al general Reding (19 de marzo), diciéndole, que teniendo que partir al dia siguiente á la frontera de Francia, entregaria, si gustaba, el hospital que allí habia formado al jefe español que quisiera destinar á hacerse cargo de él; proposicion que aceptó Reding con gusto. A los pocos dias entró Saint-Cyr en Barcelona, donde permaneció hasta el 15 de abril.

Que el espíritu de la poblacion de Barcelona desde el principio había tenido en continuo recelo é incesante desconfianza al general Duhesme, lo hemos indicado ya otras veces, y es fuera de duda; como lo es que continuamente se habian entendido y estado en tratos personas notables de dentro con los jefes y caudillos de fuera, incluso el capitan general Villalba nombrado por los franceses en reemplazo de Ezpeleta. Era, por decirlo así, una conspiracien latente y asidua, contenida por la vigilancia y por la fuerza. Conocedor de esto el general Saint-Cyr, quiso, durante su permanencia en Barcelona, comprometer la poblacion obligando á las autoridades civiles, como antes se habia intentado con las militares, á prestar el juramento de reconocimiento y de obediencia al rey José. En su virtud las convocó Duhesme á la casa de la audiencia (9 de abril), pero hecha la excitacion, precedida de un estudiado discurso, negáronse á ello con resolucion y firmeza aquellos buenos patricios, así magistrados como individuos de la municipalidad y jefes de la administracion, añadiendo algunas palabras tan enérgicas y dignas como las del oidor Dueñas, que dijo, que «antes pisaria la toga que vestia, que deshonrarla con un juramento contrario á la lealtad;» y como las del contador Aguirre que expresó, que «si toda la España proclamase á José, él se expatriaria solo.» Valióles tal conducta á aquellos integérrimos varones el ser conducidos en calidad de presos á la ciudadela y á Monjuich, y trasportados despues á Francia; medida violenta que se extrañó en el general Saint-Cyr, que habia dado antes pruebas de no ser hombre cruel, ni duro y áspero de condicion.

consideraba y conducia como hijo de España, á quien tan principalmente se habia debido el triunfo inmortal de Bailen, sucumbió de resultas de las heridas recibidas en Valls, agravadas con los sinsabores del ánimo. Sucedióle interinamente en el mando el marqués de Coupigny.

Por último, el rey José que desde Madrid observaba los movimientos de unos y otros ejércitos en todas las zonas de la Península, que con el mayor Jourdan dirigia las operaciones de los suyos en aquello en que lograba ser obedecido de los mariscales, que aquí sobre el terreno veia las cosas y conocia las necesidades harto mejor que Napoleon desde el centro de Alemania, y con todo esto tenia que esperar sus órdenes, pero que las mas veces por la urgencia de los casos se veia obligado á mandar ú obrar por sí antes de recibirlas, en vista de los movimientos de ingleses y españoles hácia Castilla y Extremadura, comprendiendo que seria una imprudencia emprender en tales circunstancias la expedicion á Andalucía que queria el emperador, autorizó al mariscal Víctor á volver sobre la orilla derecha del Tajo entre Almaráz y Talavera, dió órden á Sebastiani de replegarse á Madridejos, porque su posicion mas allá del Guadiana seria muy peligrosa, y como viese que la marcha de estas tropas se retrasaba mas de lo que queria, él mismo partió de Madrid con 6,000 hombres, dirigiéndose por Toledo á Madridejos, donde llegó el 25 de junio. Mas no tardó en retroceder á la capital (29 de junio), porque no la creia segura de un ataque del enemigo (1).

Hé aquí la situacion militar de España á consecuencia de la campaña de la primera mitad del año 1809, de que tan magníficos resultados se habia prometido Napoleon con los 300,000 hombres que aquí tenia, tal como la describe un historiador francés, ciertamente nada sospechoso de adicto á España. «La evacuacion de Galicia, dice, por los dos mariscales Soult y Ney habia entregado todo el Norte de España á los insurrectos... Toda la Galicia, las provincias portuguesas de Tras-os-Montes y de Entre-Duero-y-Miño, la raya de Castilla la Vieja hasta Ciudad-Rodrigo, y parte de Extremadura desde esta última plaza hasta Alcántara, estaban en poder de los españoles, portugueses é ingleses reunidos, sin contar el Sur de la Península que les pertenecia exclusivamente... Habiéndose replegado Víctor sobre el Tajo... el general español Cuesta se habia dirigido del Guadiana hácia el Tajo frente por frente de Almaráz. En la Mancha el general Venegas, que habia reemplazado á Cartaojal en el mando del ejército del centro, amagó atacar al general Sebastiani; el rey José tuvo que salir de Madrid con su guardia; replegado Venegas, el rey se volvió á la capital. En Aragon el general Suchet estaba reducido á pelear cada dia con los insurrectos, á quienes no habia desalentado el sitio de Zaragoza; y en Cataluña SaintCyr meditaba sitiar las plazas fuertes de que estaba encargado, teniendo que sostener cada dia un combate con los somatenes. Hé aquí el espectáculo que en aquellos momentos presentaba la guerra de España. »

Ya antes habia dicho este mismo escritor: «Mientras que con soldados que casi eran unos niños ponia término Napoleon en tres meses á la guerra de Austria, no podian sus generales, con los primeros soldados del universo, aniquilar unas cuantas hordas indisciplinadas y un puñado de ingleses mandados con cordura. Eternizábase la guerra en España en detrimento de nuestro poderío, de nuestra gloria algunas veces, y en mengua de la dinastía imperial.»

Despues de esto, y en medio de la guerra de somatenes que constante y vivamente seguia haciéndose, con frecuentes reencuentros y variados trances y alternativas, partió SaintCyr de Barcelona. La poblacion de Vich en que entró (18 de abril) estaba yerma de gente: al revés que en Reus, todos los moradores habian emigrado, llevando consigo sus alhajas mas preciosas, y no encontró en ella mas habitantes que el obispo, seis ancianos y los postrados y enfermos. Allí recibió noticias de Francia, de que casi del todo habia carecido hacia cinco meses. Siempre con el designio de poner sitio á Gerona, dióle campaña que duró los seis primeros meses del año 1809, en ninguna parte los hallamos mejor y mas compendiosamente reunidos que en la carta tiempo para poderlo preparar la muerte de Reding, acaecida que el 26 de junio dirigió el mariscal Jourdan desde Madridejos al mien Tarragona (23 de abril). Aquel valeroso, activo é inteligen-nistro de la Guerra, dándole cuenta de todo, así como de las intenciones te general, de nacion suizo, de corazon español, y que ya se y propósitos del rey.

(1) Entre los muchísimos datos y noticias que se encuentran en todas las historias y memorias de aquel tiempo acerca de las operaciones de la

TOMO V

13

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Antes de continuar la relacion de las operaciones militares que estaban preparadas, digamos algo de la marcha que al propio tiempo iba llevando el gobierno nacional. Noticiosa la Junta Central de Sevilla de haberse esparcido con motivo de la derrota de Medellin la falsa voz de que pensaba trasladarse á América, para desvanecer la alarma y aquietar los ánimos, publicó un decreto (18 de abril), declarando que solo en el caso de exigirlo la pública utilidad, ó de evidente peligro, mudaria de residencia. En su sistema político, continuaba en general apegada á las antiguas ideas, á pesar de la muerte de Floridablanca, que habia sido mirado como el obstáculo y la rémora para las reformas. Murmurábanlo los hombres ilustrados del país, y lo censuraba el gobierno de nuestros aliados. Al fin, la entrada en la Junta del intendente Calvo de Rozas, hombre enérgico y de ideas avanzadas, alentó al partido reformador representado por Jovellanos, renovó la proposicion antes hecha de convocar las Córtes del reino (15 de abril), y esta vez la mayoría de la Junta la tomó en consideracion sometiéndola al exámen de las secciones. Agregóse á esto la continuacion del periódico liberal titulado Semanario patriótico, que habia empezado á publicar en Madrid don Manuel José Quintana, en que se ventilaban cuestiones políticas, dándose con esto á la imprenta cierto ensanche que no se habia permitido hasta entonces: todo lo cual anunciaba cierto cambio en la marcha política del gobierno en el sentido que ya habian manifestado desear algunas juntas de provincia.

Decreto de la Central.-Su sistema político.-Proposicion sobre llamamiento á Córtes.-Fórmula del decreto.-Por qué no se recibió con entusiasmo.-Operaciones militares.-Aragon: Blake, capitan general. -Formacion del segundo ejército de la derecha.-Accion y triunfo de Alcañiz.-Derrota Suchet á los nuestros en María y en Belchite.-Pasa Blake á Cataluña.-Extremadura.-Proyectos y errados planes de Soult.-Discurren mejor el rey José y el mariscal Jourdan.- Movimientos del ejército inglés.-Plan de campaña concertado entre Wellesley y Cuesta.-Fuerza y posiciones respectivas de los ejércitos francés y anglo-español.-Sale el rey José de Madrid con la guardia real y la reserva. Hace retroceder á los españoles que avanzaban hácia la capital.-Tardanza de Soult en ejecutar las órdenes del rey.-Síntomas y preparativos para una gran batalla.-Avístanse los ejércitos enemigos.-Célebre batalla de Talavera, la mayor que en esta guerra se habia dado.—Triunfo importante de los anglo-españoles.-Premios. Wellesley es nombrado capitan general de ejército y vizconde de Wellington.-Discordias entre los franceses.-Desavenencias entre Cuesta y Wellesley.—Llega Soult con sus tres cuerpos de ejército á Extremadura.-Marchítanse en el Puente del Arzobispo los lauros de Talavera. -Derrota de los nuestros en Almonacid.-Retírase Venegas á Sierra Morena.-Wellington con los ingleses se replega á la frontera de Portugal.-Cuesta es reemplazado por Eguía.-Resultado general de esta Examinada por las secciones y presentada á la deliberacion campaña para unos y otros.-José en Madrid: notables providencias de gobierno y administracion.—Cataluña.-Empeño de los franceses de la Junta plena la proposicion de llamamiento á Córtes, en tomar á Gerona.-Reille, Verdier, Saint Cyr.-Ejército sitiador. combatiéronla los partidarios del régimen absoluto, pero deDesventajosas condiciones de la plaza.--Admirable decision de las tro- fendiéronla y apoyáronla con calor los que mas se distinguian pas y de los moradores de la ciudad.-Entereza, valor y heroísmo del por su saber y por sus luces, entre los cuales es excusado adgobernador Alvarez de Castro.-Operaciones del sitio: ataques: asal- vertir que se contaba el ilustre Jovellanos. Tambien la aprotos á Monjuich.-Pérdida y escarmiento de los franceses.-Bloqueo.bó el presidente marqués de Astorga, con lo que se vió de Somatenes.—Apoderanse los sitiadores de Monjuich con pérdida de cuánta importancia habia sido que este magnate reemplazase en la presidencia al conde de Floridablanca. Mostróse el mas decidido y avanzado de todos el bailío don Antonio Valdés, que sobre el principio de que no deberia quedar institucion que no se reformase, salva la religion católica y la conservacion de la corona en Fernando VII y su dinastía, presentó un proyecto de decreto que pareció excesivamente libre y por tanto peligroso en aquellas circunstancias. Redactóse por lo mismo, y se aprobó y publicó otro (22 de mayo), en que se anunciaba, bajo una fórmula mas vaga, «<el restablecimiento de la representacion legal y conocida de la monarquía en sus antiguas Córtes, convocándose las primeras en el año próximo, ó antes, si las circunstancias lo permitiesen. »

tres mil hombres.-Obras de defensa en la ciudad.--Imperturbabilidad de Alvarez.-Socorre Blake la plaza.-Proezas de don Enrique O'Donnell.-Emisarios enviados á intimar la rendicion á la plaza. Son recibidos á metrallazos.-Ataques, brechas, asaltos frustrados.Intentan Blake y O'Donnell socorrer de nuevo la plaza.-Apoderase del convoy el enemigo.-Hambre horrorosa en Gerona: epidemia: cuadro desolador: constancia de los defensores: serenidad heróica de Alvarez: horrible mortandad de gente.-Congreso catalan en Manresa: no puede socorrer á Gerona.- Enfermedad y postracion de Alvarez: resigna el mando.-Imposibilidad de prolongar la resistencia.-Honrosa capitulacion. Lo que admiró á Europa este memorable sitio.-Dolorosa y trágica muerte de Alvarez.-Justas recompensas y honores tributados por la nacion á su heroísmo.

Sucesos militares de grande importancia quedaban abocados. Lo admirable es que en tanto que el Austria, prevalida del levantamiento de España, y alentada con ver los ejércitos franceses ocupados y distraidos en nuestra península, declaraba por cuarta vez, ahora con gran confianza de buen éxito, la guerra al emperador francés; y en tanto que Napoleon, partiendo como el rayo del centro de España para prepararse á la lucha que le amenazaba otra vez por el Norte de Europa, improvisaba los ejércitos de conscriptos, y con aquella prodigiosa inteligencia y aquella actividad maravillosa que le habian hecho formidable al mundo, avanzaba con celeridad é intrepidez, franqueaba el Danubio, batia y derrotaba las enormes y disciplinadas masas del ejército austriaco, aterraba con la victoria de Essling, asombraba con la de Wagram, obligaba á pedir la paz de Altenburgo en el centro de la monarquía austriaca, y terminaba así aquella gloriosa y memorable campaña en los mismos y en menos meses que duró aquí la que dejamos descrita en el capítulo anterior; lo admirable, decimos, es que mientras allá Napoleon con ejércitos casi de reclutas daba cima á tan grande y tan difícil empresa, acá con las tropas mas aguerridas y los generales mas afamados del imperio, y con su hermano funcionando como rey en la capital, sus numerosas y veteranas legiones eran arrojadas de provincias enteras, y descalabradas y diezmadas por aquellos soldados bisoños, aquellos jefes inexpertos y aquellos paisanos mal armados y peor vestidos que él tanto menospreciaba, y cuya total destruccion habia creido seria fácil tarea para unos pocos regimientos.

lo

Bien que este decreto fuese la piedra fundamental para la reconstruccion del edificio de la libertad política de España, no excitó el entusiasmo que se creyó produciria entre los amantes de ella, así por no haberse prefijado la época precisa de la reunion, como por disponerse en uno de sus artículos que acerca del modo de convocarse y constituirse las primeras Córtes se consultaria á varias corporaciones y personas, en tanto que una comision de la Junta se ocuparia tambien en preparar los trabajos necesarios para ello: dilatorias que daban desconfianza y disgusto á los impacientes, esperanza y ánimo á los enemigos de la institucion. Efecto semejante produjo otro decreto (25 de junio), restableciendo el antiguo y supremo Consejo de España é Indias (1) que tan opuesto se

(1) Real decreto de 25 de junio de 1809, nombrando los ministros dias, creado por otro real decreto de la misma fecha. que han de componer el Consejo y Tribunal Supremo de España é In

<«El Rey nuestro señor don Fernando VII, y en su real nombre la Suprema Junta Gubernativa de España é Indias, á consecuencia de lo determinado por su decreto fecho en este dia, estableciendo la nueva planta del Consejo Supremo de España é Indias, ha venido en nombrar los sujetos de que debe componerse por ahora el expresado Tribunal, en la forma siguiente, por el orden y antigüedad aquí señalada: don José Joaquin Colon, decano; don Manuel de Lardizabal y Uribe; el conde del de Torres; don Antonio Ignacio Cortavarria; don Ignacio Martinez de Pinar; don Francisco Requena; don José Pablo Valiente; don Sebastian Villela; don Antonio Lopez Quintana; don Miguel Alfonso Villagomez; don Tomás Moyano; don Pascual Quilez Tolon; don Luis Melendez Bruña; don Juan Miguel Perez Tafalla y don Ciriaco Gonzalez Carvajal: para

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habia mostrado á toda reforma, ó por mejor decir, y era lo que mas se sentia, la refundicion de todos los demás Consejos en aquel solo. De otro efecto habia sido el de 2 de mayo, confiscando los bienes de los principales afrancesados (1). Aunque las operaciones militares de mas importancia estaban indicadas en el Mediodía de la Península, justo es hacer mérito de las que en otros puntos habian tenido lugar, bien que no fuesen de tanta cuenta. En Aragon, rendida que fué Zaragoza, quisieron los franceses aprovechar aquellos momentos de quebranto y de luto para apoderarse de las plazas fuertes de aquel antiguo reino, á cuyo fin fué destinado el 5.o cuerpo. Lográronlo sin gran dificultad con las plazas de Jaca y de Monzon: esta última, evacuándola el gobernador Ansoátegui y los vecinos al ver la respetable fuerza que contra ella iba; la primera por arte é intriga de un fraile agustino llamado el P. Consolacion, de los poquísimos de su ropa que apostataron de la causa nacional y que ayudado de algunos desleales fomentó en secreto la desercion de los soldados de la guarnicion. Menos afortunado el mariscal Mortier, tres veces se dirigió en persona contra la plaza de Mequinenza, y otras tres fueron sus tentativas rechazadas. El deseo de restablecer la comunicacion entre Madrid y Zaragoza los llevó hácia el Mediodía de aquel reino, y entraron en Molina, desamparada por la junta y por los habitantes. Por último, cuando por órden de Napoleon marchó el 5.o cuerpo con Mortier hacia Valladolid, quedó solo en Aragon el 3.o al mando de Suchet, teniendo que pelear con los insurrectos del país, y además con el segundo ejército español de la derecha, denominado de Aragon y Valencia, que la Junta mandó formar para cubrir las entradas de las dos provincias, y cuya direccion confió al general Blake.

Este ilustre general, que desde que dejó el mando del ejército de Galicia habia estado constantemente solicitando de la Junta que le empleara en algun servicio activo, allí donde pudiera ser mas útil á la causa nacional, habia sido primero destinado á Cataluña á las órdenes de Reding, despues le confió la formacion y el mando del segundo ejército de la derecha, y últimamente cuando acaeció la muerte de Reding, le nombró tambien capitan general del Principado; de modo que reunia Blake interinamente la direccion superior de las armas de toda la antigua coronilla de Aragon. El segundo cuerpo habia empezado á formarle con la division de Lazan, situada en Tortosa, y con ocho batallones que le suministró Valencia, apostados en Morella á las órdenes de don Pedro Roca. Organizando y disciplinando estaba Blake este nuevo cuerpo, cuando supo que en Aragon habia quedado solo el 3o de los franceses. Con esto, y con noticia de que el paisanaje aragonés se fiscales á don Nicolás María de Sierra y don Antonio Cano Manuel: para una de las Secretarías generales del mismo Consejo á don Estéban Varea, encargándose por ahora del despacho de ambas. Y habiendo tenido á bien establecer una contaduría general para las dos Américas, ha nombrado por contador general á don José Salcedo. Y en atencion á las actuales circunstancias disfrutarán por ahora todos los expresados ministros individuos del Consejo el mismo sueldo que gozaba respectivamente cada uno por sus anteriores destinos. Tendréislo entendido, y dispondreis lo conveniente á su cumplimiento.-El marqués de Astorga, presidente. -En el Alcázar de Sevilla á 25 de junio de 1809. -A don Benito Ramon de Hermida.>>

(1) Real decreto de 2 de mayo de 1809.

Art. I. Serán confiscados todos los bienes, derechos y acciones perte necientes á todas las personas de cualquier estado, calidad ó condicion que fueren, que hayan seguido y sigan el partido francés; y señaladamente los de don Gonzalo de O'Farril, de don Miguel José de Azanza, del marqués Caballero, del conde de Campo Alange, del duque de Frias, del conde de Cabarrús, de don José Mazarredo, de don Mariano Luis de Urquijo, del conde de Montarco, de don Francisco Xavier Negrete, de los marqueses de Casacalvo, de Vendaya, de Casa Palacios y de Monte Hermoso, de don Manuel Romero, de don Pablo de Arribas, de don José Marquina y Galindo, del marqués de San Adrian, de don Tomás de Morla, de don Manuel Sixto Espinosa, de don Luis Marcelino Pereira, de don Juan Llorente, de don Francisco Amorós y de don José Navarro Sangran, cuyos sujetos, por notoriedad, son tenidos y reputados por reos

de alta traicion.

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movia, salió él de Tortosa (7 de mayo), antes de lo que habia entrado en sus planes. En efecto, los moradores de Albelda se habian negado á pagar los impuestos con que los franceses los oprimian, y auxiliados por el gobernador de Lérida habian escarmentado en Tamarite á los que iban á reducirlos. Los vecinos de Monzon se levantaron y arrojaron de la plaza la guarnicion francesa, y fuerzas respetables que fueron enviadas á vengar tamaño atrevimiento no solo habian tenido que retirarse con gran pérdida, sino que despues, no pudiendo vadear el Cinca los que en auxilio suyo acudieron de Barbastro, aislados á la izquierda del rio y hostigados por todas partes, tuvieron que entregarse prisioneros (21 de mayo) en número de 600 hombres á los jefes Perena y Baget.

Blake desde Tortosa se dirigió á Alcañiz, y obligó á la division Leval á evacuar aquella plaza (18 de mayo). En socorro suyo se movió Suchet de Zaragoza. Juntas las fuerzas francesas ascendian á 8,000 hombres; algunos mas eran los de Blake, reunidos ya los valencianos de Morella á los de la division Lazan. El 23 de mayo aparecieron los franceses por el camino de Zaragoza frente de Alcañiz. Trabóse allí una reñida pelea, en que al través de algunas alternativas durante el combate, quedaron victoriosos los españoles, obligando á Suchet á retroceder con pérdida de 800 hombres la vía de Zaragoza, aterrados y desordenados los suyos, siéndole preciso en Zaragoza tomar medidas severas para el restablecimiento de la disciplina, y reparar las fortificaciones para evitar una sorpresa. Distinguiéronse en la accion de Alcañiz, Areizaga, que defendió heróicamente la ermita de Fórnoles, repetidamente y con ímpetu y empeño atacada por Suchet, y don Martin García Loigorri, con el acertado fuego de la artillería que gobernaba.

No eran infundadas las precauciones de Suchet. Despues de pasar Blake algunos dias en Alcañiz ejercitando sus tropas en maniobras militares, engrosadas estas con las que de Valencia le acudieron de nuevo, y juntando así hasta 17,000 hombres, emprendió é iba avanzando camino de Zaragoza. La fuerza de Suchet en esta ciudad ascendia á 12,000, y aguardaba mas, procedente de Tudela y de Plasencia. Hasta dos leguas y media de Zaragoza llegó Blake la mañana del 15 de junio, franqueando el arroyo que pasa por delante del pueblo de María, si bien dejando en Botorrita la division de 5,000 hombres que mandaba Areizaga. Salióle tambien allí al encuentro Suchet, como era natural, y mas habiendo recibido el refuerzo de Tudela. Separaba ambos ejércitos una quebrada: al principio los españoles desordenaron y deshicieron la izquierda enemiga, pero una operacion ejecutada con rapidez por su caballería arrolló nuestros jinetes, rompió nuestra ala derecha, y aunque Blake se mantuvo firme y resistió todos sus ataques con denuedo, algunos cuerpos que flaquearon descendieron á la hondonada en cuyos barrizales se hundian ellos y se atascó la artillería. Perdiéronse quince piezas; pereció bastante tropa, y entre los prisioneros que nos hicieron se contaban el coronel Menchaca y el general Odonojú, que guiaba la caballería. Retiróse Blake en buen órden á Botorrita, donde estaba la division Areizaga, que no sabemos por qué se conservó alejada; así como Suchet se volvió á Zaragoza, de donde siempre salia con desconfianza y recelo.

Pero interesábale demasiado perseguir á Blake en su retirada, y así revolviendo otra vez sobre él le encontró á los tres dias en Belchite (18 de junio). Aun duraba en nuestros soldados la impresion del descalabro de María; la circunstancia de haber caido una granada enemiga en medio de un regimiento, y el haber coincidido con el incendio de algunas de las nuestras, infundió tal espanto en los que mas cerca se hallaban, que trasmitiendo el terror á otros y cundiendo casi á todos, diéronse á huir ciega y atropelladamente, sin que les sirviera de leccion ni de ejemplo ver á su general en jefe permanecer firme é inmóvil en su puesto con los generales Roca y Lazan y algunos oficiales. Los cañones que habian quedado de la accion de María se perdieron en la fuga, no que en el combate de Belchite; por lo mismo que apenas hubo combate, hubo tambien pocos muertos y pocos prisioneros: si por parte de Blake pudo haber algo censurable en haber aceptado otra accion, reciente aun la poco afortunada de hace tres dias, dió al

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