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venian; y ansí mismo enviado la Real Audiencia un oidor, que fue el licenciado Sanchez de Paredes, á dalle en nombre della la bien venida, y á tenelle en el viaje compañía. Y por no haber llegado los navíos en que venia su recámara y criados al puerto desta cibdad, hizo alto en la villa de Chancay, que es nueve leguas della; hasta que surgieron y descargaron, y se aderezó la casa con la suntuosidad de aderezos que el Visorey traia, que pudo la Real persuña en ella aposentarse. En el Zaguei que llaman, dió la cibdad al Visorey la comida que acostumbran, que fue muy espléndida y bien servida. Era tan grande la necesidad en que todo el reino estaba de ropa, por haber tres años que no venia flota, que de qué hacer una capa no habia, hasta que estos navíos llegaron, que traian mucha. Hizo alto el Visorey en la chacara de Barrio Nuevo, que está de la ciudad como media legua, que era el más apropósito para la entrada; la cual fue dia del glorioso apóstol San Andrés, 30 dias del mes de Noviembre del año de 69. A esta chacara vino el licenciado Lope García de Castro, gobernador destos reinos, con la Real Audiencia, á comer con el Visorey; y acudieron todos los vecinos encomenderos, cibdadanos, iglesia, provinciales y prelados de las órdenes á dalles la bien venida. La entrada, recibimiento y fiesta que se le hizo, fue el más grandioso y solemne que á otro algun Visorey se hobiese hecho, y estampa (1) en lo que es lugares y puestos, de lo que hasta hoy se guarda en la entrada de los Visoreyes que le han sucedido. Y aunque no referiré por estenso la entrada, particularizaré los puestos y lugares que cada uno llevó este dia. De la chacara de Barrio

(1) Estampa es decir: muestra, modelo.

Nuevo, partió el Visorey temprano despues de comer, con solos los caballeros, criados de su casa con su guion detrás; y él en una litera. Como en medio el camino, que es el que he dicho, salieron las compañías de los gentiles hombres, lanzas y arcabuces de la guarda deste reino. El Visorey, dejada la litera, subió en un caballo suyo, ricamente aderezado. Tomaron la vanguardia los arcabuceros, y la relaguardia los gentiles hombres lanzas. Llegado el Visorey al parage de la ciudad, tenia el caballo que le daba para su entrada con su telliz (1): el mayordomo de la cibdad que se le dió, hizo este dia el oficio de caballerizo. Aquí estaba la guardia ordinaria de alabarderos del Visorey con su librea y alabardas en las manos. La librea era asaz vistosa y galana, de amarillo, negro y carmesí. A poco trecho estaba la infantería y capitan della, lustrosos, costosos y bien aderezados; y no menos el capitan Joan de la Arreinaga, á quien la cibdad para el efecto eligió: el cual hizo al Visorey un elocuente razonamiento. Llegado al arco, que era en el principio de la puentc,, habiendo tomado al Visorey juramento, llevaron de rienda al caballo los dos alcaldes ordinarios, y las varas del pálio los regidores. Y el órden que desde allí llevaron, fue tomar la vanguardia la infantería, y luego el capitan de los arcabuceros de á caballo. Á esta compañía, seguian los caballeros criados del Visorey, gentiles hombres de su casa, deudos, en dos, en hábito de camino; luego, veinticuatro pages, en cuerpo, con arcabuces en los arzones, y deudos, en dos, ropiilas de terciopelo

(1) Telliz, segun Terreros, es la cubierta de la silla del caballo, que se pone despues de apeado el caballero, ó como de respeto en funciones públicas.

amarillo, guarnecidas con terciopelo negro y carmesí; con dos maestresalas, uno delante y otro detrás. Sucesivamente venia toda la caballería y nobleza desta cibdad. Luego, la Universidad, con sus borlas, cada uno conforme á su facultad. Seguian á este los maceros de la cibdad, con las mazas abatidas sobre los brazos; tras quien iba la Real Audiencia, con todos los ministros y oficiales de aquel tribunal. Luego los reyes de armas, con sus cotas y mazas, descaperuzados. Venia sucesivamente el pálio, regidores, alcaldes y el Visorcy, el teniente de la guardia de á pié y de caballerizo á los lados. Llevaba la guardia en medio al Visorey y Real Audiencia. El capitan della salia á ordenar lo que convenia, volviéndose á su puesto, que era en medio de sus alabarderos. Despues del pálio iba el guion; el que le llevaba iba en cuerpo, sin que ninguno fuese á su lado. Seguian luego el caballerizo y camareros del Visorey, y detrás un page de lanza y otro con una maleta de terciopelo; y toda esta máquina se acababa con el capitan y gentiles hombres, lanzas, deudos, en dos, que llevaban la retaguardia. Con este órden fueron por las calles que para su recibimiento estaban aderezadas, hasta la iglesia mayor, en cuyo cimenterio estaba el arzobispo D. Gerónimo de Loaisa con la cruz y un sitial, donde recibió al Visorey, teniendo el uno con el otro grandes cumplimientos, como tan sábios, prudentes y discretos cortesanos. Y yendo juntos, el Visorey á la mano derecha, entraron en la iglesia, donde despues de hecha oracion, salió el Arzobispo acompañando al Visorey hasta el propio lugar á dó en el cimenterio Je habia recibidó; y dando una vuelta á la plaza, que ella y las calles por dó el Visorey pasó, de aderezos y damas estaban hechas un cielo, se entró en las Casas Reales que

son en ella, con que se acabó este recibimiento, en que no cuento de música que el Visorey trajo y acá habia, ni arcos, ni letras; ni lo dicho é afeitado de razones como en otro recibimiento que adelante se verá lo hago; sino bruto como fue, que no habia menester más relieves ni oro del mucho que en él hobo, como todos bien lo vieron.

CAPÍTULO XII.

Del asiento del tribuual de los alcaldes del crímen.

Para tantas costas como el Rey nuestro señor en este reino tenia, y tan ténues y cortos réditos, no dejó de dificultarse mucho la imposicion de más gastos con un nuevo tribunal y sala de alcaldes del crímen. En lo cual instó el Visorey, conociendo la gran necesidad que dél habia, y utilidad de que seria, como bien se ha esperimentado, hasta que se le concedió; y así la primera cosa que hizo llegado á esta ciudad, fue el recibimiento de los alcaldes de córte, y tomalles juramento, y dar en este tribunal asiento. Fueron los primeros el licenciado Landecho, el cual murió en Tierra Firme; otro el licenciado Altamirano; el tercero el doctor Valenzuela: relator, el licenciado Turin; secretario, Joan Gonzalez Rincon.

CAPÍTULO XIII.

Del recibimiento de la inquisicion y asiento deste tribunal.

Porque para recebir este santo tribunal en esta cib

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dad y órden que en ello se habia de tener, precedió particular cédula del Rey nuestro señor, lo cual largamente refiero en el capítulo que desto trata en las grandezas de la cibdad de los Reyes, aquí solamente diré, que luego que fué el Visorey recibido, dió la órden en el recibimiento deste tribunal. Los inquisidores fueron dos: uno el licenciado Bustamante, de la casa y camarero del inquisidor general, licenciado Espinosa, obispo de Sigüenza, presidente del Consejo Supremo y cardenal, el cual murió en Panamá; otro el licenciado Hernan de Zerezuela, natural de la villa de Oropesa y criado de los condes della y de Deleitosa; fiscal, el licenciado Alcedo: secretario, Eusebio de Arrieta.

CAPÍTULO XIV.

De un pueblo que el Visorey mandó hacer, llamado Santiago del Cercado, en los fines desta cibdad.

Acabadas las fiestas y regocijos de su venida, y despachado el aviso della á las cibdades y cabildos del reino, á los obispos y á algunos caballeros particulares, y prevenido con sus cartas á los oficiales reales que juntasen toda la hacienda que á S. M. pertenecia, y que la enviasen á esta cibdad para que se llevase al Rey nuestro señor; habiendo visitado las iglesias, monasterios y hospitales; vista la descomodidad que los indios, ansí yngas como serranos, que venian á hacer mita á esta cibdad tenian, y que era forzoso el hacerla, y menesteroso el darles casas de vivienda, do se recogiesen y estuviesen; habiendo bien mirado el más conveniente y apropósito sitio para reducir estos indios, eligió uno dos

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