Las comedias de d. Pedro Calderon de la Barca, corregidas y dadas á luz par J.J. Keil senior, Volumen4

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Página 91 - CRESPO Con mi hacienda; pero con mi -fama no. Al rey la hacienda y la vida se ha de dar; pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios.
Página 165 - Ven, muerte, tan escondida, que no te sienta venir, porque el placer de morir no me torne a dar la vida.
Página 79 - ¡injusta ley traidora!, la afrenta de quien la llora, y no de quien la comete! ¿Mi fama ha de ser honrosa, cómplice al mal y no al bien? ¡Mal haya el primero, amén, que hizo ley tan rigurosa!
Página 102 - ... os lo ruego de rodillas, y llorando sobre estas canas, que el pecho, viendo nieve y agua, piensa que se me están derritiendo.
Página 102 - Eso está muy puesto en razón. Con respeto le llevad a las casas, en efeto, del concejo; y con respeto un par de grillos...
Página 140 - Confieso que estoy loco y estoy [ciego. pues la verdad que adoro es la que [niego. Pero si un hombre el daño no alcan[zara, aunque errara, parece que no errara ; que en tan confusa guerra, solo errará el que sabe cuánto yerra.
Página 105 - ¿por qué, como a capitán y caballero, no hicisteis degollarle ? CRESPO ¿Eso dudáis? Señor, como los hidalgos viven tan bien por acá, el verdugo que tenemos no ha aprendido a degollar.
Página 199 - Amón pierdo. Tome eterna posesión el llanto, porque sea eterno de mis infelices ojos hasta que los deje ciegos. Lástimas hable mi lengua. No escuchen sino lamentos mis oídos lastimosos ¡Ay, mi Amón! ¡Ay, mi heredero! Llore tu padre con Jacob diciendo: ¡ Hijo, una fiera pésima te ha muerto ! AUTOR.
Página 133 - ... república de flores, era tercero fiel de mis amores. Allá el silencio de la noche fría, el jazmín que en las redes se enlazaba, el cristal de la fuente que corría, el arroyo que a solas murmuraba, el viento que en las hojas se movía, el aura que en las flores respiraba, todo era amor : ¿qué mucho, si en tal [calma aves, fuentes y flores tienen alma?
Página 195 - El Rey mi señor me llama : ¿iré ante el Rey, mi señor? ¿Su cara osaré mirar sin vergüenza ni temor? Temblando estoy a la nieve de aquellas canas ; que son los pecados frías cenizas del fuego que encendió amor.

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