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belleza de la forma humana, sino la asombrosa fecundidad de la madre naturaleza; su sistema religioso es una silenciosa espectativa de los males ó bienes que vienen sobre el hombre; su sistema filosófico es el panteismo, en el que todo se pierde en la inmensidad de un Sér único, principio y fin de todas las cosas, y del cual todas las cosas existentes no son sino diversas y divinas manifestaciones; y su sistema literario corresponde como es natural, á estas dos concepciones generadoras de todas sus ideas y origen de todos sus sentimientos.

Viene después la Grecia. Su bello ideal es la forma humana. El Oriente-dice un escritor-revela al hombre los secretos del mundo de la naturaleza, del mundo de Dios, la Grecia, los secretos del mundo del arte; del mundo del hombre.

Este mira frente á frente los terribles pro. blemas, cuya solución definitiva buscó en vano la humanidad por tantos siglos, y en la poesía dramática de la Grecia, la más perfecta y la más acabada, nos presenta á Prometeo eternamente castigado de su osadía, por haber robado el fuego celeste, condenado á que un buitre le devore eternamente las entrañas, encadenado allá en las cumbres del Cáucaso; á Edipo, víctima inocente de la ciega fatalidad, y también algu

nas veces, tipos purísimos del amor conyugal y filial en Andrómaca y Antígona.

El culto de la forma humana fué llevado por los griegos hasta la exageración. No solo dieron á sus dioses forma y pasiones hu manas, sino que también humanizaron, divinizándolas, las fuerzas de la naturaleza. Los bosques de Grecia están poblados de sátiros y faunos, sus fuentes de náyades y nereidas: el viento que sopla obedece los mandatos de Eolo, las tempestades son sus. citadas por Neptuno, y sus dioses tienen su morada en la poética cumbre del Olimpo.

"Roma-dice Castelar-fundió en un solo molde la idea del Oriente y la idea griega, el mundo del Dios-Naturaleza y del hombre divinizado; y esta idea trascendental constituye la vida de la sociedad romana, se refleja en la división social de patricios y ple. beyos, aquellos con sus formas religiosas y legales, estos con su constante aspiración á la igualdad, y por eso vemos que en su religión se congregan todos los dioses, en sus leyes se funden todos los derechos en sus actos se reproduce el génio de todos los pue. blos y en su parnaso guarda laureles para todos los poetas."

La idea cristiana vino á cambiar radicalmente la concepción de la belleza suprema, y produjo, como era natural, una nueva li

teratura, manifestaciones nuevas de la vida intelectual del hombre. No tengo tiempo de hablar aquí detenidamente de este asunto, y me limito, por lo mismo, á llamar vuestra atención acerca de un hecho por demás interesante.

La idea cristiana produjo en el espíritu del hombre una concepción nueva de la naturaleza. Aparte de la pureza de las creencias y de su reconocida influencia en las concepciones puramente metafísicas, dió orígen á lo que después hemos llamado poesía descriptiva.

Esta es una observación curiosa que encontraréis en los escritos de un sabio ilustre, en los cuales sorprende el encontrársela, atendiendo al carácter exclusivamente científico de sus elucubraciones. Me refiero al célebre Baron de Humboldt, en su obra intitulada Cosmos ó Ensayo sobre la descripción física del Mundo. “El mundo nuevodice no ha podido romper bruscamente con el antiguo; pero los cambios verificados en las aspiraciones religiosas de la humanidad, en los sentimientos morales, y aun en la vida exterior de los hombres, obrando sobre el espíritu de la multitud han hecho brillar repentinamente lo que hasta entón. ces había escapado á la imaginación. El cristianismo dispuso á los espíritus á buscar en

el órden del mundo y en la hermosura de la naturaleza el testimonio de la grandeza y de la excelencia del Creador. Esta tendencia á glorificará la Divinidad debió guiar el gusto de las descripciones."

Algún crítico ha creido encontrar en Lucano, poeta que floreció en tiempo de Nerón, una tendencia á la poesía puramente descriptiva. Sin tener este poeta ni el sentimiento vivo de la belleza artística que poseía Virgilio, ni la inspiración de Horacio, ni la ternura de Tíbulo; tenía algo más humano, algo que era como la síntesis del génio romano en aquella edad, y la revolución que se iba verificando en el mundo antiguo, en ninguna otra parte se revela mejor que en las descripciones de la naturaleza, que nos ha dejado este poeta. (1)

Pero sea lo que fuere de esta opinión, no por eso es ménos cierto que las más hermosas descripciones del mundo sensible se en. cuentran después del advenimiento del Cristianismo. Esas armonías misteriosas entre el estado de nuestra alma y de los objetos que nos rodean, esa tendencia del hombre á hacer subjetivas todas sus concepciones, que

(1) Veáse la descripción del Bosque de Marsella en el lib. 3. de la Farsalia, y á Nizard "Estudios sobre los poetas latinos de la decadencją."

forma uno de los carácteres de las literaturas modernas, se encuentran bien determinadas en algunos pasajes de los padres de la Iglesia. Son tan hermosas y poéticas algunas de sus descripciones, que sólo el temor de fatigar vuestra atención, me priva del placer de copiarlas aquí. Si os las leyese, sin deciros de donde las había tomado, creeriais escuchar uno de los más bellos pasajes de alguno de nuestros poetas contemporáneos. (1)

La edad media persiguió también su bello ideal, y excusado es decir que esa época de grande fé y de grandes crímenes, de sen timientos purísimos y delicados y de áspe ras y rudas costumbres, en que todo estaba en fermento y confusión, preparándose el feliz alumbramiento de las sociedades modernas, está magníficamente representado en el sublime poema del Dante.

Los tiempos modernos manifiestan una tendencia muy marcada al individualismo. Va desapareciendo el Estado como personificación de todas las fuerzas sociales, para ser sustituido por la política, que es la participación de todas las clases en los ne

(1) Vease á Villemaine "Cuadro de la elocuen. cia cristiana en el siglo IV" y la obra de San Basilio, intitulada: "El Hexameron ó Discurso sobre la obra de los seis días de la Creación."

Cora.-3

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