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DISCURSO OFICIAL

pronunciado en la solemne distribución de premios á los alumnos de los Colegios y Escuelas del Cantón de Orizaba, verificada la noche

del 2 de Enero de 1883. [1]

[1] La idea fundamental de esta alocución está tomada de la magnífica obra de Monseñor Dupanloup sobre “La Educación."

Cora.-16

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X

SEÑORES:

I la consideración de mis escasos méritos, ni el temor de repetir conceptos ya enunciados por mí en las

repetidas veces en que, con motivo de una festividad cual la presente, me ha tocado ocupar esta tribuna, han sido parte á hacerme declinar la honra que la Junta Académica de mi Colegio me ha generosa. mente dispensado, encargándome de dirigiros la palabra en esta noche. Si estas circunstancias debieran alejarme de este sitio, al cual nunca he venido sino para cumplir con mis deberes oficiales, y mi voluntad siempre firme y constante en servir á la ju. ventud, me atraería á él, llevándome sin es

fuerzo á hablaros de un asunto, que tiene para mí tantos encantos, y dándome aliento para vencer las dificultades de mi empresa.

¡Difícil es la situación en que actualmente me encuentro! A lo desautorizado de mi palabra hay que añadir la necesidad de encerrar dentro de los estrechos límites de una breve alocución las sérias y graves consideraciones á que dá lugar el asunto de que voy á ocuparme; el temor de abusar de vues. tra paciencia ya harto cansada por lo mucho que se ha prolongado esta solemnidad, y más que todo, la dificultad de presentaros bajo una forma nueva, ideas ya conocidas pero en las cuales juzgo conveniente insistir, porque creyéndolas verdaderas y saludables, sentiría que cayesen en olvido. Trayendo á vuestra memoria el recuerdo de vuestros primeros años, he procurado alguna vez despertar en vuestras almas las más vivas simpatías en favor de la niñez desvalida; os he dado á conocer también la importancia que en el órden social tiene la educación de esos jóvenes tan llenos de ilusiones y esperanzas, cuyas mentes se abren candorosamente al soplo de todas las doctrinas, cuyas almas se encienden con tanta facilidad al calor de todas las pasiones. He intentado por último, bosquejar ante vuestra vista el cuadro de la vida del profesor

de esa vida, si llena de encantos, no exenta de amarguras, sí movida casi siempre por generosos impulsos, sujeta muchas veces á. tristes desfallecimientos; vida tan humilde, tan modesta, tan poco conocida en lo que tiene de más íntimo, como de ordinario mez. quinamente recompensada. Después de ha ber dicho todas esas cosas, ¿qué más podría añadir?

Sin embargo, señores, es tan fecundo el asunto de que debo hablaros; el espectáculo que tenemos ante nuestra vista conmueve tan profundamente nuestros pechos; habéis mostrado siempre tanto interés y tanto afán por los adelantos de la niñez y la juventud, que todavía, aun reconociendo y confesando en alta voz mi insuficiencia, me atrevo á creer que podré presentaros algunas nuevas consideraciones, si os dignáis concederme vuestra atención. Me parece que conturbados vuestros corazones por los mismos afectos que conmueven el mío, esperáis oir brotar de mis labios palabras de amor y bendición, sobre esos tiernos niños, que son hoy el encanto de nuestra vida, que serán mañana el consuelo y el apoyo de vuestros últimos años.

Voy á satisfaceros, señores, en cuanto me es posible, concretando en obsequio de la brevedad, mis observaciones á un solo pun

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