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L reanudar, después de una interrupción prolongada seguramente mayor tiempo del que hubiéramos querido, nuestros estudios literarios, me ha parecido oportuno someter á vuestro juicio algunas breves consideraciones, acerca de la revolución que en el campo de las letras se viene verificando en nuestros días, y que ha dado nacimiento á una nueva escuela apellidada, hasta hace poco, realista, y hoy, naturalista. En esta, como en otras ocasiones, no me preciaré de exponer en este lugar ideas nuevas y originales; más modestas mis pretensiones, van encaminadas tan sólo á daros cuenta de mis lecturas favoritas, con el fin de que todos saquemos de ellas el aprovechamiento que nos sea posi. ble. En esto precisamente consiste la ven.

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taja de las reuniones como la nuestra; cada uno de los que forman parte de ellas, pueden aprovecharse del estudio y del trabajo de los otros.

Ya en otra vez, y con motivo de un estudio en algo semejante á este humilde ensayo, aunque versaba sobre materias puramente filosóficas, hube de deciros que, á mi juicio, la escuela literaria que he mencionado y de la cual voy á tratar, no debía estudiarse aisladamente, porque ella obedece á tendencias más trascendentales, viniendo á ser como el corolario de una filosofía que desdeñando, como superior al alcance de la mente humana, toda investigación acerca de la esencia y el origen de las cosas, se limita al estudio de los fenómenos: Dije también entonces, que á mi modo de ver, no se opera ninguna grande revolu. ción en la esfera del pensamiento, sin que trascienda también al arte, qne no es mas que la manifestación de concepciones puramente metafísicas, hechas sensibles por medio de signos é imágenes exteriores. Hoy puedo añadir, que esta opinión manifestada entonces sin apoyo de ninguna clase, cuenta en su abono con la autoridad de críticos respetables. Leyendo últimamente algunos de los artículos literarios del crítico contemporáneo español D. M. de la Revilla,

he encontrado las siguientes palabras que me permito copiar, por su perfecta conformidad con los conceptos que he emitido. "Es un hecho indudable, dice este estimable literato, que toda innovación producida en cualquiera de las esferas del pensamien. to humano, trascier.de inmediatamente á todas las demás. Nunca se ha dado el ca. so de que una doctrina nueva que aparece en el campo de la filosofía ó de la ciencia, no trascienda al punto á todas las manifestaciones del pensamiento y de la vida, sin duda porque así lo exige el carácter orgánico de la humana naturaleza."

Supuesta esta explicación que he creído conveniente hacer para dar á las personas que me escuchan una idea completa, en cuanto me sea posible, del asunto de que voy á tratar, propóngome en este breve ensayo estudiar el origen, las tendencias y diversas manifestaciones del arte realista, examinar los títulos en que funda sus pre. tensiones de dominación en el campo de las letras y de las artes, y las mayores ó menores probabilidades de que alcance un triunfo definitivo, sirviéndome, en gran parte, de las doctrinas del crítico que he citado últimamente, y procurando ser breve y conciso, como lo demanda la cortedad del tiempo para no cansar vuestra atención.

I

No es posible, cuando se trata de enseñanzas literarias, echar en olvido la gran transformación que se verificó en la literatura al terminar el primer tercio de este siglo. Todos recuerdan el encarnizado combate que hubo por entonces de trabarse, entre clásicos y románticos. El romanticis mo, que no tenía la misma significación en Alemania, que en Francia y en España, acaudillado en la segunda de estas naciones por Víctor Hugo, Dumas y otros muchos literatos de gran mérito, pretendía hacer una profunda innovación en el arte, sustituyendo á lá antigua fórmula de la imitación de la bella naturaleza, la del bello ideal, libre de trabas, de reglas y ligaduras, que en su concepto sólo servían para cortar los vuelos del ingenio y apagar los fuegos de la fantasía. El romanticismo, aunque despojado ya de las exageraciones propias de toda escuela revolucionaria, hubo al fin de triunfar, y por entonces las disquisiciones tuvieron que limitarse á puntos de menos trascendencia. El romanticismo, á su vez, no fué otra cosa, sino el triunfo de las doctrinas espiritualistas é idealistas que dominaban en Filosofía, notablemente exa

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