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Se esceptúan las fincas aplicadas al servicio público, los montes y bosques del Estado que convenga conservar, las minas de Almaden, los terrenos de aprovechamiento comun para los vecinos, de los pueblos, y cualquier otro edificio ó terreno que el gobierno considere deber esceptuar por razones especiales.

Art. 2. La venta se hará con publicidad, por partes, porciones ó trozos, segun lo acuerde el Gobierno en las subastas simultáneas, que se celebrarán en el pueblo donde radique la finca ó fincas, caso de no esceder su valor en tasacion de la cantidad de 10,000 rs., y en un tercer remete, tambien simultáneo, que además de aquellos se verificará en Madrid cuando la finca ó fincas escedieren de la espresada cantidad.

Art. 3. El pago del remate de las fincas rústicas y urbanas deberá hacerse en metálico y en la siguiente proporcion: al contado 10 por 100; en cada uno de los tres primeros años siguientes á la fecha del primer pago, 10 por 100; en cada uno de los cinco años subsiguientes, 6 por 100, y 5 por 100 en cada uno de los seis restantes.

El pago de los censos á favor de los pueblos se hará en la misma especie y proporcion que las fincas rústicas y urbanas, asi como el de los pertenecientes al Estado, clero, y á las corporaciones y establecimientos de instruccion y beneficencia, siempre que escedan de 500 rs. de capital; concediéndose a los compradores ó censatarios que rediman los de menor cuantía la rebaja de una tercera parte del precio de subasta, ó en defecto de esta, de la capi

talizacion.

Art. 4. El producto de todos los espresados bienes ingresará en el Tesoro para ser aplicado con sujecion á lo que determinen las leyes, esceptuando el 80 por 100 del procedente de los propios de los pueblos, el que, depositado en el Banco de San Fernando, se reservará para los objetos que el gobierno designe, á propuesta de los ayuntamientos y diputaciones provinciales.

Art. 5. A medida que se enagenen los bienes procedentes del clero, se emitirán á su favor inscripciones intransferibles de renta consolidada al 3 por 100 por un capital nominal equivalente al producto de las ventas, en razon del precio que obtengan en el mercado los títulos de aquella clase de deuda el dia de las respectivas subastas, con destino á cubrir el presupuesto de culto y clero que la ley señale.

Se emitirán desde luego á favor de los ayuntamientos y corporaciones de beneficencia é instruccion pública inscripciones tambien intransferibles de dicha deuda por una renta igual á la de las fincas y censos de su pertenencia. Efectuada que sea la venta y realizado su cobro por el Tesoro, se practicará una liquidacion, reintegrándose al mismo de lo que hubiese satisfecho como renta de dichas inscripciones y emitiendo por el sobrante que resulte mas inscripciones á favor de las citadas corporaciones y establecimientos.

Art. 6. Serán libres del derecho de hipotecas las ventas y reventas que

de los espresados bienes se hicieren durante los cinco primeros años siguientes al dia de su primer remate.

Art. 7. Se faculta al ministro de Hacienda para que con anuencia del tribunal contencioso administrativo, y acuerdo del Consejo de Ministros, fije las reglas de tasacion, capitalizacion y demás conducentes á facilitar las ventas de que trata la presente ley. Madrid 5 de fobrero de 1855.-El duque de la Victoria. Leopoldo O'Donnell.-Claudio Anton de Luzuriaga.-Joaquin Aguirre.-Antonio Santa Cruz.-Francisco Santa Cruz.-Francisco de Lujan.-Pascual Madoz.»

Mr. Breekenbridge, miembro de la Cámara de Representantes de los Estados-Unidos, ha sido nombrado para reemplazar á Mr. Soulé en Madrid.

DE LA INSTRUCCION PUBLICA EN ESPAÑA ".

CAUSAS DE LA DECADENCIA.

El primer trabajo que ocupó á las naciones de Occidente despues del terrible cataclismo que dispersó los restos del saber antiguo, fué el de reunir estas reliquias y construir con ellas el nuevo templo de la sabiduría. Pero roto estaba todo enlace entre esas diversas partes que ya no se prestaban á formar un edificio completo y ordenado. La erudicion que de aqui resultó fué necesariamente confusa é inconexa, y como no se hacia mas que repetir lo que otros habian dicho, no observándose la naturaleza, ni estudiándose tampoco el hombre á sí mismo, se estancó la fuente de los progresos intelectuales; siendo el resultado, que la razon, perdido el uso de sus facultades, abdicó completamente para ceder el imperio á la autoridad, que llegó á mandar del modo mas absoluto en los dominios de la ciencia. Fortaleció esta tendencia la calidad de las personas que las circunstancias hicieron entonces depositarias del saber: clérigos y monges la mayor parte, hubieron de subordinarlo todo al objeto principal de sus deberes y afecciones, que era la religion. Ya des

(1) Véase el número anterior.

TOMO III

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de el siglo III todos los esfuerzos del ingenio se habian dirigido hacia las discusiones religiosas; y el gran combate que se encendió entre el cristianismo y el paganismo, se hizo la esclusiva ocupacion de los entendimientos superiores.

Entre los padres de la Iglesia cuyas obras son tan notables bajo otros aspectos, hubiéranse podido hallar filósofos observadores, si emplearan su talento en estudiar la naturaleza. Pero desde que la religion cristiana, venciendo al gentilismo, quedó como absoluta dominadora; desde que la clase sacerdotal se hizo prepotente en los campos de la inteligencia, solo se conocieron ya disputas teológicas, aplicándose todas las sutilezas de los griegos á raciocinar sobre el sentido que debiera darse á las sagradas escrituras y á los misterios revelados. Mezclóse, pues, el dogma con la ciencia, dándole su carácter predominante, la estabilidad; y siendo este el pensamiento que todo lo avasallaba, avasalló tambien á la ciencia, que desde entonces se hizo teológica. La teología vino, por consiguiente, á ser la primera de las ciencias, ó por mejor decir, la ciencia única.

Pero la teología misma no era entonces una verdadera ciencia. Reducíase á la exposicion mas o menos extensa, pero sin órden ni método, de los dogmas sagrados; exposicion en que se procuraba conservar la ortodoxia de las doctrinas, bastando esto á la ardiente fé de aquellos tiempos. Si la multitud no aspiraba á más, los hombres de superior talento, que en todas épocas nacen, quisieron penetrar tan oscuros misterios, echando de menos un sistema filosófico que los explicase de modo que la razon humana pudiera quedar convencida, prestando á la fé nuevo apoyo. Intento peligroso que habia ya dado márgen á muchas heregias, y estaba destinado á producir otras nuevas. El único medio de evitar semejante escollo hubiera sido el de dirigir los esfuerzos del entendimiento hácia las ciencias profanas; mas estas ya no existian por haberlas absorbido la ciencia teológica. Siendo, pues, la teología la que descollaba, la única que presentaba el cuerpo al análisis filosófico, debió ser tambien la primera que sintiese sus efectos; y de aqui nació el escolasticismo, que no fué otra cosa mas que la aplicacion de la filosofía á la ciencia. divina.

Naturalmente hubo de asustar esta novedad á los hombres firmemente ortodoxos, para quienes la religion no podia salvarse sin la fé ciega y sin la integridad del dogma y de las doctrinas reveladas. Suscitáronse, pues, los dos partidos que existen siempre en semejantes casos: conservador el uno, innovador el otro. El primero, á cuyo frente se puso San Bernardo, se defendió echando mano hasta de las armas de la persecu

cion; el segundo, cuyo gefe era Abelardo, tuvo rudos combates que sostener, sucumbiendo al fin el célebre amante de Heloisa; mas triunfaron sus doctrinas. La ardiente juventud abrazó entusiasmada un sistema que daba pábulo al inquieto deseo de nuevos adelantos, lanzándola al vasto campo de la controvesia.

Mas estaba lejos todavía el escolasticismo de ser el verdadero sistema filosófico. No se atrevió á romper los lazos de la autoridad; y en vez de no reconocer otra autoridad que la razon, emprendió solo trasladar la razon á la autoridad. No podia ser de otro modo. Tratábase de teología; y aunque Abelardo y sus discípulos dudaban é investigaban, no recaia la duda sobre la verdad de las creencias, que era su ánimo explicar sin destruir. Dudaban sobre la bondad de todo lo que era obra de los hombres en la ciencia existente, é investigaban los medios de reformar lo que tenia en esta parte de imperfecto; pero no se atrevian á entregarse del todo á la razon, y buscaban una autoridad que reemplazando á la razon, sirviese de base á sus doctrinas. Como en este campo se encontraban siempre expuestos á pisar el terreno resbaladizo de la heregía, los que se mantuvieron firmes sin precipitarse por él, no lo consiguieron sino volviendo al culto de la autoridad cifrada en ciertos autores. La voz de el maestro lo ha dicho, fué entonces el talisman poderoso que paralizaba todos los esfuerzos de la razon para salir del círculo en que se hallaba aprisionada.

Ese maestro era precisamente un pagano que hubiera recusado á sus supuestos discípulos si renaciera al mundo para oirlos, y cuyo sistema filosófico nada tenia que ver con el que por tantos años se estuvo sosteniendo á su nombre ¡Estraño destino del genio, cuando llega á dominar toda una época, no bajo la impresion inmediata de su enseñanza, sino al influjo de los que despues de muchos siglos de olvido, se apoderan de sus obras y las interpretan mal, ó las acomodan á sus propias ideas! Defecto habia sido de los filósofos antiguos el querer adivinar la naturaleza en vez de estudiarla; y haciendo todo lo que el ingenio puede alcanzar por sí solo, inventaron infinidad de sistemas para explicar los fenómenos del universo; pero no consiguieron jamás conocer sus verdaderas leyes, que solo se revelan á la atenta observacion. Aristóteles fué de los pocos, si no el único, que se apartó de este método erróneo: dotado de un talento eminentemente observador y analitico, examinó los hechos, asi en el órden intelectual como en el mundo físico, los describió con exactitud, y los comparó entre sí, para deducir conclusiones y establecer preceptos que por llevar ese carácter práctico, fueron generalmente

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