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MOSSEN DIEGO DE VALERA.

Entre los escritores del siglo XV pocos habrá tan notables y tan poco conocidos como Mossen Diego de Valera. Sus obras, en su mayor parte inéditas, yacen hoy dia ignoradas, y si alguna hay impresa, no ha merecido en estos últimos tiempos los honores de la reimpresion. Y sin embargo, Valera fué uno de los que mas contribuyeron con sus escritos á ilustrar la historia de aquel siglo, ya suministrando materiales para la crónica de don Juan II, ya escribiendo la de Enrique IV cuyo doncel fuera, ya en fin compilando para la Reyna Católica una Crónica general de España y continuándola hasta su tiempo; á parte de otros varios escritos salidos de su pluma y que le dan un puesto eminente entre los literatos de su siglo. Las noticias que de él tenemos se hallan esparcidas en sus propias obras, y aunque no tan abundantes y detalladas como seria de desear, ofrecen con todo datos suficientes para apreciar el carácter y circunstancias de un hombre que, cronista y guerrero á un tiempo, realizó en su propia persona aquel célebre dicho de su contemporáneo el marqués de Santillana, de que «la sciencia no embota el fierro de la lanza, nin face floxa el espada en la mano del caballero. >>

Nació Valera en Cuenca, el año de 1412, segun él mismo lo anuncia al fin de su crónica impresa. Se ignora quienes fueron sus padres, pero por escrituras del archivo de aquella ciudad, se sabe que descendia del regidor Juan Fernandez de Valera, uno de los caballeros á quienes el infante don Fernando de Antequera confió la guarda del bagaje y demas pertrechos que en 1407 disponia para el cerco de Setenil. A la edad de quince años, en 1427, entró á servir al rey don Juan II quien le nombró luego doncel de su bijo y sucesor, el príncipe don Enrique. En 1431 acompañó al Rey à la vega de Granada, tomando parte en la expedicion y distinguiéndose en la batalla de la Higueruela. Tambien se halló, segun parece, en la entrada que el adelantado Diego de Ribera hizo algun tiempo despues en tierra de moros en favor del infante Benalmao contra Mohammad, el Izquierdo, rey de Granada. Vencido éste y puesto en el trono su competidor, firmáronse treguas por cinco años y la guerra cesó; pero Valera, que como la mayor parte de los hidalgos y caballeros de aquel tiempo, ansiaba cobrar fama y fortuna, determinó salir de España en busca de nuevas lides y aventuras.

Ofrecíasele entonces al jóven doncel ocasion oportuna de mostrar su valor y gentileza. Alberto, rey de Romanos é hijo de Sigismundo emperador de Alemania, se hallaba en lucha abierta con los partidarios de Juan Huss, cuya heregía habia de tal manera cundido por sus estados, que fué necesario todo el talento y energía de aquel príncipe para reprimir la rebelion de sus subditos fanatizados. Algunos años antes, en 1430, habia venido á Castilla el conde Roberto de Scilly, sobrino carnal del emperador Sigismundo, siendo muy obsequiado del rey don Juan, quien le habia hecho caballero de la Escama. Mas tarde, en 1435, venia Roberto de Balsé, caballero tudesco, quien haciendo armas en Segovia con don Rodrigo Alonso Pimentel, fué vencido por éste en presencia del mismo monarca; y fué tal la afluencia de nobles extrangeros que de todas partes de Europa acudieron por aquel tiempo à la célebre romería de Santiago, que no es de estrañar se divulgase en Castilla, asi la lucha empeñada por Alberto contra los hereges de Alemania, como las gracias y honores por él concedidas á los caballeros que se alistaban en sus banderas. Juan de Merlo, célebre justador y uno de los que figuraron en 143 4 en el paso honroso de Suero de Quiñones, Fernando de Guevara, Pedro de Cartagena, hermano del obispo don Alonso, el conde don Martin Enriquez de Gijon y otros ilustres caballeros, tomaban servicio con el de Bohemia y se disponian, allí como aquí, á combatir contra los enemigos de la fé católica.

En 17 de Abril de 1136, hallándose el rey don Juan en Roa, Valera le pidió su licencia para pasar á Alemania, y servir á las órdenes de Alberto, y el Rey no solo se la concedió graciosamente, sino que le dió ademas cartas muy expresivas para aquel soberano, y para el Rey de Francia y Emperador de Alemania. En Francia Valera no se detuvo mas que el tiempo necesario para presentar sus cartas de recomendacion y creencia al rey Carlos VI á la sazon ocupado en el sitio de Montreaux, que al fin tomó á los ingleses. De allí pasó á Praga en Bohemia, donde fue muy bien recibido del rey Alberto, el cual habiéndole dicho que se preparaba á atacar á los rebeldes de Tabor, le preguntó, si queria acompañarle á aquella expedicion y recibir su sueldo: á lo que el doncel con noble orgullo contestó que « él no era allí venido á ganar sueldo, mas á le servir en aquella guerra como cada uno de los continos de su casa» respuesta que el Rey agradeció sobre manera, mandando al huésped, en cuya casa Valera se habia alojado, que le subministrase todo cuanto hubiese menester, prometiendo satisfacer el gasto de su real tesoro. Dice la crónica de don Juan II que dos dias antes que el rey marchase á la expedicion de Tabor, mandó llevar á la posada del doncel << una tienda y un chariote (ó carromato) toldado, y un caballo que lo tirase, é dos hombres que lo gouernasen y armassen la tienda,» disponiendo que se aposentasse en casa de aquel Roberto de Balsé que viniera á Castilla en 1435, y que por haber recibido singulares mercedes asi del rey don Juan como de los principales señores de su corte, habia quedado en extremo aficionado y agradecido á los castellanos.

Sucedió un dia que cenando Valera con el rey Alberto y varios caballeros de su córte, entre los cuales estaba el conde de Cilique (Scilly), recayó la conversacion sobre España, y el conde dijo haber visto en Portugal en el monasterio de Batalha el pendon de Castilla colgado de una de las naves de la iglesia, el cual pendon los portugueses decian haber ganado en la batalla de Aljubarrota, y que por lo tanto era de opinion que el Rey de Castilla no podia ni debia llevar la bandera de sus armas. Valera que no entendia el aleman, hubo de preguntar de que se trataba y habiéndole el mismo Rey explicado en latin lo que el Conde decia, puso la rodilla en tierra y pidió licencia para contestarle, lo que hizo luego declarando como las armas eran de dos clases, « de linage y de dignidad,» y que estas últimas de ninguna manera podian perderse sino con el trono; ofreciendo ademas combatir en presencia del Rey contra cualquiera que se atreviese á afirmar lo contrario. El Conde se disculpó y el lance no pasó adelante: quedando Alberto muy prendado de la dis

crecion y lozanía de Valera, á quien entre otra muchas mercedes concedió las órdenes del Dragon, la del Tusinique ó Tusino de Bohemia y la del Aguila blanca, nombrándole ademas miembro de su consejo privado.

Vencidos los rebeldes en Tabor y pacificado el reino de Bohemia, Valera pidió licencia al Rey para volverse á Castilla, como lo verificó, saliendo de Praga en noviembre de 1437, y siendo portador de una carta de Alberto para don Juan II en que se mostraba muy satisfecho y agradecido á los caballeros castellanos y en especial á Valera, cuyo ardimiento en los combates y prudencia en los consejos tuvo ocasion de conocer y apreciar. La Crónica cuenta que el rey don Juan quedó tan satisfecho al oir que un doncel de su casa habia ganado prez y fama en reinos extrangeros, que le dió su divisa del collar de la Escama, que daba á muy pocos, así como el yelmo del torneo, y cien doblas para que se lo hiciese; y que mandó ademas que de allí adelante se llamase Mossen Diego.

Este dictado de Mossen con que nuestro cronista es generalmente conocido, equivale al Don castellano y parece haberse usado solamente por súbditos de las coronas de Aragon y Navarra, lo cual ha hecho presumir á algunos que Valera fué natural ú oriundo de uno de dichos reinos, ó que cuando menos tuvo algun feudo ó señorío dependiente de aquellas coronas. Ya hemos visto que Valera nació en Cuenca, y aunque nada cierto sabemos de sus padres y familia, ningun antecedente hay para suponerlos oriundos de Aragon, siendo al contrario muy probable que tuviesen su solar y orígen en Valera de Suso antigua villa episcopal de la provincia de Cuenca. Por otra parte vemos que el dictado de Mossen, aunque propio de Aragon, lo usaban tambien en Navarra y aun en Castilla algunos caballeros, y sobre todo los oficiales de la casa real, como Mossen Cicera, maestresala del Rey Católico, Mossen Miguel Juan Gralla que tuvo el mismo oficio, Mossen Ferriol y Mossen Juan Sessé, sus trinchantes, Mossen Jaime Ferrer y Mossen Sorell que lo fueron del príncipe don Juan II y otros muchos que pudiéramos citar (1). La costumbre se extendió tambien segun parece á Vizcaya, pues en la misma crónica de don Juan II, se le da el dictado de Mossen á Juan de Amezqueta, caballero guipuzcoano, domiciliado en Londres y que en 1430 vino

(4) Se nos dirá que el dictado de Mossen que á estos individuos dan las crónicas y relaciones del tiempo es debido á ser ellos naturales de Valencia, Aragon, Cataluña o Navarra, como lo indican sus patronimicos ó apellidos; á esta objecion contestaremos que tambien se dió el dictado de Mossen á otros sugetos que conocidamente eran oriundos ó naturales de Castilla, como Pero y Diego Vaca, maestresalas del rey Católico, Juan de Angulo, Alonso de Alarcon y otros.

TOMO III

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á Castilla con una embajada del rey Duarte (Eduardo III) de Inglaterra. En Aragon fué costumbre muy antigua llamar Miçer á los juristas y letrados, para distinguirlos de los nobles à quienes se aplicaba el dictado de Mossen (1), que mas tarde se dió á los eclesiásticos seglares. Dióse tambien en Castilla á los nobles extrangeros (2), y así es de creer que la circunstancia de haber Valera visitado varios reinos de Europa y obtenido mercedes y distinciones de sus reyes, contribuyese mas que el motivo señalado por la crónica de don Juan II á que dicho dictado se perpetuase, por decirlo así, unido á su nombre.

Como quiera que esto sea, vuelto Valera á Castilla creció mucho en el favor del Rey, á quien desde Segovia, donde á la sazon se hallaba con el príncipe don Enrique, dirigió aquella célebre carta que él mismo inserta en su Crónica de España y trasladó tambien á la suya Fernan Perez de Guzman: documento á todas luces notable y que revela la lealtad, discrecion, y prudencia de nuestro cronista (3). En él le exhorta á que ponga fin y remedio á los males del reino, y le aconseja que deponiendo toda parcialidad y aficion, aleje de su privanza al condestable don Alvaro de Luna, de quien ya entonces se mostraba Valera enemigo y contrario. Era esto en 1441. Dos años despues el rey don Juan le enviaba en embajada al ducado de Borgoña, á Dacia é Inglaterra, con cuyas reinas tenia proximo parentesco por medio de su madre doña Catalina de Alencastre, esposa de Enrique III. Llevó Valera en su compañía á un rey de armas llamado Castilla y á otros pages y criados de la real casa (4), siendo muy bien recibido de aquellas princesas, de quienes obtuvo grandes mercedes, y recojiendo al paso muchas noticias que despues ingirió en sus obras. En la córte del duque de Borgoña hizo armas con Tibault de Ragemont, señor de Ruffy y Molinot, y con Jacques de Chalaux, señor de Amabila, saliendo vencedor en uno y otro encuentro, con tanta satisfaccion y contento del Duque, que le mandó dar doce tazas y dos xervillas de plata, del peso de cincuenta marcos.

(4) Mossen es palabra compuesta de Mos abreviatura de Monsieur y la particula lemosina en, así como Micer no es mas que una ccrrupcion del francés Messire. (2) Citaremos entre otros á Jean de Fox y al conde de Armignac á quienes nuestros cronistas dan comunmente el dictado de Mossen.

(3) Segun la crónica de don Juan II (año 44 cap. IV) el Rey mandó á su relator que la leyese á los señores de su consejo, á los cuales todos pareció muy bien lo que en sustancia decia. Solo don Gutierre de Toledo, arcediano que había sido de Guadalajara y á la sazon arzobispo de Sevilla, con palabras de soldado mas que de pastor, contestó muy enojado: «digan á Mossen Diego que nos embie gente o dineros, que consejo no nos fallece.>>

(4) Habla de este viage en su Tratado de las armas, y dice que el Rey le mandó librar la paga de un año y le dió ademas un caballo y una ropa de veludo azul.

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