Imágenes de páginas
PDF
EPUB

mento. El gusto y laboriosidad del señor Foguet en esta y otras materias lo tiene bien acreditado en el público, y yo le soy deudor no solo ahora sino muchos años hace.

XXIII. Don Joaquin Pastor, oficial primero de la secretaría de temporalidades, bien conocido entre los literatos, y muy curioso é inteligente (1), no solo me ha comunicado por viva voz especies tipográficas, sino franqueado libros raros que adelantan mi idea, como se verá en sus lugares respectivos. Es mucho lo que ha recogido de libros de fueros antiguos de Castilla y Aragon, sobre lo que tiene hechos cotejos y observaciones de muchos pasajes, y que si se dedicase á coordinarlos y darlos á luz seria no poca la que recibirian las materias de la legislacion.

XXIV. El señor don Juan Sedano, caballero de la real y distinguida órtden de Cárlos III, sugeto bien conocido en el público, tiene muchos y selecos libros; y en virtud de su afecto á las letras y de nuestra fina amistad, me ha franqueado cuantos yo he querido, como lo espreso en diferente lugares. (Dios le tenga en su gloria.)

XXV. El último en órden, aunque primero en mi reconocimiento, de los que han favorecido mi idea, es el señor don Rafael Floranes Robles y Encinas, señor de Tavaneros, en Valladolid, y allí individuo de mérito de la real Sociedad y Academias de Jurisprudencia y Cirujía. No hallo frases con qué esplicar lo mucho que ha trabajado en esta obra. Con sinceridad y verdad podré decir que tiene una gran parte en ella; pues habiéndole coinunicado mi original, ha sido tanto lo que le ha adicionado y pulido, que cuando volvió á mi poder quedé admirado. Su grande instruccion en nuestra historia, esquisita libreria y talento observador, le ha hecho reparar en lo que yo no pensaba, dando no poca luz y hermosura á muchas especies menos bien digeridas. No es nuevo en este laborioso literato prestarse á los auxilios que otros han invocado de él, pues por este motivo suena en nuestros libros con los elogios que es notorio, y todos justamente ofrecen á su mérito, desde los años de 1772 hasta hoy: sus correcciones van adoptadas en esta edicion. Por lo que es las adiciones me ha parecido que merecen conservarse originales, marcadas con la F. inicial de su apellido. A mas de lo que ha contribuido para el presente tomo, me consta tiene recogida una Memoria de todos los impresores de Valladolid y obras mas principales que han salido de sus oficinas, desde el primero de ellos Juan de Francour en el 1493 hasta el presente: con lo cual y sus notas críticas con que la ilustra, se puede formar un tomo de justo volúmen, que irá viendo el público por partes, ó por entero á su tiempo, segun tengo entendido y parte visto.

XXVI. Otros varios sugetos celosos de nuestras glorias han contribuido á esta mi obra, y aunque sea poco, mi reconocimiento se estiende á todos, como se verá en este y en el tomo siguiente.

El ilustrísimo señor don Antonio Tavira, dignísimo obispo de Canaria, y hoy de Osma.

El P. maestro fray Antolin Merino.....

El P. maestro fray José Herrero..

El P. maestro fray José Bouza....

Todos agustinianos.

(1) Véase el señor Cerdà en el Prólogo a las Memorias históricas del rey don Alonso el VIII, recogidas por el marques de Mondejar, pág. XV.

X

El P. Maestro fray Manuel Risco..
El P. Maestro fray Isidro Hurtado.
El P. Maestro fray Eugenio Ceballos..
El P. Maestro fray Domingo Feliu...
El P. Maestro fray José Ferre......

El P. Presentado en Sagrada teología, fray José
Abila: este ha puesto algunas notas que se ve-
rán en sus lugares.....

El P. Jubilado fray José Garcia Doblado, P. fray
Juan Hernandez, me han dibujado diferentes
escudos de los impresores....

El P. Maestro fray Juan Fernandez de Rojas.....
El P. Maestro fray Lorenzo Marin...............

Todos agustinianos.

Don Pedro de Herce, prior de la colegiata de Logroño: el doctor Llorens, valenciano: don Francisco Javier de Santiago Palomares (ya difunto): don Santiago Saiz, conocido entre los literatos.

Varias veces cito la librería del ilustrísimo señor don Fernando José de Velasco, consejero y camarista que fué de Castilla, la cual es abundantísima de libros raros; pero no he logrado tenerla franca para disfrutarla á satisfaccion. Hoy segun tengo entendido, ha pasado á poder del Sr. Marques de la Romana, y de Madrid á Valencia.

Ademas de estos, estoy reconocidó á diferentes libreros que me han prestado libros para el reconocimiento de sus impresiones etc., y son: Manuel Quiroga Antonio del Castillo José Lopez Ambrosio Vivanco= . y otros cuyos nombres no sé.

XXVII. Me consta que dos ilustres sacerdotes á cual mas condecorados en dos diferentes catedrales muy famosas, tienen apuntamientos, y aun cuadernos formados sobre la materia que yo trato del origen de nuestra imprenta á los dos he suplicado me participasen las especies que gustasen, no habiendo inconveniente; pero ambos se han escusado; el uno diciendo, que su trabajo era de mas de treinta años, y que tenia.completo su escrito, con ánimo de publicarle, y por tanto que no podia complacerme, escusa justa y racional.

El otro señor respondió, ser tanta la abundancia y confusion de sus papeles, que casi le era imposible servirme. No dudo que si los hubiese logrado adelantaria con ellos mi escrito, y saldria mas abundante de especies y tal vez estas mas acrisoladas; pero pues he puesto los medios, y no he logrado el fin, paciencia, y entretanto espero que otros agradezcan mi trabajo.

XXVIII. Cuando ya tenia concluido el tomo primero de mi obra, tuve noticia de la del abate Raimundo Diosdado Caballero, intitulada: De prima typographia hispanicæ ætate specimen: impresa en Roma año de 1793, en 4.° mayor; la que segun mi parecer, tiene mérito en su línea, pues aunque está diminuta, y equivocadas algunas especies, con todo, mido su trabajo por el que yo he tenido: y mas estando hecha fuera de España, que es circunstancia; pues no obstante el auxilio de bibliotecas impresas, y de las famosas que ha disfrutado en Roma de comunidades y particulares, no alcanza, porque las considero escasas de libros castellanos é impresiones españolas, que es lo principal para el asunto. Por tanto se habrá valido

de correspondencias, y por consiguiente acrecentado el trabajo. La obra coincide con la mia en varias especies, y da razon de algunos libros rarísimos, de todo lo cual me he aprovechado como se verá en sus lugares respectivos.

XXIX. Resta decir algo sobre el mérito de las impresiones, y sobre el general descuido que ha habido en conservarlas, por cuyo motivo han crecido las dificultades para la formacion de esta obra. En órden á lo primero se puede tener por regla general, que las impresiones del siglo XV, y hasta la mitad del XVI, son mas que medianas, y cuanto mas antiguas mejores, especialmente las del rezado, las cuales por lo regular están en papel marquilla, marca mayor, y protocolo, que es una de las mayores ventajas para que las impresiones salgan buenas. Y se ha de notar que el papel gana mucho con el tiempo, pues toma cuerpo y hermosura: y no dudo, por la esperiencia que tengo en la materia de mas de cuarenta años, que de las impresiones hechas en papel decente como hoy se hacen por mandado del real consejo de Castilla, dentro de doscientos años dirán los venideros: ¡Qué buen papel echaban los antiguos!

XXX. Esto da motivo para distinguir tres especies de impresiones: unas absolutamente buenas: otras parte buenas y parte malas: y otras malas en todo. Absolutamente buenas son las que tienen buen papel, buen carácter, buena correccion, igualdad en la tinta y en las líneas, y limpieza en lo estampado. Parte buenas y parte malas se entiende cuando tienen buen papel y buena letra, pero mala correceion y desaliño de prensa, etc., y al contrario. Y malas en todo es cuando el papel y adherentes de imprenta todo es malo.

XXXI. Igualmente se debe distinguir en las impresiones lo material y formal de ellas. Los defectos en lo material se deben atribuir al impresor; los de lo formal al autor; verdad es que este debe tambien velar sobre lo material, porque á nadie incumbe mas que á su dueño.el que la obrá salga con la mayor perfeccion; y á no poner un sumo cuidado y vigilancia le aparentarán los impresores (como hace la mayor parte de artesa nos), bondad en lo que no la tiene, precisándole á pasar por defectos que conocen bien los facultativos; pero que ellos, por no confesar sus descuidos, ni detener por poco tiempo la prensa, procuran disimular. Para que un libro salga impreso con alguna hermosura, requiere una atencion muy exacta y prolija de parte de todos los que manejan la impresion, y aun así á veces no alcanza: tal es la limitacion de talentos aun de los hombres muy avisados.

XXXII. El Cll. don Nicolas Antonio, en su asombrosa biblioteca Vetus et nova, escribió de cuantos autores literatos españoles tuvo noticia, dándola de sus obras, y de los lugares en que se imprimieron, bien fuese en nuestro reino, ó fuera de él. Mi idea va por otro estilo, pues con tal que esté el libro impreso en España, basta para mi intento, sea ó no autor español ó estranjero.

XXXIII. Los libros de impresiones antiguas, especialmente del siglo XV, y tambien de otras posteriores, pero raras, sean de la materia que se quiera, son en el dia ó deben ser muy apreciables, sin mas circunstancia ni recomendacion que la de raros y antiguos, pues equivalen á manuscritos, y deciden muchas dudas; y cuanto mas se acerquen al orí

gen de la imprenta, esto es, al año de 1160, son mas estimados. Yo prefiero las impresiones españolas, las cuales empiezan desde el año de 1174. XXXIV. Muéveme á hacer esta prevencion tocar con la esperiencia, que muchos graduados, maestros y catedráticos en diferentes ciencias, como de filosofia, teología, cánones, leyes, medicina, matemáticas, etc., aunque saben y entienden las materias de los libros de su facultad y conocen su mérito en lo tocante á la doctrina, por lo comun no hacen caso de estas que creen menudencias, y se paran poco sobre el mérito de las ediciones antiguas, despreciando cuanto no es de su facultad; y mas si los libros están impresos en letra antigua ó de tortis con muchas abreviaturas, de cuya lectura no tienen uso ni paciencia para aprovechar con ellos como pudieran (1).

XXXV. Y aunque parezca algo prolijo, añadiré, que por estos y otros motivos se han destruido y estraido muchos y famosos libros de bibliotecas de comunidades religiosas, catedrales y colegios, echando fuera de ellas preciosas margaritas, que hoy serian muy estimadas. ¿Y esto por qué? en una palabra, por no entenderlo los que lo manejaron, ni haber tomado parecer de inteligentes, ó tal vez por vanidad, demasiada satisfaccion y falta de gusto.

XXXVI. En esto ha habido grande ignorancia, pues dejando aparte la temeridad de vender á bulto los libros á los coeteros y libreros, puedo yo deponer de algunos lamentables desatinos que he oido, y aun visto, de libros estraidos, trocados ó vendidos sin conocimiento de lo que dan ni de lo que reciben. Pondré algunos ejemplos para prueba.

XXXVII. Hubo á mediados de este siglo algunos libreros que se dedicaron á recorrer diferentes provincias del reino, y tambien se alargaron á Portugal y Mallorca. Estos llevaban una porcion de libros de surtido de sermones, teología moral y escolástica, novelas y otros segun el gusto del tiempo.

XXXVIII. Llegó á Burgos un librero (al que conoci), y proponiendo en cierta comunidad cambio y venta de libros, el P. bibliotecario iba apartando los que le parecia desechar de su librería, y entre estos fué el apre ciabilísimo misal Muzárabe. El librero, aunque sabia lo que era y su estimacion, le despreció; pero el P. bibliotecario (en el nombre) le decia: Hombre, en Madrid le han de dar á V. por ese libro un doblon á lo menos. El librero le reponia: ¿Padre, diria V. P. misa por él? Finalmente, cargó con el misal, el que puesto en manos de D. Angel Corradi, librero afamado y rico en Madrid, le dió cincuenta doblones por él. Sabida la trama, se reconvino al librero arguyéndole en conciencia sobre el fraude: á lo que respondió: esa es otra materia.

XXXIX. Otro lance poco mas o menos sucedió en mi convento de Toledo.

(1) En prueba del poco aprecio que se ha hecho de las ediciones del siglo XV, se puede alegar las poquísimas que de dicho siglo se encuentran en la biblioteca de la insigne universidad de Salamanca, en donde era casi forzoso que hubiese muchas; pero habiendo registrado su índice formado en tres tomos de 4.° de justo volúmen, impresos en el 1777, apenas hallo en ellos mas que dos ó tres ediciones de aquel siglo, lo que es muy de estrahar, pues en lo regular correspondia tener muchisimas. Tal vez las habrán echado fuera por inútiles ó cosa semejante; pues de otro modo seria mucha casualidad el que allí no las recogiesen: pero me inclino á que su falta consiste en el poco gusto de los que han manejado aquella alhaja.

Llegó allí el librero Manuel de Mena, cuando estaba en menores, despues bien conocido y nombrado. Este llevaba sus fardos, 'y proponia cambios, . compras y ventas; y entre los varios libros que de la librería de aquel convento sacó, fueron diferentes breviarios antiguos de Iglesias particulares de España, hoy muy raros y estimados, por los que dió en cambio las obras del ilustrísimo Palanco, con algun otro libro de esta clase. ¿Y á Mena qué le valieron? veinte y cinco doblones, confesado por su boca, que le dió D. Juan Ferreras, bibliotecario mayor de S. M. Existen hoy en la real biblioteca, que es menos malo que si hubiesen caido en otras manos. Con los breviarios vinieron allí otros libros curiosos que he visto con la nota de: Pertenecen á la libreria de S. Agustin de Toledo, firmados de fray Tomas Dávila, el que, como fray Diego Barrientos y otros sugetos eruditos y de buen sy gusto, vivieron y trabajaron en aquel convento algunos años.

XL. La preciosa librería de don Pedro Fernandez de Velasco, primer conde de Haro, casi toda de libros manuscritos en vitela, muy raros y curiosos, existió hasta mediados de este siglo poco mas o menos en el palacio que dicho conde tiene en la villa de Medina de Pomar, la cual alhaja vino á manos de un mayordomo ó administrador ignorante, codicioso, ó todo. junto, que la destruyó y deshizo, vendiéndola por arrobas, que vinieron á parar á la ciudad de Burgos, y de allí una gran porcion á Madrid. Algunos particulares de aquella ciudad compraron diferentes libros, y yo sé quién tomó un códice en vitela, que he tenido en mis manos, de la historia del arzobispo don Rodrigo, el que si no me engaño, para hoy en poder del ilustrísimo señor obispo de Sigüenza, ó en el del eminentísimo señor cardenal Lorenzana, que le recogió para el cotejo de la reimpresion que ha hecho en beneficio del público, de las obras del arzobispo de Toledo don Rodrigo. En esto vino á parar aquella preciosísima libreria.

XLI. El insigne colegio mayor de San Ildefonso de Alcalá ha padecido tambien desfalco en varios códices manuscritos de los que le dejó su incomparable fundador el cardenal Cisneros: uno ú otro, que yo he visto y manejado, paran en la real biblioteca.

LXII. De la famosa y muy citada del conde de Villaumbrosa no ha quedado mas que el nombre: y otro tanto se podia decir de otras muy abundantes y esquisitas.

XLIII. No se sabe ni puede ponderar el daño que causa la falta de gusto literario en las comunidades, ó tal vez la malicia: y mas si la cabeza. ó prelado se empeña en querer manejarlo por capricho, simpleza ó vanidad, pues de todo suele haber. Y que si se junta alguna pretension, ó grande amistad, entonces no hay mas que ceder; pues no sirven persuasiones ni razones y si alguno lo resiste lo colorean de modo que es forzoso callar. Esto y algo mas sucede, ojalá no fuese así.

XLIV. Que los libros duplicados de ediciones idénticas en todo se conmuten, truequen ó vendan, con ciencia de lo que pueden valer, y con mejora ó adelantamiento, sea enhorabuena; pero que por viejos y de letra antigua, y porque ya están impresos en letra corriente, con otras nulidades que suelen oponerles (aquí está la ignorancia), se estraigan y desprecien, este es desatino. Mucho mas pudiera decir sobre la materia, pero me contento con lo apuntado.

« AnteriorContinuar »