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Declaran las Cortes demen

te al rey.

una nacion estrangera, no podian servir de áncora al gobierno. El diputado Romero con un arrojo que siempre hourará su civismo invocó el citado artículo 176 que la asamblea estaba infringiendo; pero Oliver dijo que las Cortes estaban facultadas para revocar y alterar el reglamento; y entre aplausos y entusiasmadas aclamaciones fue aprobada la proposicion de Galiano, y sancionado el delirio momentáneo de Fernando de Borbon sin votar los diputados individualmente, como prevenia tambien el reglamento.

Confióse el encargo de proponer las personas que habian de componer la regencia á una comision compuesta de los diputados Argüelles, Gomez Becerra, Cuadra, Alava, Escobedo, Infante, Isturiz, Salvato y Florez Calderon; y aprobado el dictámen dado por la misma, resultaron elegidos Nombramien regentes don Cayetano Valdés, don Gabriel Ciscar cia constitucio y don Gaspar de Vigodet. Habiendo prestado los recien nombrados el juramento prescrito debajo del solio del salon de sesiones, instalóse la regencia á las once de la noche del mismo dia en el pa(Ap. lib. 11. lacio arzobispal (*).

to de la regen

nal.

núm. 9.)

Junio de 1823.

Al regresar al seno del congreso la comision que habia acompañado á los regentes al alcázar del arzobispo, dijo su presidente Riego: "Que la regencia quedaba instalada, y que los aplausos y deinostraciones de alegría con que habia sido acompañada manifestaban que el pueblo español deseaba que se adoptasen las medidas enérgicas que reclamaban las circunstancias."

El 12 invitó el congreso á los voluntarios nacionales de Sevilla para que á ejemplo de los de Madrid siguiesen á Cádiz al gobierno, ofreciéndoles las mismas ventajas. Acompañados por estos cuerpos, por un batallon de marina, y por el regimiento de caballería de Almansa, salieron el rey y su familia el mismo dia á las seis y media de la

tarde, llegando á las cinco de la mañana del 13 á Utrera. Fatigaba en estremo á la familia real el lento caminar de los carruages, que tenian que sujetarse al paso de la infantería. Ninguna fé merece el cuento inventado por el coronel de Almansa Minio, quien para congraciarse con la tiranía publicó despues un manifiesto suponiendo que la vida de Fernando habia corrido inminentes peligros en aquella noche, y que la habia salvado por los esfuerzos de los caballos de Almansa. Sabemos por personas de distintas opiniones que seguian á los príncipes que es falso semejante relato; y que el proyecto de tan enorme crimen no se manifestó de modo alguno, ni se oyó una espresion que lo indicase.

A las dos de la tarde continuó el rey la marcha á Lebrija, donde el 14 se detuvo algunas ho- Junio de 1823. ras la familia real: al anochecer del mismo dia entró en Jerez, siguiendo el comenzado rumbo á las once de la noche, é imprimiendo sus huellas á las dos de la mañana del 15 en el Puerto de Santa María. Despues de un breve descanso púsose en camino á las ocho de la mañana, pisando á la una de la tarde la isla de Leon. Los regentes acompañaban al monarca, y llegados á la isla espidieron el siguiente decreto: "La regencia provisional del reino, habiendo llegado el rey á esta isla de Cádiz, y sabiendo que igualmente se halla en ella el número de diputados suficiente para deliberar en Cortes, declara: Que desde este momento debe cesar, y cesa absolutamente en el ejercicio de las facultades que pertenecen al poder ejecutivo, y da del rey á Ca. que le habian sido conferidas hasta aqui por el diz. decreto de las mismas Cortes con fecha de 11 de

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La historia antigua y moderna no presenta otro ejemplo de un rey declarado demente hoy, y á los

Cesa la regenciones. - Llega

cia en sus fun

cuatro dias en el uso completo de su inteligencia, ni menos de un destronamiento de tan corta duracion. Suelen al caer las coronas de las augustas frentes dejarlas tan descubiertas y sin defensa, que peligra siempre la vida para que la mano no pueda volverlas á levantar: asi está escrito con sangrientos caractéres en los anales de Inglaterra y Francia. Y nosotros que condenamos en el 11 de Junio las infracciones de la ley, no podemos ahogar en nuestro corazon el orgullo que sentimos al escribir sin sangre la página mas dificil de nuestro libro. Ríanse en hora buena los escritores estrangeros del candor de los que despojaron y devolvieron el cetro en tan breve espacio á un rey que no cesaba de conspirar: este candor era hijo de una generosidad enteramente española. Quebrantaron el reglamento, no obraron como hombres de estado, y su impolítica dió armas á los enemigos de la libertad; pero cuando tuvieron á sus plantas al príncipe que preparaba su suplicio no tocaron un cabello de la cabeza del autor de todas las tramas, y tornaron á ceñirla con la diadema real. El trono perdió un rayo de esplendor, pero el que en él se sentaba ni una gota de sangre.

El congreso, nombrada la regencia, no levantó la sesion permanente hasta que el ministro de la Gobernacion le participó el 12 por la noche la salida de la familia real, durando por consiguiente treinta y tres horas seguidas. Con Fernando habíase ausentado de Sevilla la fuerza armada, quedando únicamente un regimiento de artillería para protejer la marcha de los diputados, quienes el 13 por la mañana comenzaron á embarcarse en un vapor que alli habia. Desde los primeros rayos del alba se advirtieron en las calles grupos compuestos de gitanos y de otros vecinos del barrio de Triana: dejóse percibir un rumor sordo que presagiaba

y

la tempestad, y mil siniestras señales anunciaron que sería terrible. En efecto, apenas levantó el áncora el vapor en que se habian refugiado los diputados echaron al vuelo las companas de la catedral, y el vulgo se precipitó sobre los equipages de los que todavía permanecian en la playa esperando otros barcos. Cebáronse en el robo, sin atentar á las vidas de los liberales, y fueron destrozados entrados á saco el salon del congreso y el café del Turco, donde se reunia la sociedad patriótica: pero el tumulto crecia, el furor arreciaba; todos se preparaban para un saqueo general, cuando con el objeto de proveerse de armas dirigiéronse los amotinados á la inquisicion, donde pensaban encontrarlas. Habíase colocado alli el repuesto de la pólvora, y prendiéndose fuego por la indiscrecion del vulgo saltó el edificio con espantoso estrépito, quedando sepultadas entre sus ruinas mas de cien personas. Tan terrible espectáculo calmó en parte la licencia y desenfrenada rabia de la plebe; y el regimiento de artillería, abriéndose paso á la bayoneta por medio de los revoltosos, salió de Sevilla sin contratiempo alguno.

Si el despotismo se sostiene con la violencia, las leyes son las raices del gobierno representativo: crece y se desarrolla cuando aquellas permanecen lozanas y vigorosas; se marchita y perece cuando se amortiguan y pierden su vigor. Los diputados que combatieron el nombramiento de la regencia, y que en la discusion del 11 se habian visto amenazados por las tribunas, no quisieron seguir las Cortes y permanecieron en Sevilla: alli quedaron tambien el ministro inglés A'Court, cuyas credenciales solo le autorizaban cerca de Fernando VII, y que por consiguiente se trasladó á Gibraltar, y los encargados de varias potencias de segundo orden que hasta entonces no se habian separado del lado

Tumulto de Sevilla.

del monarca español. Los consejeros de Estado, con muy cortas escepciones, abandonaron igualmente la moribunda Constitucion; y el secretario del despacho de la Guerra, Sanchez Salvador, hombre honrado y amante verdadero de la libertad de la patria, puso trágico fin á su existencia, prefiriendo la muerte al espectáculo del público naufragio. La carta encontrada junto al degollado cadáver retrata el pálido tinte que comunicaban al corazon tan lúgubres circunstancias. "La vida cada dia se me hace mas insoportable, y el convencimiento de esta verdad me arrastra á tomar la resolucion de terminar mi existencia por mis propias manos. El único consuelo que puedo dejar á mi apreciable muger y á mis queridos hijos y amigos sobre esta terrible determinacion, es el de que bajo al sepulcro sin haber cometido jamas crimen ni delito alguno. Noche del 17 al 18 de Junio."

Al descubrir los diputados desde el azulado mar las murallas de Cádiz, tierra natal de la libertad, y segun todos los indicios su tumba ahora, ¡qué recuerdos tan tiernos se ofrecerian á la imaginacion de algunos! ¡Cuán otro de su oriente iba á ser el ocaso del código gaditano! Bellísimos laureles habian ennoblecido su nacimiento, saludado por la Europa entera, y un ejército enemigo habia hecho salva con sus bombas y granadas al primer rayo de su aparicion; pero mostrando los españoles un sobrenatural aliento, habian cubierto todos los dias con frescas palmas aquella cuna que rodaba por encima de plácemes y felicitaciones. Ahora, abandonada de todos, rodeada de las culebras de las pasiones que se enroscaban á sus plantas; á la izquierda la discordia con la tea en la mano espiando el momento de ahogarla con su fétido humo; á su derecha un príncipe ingrato que la habia envenenado y se gozaba en sus convulsiones.

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