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(*Ap. lib. 11. núm. 10.)

1823.

(* Ap. lib. 11. núm. 11.)

aprobó el acuerdo tomado, y en vista de los peligros que amenazaban la causa de la libertad determinó poner en salvo su persona, para lo cual le facilitó Morillo 40000 reales de los únicos 70000 que existian en caja. El conde, enviado el parlamentario á Bourke, elevó al duque de Angulema un enérgico manifiesto (*), en el que pintaba libremente el estado espantoso de anarquía en que la regencia realista habia sumido el reino hispano. Alli declaraba su intencion de no reconocer la mientras no variase de rumbo: cuyas razones reprodujo en otra proclama que el 1.° de Julio dirigió á su ejército, enumerando las escenas que se habian representado en Sevilla.

Acto contínuo Quiroga se encaminó á la Coruña para desde alli darse á la vela; pero los amigos que en aquel puerto tenia afeáronle el asentimiento que habia dado al acuerdo de la junta de Lugo; y mudando de opinion tomó el mando de las tropas, invitó á las de Morillo á que se separasen del conde, é impidió la entrada en el puerto al ayudante de éste, que debia comunicar á las autoridades lo estipulado (*). Recordóle el de Cartagena su compromiso, pintóle las desgracias que iban á caer sobre Galicia, su dulce patria, y Quiroga se embarcó, pero sin lograr de los que empuñaron las riendas de la Coruña adhiriesen al armisticio, que el general Bourke habia ya concedido á los soldados de la libertad. En esta capitulacion se estipuló que serian respetadas las personas y las propiedades, que se conservarian los grados del ejército, y que ninguno sería perseguido por sus ideas anteriores.

Portador el coronel O'Doile del manifiesto del conde de Cartagena al duque de Angulema, éralo tambien con mucha reserva de un reconocimiento simple del mismo á la regencia de Madrid duran

te la llamada cautividad del rey, del cual debia únicamente hacer uso en muy crítico y determinado lance. Pero ó bien Morillo, abrumado con los disgustos de la Coruña, se arrojase en brazos de la desesperacion, ó bien, lo que parece mas cierto, se adormeciese O' Doile entre los halagos de los cortesanos, lo cierto es que entregó á la regencia el acta reservada, quedando de este modo reconocida la autoridad de los regentes por el ejército de regencia de Morillo. Los realistas habian levantado su voz contra éste, y costó tiempo y gravísimo trabajo el que cesaran en sus furiosas invectivas.

La opinion pública se deserrollaba en Andalucía tomando un increible vuelo á favor del realismo. Entregada Sevilla á sus propios vecinos despues de la salida de las tropas constitucionales, atrevióse á recibir hostilmente á Lopez Baños, que se retiraba al frente de las reliquias del tercer ejér cito. Parapetado el vulgo en la puerta de Triana opúsole tenaz resistencia defendiendo el puente del Guadalquivir, hasta que desvandado y roto cedió la entrada al arte y á la disciplina. La llegada de los franceses el 21 de Junio puso fin á tantas zozobras, siendo recibidos en triunfo y con todas las muestras de gozo y entusiasmo que inspira el amor. Persiguieron estos sin descanso á Lopez Baños, á quien tomaron la artillería, obligando á la caballería á internarse en Estramadura, y salvándose solos mil infantes, que embarcados en Huelva con su gefe llegaron á Cádiz.

Reconoce la

Madrid.

Hostilidad de Sevilla contra Lopez Baños.

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Martignac habia cesado en su cargo, y el marques de Talaru ocupaba la embajada francesa: al felicitar á la regencia no habia dejado entrever en su discurso una sola esperanza de mejorar el lastimoso estado del pais, ni un consejo á los crueles regentes, que tan sin piedad proscribian y condenaban. Del mismo modo se apresuraban á ro- Reconoci

geucia de Ma

ta Alianza.

miento de la re- dear al nuevo gobierno les embajadores de las podrid por la San- tencias del Norte para fortalecer su autoridad y alentarle en el camino de reaccion y de anarquía que habia emprendido. No recordaban tan célebres diplomáticos que si podian entonces violentar y oprimir el reino, merced á los desaciertos de algunos liberales, cuanto mas fuertes fuesen las ligaduras, cuanto mas tiempo permaneciese atado, tanto mas estrepitoso sería el rompimiento de los hierros, y mas suelto y desembarazado quedaria para otra vez lanzarse tras la licencia, que sigue

1823.

baros de la regencia.

á la tiranía.

Robustecida con este apoyo la regencia, halagada con los parabienes de las naciones mas poderosas, arrojó el velo trasparente con que se habia cubierto; y en 30 de Junio mandó que cesasen todos los empleados de nombramiento posterior al Decretos bár 7 de Marzo de 1820: que eran nulos los honores concedidos en aquella época, por serlo igualmente los actos dimanados del gobierno constitucional; y que recobrasen sus destinos las personas que los ocupaban en el citado 7 de Marzo. Y para arrancar hasta las raices del amor á las formas representativas, por si en los individuos llamados á recobrar sus empleos habia prendido la aficion á ser gobernados por las leyes, sujetóseles al juicio de Juntas de pu- purificaciones, cuya junta habíase creado en virtud de otro decreto de 27 del mismo Junio. Incumbia á este tribunal inquisistorial el examen de la conducta observada en los tres años de Constitucion por el sugeto que solicitaba purificarse, y valíase para esto de informes secretos, en vista de los cuales fallaba sin oir al interesado, ni motivar la sentencia. Mas adelante observaremos los efectos de este decreto atroz, manantial de injusticias y monumento odioso que recordará á los españoles las negras mañas del despotismo. En 15 de Julio

rificacion.

mandaron los mismos gobernantes realistas que se calificase á los militares por los grados que tenian antes del juramento de Fernando, cual si fuese posible detener el tiempo, ó no hubiesen realmente transcurrido los tres años. A esta aclaracion siguió en 23 de Julio la orden privando de sueldos, grados y honores á los que se hubiesen alistado milicianos voluntarios ó pertenecido á sociedades se

cretas.

Otro temple mas suave habia adoptado el gabinete de Cádiz, aunque demasiado tarde para recoger el fruto. El ministro de la Gobernacion don Salvador Manzanares habia desterrado á Canarias á Rotalde y á otros corifeos de la anarquía. Pero mas allá de la órbita del gobierno la desesperacion del momento inspiraba crímenes detestables. En Cataluña repetidos asesinatos habian consternado á los amantes de las leyes, acrecentando el furor del vulgo catalan, que rudo y fanático miraba á los liberales como ateos.

Yacía encerrado en una torre de la ciudadela el obispo de Vich don Fr. Raimundo Strauch, realista furibundo que habia andado complicado en las tramas de la regencia de Urgél. Ya en 1813 habíase pronunciado abiertamente contra el gobierno representativo en la cuaresma que predicó en Palma de Mallorca, promoviendo varios alborotos; y como al propio tiempo defendia aquellas doctrinas en el Semanario político cristiano que daba á luz, formáronle causa y encerráronle en la carcel, donde firme y tenaz en trabajar á favor de la tiranía, tradujo la Historia del Jacobinismo del abate Barruel.

Enredado pues en el pasado año 1822 en las conspiraciones del realismo, arrestáronle las autoridades el 11 de Octubre del mismo en su palacio, donde permaneció hasta que le trasladaron á la

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ciudadela de Barcelona, como llevamos dicho. Entre una y dos de la mañana del 16 de Abril de este año sacáronle de su prision con el objeto de conducirle á Tarragona, y le mandaron subir en la llamada tartana de Rotten, que solia servir en iguales casos, y que era de mal agüero. en Molins de Rey dos oficiales de la escolta le rogaron que para su mayor seguridad trocase el hábito religioso que llevaba por el vestido que le presentaron, á lo cual accedió el obispo, convencido con sus razones. A las cuatro de la tarde llegó la escolta á los contornos del pueblo de Villarana, y al punto se oyeron varios tiros disparados por la vanguardia, cual si se tirotease con los facciosos: el oficial que iba al frente de la partida ordenó al obispo que se apease, y que se situase en una senda que le señaló; mas apenas fijó el obispo las Asesinato del plantas en ella cayó traspasado por las balas, que obispo de Vich. penetrando por la espalda hirieron su pecho: á su

De veinte y danos de Man

cuatro cinda

resa.

lado cayó muerto tambien el lego que le acompañaba. Esta matanza atroz, fria, y vilmente preineditada, cubrió de ignominia á sus verdugos, porque si el obispo era reo de muerte, á la ley tocaba condenarle despues de cumplir las solemnidades, que son la salvaguardia de la inocencia.

Del mismo modo perecieron atraillados y abiertos á balazos cual fieras feroces en medio del camino al trasladarlos de orden de Rotten de su patria á Barcelona, veinte y cuatro ciudadanos de Manresa, entre los que se contaban quince eclesiásticos, uno de ellos individuo de su colegiata. Pretestóse su muerte con el tema aprendido de que los facciosos habian salido á libertarlos: cual si los crímenes tuviesen escusa, cual sino fuese preferible al asesinato de un solo inocente la salvacion de cien culpables.

Escenas aun mas sangrienta se representaron en

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