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tropas, hemos decretado y decretamos lo siguiente: Artículo 1.0 "Las autoridades españolas no podrán hacer ningun arresto sin la autorizacion del comandante de nuestras tropas en el distrito en que ellas se encuentren.

Art. 2. "Los comandantes en gefe de nuestro ejército pondrán en libertad á todos los que hayan sido presos arbitrariamente y por ideas políticas, particularmente á los milicianos que se restituyan á sus hogares. Quedan esceptuados aquellos que despues de haber vuelto á sus casas hayan dado justos motivos de queja.

Art. 3.o » Quedan autorizados los comandantes en gefe de nuestro ejército para arrestar á cualquiera que contravenga á lo mandado en el presente decreto.

Art. 4.° "Todos los periódicos y periodistas quedan bajo la inspeccion de los comandantes de

nuestras tropas.

Art. 5.0 "El presente decreto será impreso y publicado en todas partes.

» Dado en nuestro cuartel general de Andújar á 8 de Agosto de 1823.-Luis Antonio.- Por S. A. R. el general en gefe, el mayor general-Conde Guilleminot."

Este decreto llenó de rabia y despecho á los individuos de la regencia realista, que se opusieron por cuantos medios alcanzaron á su cumplimiento. Y en el delirio de la fiebre que los agitaba, recurrieron al vil medio de promover las representaciones de los cuerpos armados contra la medida del príncipe francés. Verdad es que tambien los realistas fomentaban y estendian entonces sus sociedades secretas, concretadas antes á sus primeros gefes, y tambien es cierto que pertenecian á ellas dos individuos de la regencia. La estension de estas sociedades de la teocracia se debió en los principios á

los trabajos de los Jesuitas en Roma, cuya institucion, siempre conspiradora y tan análoga á esta clase de intrigas, aspiró á dirigir los negocios del Estado por tan execrable via, y nos hizo tan funesto regalo. Una mano romana comenzó á imprimir entre las sombras del misterio su sello en los actos mas importantes del gabinete hispano, mano invisible para el pueblo, pero que con el tiempo fue una vision que agitó los sueños de Fernando.

La division española pues, que á las órdenes del conde de España concurria con los estrangeros al sitio de Pamplona, envió una esposicion á Madrid llena de insultos y de amenazas contra el duque de Angulema, contra su ejército y contra las vias de moderacion adoptadas por el nieto de San Luis. Como los mandatarios deseaban que el escrito circulase para levantar el vulgo contra los franceses, pues ébrios de cólera pensaban, sin acordarse de sus enemigos, que podian repetir los sangrientos dias de la guerra de la independencia, imprimieron en la corte la representacion: mas súpolo el duque de Reggio, y mandó recoger los ejemplares y denunciar su contenido. Confióse el examen del escrito á la sala de alcaldes de Casa y Corte, quienes en vez de instruir el proceso se hermanaron con los sentimientos de los sitiadores de Pamplona, prodigando elogios al impreso denunciado.

Los individuos del cuerpo diplomático tambien alzaron su voz contra el decreto suscitando hipócritamente cuestiones de principios, y diciendo que atacaba la independencia de España. El Trapense manifestó sin rodeos al príncipe de Hohenlohe que se opondria con todas sus fuerzas y prestigio á que se cumpliese la orden de Andújar. Angulema, acobardado con las quejas de los ministros estrangeros y con las amenazas de los realistas, y creyendo que

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los frailes españoles sublevaban en masa el pais contra sus soldados, dió muestras de su debilidad y flaqueza de espíritu, y transigió con los regentes modificando el decreto.

Mas ya sus artículos habian producido bienes inmensos: los comandantes franceses, enemigos de la crueldad é intolerancia, habíanse apresurado á romper los cerrojos de las cárceles, y el sol de la libertad y el aire puro del campo enjugaban las Lágrimas de miles de desgraciados, y otras tantas familias respiraban y bendecian á su libertador. Los buenos ciudadanos adormeciéronse por breves instantes halagados por el sueño de un porvenir mas tranquilo, y la esperanza de que á la primera lumbre de moderacion salida de Andújar seguiria la aurora de la paz y de la conciliacion afianzada sobre mútuas concesiones, los engañó, como tantas veces se engañan los hombres de bien que creen en la virtud de los que mandan.

Satisfecho el orgullo de los regentes con el paso dado por el duque de Angulema, ocultaron con aparentes flores las espinas de su pasado frenesí; y en 13 de Agosto mandó que los pueblos se contuviesen en su celo de hacer prisiones, circulando el decreto de Fernando de 1.° de Junio de 1814, en que el rey prohibia incomodar á las personas que no diesen fundados motivos para pensar que podian comprometer la tranquilidad pública, decreto en que se leían las hermosas palabras que siguen: "S. M. espera que la moderacion y la justicia de sú gobierno corregirán mejor que el terror los escesos de la imaginacion." Ya en 10 de Agosto habia ordenado la regencia formar causa á los amotinados que en Alcalá, Guadalajara y la villa de Torrejon cometieron horribles escesos con el nombre de represalias por la traslacion del rey á Cádiz.

Y necesario era á la regencia tener ya las rien

das á la soberanía popular de los absolutistas, pues Masescesos de sus mandatos solo se cumplian cuando se conforma- los realistas. ban con la voluntad de los anarquistas. Citaremos entre otros el ejemplo de Zamora. La regencia nombró intendente de aquella provincia á don Francisco Aguilar y Conde, destino que habian provisto en otra persona los realistas, cuya sanguinaria junta presidia el obispo de aquella diócesis, uno de los mas fanáticos enurgúmenos del reino. Para remover pues al recien nombrado no hallaron medio mas sencillo que asesinarle, no obstante los inminentes servicios que habia prestado á la causa misma del realismo. Para conseguirlo encendieron un tumulto bajo pretesto de que el intendente usaba zapatos blancos bordados de verde: diéronle diez y siete puñaladas, atravesaronle el brazo con la bala de una pistola que le dispararon á quema ropa, y le sepultaron en un calabozo. Consiguió Aguilar que sus lamentos llegasen á la regencia, que no atreviéndose á luchar con la soberanía de los voluntarios realistas no espidió orden alguna en su favor; y debió la libertad al general francés que habia en Valladolid, quien corrió á abrirle las puertas de la carcel. La regencia confirmó el nombramiento del interino puesto por la junta furibunda; y poco tiempo despues fue elevado al arzobispado de Toledo el obispo de Zamora. Volvamos la vista á las operaciones militares.

y

Pam

Las plazas de San Sebastian, Santoña plona sufrian un riguroso bloqueo, como tambien las principales de Cataluña, donde acumulando ventajas los invasores lograron cercar á Barcelona, condenando á la impotencia á Mina, encerrado alli y enfermo.

En Galicia, secundados los franceses por el conde de Cartagena, apoderáronse del Ferrol, de Santiago, de Vigo y de la Coruña, que se rindió por

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Nuevas operaciones militares.

fin el 13 de Agosto. Los restos de las tropas liberales intentaron tomar el camino de Estremadura, mas antes de pasar el Duero tuvieron que rendir las armas en número de mil y quinientos hombres.

El general Ballesteros, abandonando la provincia de Murcia despues de haber guarnecido las pla. zas fuertes de la costa, entró en el reino de Granada, á cuya ciudad se dirigió. Alli llegó tambien el general Zayas, que siguiendo las huellas de su antecesor Villacampa, habia desde Arcos representado al gobierno de Cádiz con honrosa franqueza disipando ilusiones, y manifestando tal como se presentaba la opinion pública del pais y del ejército. Conferenciaron largamente Zayas y Ballesteros, y unidos enviaron al ministerio y á las Cortes repetidas y valerosas instancias para que se arrancasen la venda que cegaba sus ojos y no aguardasen á conocer la importancia del mal en su última agonía. Precipitábase entre tanto Molitor sobre Granada, y Ballesteros, reconcentrando sus fuerzas en los montes que dividen aquel reino del de Jaen, batió denodadamente el 1.0 de Agosto en el Campillo de Arenas al grueso de las huestes francesas con una division compuesta de seis batallones, que se portaron con el valor y gallardía que caracterizan á los soldados españoles. Ya anteriormente habia enviado el mismo Ballesteros parlamentarios al cuartel general de Molitor, con quien en 4 de Agosto concluyó en Granada un tratado en que estipulaba que su ejército reconocia da regencia de Madrid; que sin disolverse ocuparia los cantones que le señalasen, y conservaria los grados y suelCapitulacion dos que gozaba. El artículo 5.° decia asi: "Ninde Ballesteros. gun individuo de dicho ejército podrá ser inquietado, pesquisado ni perseguido por sus opiniones anteriores al presente convenio, ni por los hechos relativos á ellas, esceptuados los que competen á

1823.

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