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á uno de ellos al pueblo inmediato de Arquillos á comprar comida, ofreciéndole quince onzas de oro si guardaba secreto y le acompañaba hasta el punto que despues le indicaria. Anduvo el gefe liberal tan imprudente y poco cauto en sus palabras que no tardó el porquerizo en adivinar quién era; y asi lo dijo al comandante realista de Arquillos en el momento en que pisó el lugar. Reunió el comandante á los escopeteros que alli habia, y el oficioso cura en vez de ejercer el ministerio de paz empuñó el fusil, corriendo todos juntos al cortijo y Su prision. arrestando sin resistencia á Riego y demas compañeros, que muy tranquilos estaban almorzando. El comandante de realistas de la Carolina, donde fue trasladado el 15 de Setiembre y sepultado en un calabozo de la carcel pública, se glorió el bárbaro en el parte dado á la Regencia de que asestando al pecho de Riego la punta del sable con ánimo de traspasarlo le obligó á decir: "muera la Constitucion y viva el rey absoluto." Reclamaron su persona los franceses y condujéronle á Andújar en imedio de la fuerza armada, para evitar quizás que el populacho de la Carolina, alborotado y enfurecido por el fanatismo religioso, despedazase al preso.

1823.

El encarcelamiento del que pasaba plaza de gefe de los liberales llenó de alborozo los pueblos del fanatizado reino; y en todas partes lo celebraron con muestras de alegría, que generalmente iban unidas á los insultos y atropellamiento de los pacíficos ciudadanos. La estrella de la libertad presentábase eclipsada y sin brillo en toda Europa; y los partidarios del despotismo, viendo tan inmediato el cumplimiento de sus deseos, enardecíanse aun mas en sed de venganza. Parecíales que para asegurar el pedestal de la tiranía sobre una base de hierro necesitaban esterminar la generacion liberal,

apoderarse de sus bienes, y no dejar sobre la tierra mas vivientes que sus partidarios.

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La presencia del duque de Angulema alentó á las tropas francesas que sitiaban á Cádiz; mas antes de atacar aquel baluarte de la libertad presentóse delante de sus muros el 17 de Agosto un parlamentario con una carta para el rey, en la que intentando Angulema preparar los ánimos de los gaditanos á las ideas mismas que habian empleado sus agentes para seducir á los guerreros españoles, persuadia al monarca á que libre diese al pueblo una amnistía y las antiguas Cortes. Decia asi:

"Querido hermano y prino. La España está ya libre del yugo revolucionario: algunas ciudades fortificadas son las únicas que sirven de refugio á los hombres comprometidos. El rey mi tio y señor habia creido, y los acontecimientos no han cambiado nada su opinion, que restituido V. M. á su libertad, y usando de clemencia, sería conveniente conceder una amnistía, como se necesita despues de tantas disensiones, y dar á sus pueblos por medio de la convocacion de las antiguas. Cortes del reino garantías de orden, justicia y buena administracion. Cuanto la Francia pueda hacer, asi como sus aliados y la Europa entera, se hará, no temo asegurarlo, para consolidar este acto de vuestra sabiduría.

"He creido de mi deber dar á conocer á V. M. y á todos aquellos que pueden precaver aun los males que les amenazan las disposiciones del rey mi tio y señor; si en el término de cinco dias no he recibido ninguna respuesta satisfactoria, y si V. M. permenece todavía privado de su libertad, recurriré á la fuerza para dársela, y los que escuchan sus pasiones con preferencia al bien de su pais serán solos los responsables de la sangre que se vierta.

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1823.

Carta de Angulema á Fernando.

"Soy con el mas profundo respeto, mi querido hermano y primo, de V. M. C.-Luis Antonio. Cuartel general del Puerto de Santa María 17 de Agosto de 1823. "

Fernando, ó hablando con mas exactitud el ministerio, contestó en estos términos:

"Mi querido hermano y primo. He recibido la carta de V. A. R. fecha 17 del corriente, y es en verdad muy particular que hasta el dia no se me hayan manifestado las intenciones de mi hermano y tio el rey de Francia, cuando hace seis meses que sus tropas invadieron mi reino, y despues que han ocasionado tantas penalidades á mis súbditos que han tenido que sufrir esta invasion.

ΕΙ 39 de que yugo que cree V. A. R. haber librado á España no ha existido nunca, ni jamas he estado privado de ninguna libertad sino de la que me han despojado las operaciones del ejército francés. El único modo de devolvérmela sería dejando poseer la suya al pueblo español, respetando nuestros derechos como respetamos los de los demas, y haciendo que cese un poder estrangero de entrometerse en nuestros asuntos interiores por medio de la fuerza armada.

» Los paternales sentimientos de mi corazon estan por todo aquello que me indique la regla mas segura y el medio mas eficaz para buscar y hallar un recurso á las necesidades de mis súbditos. Si para la conservacion del orden y de la justicia desean fuertes garantías, yo convendré en ellas con su acuerdo, esperando que V. A. R. me permitirá le diga que el remedio que me indica es tan incompatible con la dignidad de mi corona como con el estado actual del mundo, la situa cion política de las cosas, los derechos, las costumbres y el bienestar de la nacion que gobierno. Restablcer despues de tres siglos de olvido una

institucion tan variada, tan dificil de hacerla variar, y tan monstruosa como lo es la de las antiguas Cortes del reino, Cortes en las que la nacion no se reune ni posce una verdadera representacion, sería lo misino, y aun peor, que resucitar los Estados generales en Francia. Ademas, esta medida, insuficiente para asegurar la tranquilidad y orden público, sin procurar ventaja alguna á ninguna clase del Estado, haria renacer las dificultades é inconvenientes en que se ha tropezado en otras ocasiones, y en que se tropieza cada vez que se trata de discutir sobre este asunto.

"No es al rey á quien corresponde dirigir los consejos que V. A. R. ha creido debia darle, porque ni es justo ni posible que se pida al rey precava los males que no ha causado ni merecido; y esta peticion fuera mejor se dirigiese al que es el autor voluntario de ellos.

"Yo deseo, y tambien mi nacion, que una paz honrosa y duradera ponga fin á los desastres de la guerra presente, que no hemos provocado, y que es tan perjudicial á la Francia como á la Espa ña. A este fin tengo negociaciones pendientes con el gobierno de S. M. B., de quien ha solicitado igualmente la mediacion S. M. cristianísima. Yo no me separaré de esta base, y creo que V. A. R. deba hacer lo mismo; mas si á pesar de esta declaracion se abusa de la fuerza, bajo el pretesto que indica V. A. R., los que lo hagan serán los responsables de la sangre que se vierta, y particularmente lo será V. A. R. delante de Dios y de los hombres de todos los males que recaigan sobre mi persona y real familia, y sobre esta ciudad beDios guarde á V. A. R., mi hermano y primo, muchos años. Yo el rey. - Cádiz 21 de Agosto de 1823."

nemérita.

Con la respuesta del gabinete gaditano los

Trocadero,

franceses atacaron obstinadamente el Trocadero, donde ya habian abierto brecha el 19, y se apodeToma del raron casi por sorpresa de sus fuertes, asaltándolos la noche del 30 al 31. Mil y quinientos hombres defendian sus baluartes á las órdenes del coronel Grases, militar lleno de valor, y todos quedaron muertos ó prisioneros, incluso el gefe. En este asalto los soldados franceses nombraron primer granadero al príncipe de Carignan: redícula imitacion de aquel sublime acto de Latour d'Auvergne: que otros eran los tiempos, otras las

proezas.

Fernando, que se habia alojado en la aduana de Cádiz, taciturno y al parecer entregado á las pasiones comunes, ocultaba en su pecho el sangriento aguijon de la venganza. Mirando con el anteojo los esfuerzos de los sitiadores y apuntando en su libro los hechos de los sitiados, entreteníase otras veces en remontar cometas desde la azotea que daba al paseo principal del puerto. Los que no conocian cuán diestro era en las artes del disimulo, y cómo penetraba los pensamientos de sus ministros, pensaban que los padecimientos fisicos y morales habian menguado su juicio: el príncipe adivinaba su error y reíase de tanta ignorancia esperando el dia del desengaño. La reina Amalia vivia siempre atormentada por el temor de que sobreviniese el menor infortunio á Fernando: mien. tras una infanta, segun asegura Chateaubriand, (Ap. lib. 11. ministro de negocios estrangeros de Francia (*), núm. 12.) sirviendo de espía á los estrageros avisaba al vizconde que Cádiz recibia víveres de Gibraltar. Empleo mas digno de Regato que de la bella princesa que andando el tiempo ha aspirado á un

trono.

El embajador inglés, que como dejamos anunciado habíase retirado á Gibraltar, trabajó tam

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