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muerte un acto de justicia, reputóla un asesinato jurídico, resultado de la vil venganza. Los jueces atropellaron los trámites del proceso para sacrificarle antes de la llegada del rey, temerosos de que escitara la real clemencia; y el monarca por su parte, embriagado entre el ambar y los aromas de la adulacion popular, entretuvo su marcha para dar tiempo al sacrificio; cuando hirió los oidos del príncipe la muerte del desgraciado general esclamó con zumba: viva Riego.

Lentamente caminaba en efecto con rumbo á Madrid la familia real en carros de triunfo conducida en brazos de los voluntarios realistas ó de los engalanados mancebos del vulgo como en Carmona, Andújar y otros cien pueblos; festejada con corridas de toros como en Córdoba; admitiendo á besar su real mano á los frailes mas oscuros como en Écija; adorando en la Carolina el Santo Rostro que se venera en la iglesia de Jaen, y que su obispo trasladó á aquel punto con ostentoso aparato; pasando á cada instante por debajo de arcos triunfales, ú hollando un camino sembrado de flores: asi llegó por fin á Aranjuez, donde aguardaban á SS. MM. los ex-regentes, los grandes de España, y una diputacion de Madrid presidida por su corregidor. Al paso que se acercaba el rey á la capital de la monarquía salian desterrados centenares de individuos que habian servido al gobierno de los tres años, y que por lo mismo se hallaban incluidos en la proscripcion de Jerez. En Santa Cruz de Mudela habíase presentado á Fernando una diputacion de canónigos de Toledo destinada á acompañar á los reyes á su palacio, y ofrecerles las suinas que llenaban las arcas del cabildo. De suerte que entre los canónigos de Toledo y los

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de Sevilla, Granada, Jaen y Cuenca entregaron á Regalos de los S. M. en metálico, y por via de regalo, once mi- cabildos

Ilones, nuevecientos y setenta mil reales. ¡Tan espléndidamente pagaba el clero al trono su alianza para oprimir á los españoles y encadenar el pensamiento! Pero estaba reservado al ayuntamiento de Sevilla el ofrecer á la culta Europa un rasgo de adulacion propio de las regiones orientales y de los viles esclavos que alli se sacrifican sin pudor á los deleites de su amo: nombró una comision de su seno para que siguiese al monarca hasta su corte, y Vileza de a-satisfaciese sus necesidades, gustos y deseos, con cuyo objeto se dignaba admitirla Fernando en su (Ap. lib. 12. real presencia todos los dias (*). núm. 6.)

yuntamiento de Sevilla.

1823.

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Los trabajos gubernativos del ministro Saez en la travesía habíanse concretado á la aprobacion del ruinoso empréstito de Guebhard, contratado por la primera regencia realista, y cuyos fondos se habian disipado vergonzosamente; al decreto de Córdoba, en que se ordenaba proponer para los empleos personas leales y amantes del rey, es decir, individuos de las sociedades secretas del realismo; y al de Aldea del Rio, en que se mandaban suspender las purificaciones por el temor que inspiraban las contínuas quejas del gabinete francés, de que no tardaremos en ocuparnos.

El 13 de Noviembre salieron los reyes de Aranjuez, y á una legua de distancia de la corte apeóse Fernando al ver el camino tendido de gente que se regocijaba con su presencia: ansioso del aura popular que tanto habia disfrutado en el principio de su reinado, mandó á los guardias que separaban á los lugareños á respetuosa distancia que los dejasen acercar. Dióles á besar la mano con muestras de benevolencia, y se detuvo algunos minutos oyendo de los labios de los fanatizados labradores mil improperios al bando liberal, y conversando familiarmente con todos. Tras esto siguieron los augustos viajeros el rumbo á Ma

Entrada del

drid, donde entraron por la puerta de Atocha, apeándose en la iglesia de nuestra Señora, y asis-rey en Madrid. tiendo al solemnísimo Te-Deum, que entonaron los religiosos á la vista de SS. MM. Concluida la sacra ceremonia sentáronse los reyes en un carro triunfal que les presentó el ayuntamiento tirado por veinte y cuatro mancebos vistosamente adornados, y cuyas primeras cintas llevaban los voluntarios realistas. Veíanse levantados en la carrera arcos de ovacion, las fachadas elegantemente colgadas, las músicas marciales atronando los aires, y á las manolas con sus airosos trages de gala sonando sus panderos, que al decir de la gaceta oficial "no habian contaminado en el reinado de la Constitucion." Esta era la tercera entrada de triunfo que verificaba Fernando en la capital de la monarquía española; pero el entusiasmo que en las dos primeras habia escitado en todas las clases limitábase ahora á la plebe y al clero, impulsado no por el amor al monarca, sino por el poderoso instinto del egoismo. Al dia siguiente las tropas francesas y españolas desfilaron por delante del real palacio, en cuyos balcones se presentaron SS. MM., brillando el rostro de Fernando con la alegría de verse restituido á su corte y ceñida la cabeza con la corona de hierro.

Continuaban entre tanto en las provincias del dividido reino las bacanales que se celebraban en obsequio de la caida del gobierno representativo, y en que tanto se distinguían los frailes mas furiosos, imprimiendo calumnias y escandalosos libelos contra el bando proscripto. Enardecidos en las reuniones que se celebraban en los conventos los hombres del vulgo que vestian el uniforme realista, acometian en las calles á los que habian pertenecido al ejército ó milicia nacional, y en algunos puntos los afeitaban por zumba, les ar

Demasías del vulgo.

Mision de Pozzo di Borgo.

1823.

rancaban á viva fuerza las patillas, el cabello, ó los paseaban caballeros en un asno con un cencerro pendiente del cuello, zambulléndoles la cabeza en fuentes. Y no solamente los lugares pequeños ofrecian tan inhumanas escenas; en las ciudades apenas anochecia, y á veces á la luz del sol, apaleaban los voluntarios realistas á los infelices ciudadanos que no profesaban sus ideas, perdiendo algunos la vida de resultas de tanta barbarie. Las autoridades, hijas de la reaccion, miraban con desprecio el ultraje hecho á las leyes, y parecíales un acto de justicia, un desahogo inocente en retorno de los escesos cometidos por los pasados anarquistas; y si el ultrajado se querellaba á los tribunales, todos huían de declarar el hecho que habian presenciado, y reputado por falso delator de los amantes del rey, veíase todavía encarcelado y multado.

Un cuadro tan horrible de teocrática anarquía indignaba á Luis XVIII y á sus ministros, que temian mil peligros de la desesperacion pública, y que por otra parte nada lograban con las enérgicas reclamaciones de su representante. Despues de haber celebrado repetidos consejos de gabinete en París para adoptar un medio de salir del embarazo, recurrieron al embajador estraordinario de Rusia, conde Pozzo di Borgo, y por comun acuerdo de las potencias de la Alianza voló el conde á Madrid con el encargo de hablar á Fernando con energía y dignidad. Llegó á aquella corte el 28 de Octubre, y habiendo aguardado la venida del rey, felicitó á S. M. el 15 de Noviembre en audiencia pública, concluido el besamanos celebrado con motivo de la vuelta de la real familia. Despues de haberse gloriado de la victoria obtenida contra las pasadas revueltas, Pozzo di Borgo concluía su para

bien con estas palabras: "Y V. M. tendrá asi la gloria de terminar la última de las revoluciones por la firmeza que impide su renacimiento, y por la clemencia que las hace olvidar. Tales son los sentimientos del emperador mi augusto amo." El monarca español respondió al conde: "El interes que el emperador vuestro amo manifiesta por la felicidad de mis pueblos no puede dejar de serme inuy apreciable. Me estoy ocupando en redimirlos de los males que los han oprimido, y confio en la divina Providencia que conseguiré este grande objeto, fin único de todos mis des velos." Tras esta audiencia el enviado ruso tuvo largas conferencias con el ministro de Estado don Victor Saez y con el monarca hispano; y el 16 condecoró el rey al conde con las insignias del Toison de oro. Órgano de los deseos de la Santa Alianza, solicitaba Pozzo que Fernando otorgase una amnistía á los liberales; mas el ministro Saez y el partido apostólico oponian invencible resistencia, y era preciso derrocarlos de sus sillas para que sentándose en ellas personas mas ilustradas, imprimiesen á la marcha de los negocios un giro mas moderado.

Estiéndese la sociedad del

Angel estermi

La junta apostólica, que, como dijimos en otra parte, tenia su cabeza en Roma, habia estendido por España sus misteriosas sociedades secretas con el título del Angel esterminador y otras denominaciones: cuyas sociedades, concretándose en los pasados años á los gefes del realismo, derramábanse ahora nador. por toda la monarquía inscribiendo en su libro negro á los voluntarios realistas de mas subido temple. Dirigidas por el ex-regente obispo de Osma, que presidia entonces el centro madrideño, y en algunas provincias por prelados diocesanos, dignidades eclesiásticas ó generales de la fé; sostenidas por la fuerza de los proletarios, por los numerosos conventos de frailes convertidos en otros tantos puntos 24

T. III.

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