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Insurreccion de Grecia.

de Diciembre le condenó á nuevos padecimientos. La situacion del reino presentábase de dia en dia mas amenazadora; porque las sociedades secretas, generalizando las prisiones y los destierros en todas las provincias, habian llenado las cárceles. El rey, privado de la guardia sublevada y de sus amigos absolutistas, temia ahora con mayor fundamento que los imitadores y entusiastas de la revolucion francesa pensasen en aumentar la semejanza, y representasen en España el sangriento drama de Luis XVI. Mas el monarca se engañaba: los mismos conciliábulos secretos no alimentaron jamas tan bastarda idea; y si deseaban la venganza, era únicamente en los grandes y generales que habian sido sus íntimos consejeros. Algunos historiadores franceses afirman que existia un plan al acabarse el año para asesinar á los presos: pruébanlo con el testimonio unánime de tantos periodistas que solo clamaban por el derramamiento de sangre, y atribuyen su concepcion á los comuneros. Ignoramos la verdad del hecho: los masones, que al ver el giro que aquellos daban á las causas del 7 de Julio la arrebataron de sus manos, y poniendo en libertad á los grandes encarcelados la continuaron únicamente contra los soldados sediciosos, hubiéranse en un caso opuesto á los escesos de los primeros, y aislados estos, nada hubieran conseguido. Mas desgraciadamente la alarma existió: el amigo tembló por su amigo, el padre por el hijo, la muger por el marido: la libertad, tan amable de suyo cuando verdaderamente reina, desfigurada pareció odiosa á un pueblo que no la conocia; y el realismo la pintó con los colores de la licencia. Asi terminó el año 1822 por lo que toca al estado interior de España; recorramos ahora el cuadro esterior, que es el segundo término de la pintura.

Los griegos habian tremolado el pendon de la

libertad, deseosos de romper las cadenas con que los oprimian los turcos: y la Rusia, atenta siempre á la desmembracion de la Turquía, procuraba reanimar las frias cenizas de la antigua Grecia. El ministro de Negocios estrangeros de Inglaterra, lord Londonderry, puso fin á sus dias de un modo trágico, y sentóse en su escaño el célebre Canning, defensor ardiente de los derechos de los pueblos, é ingenio estraordinario que avasallaba la diplomacia europea, y tenia meditados gigantescos planes. En Portugal, la reina acababa de dar una leccion de valor á aquellos reyes que cediendo por miedo á los deseos de sus súbditos, llaman despues violen→ cia lo que por su parte ha sido falta de entereza: negóse á jurar la Constitucion, y prefirió salir desterrada de Lisboa, á prestar un juramento que la repugnaba.

Mas lo que principalmente llamaba la atencion del mundo civilizado era el congreso que en aquel otoño se habia reunido en Verona, y al que asistian personalmente los emperadores de Rusia y Austria, y los reyes de Prusia y de Sicilia. Representaba en él á la Gran Bretaña lord Wellington, y á Francia los vizcondes de Montmorency y de Chateaubriand: tambien acompañaba al emperador de Rusia el ex-einbajador Tattischeff, tan funesto á nuestra patria en los pasados años, y amigo íntimo de Fernando. Alli debia fallarse el destino de una nacion poderosa entre la dulcísima armonía de los delicados sones de Rossini, que ensayaba su Donna del Lago para divertir á los déspotas que con su acuerdo iban á hacer saltar manantiales inagotables de sangre española. La Santa Alianza quiso examinar cinco asuntos. 1.° El comercio de negros. 2. Las colonias americanas de España. 3. Las desavenencias de Oriente entre la Rusia y la Puerta. 4.° La Italia. 5.° Los peligros de la re3

T. III.

Congreso de

Verona.

Esposicion de la regencia de Urgél al con

greso.

volucion española con relacion á los demas estados de Europa. Iban enlazadas con estas cuestiones generales la navegacion del Rhin, las turbulencias de Grecia, y los intereses de la regencia realista de Urgél, la cual envió al congreso en calidad de plenipotenciario al conde de España. El conde entregó á la asamblea una especie de memoria firmada por la regencia, en cuyo escrito sobresalen ciertos rasgos y pinceladas que no debemos pasar en silencio, porque caracterizan el partido realista. "La nacion española no gusta de instituciones peligrosas, y en ella no se han grabado los principios que desgraciadamente se llaman luces del siglo. Hemos tomado en conside.acion la máxima de que los pueblos no se hicieron para la ley, sino la ley para los pueblos. -Hemos tomado en consideracion las leyes y antiguas Cortes de España, y hemos visto que las primeras han sido propuestas á los reyes por las Cortes juiciosas y libres que celebraba la nacion, acomodadas á la felicidad de España, y celebradas las principales en tiempo de los reyes de la augusta casa de Austria. Indudablemente el tiempo indica reformas, y procuraremos hacerlas, oyendo la voz de la nacion por medio de aquellas clases del estado que por derecho manifestaban su opinion, que daban consejo, que pedian al rey, y obtenian su aprobacion, empieándose entre otros objetos en ser los reguladores de las contribuciones é imposiciones del pueblo, sin cuya intervencion no se podian imponer ni exigir." Despues de estas flores de adorno iban los regentes alzando con tiento la gasa á la negrura de sus sentimientos. "La esperiencia, que es el mejor maestro que nos han dado los siglos, ha enseñado que la perversidad hace á algunos incapaces de conversion, y de formar sociedad con sus semejantes; y que el malo por principios, en impunidad, recibe una licencia

para ser peor." Finalmente, la esposicion concluía de este modo: "Parece pues en nuestro concepto que el primer paso conviene sea restablecer por ahora las cosas en el estado que tenian el 9 de Marzo de 1820. Despues por disposicion de VV. MM., y con su intervencion, será oida la voz verdadera de la nacion; y examinando si hay vicio y defecto en el sistema, ó vicio accidental en su ejecucion, podrán adoptarse por S. M. las medidas mas oportunas, y que puedan curar cualquier mal y no aumentarlo."¿Y eran españoles los que esto escribian? ¿Los descendientes de Gonzalo de Córdoba y de don Juan de Austria asi se arrastraban por el suelo, asi vendian su patria? No, la sangre corre adulterada por las venas de los esclavos; vícianla sus pasiones, y mezclada con el jugo de estas pierde la fuerza y el vigor, y solo inspira cobardes pensamientos.

El veneno rebosaba en sus corazones, y untaban los labios con aparente dulzura para venir al objeto que deseaban, conseguido el cual, manaria de aquellos la verdadera ponzoña para agravar las llagas de la patria. Y mientras el realismo intrigaba en Verona y besaba el polvo para adular á los déspotas, los liberales se desataban en injurias contra los príncipes europeos, y no cuidaban de enviar un representante que defendiese en el congreso la causa de la libertad, transigiendo con sus enemigos, y evitando de este modo su muerte. Todas las esperanzas se cifraban en la mediacion inglesa, y en los ensueños de esa tan gloriosa cuanto fatal guerra de la independencia, causa primera del miserable estado en que habia caido el pais, y origen de las facciones que lo devoraban. Los ingleses tenian fijos los ojos entonces en el reconociniento por las potencias alli reunidas de la independencia de la América española, porque asi

1822,

cimentaban en ella su comercio, y cerraban sus puertas á la industria española, vista la repugnancia que mostraba Fernando á entablar tratos con los estados independientes.

Los representantes de Francia fijaron la cuestion sobre la Península Ibera, preguntando al congreso si en el caso de retirar de Madrid á su ministro, harian otro tanto las naciones aliadas; y qué socorros, y en qué forma, podria exigir el gabinete de las Tullerías cuando estallase la guerra ó lo reclamasen las vicisitudes de las armas. Fallaron los príncipes á gusto de los franceses, ofreciendo auxiliar aquella sacrílega cruzada contra la libertad de los pueblos con todo su influjo, y aun con sus ejércitos, siempre que fuesen necesarios para el complemento de la victoria. De suerte que el 17 de Noviembre determinaron ya los tres casos de guerra, que eran los siguientes: 1.° El de un ataque á mano armada de parte de España contra el territorio francés, ó de un acto oficial del gobierno español, provocando directamente á la rebelion á los súbditos de alguna de las potencias de la alianza. 2.° El destronamiento de S. M. el rey de España, la formacion de un proceso contra su augusta persona, ó un atentado de la misma naturaleza contra los miembros de su familia. 3.0 El de un acto formal del gobierno español, atentando contra los derechos de la sucesion legítima de la familia real

Lord Wellington no quiso firmar los protocolos de 20 de Octubre y de 17 de Noviembre, esponiendo las razones que á ello le obligaban en una nota, que concluía asegurando "no dirigiria al gobierno español comunicacion alguna respecto á sus relaciones con Francia." La Inglaterra queria representar el papel de mediadora; pero como los príncipes conocian que sus intenciones secretas no

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