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horca: la comision ejecutiva de Madrid destinó al suplicio al jóven Tomas Franco por haber proferido espresiones contra la vida de Fernando. Españoles hubo que huyendo de la muerte que les amnenazaba en su patria se acogieron á las costas africanas, y hallaron en Tanger y en Marruecos corazones mas sensibles que en la cultísima España; pero ni alli se vieron seguros, porque el hacha de sus enemigos buscaba la víctima mas allá de los Legaciones á mares. El gobierno español envió una legacion á

Marruecos.

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Muley Ibrahin, emperador de Marruecos, reclamando á los fugitivos que se habian acogido á su piedad; negóse á entregarlos el africano, mas habiendo mandado el gabinete de Madrid segunda legacion con amenazas, temieron los refugiados y pusiéronse en salvo con rumbo á mas lejanos paises. La sed de sangre y de víctimas era insaciable. Una noche cierto buque salido de Algeciras entró silenciosamente en la bahía de Gibraltar, y creyendo que en un barco se recogian algunos espatriados cortó los cables y se lo llevó á nuestra playa; mas afortunadamente no se habian abrigado alli para oprobio y rabia de sus verdugos.

Ni aun asi se aplacaba el inestinguible ardor de los apostólicos: acusaban á los franceses, que los habian entronizado, de que tenian atados los brazos de hierro del monarca; y de resultas de nuevas reyertas que hubo en 25 de Julio en la calle de San Anton de la corte, el embajador francés pasó al ministerio una nota muy enérgica, ocasionando la real orden de 1.o de Agosto en que se encargaba á las autoridades que rectificasen el espíritu público demostrando al vulgo las consideraciones que merecian los franceses por los servicios que habian prestado á la causa del trono. En medio de tanto desenfreno, sueltas las pasiones, los delatores se atrevian á todo, y ni el poder mismo

estaba á cubierto de sus envenenadas saetas. An-
siaban los conciliábulos secretos del realismo ven-
gar en el ministro Cruz la moderacion que le
distinguia y el deseo que habia manifestado de
contener con su reglamento la anarquía y la demo-
cracia de los voluntarios, y sobre todo las medi-
das dictadas contra Capapé; y prevalidos ahora de
los sucesos de Tarifa, acusáronle á S. M. de inte-
ligencia con los constitucionales, con cuyo acuerdo,
decian, habia resuelto destruir aquellas legiones de
la lealtad, cimientos del altar y del solio, y per-
der á sus gefes para levantar sobre sus ruinas el
partido de la libertad. Cayó pues en los últimos
dias de Agosto del ministerio de la Guerra don
José de la Cruz, pasando de la secretaría á un ca-
labozo en compañía del brigadier don José Agus- tro Cruz.
tin de Llano y del intendente don Francisco
Aguilar y Conde, á quienes complicaron en el
monstruoso proceso. Tambien exoneró el monarca
de la superintendencia general de policía á don Jo-
sé Manuel de Arjona, sentándose en la silla del
ministerio don José Aymerich, coronel de los rea-
listas, y confiando la policía á don Mariano Rufi-
no Gonzalez, que en su circular á las provincias
daba á los liberales el nombre de hijos de mal-
dicion.

1821. sion del minisCaida y pri

Aymerich mi

nistro de la Guerra.

Privilegios de

Abrió Aymerich su nueva carrera de terror mandando que los realistas de la corte no pudiesen ser arrestados en la carcel, sino en el cuartel, y que diesen la guardia de palacio el primer dia de los realistas. Octubre de cada año; privilegios que acrecentaron la impunidad y la soberbia de los proletarios. Tras esto ordenó á los capitanes generales que fomentasen y organizasen los cuerpos de voluntarios, proponiendo sin demora los medios que debian adoptarse para completar su armamento, y el vestuario de los que no pudiesen costearlo por su pobreza.

1824.

Bases para la purificacion de

los militares.

Indefinidos.

"Todo hasta tanto que con mas detenida meditacion tuviese á bien S. M. acordar el modo de rectificar ó mandar llevar á efecto el reglamento dado por el pasado ministerio." Asi anuló de una pluinada el decreto de 26 de Febrero, destruyendo la única barrera que, aunque débil, se oponia al desbordamiento de la licencia. Habíanse clasificado en 9 de Agosto los premios que merecia el ejército llamado de la fé, concediendo dos grados á los que se pronunciaron á favor del absolutismo antes del 1.0 de Julio de 1822; un grado á los que lo verificaron antes del 1.° de Marzo de 1823; y la propuesta para el empleo inmediato á los que tomaron las armas bajo la bandera real desde 1.o de Marzo á 1.o de Mayo del mismo año. Tambien en el propio dia se fijaron las bases para la purificacion de los militares, tanto efectivos como retirados, quienes debian presentar relacion jurada de su vida política y de los puntos donde hubiesen residido desde 1820, espresando si pertenecieron á las sociedades secretas de masones ó comuneros. La base para purificarse debia ser el amor á la real persona, á sus derechos y al gobierno absoluto, y la reputacion que el individuo se hubiese granjeado por resultado de este amor: para la impurificacion habian de servir de fundamento el amor al sistema representativo y á sus máximas, la conducta política y la opinion que gozase por consecuencia de las anteriores circunstancias. Cuando se dan reglas tan arbitrarias que no conducen á un punto determinado, cuando se habla de la opinion aérea, de las ideas morales que estan ocultas en el corazon humano, se juega con la fortuna de los hombres, y se los pone maniatados en poder de sus enemigos para que los inmolen á su arbitrio conforme sus pasiones ó sus gustos.

Entregados los infelices indefinidos á la rabia

de sus perseguidores, no tardaron en ser impurificados y mendigar por las calles un sustento que habian ganado en cien combates pelcando contra las águilas del imperio. Muchos perecian devorados por el hambre, como aconteció en Cádiz al general de artillería don Manuel Velasco, que despues de haber brillado cual ninguno en la heróica y desesperada defensa de Zaragoza, vino á morir en una boardilla entre las garras de la miseria, y á recibir la sepultura con nombre supuesto y en clase de mendigo, para librar del furor de la policía al vecino que lo habia tenido oculto. Faltan palabras para pintar la desesperacion de tantos militares que en la flor de sus dias, y plagados algunos de tiernos hijuelos, se veían privados del necesario alimento de la noche á la mañana, sin carrera, y lo que es mas horroroso sin esperanza. Entre tanto mandábase en un decreto que el 1.° de Octubre se tributasen gracias al Omnipotente autor de la naturaleza por la libertad de un rey que la empleaba en tales horrores tiranizando el reino. Los voluntarios de Madrid volaron en aquel dia al Escorial, donde se habian trasladado SS. MM. el 22 de Setiembre. Fernando los sorprendió en el camino, y paseando á pie con su real esposa entre sus filas los colmó de agasajos, admitió á los oficiales en el besamanos, y escoltado por ellos regocijóse por los aromosos bosques de la Granjilla.

1824.

Habíase convenido entre los gabinetes de las Tullerías y de Madrid que permaneciesen ocupando la Península cuarenta y cinco mil franceses hasta 1.° de Julio de este año; pero á causa de la malograda tentativa de las playas de Andalucía estipulóse nuevamente su permanencia has- Prolóngase la ta principios del siguiente 1825. El ilustrado Luis ocupacion franXVIII, que habia sabido con su moderacion contener el ímpetu de las pasiones populares en Fran

сева.

, murió el 16 de Setiembre á las cuatro de la añana, dejando el cetro en manos de Carlos X. Celebráronse en la corte española y en las provincias magníficas exequias por sus manes, ocultando los cortesanos de Fernando entre el humo de los inciensos la alegría que les causaba la muerte de un príncipe que nunca cesó de practicar y aconsejar la templanza. El cielo en su cólera parecia romper todos los diques que pugnaban por contener el torrente de sangre que iba á inundar la asolada patria; y rotos en efecto, derrumbóse desde el trono, y corrió sin resistencia manchando el suelo que

bañaba.

Concedió el ministro de la Guerra condecoraciones y premios á los asesinos de Cádiz que en 1820 se cebaron en el indefenso pueblo, y mandó en 12 de Setiembre que no se admitiese en el ejér cito ningun sargento que hubiese servido bajo las banderas del ejército constitucional. Al mismo tiem po la policía, en medio de las vejaciones y los insultos, mandaba entregar las armas que no tenian á los milicianos nacionales; y prescribia en 14 de Noviembre que se pusiesen en manos de los curas párrocos los libros y papeles, tanto castellanos como estrangeros, que se hubiesen impreso desde 1.o de Enero de 1820 hasta el dia, señalando premios á los delatores que descubriesen la existencia de los que permaneciesen ocultos. El ministro de Gracia y Justicia facultaba en 8 de Setiembre á los obispos "para encerrar en monasterios ó conventos á los eclesiásticos de opiniones liberales, declarando vacantes las prebendas ó beneficios que obtuviesen." Y abriendo las puertas de las universidades, cerradas desde principios de 1823, señalaba el plan de estudios que habia de seguirse, eligiendo los autores menos ilustrados, y sujetando, como en otra parte dijimos, á los alumnos y catedráticos al juicio de

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