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1825.

delo la funesta actividad de los obreros de la corte. Habíase distinguido el 7 de Julio de 1822 por su celo á favor del código gaditano don Juan Federico Menage, quien, derrocada la Constitucion, cometió la imprudencia de abrigarse en un pueblo inmediato á la capital de la monarquía, donde vivia oculto. Descubrieron los enemigos de la libertad su albergue, y conduciéndole preso á Madrid, entregáronlo en manos de los sayones de la comision ejecutiva, que para sacrificarle inventaron un delito cuyo solo relato pregonaba la inocencia del acusado. Inmolaron el 16 de Abril á Menage en la horca, cortándole la mano derecha, que tuvo pendiente del cuello mientras permaneció en el suplicio, "por el crimen de haber intentado envenenar las aguas de la fuente del Berro, destinadas al uso de la familia real." En las ejecuciones marchaba Chaperon delante de la fúnebre comitiva vestido con su uniforme, y con los distintivos de su alto grado militar, como si se gozara su negra alma en los padecimientos del infelice reo; y en el momento en que estuvo pendiente de la horca el inocente Menage, asióle Chaperon de las piernas y ayudó en su oficio al ejecutor de la justicia, llenando de oprobio su carácter de juez, el honor de la milicia y su dignidad de hombre. El ministro Zea y don Luis Fernandez de Córdoba pintaron con energía al monarca los escesos de las comisiones militares, llegando el segundo á decir que la justicia administrada por aquel odioso tribunal tomaba el carácter de una venganza horrible y furiosa que tenia consternado al pais "y afligidos á sus buenos servidores; y que el decoro de las insignias militares que S. M. mismo vestía pedia con urgencia la supresion con tanto (Ap. lib. 12. anhelo deseada (*)." Fernando mandó instruir con núm. 17.) premura un espediente que los apostólicos entorpe

cieron por cuantos medios alcanzaron, y que por lo tanto tardó en dar fruto.

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La hipocresía era la virtud dominante. Obligábase en las universidades á los estudiantes á comulgar juntos con suma ostentacion, porque no se buscaban los sentimientos religiosos, sino el aparato de sus formas; y los voluntarios realistas del Quintanar celebraban el dia de San Fernando del propio modo, fingiendo piedad cristiana los que solo se regocijaban con cruentos sacrificios. Fija siempre la vista en el mismo blanco, esceptuaron los gobernantes en 26 de Enero del sorteo para el reemplazo del ejército á los novicios de los conventos, concediéndoles un privilegio superior al que gozaban los nobles, quienes se redimian tambien del servicio con el dinero. Entre los medios de que se habia valido el partido fanático para encender las pasiones del vulgo y de los voluntarios, contábase el de haber esparcido profusamente varios folletos demostrando que en palacio mandaban los masones, y oprimian al rey para que no castigase á los liberales ni restableciese el santo oficio. Uno de ellos, que llevaba Escritos revoel título de "Españoles, union y alerta," sobresalia por el descaro y la saña de que hacia alarde; y lejos de castigar á los autores de máximas tan perniciosas que tendian á la revolucion y al trastorno social, arrancó Calomarde su perdon en 30 de Mayo en celebridad de los dias del monarca. Y en el decreto de indulto á los maratistas, el ministro no encubria el delito; sacábale á la luz pública cual si con la impunidad quisiese alentar á los unos y aterrar á los otros, revelando la existencia del volcan." Descubrió el gobierno, dice, en muchas provincias sugetos de todas clases que se llaman á sí mismos adictos al rey por excelencia, que abusando unos de las facultades que les señalan las leyes, otros como funcionarios publicos de distinta clase, 33

T. III.

lucionarios.

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rich y los su

yos.

y aquellos de un ministerio todo de santidad, propagaron por los medios mas oscuros y criminales tales folletos." En vez del reconocimiento á la gracia otorgada exasperábanse mas los hombres fanáticos con la debilidad del gobierno, porque parecíales que nacía de miedo y de la conciencia de su poder y de su justicia.

Mas entre tanto la masa de las conspiraciones fermentaba y acercábase su sazon. De todos los puntos se recibian avisos de que andaban envueltos en aquellos tenebrosos trabajos funcionarios de elevadísima clase, sentado á su cabeza el ministro de la Guerra. Los consejeros moderados del monarca, con cuyo arrimo se sostenia Zea, descorrieron el velo al abismo de infortunios que amenazaban á la patria patentizando los peligros que corria el trono misino; y despertando á esta poderosa voz el rey, firmó en 13 de Junio el nombramiento de AymeCaen Ayme- rich para gobernador de Cádiz, elevando pocos dias despues á la secretaría de Guerra que dejaba vacante al honrado marques de Zambrano. Con el virulento Aymerich cayó del mando de la guardia real de infantería don Blas Fournás, mezclado en la trama, y entró en su lugar el conde de España: dióse la inspeccion general de infantería á don Manuel Llauder; y despojando del baston de las capitanías generales á los mas comprometidos en la reaccion intentada, y mudando á otros de uno en otro punto, confió el ministerio la provincia de Aragon á don Alejandro Bassecourt, la de Valencia á don José María Carvajal, la de Castilla la Nueva á don Joaquin de la Pezuela, la de Granada á don Juan Caro, la de Cataluña al marques de Camposagrado, y la de Guipúzcua á don Vicente Quesada.

Derribados del mando los gefes mas furibundos de las sociedades apostólicas, encrespóse aun

mas el mar ardiente de sus odios, y atumultuadas las olas, un soplo bastaba para que estallase la tormenta. En tan críticos momentos amaneció el 15 de Junio, y habiendo los tambores de realistas de Madrid esperimentado violentos cólicos de resultas de unas cabezas de cordero que cenaron aquella noche, divulgóse á la mañana siguiente la noticia de que habian sido envenenados, y que igual suerte aguardaba á todos los individuos del mismo cuerpo. Creciendo de boca en boca el número de las víctimas y los rumores de una conjuracion que atribuían á los vencidos liberales, alborotóse la plebe, y los vecinos de los barrios bajos inundaron las calles pidiendo venganza y la muerte de los supuestos conjurados. Mas la actitud imponente de la guarnicion, las medidas enérgicas que adoptó el gobierno para apagar la comenzada sedicion y el descubrimiento de la verdad contuvieron á los revoltosos y se restableció la tranquilidad, no obstante los esfuerzos de los fanáticos para convertir en incendio aquella llamarada.

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Estincion de las comisiones

El Consejo de Castilla, sufocando esta vez los crueles sentimientos que abrigaban sus individuos, y no pudiendo desoir el grito de tantas víctimas jurídicamente asesinadas, espuso al monarca en respuesta al informe pedido que las comisiones militares no guardaban armonía con la legislacion española; y en 4 de Agosto, conformándose el rey con su dictámen las estinguió en sus reinos, mandando militares. que las causas pendientes pasasen á los tribunales ordinarios. Respiraron los buenos ciudadanos viendo embotada la cuchilla de la venganza; mas los enemigos de la paz y de la felicidad de la patria, que seguian el pendon del esterminio, juzgáronse perdidos si asomaba el iris de la bonanza, y llena la copa de su indignacion rebosó con esta gota de la real piedad y se derramó por el suelo.

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Las sociedades secretas de los fanáticos terroristas creyeron que habia sonado la hora de ondear al viento la bandera negra, y eligiendo por cabeza de la revuelta al osado y bullicioso mariscal de campo don Jorge Bessieres, el antiguo republicano, se prepararon para la lucha. Tenia la conjuracion hondas raices en palacio, las cuales tendiéndose por todo el reino debian echar sus renuevos á un tiempo mismo en puntos opuestos y reinotos: con el abono del clero, empeñado en que el arbol de aquella revolucion prosperase y creciese, y con el cultivo y apoyo de los numerosos cuerpos de realistas, florecerian sus ramas y darian el amarguísimo fruto del terror y de la muerte de los españoles mas ilustrados. Hallábase la familia real en San Ildefonso, cuando en la noche del 15 de Agosto salió Bessieres de la corte y se dirigió á la provincia de Guadalajara, enviados delante varios emisarios para que divulgasen la falsa nueva de que en el alcázar real mandaban los masones, y que se habia vuelto á coRebelion de locar la lápida de la Constitucion. Recorrió el gefe de la trama distintos pueblos concitando los ánimos de los voluntarios, quienes empuñando las armas respondieron alegres al proyectado alzamiento, mientras que al amanecer del 16 los trompetas del regimiento de caballería de Santiago, acantonado en Getafe, sonaron generala por orden del comandante don Valerio Gomez, y partieron en número de tres compañias á Brihuega, punto de reunion de los conjurados, donde habia llegado de antemano el general Bessieres. Mas los soldados de caballería apenas conocieron el objeto de la marcha retrocedieron, abandonando al comandante, que con cuatro oficiales corrió á reunirse con el gefe de los sublevados. Habia éste á su llegada á Brihuega tropezado con la resistencia de cincuenta provinciales de Cuenca que guarnecian el pueblo,

Bessieres.

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