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Libro decimotercio.

Si la caida de Aymerich y de Ugarte habia dis

minuido el violentísimo movimiento de la máquina gubernativa, la estincion de las comisiones militares y el fusilamiento de Bessieres parecian deber volverla al giro regular y templado que conviene á una monarquía moderada. Aumentó tan autorizada opinion el establecimiento de una junta Junta consulticonsultiva de gobierno, determinado en decreto de vade gobierno. 13 de Setiembre de aquel año 1825, á la que eran llamados varones de conciencia y de saber. El sabio y prudentísimo arzobispo de Méjico, que vivia oscuro, don Francisco Marin, don José Hevia y Noriega, don José Juana Pinilla, don Luis Gargollo y don Andrés Caballero, nombrados individuos de la junta, albergaban en sus corazones sentimientos de conciliacion y de acertadas reformas, y miraban por consiguiente con el horror que debian á los hombres de sangre y de esterminio.

La junta debia nivelar los gastos del Estado con los productos, cimentar la mas rigurosa economía, mejorar el crédito de la nacion para proporcionar empréstitos que cubriesen el défecit que resultaba, y finalmente, establecer las reformas y mudanzas necesarias "para afianzar el orden y la exactitud en todos los ramos de la administracion." Cimientos robustos para levantar un edificio nue

vo. La junta al instalarse, conociendo la aspereza de los tiempos que corrian, dijo al monarca en la esposicion que puso en sus manos: "No son nuestras cabezas las que V. M. busca, las que su gobierno merece, ni las que España necesita:" tras esto aseguraban sus miembros que no los arrastrarian parcialidad ni espíritu de partido, y que pondrian mano en las mejoras y modificaciones para reanimar la nacion.

No era necesario tanto fuego para encender los ánimos del bando apostólico que rodeaba el solio, y que ingenioso en reproducirse bajo formas distintas nunca cesaba de avasallar el corazon de Fernando. El príncipe, que á la debilidad moral, abra de sus primeros maestros, unia la debilidad fisica trabajado por la gota que otra vez le atacó en aquel otoño, rara vez permanecia firme en un propósito, si esceptuamos su sistema favorito de contrabalancear un partido con otro partido no entregándose en manos de ninguno. Acuerdo laudable en un rey justo y generoso, pero aborrecible en quien lo tomaba por buscapie de proscripciones y venganzas. Asi que mientras el 1.0 de Octubre, aniversario segundo de su llegada al Puerto de Santa María, se negó á recibir los plácemes de la corte y de los furibundos realistas en el Sitio de San Lorenzo, donde á la sazon residia, exoneró el 24 del misino mes al ministro de Estado don FranExoneracion cisco Zea Bermudez, piloto que tanto se habia desde Zea Bermu- velado para imprimir á la nave pública el rumbo

dez.

1825.

y la armonía de la justicia, desviando de ella los furiosos vientos con que la combatian las pasiones. Cayó el monarca en la red tendida por Calomarde y los obispos; cedió á la influencia de don Carlos, siempre empleada en contra de la mísera patria, y entregó las riendas arrebatadas de las hábiles manos de Zea á la diestra del duque del

Infantado, siempre instrumento de las cabezas exal

tadas.

Elevacion al ministerio del duque del In

1825.

Derribado de la silla def ministerio el móvil fantado. principal de las ideas de acomodamiento y mejora quedaron paradas las ruedas del bien, y la junta consultiva se concretó á reuniones de ceremonia en que se trataban materias, que aunque interesantes, no eran las que en tan árduos momentos podian salvar el Estado. Mas el honrado ministro de Hacienda no queria que se entorpeciesen sus planes para el arreglo de los gastos y productos del erario, y estimulaba poderosamente á Fernando, quien conocia la necesidad de evitar una bancarrota y de contentar á los numerosos acrreedores nacionales y estrangeros con la economía y el religioso pago de sus intereses. Por lo tanto en 14 de Noviembre mandó que se formasen los presupuestos de gastos de las respectivas secretarías para igualar las obligaciones con las rentas del reino: que formados dichos presupuestos pasasen todos los años en 1.o de Noviembre al ministerio de Hacienda, cuyo secretario debia añadir las observaciones oportunas, demostrando el producto total de los arbitrios públicos de todas clases, los sueldos y descuentos de la administracion, y el líquido que resultaba disponible. Con las observaciones y notas de aquella secretaría pasaban los presupuestos el 15 del mencionado Noviembre al Consejo de ministros para que los examinase y reformase, y depurados en el crisol de su crítica los sometiese á la real aprobacion. Asi en medio de la mas desenfrenada tiranía introducíase una reforma útil en su carcomida máquina; móvil poderoso fabricado á semejanza de los que dan movimiento al gobierno representativo, y móvil en fin que afirmando los mohosos ejes de las otras ruedas, contribuyó mas que todos á su sostenimiento y duracion. El minis35

T. III.

tro de Hacienda logró á fuerza de milagros y de constancia ocurrir á las necesidades mas imperiosas, y pagar á todas las clases que viven del tesoro no obstante la desproporcion y miseria de los recursos. Ni antes ni despues del ministerio de Ballesteros hemos visto á algun secretario del despaElogio del mi- cho conseguir otro tanto, siendo pues el único que en el reinado de Fernando tocó tan apetecido objeto: permítasenos tributarle el incienso de nuestra admiracion.

nistro de Hacienda.

Los realistas exaltados, dueños segunda vez del gobierno por medio de Infantado y de Calomarde, y retoñando nuevas tramas en el cuarto de don Carlos el tronco robusto de la teocracia, al que un momento conmovió el vencimiento de Bessieres, entregáronse con nuevo afan á sus tareas. Proponíanse esta vez por blanco de sus deseos el restablecimiento del santo oficio, para á la luz de sus hogueras estender las proscripciones y tornar á gozarse en las lágrimas y esterminio de sus enemigos. El Consejo seguia con lentitud el espediente abierto sobre un asunto de tanto interes, y su mesura no era hija de los sentimientos de sus individuos, sino de la invencible repugnancia que notaban en Fernando á abrir las cerradas puertas del terrible tribunal. Al hervor de las pasiones de los obispos, principales motores de la intriga, uníase la influencia estrangera en sentidos opuestos: el nuncio del Papa, siguiendo las instrucciones de su maquiabélica corte, protestaba en presencia de los embajadores que se opondria con sus consejos al renacimiento de las hogueras, y en secreto atizaba á los consejeros para que acordasen la apertura de los edificios de la inquisicion. El embajador de Francia por el contrario, no solo hablaba con calor y elocuencia contra tan impolítica medida, sino que declaraba al príncipe en sus conferencias

privadas que el estado de la nacion francesa, cuya atmósfera política se enturbiaba á cada paso, obligaria al gabinete de las Tullerías á adoptar un rumbo decisivo en el negocio. Contra tan indestructibles obstáculos y contra la prevision del rey se estrellaron mas adelante los trabajos de las juntas apostólicas; y desesperadas de triunfar con las armas de la intriga y del apoyo cortesano, fijaron los ojos en la insurreccion del Principado de Cataluña.

Entre tanto sin levantar mano de la obra de destruccion á que aplicaban la palanca de su poder obtuvieron un decreto, en el que se autorizaba á los que se habian ausentado por enredados en las tramas de Bessieres para que implorasen la real munificencia. Tras esto para dar en tierra con la junta consultiva concedióse en 28 de Diciembre al Consejo de Estado el cuidado y discusion de los negocios mismos que poco tiempo antes se confiaron á la junta. Pero si en ella descollaban varones de templanza y sabiduría, aqui se leían los aciagos nombres del arzobispo de Toledo, del obispo de Leon, de los duques del Infantado y de San Carlos, de don Tadeo Calomarde y de don Juan Bautista Erro. De esta caja de Pandora solo males podian salir, y no remedios que curasen las irritadas llagas de la infortunada España. En vez de consagrarse á las reformas administrativas, al fomento de la industria, á la animacion del comercio y al arraigo de la paz, como encargaba el trono, únicamente trabajaron aquellos furiosos partidarios del absolutismo en perpetuar las proscripciones y en soltar la rienda á la venganza y al sangriento instinto que los devoraba. Instalóse el Consejo el 16 de Enero de 1826 con toda la pompa que convenia á las siniestras miras del bando apostólico, que disparaba los rayos oculto tras el pedestal del monarca, y que haciendo á Fernando

1825.

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