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tria.

al propio tiempo sabia y nacional, sin duda no es atentar á la independencia de un pais, ni establecer el derecho de intervencion, contra el cual toda potencia tiene derecho de raclamar."

El Austria con la misma fecha se espresaba en Nota de Aus- estos términos. "La revolucion de España ha sido juzgada por nosotros desde su origen. Segun los eternos decretos de la Providencia, el bien no puede nacer en los estados olvidando los primeros deberes impuestos al hombre en el orden social. No se mejora su suerte con culpables ilusiones que pervierten la opinion y descarrían la conciencia de los pueblos: un tumulto militar no puede jamas formar la base de un gobierno dichoso y durable.

"La revolucion de España, considerada con relacion á la influencia que ha ejercido sobre el pais que la ha sufrido, sería un acontecimiento digno de toda la atencion y de todo el interes de los soberanos estrangeros.

» No obstante, una justa repugnancia á mezclarse en los negocios interiores de un estado independiente hubiera determinado quizás á estos soberanos á no pronunciarse sobre la situacion de España, si el mal obrado por su revolucion se hubiera concentrado, y pudiera concentrarse en su interior; pero no es ese el caso. Esta revolucion antes de llegar á su madurez ha provocado ya grandes desastres en los otros paises: por el contagio de sus principios y de su ejemplo, y por las intrigas de sus principales autores, ha producido las revoluciones de Nápoles y del Piamonte.

»S. M. I. no puede menos de sostener en las cuestiones relativas à la revolucion de España los mismos principios que altamente ha manifestado siempre. Aun cuando ningun riesgo directo corriesen los pueblos confiados á su cuidado, el emperador no vacilaria jamas en negar y reprobar lo

que cree falso, pernicioso y condenable, por el interes general de las sociedades humanas.

"Dificil me sería creer, señor conde, que el juicio enunciado por S. M. I. sobre los acontecimientos que se suceden en España, fuese mal comprendido ó mal interpretado en ese pais. Ninguna mira de interes particular, ningun choque de pretensiones recíprocas, ningun sentimiento de desconfianza ó de celos inspiran á nuestro gabinete pensamientos opuestos á la felicidad de España. La casa de Austria no tiene mas que remontarse á su historia para hallar en ella los motivos mas poderosos de adhesion y de afecto á una nacion que puede recordar con justo orgullo aquellos siglos de gloriosa memoria, en que el sol no se ponia en sus estados, á una nacion que fuerte con sus instituciones respeta bles, con sus virtudes hereditarias, con sus sentimientos religiosos, con su amor á los reyes, se ha hecho ilustre en todos los tiempos por su patriotismo, siempre leal, siempre generoso, y con frecuencia heróico.

» En una época no muy remota, esta nacion ha admirado todavía al mundo por el arrojo, la decision y la perseverancia que ha opuesto á la ambicion usurpadora que pretendia privarla de su monarca y de sus leyes, y el Austria no olvidará jamas cuán útil le ha sido la noble resistencia del pueblo español en un momento de gran peligro para ella misma.

»Reunido en Verona á sus augustos aliados, S. M. I, ha tenido la fortuna de encontrar en sus consejos las mismas disposiciones bienhechoras y desinteresadas que han guiado constantemente las suyas. Las palabras dirigidas á Madrid probarán este hecho, y no dejarán duda alguna sobre el sincero anhelo que tienen las potencias de servir á la causa de España, demostrándole la necesidad de

cambiar de rumbo. Es verdad que los embarazos que la abruman han crecido en una horrorosa progresion. Las medidas mas rigurosas, los espedientes mas atrevidos no pueden hacer marchar su administracion: la guerra civil se ha encendido en muchas de sus provincias: sus relaciones con la mayor parte de Europa se han roto ó suspendido: hasta sus relaciones con la Francia han tomado un carácter tan problemático, que pueden concebirse serias inquietudes sobre las consecuencias que han de resultar.

"Todo español ilustrado sobre la verdadera situacion de su patria conoce que para romper las cadenas que pesan al presente sobre el monarca y su pueblo, ha de poner España un término á ese estado de separacion del resto de Europa, á que la han precisado los últimos acontecimientos.

"Para llegar á este fin es necesario ante todo que el rey sea libre, no solo recobrando la libertad personal que todo individuo tiene derecho de reclamar bajo el reinado de las leyes, sino tambien la que debe gozar un soberano para llenar su alta mision. El rey de España será libre en el momento en que tendrá el derecho de sustituir á un régimen reconocido como impracticable por los mismos que por egoismo ó por orgullo le defienden, un orden de cosas en el que los derechos de la corona se combinen felizmente con los intereses y los votos legítimos de todas las clases (Ap. lib. 11. de la nacion." (*) núm. 2.)

1822.

Nota de Fran

cia.

Réstanos copiar la nota de Francia, firmada en París en 25 de Diciembre.

El presidente del Consejo de ministros, encargado interinamente del despacho de negocios estrangeros, al señor conde de Lagarde, ministro del rey en Madrid.

"Señor conde: pudiendo variar vuestra situacion política á consecuencia de las resoluciones to

madas en Verona, es propio de la lealtad francesa encargaros que hagais saber al gobierno de S. M. C. las disposiciones del gobierno de S. M. cristianísima.

"Desde la revolucion acaecida en España en el mes de Marzo de 1820, la Francia, á pesar de lo peligrosa que era para ella esta revolucion, ha puesto el mayor esmero en estrechar los lazos que unen á los dos reyes, y en mantener las relaciones que existen entre los dos pueblos.

» Pero la influencia bajo la cual se habian efectuado las mudanzas acaecidas en la monarquía española, se ha hecho mas poderosa por los mismos resultados de estas mudanzas, como hubiera sido facil preveer.

» Una insurreccion militar sujetó al rey Fernando á una Constitucion que no habia reconocido ni aceptado al volver á subir al trono. La consecuencia natural de este hecho ha sido que cada español descontento se ha creido autorizado para buscar por el mismo medio el establecimiento de un orden de cosas mas análogo á sus opiniones y principios. El uso de la fuerza ha creado el derecho de la fuerza.

"De aqui los movimientos de la guardia en Madrid, y la aparicion de cuerpos armados en diversas partes de España. Las provincias limítrofes de Francia han sido principalmente el teatro de la guerra civil. A consecuencia de este estado de turbacion en la Península, se ha visto la Francia en la necesidad de adoptar las precauciones convenientes, y los sucesos que han ocurrido despues del establecimiento de un ejército de observacion en la falda de los Pirineos han justificado la prevision del gobierno de S. M.

» Entre tanto el congreso indicado ya desde el año anterior para resolver lo conveniente sobre los negocios de Italia, se reunia en Verona.

» La Francia, parte integrante de este congre

so, ha debido esplicarse acerca de los armamentos á que se habia visto precisada á recurrir, y sobre el uso eventual que podia hacer de ellos. Las precauciones de la Francia han parecido justas á los aliados, y las potencias continentales han tomado la resolucion de unirse á ella para ayudarla, si alguna vez fuese necesario, para sostener su dignidad y su reposo.

La Francia se hubiera contentado con una resolucion tan benévola, y tan honrosa al mismo tiempo para ella; pero el Austria, la Prusia y la Rusia han juzgado necesario añadir al acta particular de la Alianza una manifestacion de sus sentimientos. Estas tres potencias han dirigido al efecto notas diplomáticas á sus ministros respectivos en Madrid; estos las comunicarán al gobierno español, y observarán en su conducta ulterior las órdenes que hayan recibido de sus Cortes.

"En cuanto á vos, señor conde, al comunicar estas esplicaciones al gabinete de Madrid, le direis que el gobierno del rey está íntimamente unido con sus aliados en la firine voluntad de rechazar por todos los medios los principios y los movimientos revolucionarios; que se une igualmente á sus aliados en los votos que estos forman para que la noble nacion española encuentre en sí misma un remedio á sus males; males que son de naturaleza propia para inquietar á los gobiernos de Europa, y para precisarles á tomar precauciones siempre repugnantes.

"Tendreis sobre todo cuidado en manifestar que los pueblos de la Península restituidos á la tranquilidad, hallarán en sus vecinos amigos leales y sinceros. En consecuencia, dareis al gobierno de Madrid la seguridad de que se le ofrecerán siempre cuantos socorros de todas clases puede facilitar la Francia en favor de España para asegurar su felicidad y aumentar su prosperidad; pero le declarareis al mismo tiempo que la Francia no sus

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