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cio, nunca acostumbrado en España, y si los reos no se hubiesen acogido á la munificencia del rey presentándose voluntariamente. Mas unida la bárbara forma del suplicio á los secretos impulsos que estimularon la rebelion, y que á ninguno se ocultaban, miráronle todos con repugnancia y horror. Contrasta tambien la crudeza entonces usada con la blandura y espíritu de proteccion á los sediciosos que animaron al conde de España en los años posteriores, como en su lugar demostraremos.

Los reyes permanecieron en Valencia hasta el 19 de Noviembre, en cuyo dia partieron á Tarragona, donde llegaron el 24. Mientras descansaban en aquella ciudad, las tropas francesas que ocupaban á Barcelona desde 1823 la evacuaron, y posesionáronse de la plaza y ciudadela las españolas al mando del conde de España. Con la salida de las huestes estrangeras el terror salteó el corazon de los liberales, que hasta entonces habian gozado de seguridad bajo el escudo protector de la Francia. En un tiempo en que las proscripciones habian dominado la Península entera, los franceses habian respetado en Barcelona las capitulaciones despreciadas donde no alcanzaba el poder de sus armas. Un hecho bastará á descubrirnos las dificultades con que lucharon para sostenerlas. La audiencia de Cataluña sentenció á muerte por delitos políticos cometidos durante el período constitucional á un miliciano que habia capitulado en Tarragona con los franceses. Condenado al suplicio conocieron los jueces que no podia ejecutarse la sentencia dentro de la capital del Principado, y mandaron que los mozos de la escuadra sacasen al infeliz en una tartana cubierta, y que seguidos del verdugo le condugesen á Manresa, donde habia de sufrir la muerte. La esposa del reo se presentó al general francés, quien envió un piquete con orden

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Medidas adop tadas por el

conde do España.

1827.

de apoderarse á toda costa del capitulado y volverlo á Barcelona. Los soldados enviados sacáronle de la capilla donde yacía, y apenas llegó á presencia del general le dió pasaporte para Francia, publicó el hecho en el diario denigrando á sus autores, y ordenó á la guardia francesa de las puertas que sin autorizacion suya no permitiese la salida de preso alguno.

Capitaneaba las tropas francesas que guarnecian á Barcelona y á Figueras el vizconde de Reiset, quien antes de regresar á su patria pasó á Tarragona á despedirse de los reyes, y recomendó á Fernando los habitantes de la capital del Principado, encomiando el celo y la prudencia que habian manifestado durante los últimos sucesos. Mas apenas se perdieron de vista las banderas aliadas, y el conde de España holló la ciudad, dispuso que se presentasen en las casas consistoriales los individuos de la estinguida milicia nacional. La reunion de seis mil proscritos en una plaza y en momentos de efervescencia política pudo haber alterado la paz pública, como deseaba el conde de España para ejercer su crueldad; pero afortunadamente no sucedió asi. El pretesto del llamamiento era la averiguacion de si conservaban armas, uniformes ó municiones; y como habian dado ya las once de la noche y el general no mandaba que se retirasen, el Acuerdo providenció que volviesen á sus hogares. Tras esto el conde de España espulsó de la provincia á cuantos oficiales procedian de las filas del ejército constitucional, y llenó de dolor y de luto á sus familias, sumidas en la miseria y en la horfandad. Preludios eran estos de mayores infortunios.

Brilló el dia 3 de Diciembre, y los reyes se Los reyes en trasladaron á Barcelona cuando ya se habia cantado el Te-Deum en los templos por la terminacion

Barcelona.

de la guerra civil. La capital de Cataluña fue declarada puerto de depósito. En ella SS. MM. recibieron los mas sinceros obsequios; y el entusiasmo nacional no hubiera conocido freno si en la marcha del gobierno y del monarca se hubiese notado cierta tendencia al olvido de lo pasado y á la reforma de los abusos. El carro corria siempre por los mismos carriles, y Fernando no abandonaba su doblez y sus viejas mañas. El 5 de Diciembre tomó posesion de la canongía destinada á los reyes de España, recibiendo de mano de los prebendados la porcion del pan dominical. Asi finó entre ceremonias santas el tempestuoso año 1827.

Mientras tantas miserias atribulaban á la Península, el genio de la libertad brillaba en Navarino, en cuyo combate naval los tres pabellones aliados de la Gran Bretaña, Francia y Rusia destruyeron la escuadra turco-egipcia, triunfando la causa del cristianismo y de la independencia griega. De resultas de tan señalada victoria los franceses enviaron á Morea una espedicion, que tremoló la bandera de las lises en la ciudadela de Atenas, y los rusos, sin que las aguas del Danubio ni las cimas del Cáucaso los detuviesen, emprendieron el camino de Constantinopla. Asi al mismo tiempo que el rey de Francia retiraba su última guarnicion de Cádiz enviaba sus huestes á Grecia; y los propios soldados que habian ahogado en el ocaso la libertad que nacia, peleaban ahora en oriente para sacarla del sepulcro y volverla á la vida: habíanla combatido donde existia, y querian darle nacimiento donde habia muerto.

Cuando la rebelion de Cataluña dió el último suspiro cayó en mortal desmayo el partido que la habia organizado, y sus gefes corrieron á protestar fidelidad á los pies del trono. El obispo de Vich, que habia andado enzarzado en aquellas T. III.

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Combate de Navarino.

tramas, representó al monarca en 2 de Enero de 1828 que habian esparcido por el reino una esposicion á nombre suyo defendiendo la estinguida sedicion, y que era falsa. Los agraviados, que habian huido de su patria y acogidose al suelo estrangero, dieron á la luz pública en París varios escritos acriminando á los gobernantes españoles, y pintando á Calomarde con los colores mas negros. Estimulaba su encono lo que ellos llamaban la traicion del ministro, El rey perdonó la vida. al teniente coronel don Francisco Terricabras y á siete compañeros mas, puestos en capilla en Vich á consecuencia de las pasadas revueltas.

Tambien se divulgó la fama de que Calomarde, ansioso de apoderarse de los papeles de don José Bussons, alias Jep dels Estanys, gefe principal de la guerra, le habia remitido el perdon á Francia, donde le dejamos con pasaporte para Italia; y que escudado con esta salvaguardia penetró en territorio hispano, donde fue cogido. Ora impulsase su vuelta á Cataluña el citado indulto, ora la motivasen nuevos planes de trastorno, como anunció el gobierno, lo cierto es que el gefe que prendió á Jep dels Estanys se dió prisa á apoderarse de sus papeles, y en el acto los redujo á cenizas. Tras Jep dels Es- esto el revolucionario Jep se vió conducido á tanys es arca- Olot y arcabuceado en la altura que domina al pueblo el 13 de Febrero en compañía de tres ayudantes suyos. Declaró que en el transcurso de su vida habia estado en diez ocho cárceles; que de contrabandista habia ascendido á coronel en las anteriores cruzadas de la independencia y de la fé; y que gozaba una pension de veinte mil reales concedida por Fernando en premio de sus servicios. Tal era el gefe de la revolucion inquisistorial que habia levantado la cabeza en el Principado: viejo, impetuoso, osado, familiarizado con el crimen, en

buccado.

1828.

durecido en las fatigas, durmiendo en las peñas bajo un sol abrasador ó sobre el húmedo pavimento de los calabozos, inquietábale un no sé qué, y le tenia en contínuo movimiento. Parécenos que era la ambicion: otros han ereido que era el odio al género humano.

La enfermedad que tan aceleradamente destruía y acortaba los dias del rey le atormentó en Barcelona, donde sufrió un ataque de gota. Templaba sus dolores entre las numerosas y brillantes fiestas que le ofrecia la ciudad, entre los bailes de máscaras, visitando las fábricas y máquinas de algodon, ó asistiendo la Semana Santa á las augustas ceremonias de los templos, en los que el conde de España, colocándose en sitios elevados donde llamase la atencion de la reina, fingia tanto celo religioso, tanto elevamiento, que edificaba á la cándida Amalia.

Permanecieron SS. MM. en Barcelona hasta el 9 de Abril, en que se encaminaron á Zaragoza; de alli se trasladaron á Pamplona, que evacuaron anteriormente las tropas francesas, y pasando por San Sebastian y Bilbao cruzaron Vitoria, Burgos, Palencia y Valladolid, y entraron de regreso de su viaje en la capital de la monarquía el 11 de Agosto entre el estruendo de las danzas de las manolas y las aclamaciones de los voluntarios realistas. El fruto de tan largo paseo habia sido la dulce paz en medio de los anuncios de una horrible tormenta habia amanecido tan benéfico astro, y ya que el funesto destino que influía en la suerte de España le negaba la libertad, iba á gozar al menos dias no tan turbulentos.

En efecto, la administracion pública habia mejorado, gracias al ilustrado ministro de Hacienda: habíanse nivelado los gastos con los productos; todas las clases activas y pasivas cobraban su haber

1829.

Siguen los reYes su camino á Pamplona.

Zaragoza y

Entran en Ma

drid.

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