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Medalla.

los consuelos en mi afliccion y los alivios en mis
dolencias. Debilitado por tan largo padecer, y
obligado á una convalecencia delicada y prolija,
os confié luego las riendas del gobierno para que
no se demorase por mas tiempo el despacho de los
negocios, y he visto con júbilo la singular diligen-
cia y sabiduría con que los habeis dirigido, y sa-
tisfecho sobre abundantemente mi confianza. Todos
los decretos que habeis espedido, ya para facilitar
la enseñanza pública, ya para enjugar las lágrimas
de los desgraciados, ya para fomentar la riqueza
general y los ingresos de mi Hacienda; en suma,
todas vuestras determinaciones, sin escepcion, han
sido de mi mayor agrado, como las mas sabias y
oportunas para la felicidad de los pueblos.-Resta-
blecido ya de mis males, encargándome otra vez
de los negocios, doy á V. M. las nas fervientes
gracias por su desvelo en mi asistencia, y por su
acierto y afanes en el gobierno. La gratitud á tan
señalados oficios, que vivirá siempre en mi cora-
zou, será un nuevo estímulo y justificacion del
amor que me inspiraron desde el principio vuestros
talentos y virtudes. Yo me glorío, y felicito á V. M.
de
que habiendo sido las delicias del pueblo espa-
ñol desde vuestro advenimiento al trono, para mi
dicha y para su ventura, sereis desde ahora el
ejemplar de solicitud conyugal á las esposas y el
modelo de adininistracion á las reinas. En pala-
cio &c."

En otro decreto mandó el rey que se acuñase una medalla para perpetuar la memoria de las esclarecidas acciones con que la reina habia inmortalizado su nombre. Fernando, no obstante el anonadamiento moral y físico en que lo habia constituido la enfermedad, sentía en su corazon, ya casi frio, el estímulo del amor conyugal y paterno; porque á tan dulces afectos habia debido mas que al

trono y á su brillo los consuelos que habian mitigado las punzadas del dolor. Tierno era el espectáculo que ofrecia aquel rey abatido, inmóvil y convertido en una especie de momia, cuando sentado en dorada silla sonreía á la vista de las augustas niñas: inflamábase su amortiguada sensibidad, y fijaba los ojos en sus hijas como en los renuevos de su lozanía y en la esperanza de su salud.

Osadía del o

Logró el gobierno por las revelaciones del coronel Campos, que cayó en manos de Baza, cono en su lugar dijimos, apoderarse de los individuos que componian la junta carlista de Madrid, y con ella asir el hilo de las tramas urdidas en las provincias. Valíanse en todas partes de los mas frivolos pretestos para pronunciarse en rebeldía. El obispo de Leon atizaba en su diócesis el fuego y mostraba en todos sus actos un atrevimiento, una intolerancia que parecian retratar al sacerdocio de siglos remotos resucitando sus pretensiones de omnipotencia. Hablando con el subdelegado de policía de Leon en su oficio de 5 de Enero le decia: bispo de Leon. "Peor que estos (los masones y comuneros) son ciertos realistas de nuevo cuño que á la sombra de las vicisitudes de las naciones mudan de colores como Proteos, segun la espresion de un profundo * político.¡En el sentido que S. M. desea la tranquilidad y el orden para el bien de sus pueblos! En el sentido que la desea S. M. mi augusto monarca. ¡Qué nombre para mí tan dulce! Un mỹnarca á quien lo debo todo, y á quien he debido (permítamelo V. E. decir) confianzas en algunos graves negocios que yo no puedo revelar, y con este motivo he podido conocer cuánto desea y cómo desea el orden y tranquilidad de sus pueblos." Palanca tan poderosa no tardó en socavar la diócesis y turbar la pública paz. Regaló el obispo un estandarte á los voluntarios realistas de ca- Leon.

Disturbios cu

ballería de Leon, y reuniéndose los de varios pueblos para celebrar en un banquete la jura de la ense. ña, el comandante de la plaza don Federico Castañon mandó prender á un gefe de los voluntarios en virtud de la real orden que acababa de recibir por estraordinario. Los realistas atropellaron la guardia de casa del comandante donde se hallaba el preso, hicieron fuego á un ayudante, pusieron en libertad al conspirador, y en su cuartel llegaron á tener arrestado al comandante general. Mas los ayudantes de Castañon reasumieron en su ausencia la autoridad, armaron á los hombres honrados con ánimo de defender el edificio, y enviaron en secreto nueva de lo sucedido al capitan general de la provincia duque de Castroterreño. Los gefes de la revuelta, no reputándose seguros en la ciudad, salieron de Leon con los voluntarios de caballería, y se pronunciaron abiertamente contra el gobierno: acosados despues y sin el apoyo de los pueblos, tuvieron que acogerse al vecino reino de Portugal. Entre tanto el duque de Castroterreño marchó á sostener la autoridad legítima al frente Desarme de de una columna, y desarmó á los voluntarios realistas de Leon, recogiendo el dinero de sus arcas, que ascendia á millon y medio de reales: mas con Fuga del o la noticia de su venida fugóse el obispo de Leon, bispu. disfrazado con capa parda y sombrero calañés, y montado en una mula. Tambien el coude de España se escapó de Mallorca la noche del 25 de Enero en un buque sardo que tendió las velas hácia Génova.

sus voluntarios

realistas.

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Con mucho trabajo contenia Llauder el espíritu de rebelion que agitaba á Cataluña, obligando á los voluntarios realistas á depositar las armas en la casa del ayuntamiento despues del servicio, y despidiendo de las filas á cuantos no le inspiraban confianza. Tambien eran desarmados en varios

1833.

Junta carlis

pueblos de Castilla la Vieja; y en Zaragoza cortó una complicadísima trama, en que andaban envueltas algunas autoridades, el prudente desvelo del capitan general. El 25 de Marzo era el dia destinado para la esplosion, y dirigia el movimiento sedicioso la junta carlista de la Corte, compuesta del conde de Negri, del consejero Otal y otros, la cual habia reemplazado á la primera; y no ce- ta de Madrid saban en Madrid los amagos y las chispas rebeldes. Al propio tiempo Zea Bermudez, que seguia por norte su miserable politica, sostenida por el rey, arrebató tambien las armas de las manos de los jóvenes cristinos que las empuñaron despues de los sucesos de San Ildefonso, como alli queda apuntado. ¡Ceguedad increible querer navegar contra la corriente y despreciando el viento favorable! Y Zea pintó á los ojos del rey al superintendente de policía Martinez de San Martin con sospechosos colores, porque habia llevado á efecto tan violenta medida con suma nesura y detenimiento.

Para aumentar el ejército decretóse en 10 de Febrero el reemplazo de veinte y cinco mil hombres: creóse un cuerpo de salvaguardias que auxiliase á la policía: mandáronse renovar los ayuntamientos por los individuos de los mismos, unidos á un número igual de mayores contribuyentes; y finalmente, amplióse la amnistía devolviendo los honores y señalando jubilaciones y fuero á los comprendidos en ella que antes hubiesen servido al Estado.

El bando rebelde esparcia la voz entre el vulgo de que Fernando estaba embalsamado, y de que inovian con artificio su mano y su cabeza para saludar; otros sostenian que era una figura de carton dispuesta con igual arte, y de este inodo el engaño y la seduccion minaban las voluntades. Lejos de ser asi, los ministros consultaban con el mo

1833.

cial en el Ministerio.

narca hasta los términos de las órdenes que se enviaban á Cataluña, donde el turbulento clero ponia en movimiento todos los resortes, y donde Tey habia ya levantado el pendon de don Carlos. Fernando no solo disponia cuanto juzgaba oportuno, sino que obrando siempre estimulado por las mismas pasiones, y conservando fresco su odio al gobierno representativo, únicamente se complacia con la política de Zea, que era la suya. En prueba de ello el 25 de Marzo, creyendo descubrir en algunos secretarios del despacho y autoridades cierta tendencia á mudanzas políticas, separó del mando, angustiando el corazon de la reina, á los ministros Mudanza par de Gracia y Justicia, de Hacienda, de Marina, y al secretario del Consejo de los mismos, juntamente con el superintendente general de policía, á quien desterró de la corte. Ocuparon las sillas vacantes don Juan Gualberto Gonzalez y don Antonio Martinez; la secretaría del Consejo don Antonio Fernandez de Urrutia, y la superintendencia don Matías Herrero Prieto. En el mismo dia una circular á los capitanes generales de las provincias Circular á los puso de manifiesto la causa de aquel cambio digenerales. ciendo, "que algunos, blasonando de fieles y afectando sostener la sucesion legítima, como si esta necesitara el apoyo de una faccion, y no estuviese afianzada en la ley, en la fidelidad de los españoles y en la fuerza de un ejército valiente y leal, aspiraban por su parte á innovaciones políticas en que se restringian los derechos saludables del trono, á quien pretendian dominar á título de proteccion." Los realistas de Avila y otros puntos celebraron la circular y la caida de los ministros como un triunfo, y cometieron escesos en medio de su regocijo. Tambien en Andalucía mudaron los ministros varias guarniciones por el temor de que se hubiesen contagiado con el aliento liberal que respiraban a

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