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quellas provincias, y que imponian mas pavor al gabinete que los movimientos sediciosos de Aranjuez y de Madrid.

El gobierno ordenó á nuestro plenipotenciario en Portugal, que lo era á la sazon don Luis Fernandez de Córdoba, que solicitase y obtuviese á toda costa de don Miguel el que llamase á su lado á la princesa de Beira, que como queda anunciado habíase enmarañado en las redes y tramas del bando carlista. Mientras asi lo conseguia el sagaz Córdoba, el gabinete observaba la progresiva declinacion de la vida de Fernando, y los médicos pronosticaban que lo mas podria llegar al otoño: se acordó pues que la nacion reunida en Cortes jurase á la princesa Isabel por heredera de la corona. Importaba que la presencia de don Carlos no alterase la ceremonia, y que se apagase la fragua de misteriosas conspiraciones que en su cuarto ardía, y el mismo infante en una carta Mena de moderacion y de amistosas palabras dijo al rey: "que su esposa deseaba abrazar á su hermano don Miguel y á las infantas portuguesas, y que le pedia su real licencia por un breve espacio de tiempo para pasar al reino lusitano." Despues de varias cartas que se cruzaron de una y otra parte, Fernando consintió en que don Carlos acompañase á Portugal, juntamente con su familia, á la princesa de Beira, y arrastrado por su madre resolvió tambien seguirlos don Sebastian. El gabinete de Madrid confirió al general don Vicente Minio el mando de las tropas que acompañaban á los infantes, dándole instrucciones reservadas, en las cuales Instrucciones le declaraba "que don Carlos no llevaba en su via- reservadas, je á Portugal investidura alguna de mando, siendo solo el referido Minio el único responsable al rey de la menor falta, prohibiéndole espresamente S. M. dictar ni consentir ninguna clase de disposi

1833.

ciones que alterasen la ruta prescrita, y las órdenes especiales con que iba autorizado, y encargándole finalmente que no tolerase ningun grito sedicioso ni otra circunstancia que tendiese á perturbar la obediencia y la calma." El 16 de Marzo Viaje de don salieron de Madrid los infantes don Carlos y don Carlos á Portu- Sebastian con sus familias en compañía de la pringal. cesa de Beira, siguiendo el camino del reino lusitano, sin que ocurriesen en su salida ni en el tránsito sediciones ni tumultos.

Cuadro de Psiquis y Cupido de Cristina.

El ministerio no se separaba de la senda que habia elegido: en 9 de Abril Cruz esplicaba á los capitanes generales la fé política del gobierno en estos términos: "Derechos de la soberanía en su inmemorial plenitud para que el poder real tenga toda la fuerza necesaria para hacer el bien. Derechos de sucesion asegurados á la descendencia legítima y directa del rey nuestro señor en conformidad de las antiguas leyes y usos de la nacion. A derecha é izquierda de esta línea no hay mas que abismos, y en los que derrumben en ellos á los españoles no se debe ver sino enemigos de la patria."

La amable Cristina regaló en 7 de Abril á la real Academia de las tres nobles artes de San Fernando un precioso cuadro pintado al oleo por su mano, que representaba á Psiquis y Cupido, y que era admirable por la frescura del colorido. Acompañó el don con una carta autógrafa que decia asi: "Palacio 7 de Abril de 1833. Madrazo. - Te remito el cuadro de Psiquis y Cupido que acabo de pintar al oleo, para que le presentes á la Academia de San Fernando como una prueba del aprecio que me merece esta corporacion por su celo en la enseñanza de las bellas artes, y para que conserve al mismo tiempo esta pequeña muestra de mi aficion á la hermosa arte de la pintura." Con motivo de reedificarse la casa en que tuvo su modesta

habitacion el célebre Miguel de Cervantes Saavedra mandó el monarca que se colocase el busto del inmortal autor del Quijote en la fachada, y una lápida de marmol con letras de bronce. Honrando de este modo las artes que en tanto decaimiento yacían pensaban estimularlas y levantarlas á la gloria.

Casa de Cervantes.

1833.

de Cortes para

bel.

Habian los ministros señalado el 20 de Junio para la jura de la princesa Isabel por heredera de la corona de los reyes en la iglesia del monasterio de San Gerónimo de la corte, y convocáronse á las ciuda- Convocacion des de voto en Cortes, al cardenal arzobispo de Se- la jura de Isavilla, al arzobispo de Granada, á los obispos de Valladolid, Badajoz, Lugo, Oviedo, Coria, Cádiz, Jaen, Sigüenza, y al auxiliar de Madrid: tambien mandó el rey concurriesen por Aragon los obispos de Barbastro y Albarracin; por Cataluña los de Solsona, Tortosa y Gerona, y por Valencia el de Orihuela. Igualmente fueron llamados los grandes de España, y treinta títulos de Castilla que representasen la nobleza del reino, nombrando al arzobispo de Toledo primero, y despues por escusa de este al patriarca de las Indias, para recibir el juramento del reino, y al duque de Medinaceli para que en sus manos prestasen todos el pleito-homenage.

do con don Car

los.

Fernando escribió á don Carlos el 21 de Abril una afectuosa y bien sentida carta en que exigia Correspondendel infante que sin violentar su conciencia mani- cia de Fernanfestase claramente su propósito de concurrir ó no á la jura de la princesa Isabel, su heredera. El embajador don Luis Fernandez de Córdoba puso en manos de don Carlos en Ramalhao, cerca de Lisboa, en 29 del mismo mes la carta del rey, á la que contestó su hermano en los términos siguientes: "Mi muy querido hermano de mi corazon, Fernando mio de mi vida: He visto con el mayor gusto por tu carta del 23, que me has escrito 50

T. III.

aunque sin tiempo, lo que me es motivo de agradecértela mas, que estabas bueno, y Cristina y tus hijas; nosotros lo estamos, gracias á Dios. Esta mañana á las diez poco mas o menos vino mi secretario Plazaola á darme cuenta de un oficio que habia recibido de tu ministro en esta corte Córdoba, pidiéndome hora para comunicarme una real orden que habia recibido; le cité á las doce, y habiendo venido á la una menos minutos, le hice entrar inmediatamente; me entregó el oficio para que yo mismo me enterase de él, le leí, y le dije que yo directamente te respondería, porque asi convenia á mi dignidad y carácter, y porque siendo tú mi rey y señor, eres al mismo tiempo mi hermano, y tan queridos toda la vida, habiendo tenido el gusto de haberte acompañado en todas tus desgracias. Lo que deseas saber es si tengo ó no tengo intencion de jurar á tu hija por princesa de Asturias: ¡cuánto desearia el poderlo hacer! Debes creerme, pues me conoces, y hablo con el corazon, que el mayor gusto que hubiera podido tener sería el de jurar el primero, y no darte este disgusto y los que de él resulten, pero mi conciencia y mi honor no me lo permiten; tengo unos derechos tan legítimos á la corona, siempre que te sobreviva y no dejes varon, que no puedo prescindir de ellos; derechos que Dios me ha dado cuando fue su voluntad que yo naciese, y solo Dios me los puede quitar concediéndote un hijo varon, que tanto deseo yo, puede ser que aun mas que tú; ademas, en ello defiendo la justicia del derecho que tienen todos los llamados despues que yo, y asi me veo en la precision de enviarte la adjunta declaracion, que hago con toda formalidad á tí y á todos los soberanos, á quienes espero se la harás comunicar. A Dios, mi muy querido hermano de mi corazon: siempre lo será tuyo, siempre te querrá, siempre

te tendrá presente en sus oraciones este tu mas a- Protesta de don mante hermano.-M. Carlos."

Carlos.

Envíala á los

ropa.

(* Ap. lib. 13. núm. 16.)

1833.

Despues de estendidas las anteriores carta y protesta, don Carlos las circuló por el correo á los obispos, grandes y diputados y presidentes de los Consejos, pero el gobierno español se apoderó de los pliegos en el correo: tambien remitió el infante copia el 23 á los gabinetes europeos acompañándola con una carta: y Augusto de Saint Silvain, reyes de Eutitulado baron de los Valles, partió á Francia é Inglaterra (*) á entregarlas á los respectivos monarcas. Al propio tiempo imprimió el baron varios opúsculos sobre los derechos del infante, que derramó profusamente por todas partes, y que los contrabandistas introdugeron desde Bayona en la Península española. El rey de Nápoles unió tambien en 18 de Mayo su protesta ante todos los reyes contra la jura de la princesa Isabel, en cuyo documento, que remitió al ministerio nuestro embajador en aquella corte, se leía el párrafo siguiente: "En su consecuencia, y en conformidad de las medidas de mi augusto padre adoptadas en 22 de Setiembre de 1830 para la conservacion de aquel derecho, es mi deber, en honor de mis derechos y en cumplimiento de las sagradas obligaciones en que la divina Providencia ha querido colocarme, protestar formalmente, como de hecho lo hago ante todos los soberanos legítimos de todas las naciones, contra la pragmática sancion de 29 de Marzo de 1830, y contra todo lo que pueda alterar rey de Nápoles. los principios que hasta ahora han sido la base del esplendor de la casa de Borbon, y de los derechos incontestables que he adquirido por la ley fundamental religiosamente observada y comprada á costa de tantos sacrificios." (*)

En vista de la negativa de don Carlos á jurar á la heredera del cetro, Fernando volvió á

Protesta del

(*Ap. lib. 13. núm. 17.)

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