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reglamento in

did para mantenerlos al frente de los negocios; y fue dilatar por tiempo ilimitado la lectura de las Infraccion del memorias, infringiendo el reglamento interior. En terior de Cor- vano los comuneros reclamaron su cumplimiento por medio de Beltran de Lis: la parte de la asamblea que amaba al ministerio, para ganar dias no reputó la proposicion comprendida en el artículo ciento, y transcurridos despues los trámites prescritos no la admitió á discusion.

tes.

1823.

Aun en medio del cáncer que roía las llagas de la patria y anunciaba su muerte, y á pesar de la nota que habia pasado el Sumo Pontífice, empeñábanse algunos representantes del pueblo, aunque sin éxito, en proveer al arreglo y dotacion del clero. Las Cortes concedieron facultades estraordinarias á las diputaciones provinciales para cuando se verificase la invasion francesa, y tornaron á ocuparse en su asunto predilecto, que era la proyectada salida de Madrid.

Fernando, que á todo trance queria evitarla para acelerar el triunfo de los franceses, daba á sus males una importancia que realmente no tenian, pues pasata la crisis del ataque gotoso habian desaparecido hasta los síntomas mas leves, quedando solo las señales de la hinchazon en los pies. Para motivar su resolucion convocó en su carácter privado una junta de médicos, cuya mayoría opinaba que podia perjudicarle el viaje, y remitió al congreso las certificaciones por medio de sus secretarios del despacho el 12 de Marzo. Los médicos que las habian estendido habian cedido á las instancias del monarca, no porque realmente le considerasen en peligro, sino por que conocian que resistir á sus deseos era agriarle aun mas contra el gobierno representativo: no tardaremos en ver cómo correspondió á este rasgo de confianza. Los tres facultativos de cámara,

don Hilario Torres, don Agustin Frutos y don José María Turlan, afirmaban que no debia el rey partir de la villa, y que si partia no respondian del resultado (*). Las Cortes, persuadidas de que la salud de la patria pendia de aquella medida, pues iba á encenderse una guerra nacional, pasaron las certificaciones á una comision de su seno, para que al dia siguiente diese su dictámen sobre los medios de facilitar la traslacion del monarca sin perjudicar ni agravar sus padecimientos. Pocas veces vieron los palaciegos tan irritado á Fernando como en el momento en que vino á su noticia el acuerdo de la asamblea legislativa: el despecho parecia haber llegado á su colmo, y ninguno de su familia podia calmarle.

(Ap. lib. 11. núm. 5.)

Amaneció el 13 de Marzo, y la comision, que en la noche anterior habia oido y examinado detenidamente á los médicos sorprendiendo su secreto, opinó que se enviase una diputacion á palacio para que S. M. señalase el dia y la hora de la partida antes del 18 del mismo Marzo, quedando las Cortes hasta recibir la respuesta en sesion permanente. Aprobó el congreso en todas sus partes el dictámen propuesto, y habiendo pasado al real alcázar la diputacion, presidida por don Cayetano Valdés, contestó el monarca que estaba pronto á partir el dia 17, pero que deseaba se retardase si era posible la salida hasta el 20. Asi lo otorgaron las Cortes al regreso de la diputacion, diciendo que debia considerarse como una prueba del respeto y miramiento con que el cuerpo legislativo acataba á la corona. Participaron segunda vez á Fernando el plazo concedido, con la cortapisa de "á no ser que las circunstancias exijan otra cosa:" mas no habiendo sobrevenido accidente alguno imprevisto, el monarca con su Salida de la faesposa y toda la familia abandonó la villa y corte

:

Resuél vesc Fernando á partir.

milia real.

Sempere.

de Madrid el 20 de Marzo á las ocho de la mañana con rumbo á Sevilla. Custodiábanle la milicia y algunos batallones del ejército á las órdenes del general Villacampa, nombrado gefe de aquellas tropas, con las cuales, y con las que guarnecian á Andalucía, debia componer un ejército de reserva, tomando el título de tercero y cuarto de operaciones los que llevaban este nombre.

No todos los liberales cuyo ardor mas grados marcaba en el termómetro político aprobaron la salida del rey y la guerra que iba á principiarse. Deseosos de evitarla, convinieron en los medios de oponerse á que Fernando se ausentase de su palacio; pero el corto número de los que asi pensaban y la negativa del príncipe, que no queria correr ningun riesgo personal, desvanecieron el concertado plan, á cuya cabeza figuraba el general Vigodet. No tuvo mejor acogida la oferta del conde de La Bisbal, quien en calidad de gefe político y de comandante general debia con sus tropas estorbar la salida, si el proyecto hubiese merecido el superior beneplácito. Ignoramos si el monarca se negó por la desconfianza que inspiraba persona tan voluble, ó si, como nosotros sospechamos, habia mudado de idea, y conociendo que toda transaccion sería contraria á sus miras, se acomodaba con mas gusto al viaje.

Para hacer rostro al ejército estrangero, próximo á invadir el desapercibido reino y triunfar de sus armas, requeríase la union de los hijos del pais, sin la cual no cabia resistencia: veamos de qué modo la promovian los españoles y procuraban hermanarse con sus conciudadanos. En los primeros dias del año habíase presentado en la palestra en el reino de Valencia el cabecilla don Rafael Sempere, quien incorporado en Benazal con sesenta hombres alzó el pendon del realismo. Dióse tan

1823.

Chambó.

buena maña, y trabajaba en un terreno tan prepa. rado, que el 30 de Enero contaba ya mil y quinientos hombres divididos en dos batallones y otros tantos escuadrones. Reforzáronie en Febrero el comandante Prats con varios oficiales, y el cabecilla Ramon Chambó con su partida de cien hombres, quien habia trocado el látigo de carretero por el baston del mando. Creados otros batallones como por encanto, aguardó en una posicion ventajosísima junto al pueblo de Gaibiel á una columna de nuevecientos provinciales de Écija y Jaen destinada á perseguirle. Y como la impericia del gefe liberal conducia á la tropa por la senda de un barranco, angosta y dominada por los montes vecinos, cayó Sempere sobre los desventurados provinciales, que antes se vieron envueltos y fusilados que pudieron ejecutar un solo movimiento: todos quedaron muertos ó prisioneros, y empuñaron las armas para engrosar las filas del caudillo absolutista. Era don Rafael Sempere un hombre nulo, sin conocimientos ni ingenio; pero alentado con los favores de la fortuna, y remontado en alas de los pueblos fanáticos y ciegos, atacó y se apoderó de Segorbe, sentando alli sus reales victorioso y adulado. Sabidos en Valencia los triunfos de don Rafael, dispusose que saliesen en su persecucion dos compañías de Lorca y el segundo batallon de la milicia nacional con algunos caballos; y pareciendo á los anarquistas que el modo de esterminar á los facciosos era aumentar el número de los descontentos, prendieron el 10 de Marzo y encerraron en la ciudadela á muchas personas notables de la ciudad, entre ellas canónigos y frailes oscuros, embarcándolos despues con destino á las islas Baleares. Sempere ahuyentó á la milicia, y atacando á Murviedro se apoderó sin resistencia de su famoso Toma del casticastillo, llave de la capital de la provincia, á la llo de Sagunto.

Capapé.

frailes.

que llenó de pavor y confusion, obligando á encerrarse en los muros á sus contrarios, y sublevando á los labriegos de los contornos, que en masa é instantáneamente se levantaron á favor del absolutismo. Tambien en Aragon habian tomado rápido vuelo las bandas del cabecilla Joaquin Capapé, no obstante la derrota de Almonacid de la Sierra, donde los liberales le tomaron cerca de cuatrocientos prisioneros. Y Bessieres, tantas veces acometido y dispersado, amagaba á Cuenca, mientras don Manuel Adamé, llamado el Locho, recorria la Mancha.

Contribuía notablemente á los aumentos del ejército de la fé el santo tiempo de cuaresma que entonces reinaba; pues los frailes, convirtiendo en tribuna pública cada confesonario y cada púlpito, Furor de los arrastraban al vulgo á las banderas de aquella nueva cruzada. Pintaban al partido liberal con los colores de la impiedad, invocando en su apoyo la supresion de algunos conventos y el estrañamiento de los obispos separados de sus sillas. Asi las pasiones de los unos subian de punto la rabia de los otros; y esta rabia, desencadenada y sin freno, presagiaba dias de lágrimas y de desventura á la infeliz España.

Un astro de funesto augurio parecia presidir á los destinos de Europa y de la libertad. En Portugal saltaban las primeras chispas de la reaccion con tanto ímpetu que anunciaban un incendio, y generales de nombradía se colocaban á la cabeza de los absolutistas. Un escándalo inaudito llamaba en Francia la atencion de todas las clases: el diputado Mr. Manuel soltó en las cámaras algunas espresiones que parecian aprobar la revolucion de los años pasados; y la asamblea, sin faEscándalo en cultades y atropelladamente, decretó la espulsion de Mr. Manuel de su seno. Negóse el ilustre ora

las cámaras de Francia.

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