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Caida de La

Bisbal.

de Madrid.

Mayo de 1823. 18 se vió obligado La Bisbal á entregar el mando de las tropas al marques de Castelldosrius y á esconderse en una casa hasta la entrada de los franceses. El marques para contener la desercion y para salvarse de las bayonetas de los invasores, que habian entrado ya en Buitrago, emprendió su movimiento de retirada, saliendo aquella misma tarde para Móstoles. Quedó en Madrid á conservar el orden el honrado teniente general don José de Zayas con dos batallones, dos escuadrones y otras tantas piezas de artillería. Apresuróse Zayas en union con el ayuntamiento á capitular con los franceses, y anunció al público en Capitulacion un bando la capitulacion; pero el 19 de Mayo comenzó á descubrirse un gran movimiento en los barrios bajos, presentándose armados con garrotes sus individuos y en ademan siniestro. Con la noche crecieron la osadía y el desenfreno, y las tropas tuvieron que valerse primero de las amenazas y despues de las armas para obligar al vulgo á retirarse á sus casas. El dia 20 parecia destinado á alumbrar sagrientas escenas, porque los grupos de manolos y chisperos con palos recorrian descaradamente las calles, y los que carecian de garrotes proveyéronse de ellos en los tendederos del rio. Andaban confundidos con ellos muchachos y desgarradas manolas, todos amenazando, insultando á los soldados y con ánimo de saquear la villa y corte apenas penetrasen en ella los facciosos, con quienes estaban en inteligencia.

En tan críticos momentos don Jorge Bessieres, que mandaba las bandas de la fé, ofició á Zayas participándole que no pudiendo resistir á los deIntenta Bes- seos de los suyos, habia resuelto entrar el primesieres entrar en ro en Madrid, puesto que hasta entonces habia servido de vanguardia á los estrangeros. Opúsole Zayas el convenio celebrado con el general fran

Madrid.

cés, y le anunció que sino se atenia á su letra rechazaria la fuerza con la fuerza. Ya entonces el general de la libertad habia puesto sobre las armas las guardias de la plaza para contener á la plebe, de momento en momento mas encrespada; pero ahora distribuyó militarmente sus fuerzas mandando enganchar la artillería, y se preparó para recibir al enemigo. El escuadron de Lusitania, situado en San Antonio de la Florida, se puso en movimiento para obrar combinado con los cazadores que por la parte esterior de la villa se dirigian á la puerta de Alcalá. No tardaron las tropas de Bessieres á presentarse en el Retiro rodeadas de aquella muchedumbre de hombres y mugeres del vulgo que habian salido á recibirlas, y que daban frenéticos ahullidos de alegría. Los lanceros facciosos llegaron á entrar en Madrid, mientras los manolos y lugareños que los acompañaban, derramándose por las calles, iban á dar principio al saqueo que tenian proyectado. Pero Zayas mandó desplegar en guerrillas sus fuerzas, y retiráronse los facciosos, seguidos por la infantería y artillería, hasta reunirse en el Retiro con el grueso de sus tropas. Entonces, formando en columna los granaderos de Guadalajara, atacáronios á la bayoneta, mientras los cazadores y la caballería, mandada por don Bartolomé Amor, los puso en completo desorden, Derrótalo Zadejando el campo sembrado de cadáveres y co- yas. giendo mas de setecientos prisioneros. Padecieron principalmente en esta refriega las gentes de los barrios bajos que habian intentado el saqueo, pues fueron acuchilladas sin consideracion á sexo ni á edad para tenerlos á raya y evitar la catástrofe que amenazaba.

Participó Zayas al general francés estos sucesos, y rogóle que acelerase su entrada para poner térnino á tantos infortunios y para sacarle del vio

1823.

Entran los franceses.

lento estado en que su deber le constituía. El 23 de Mayo ocuparon los soldados de Angulema la villa y corte de Madrid, teniendo los españoles, mandados por Zayas, que defenderse del vulgo al verificar su salida: tanta era la rabia y el deseo de vengar la pasada derrota. Viéronse los franceses colmados de víctores por el entusiasmo del pueblo, porque los unos miraban en ellos á los esterminadores del liberalismo, mientras otros los consideraban enemigos de la anarquía y amigos de la libertad monárquica. En los tres primeros dias reinaron en la corte el desorden mas espantoso y la rapiña: las manolas con bandas blancas formadas de pañuelos que terminaban en un lazo del propio color recorrian las calles cantando con furor la Pitita, quitando de los retablos las imágenes de los santos y colocando en su lugar el retrato de Fernando. Los manolos y chisperos, la hez en fin de la plebe, saquearon varias casas, entre ellas muchas del comercio, é insultaron á cuantos ciudadanos no profesaban sus opiniones. Muchos frailes y curas escitaban al vulgo al desorden en medio de las calles, y celebraban con una feroz sonrisa, como dice el marques de Miraflores, los atentados que cometia contra los desgraciados liberales. Este escándalo pasó á la vista del éjercito francés, cuyos comandantes, despues de saqueados los edificios, enviaban piquetes á custodiarlos, en vez de prevenir y estorbar tan bárbaras escenas por el decoro siquiera de la bandera francesa. Verdad es que no fue solo Madrid el teatro de semejantes iniquidades: repitiéronse en muchos de los pueblos de la Península; pero pintadas las de la capital de España lo estan las de los otros lugares. ¡Tanta fue su semejanza!

El marques de Castelldorius siguió su movimiento con rumbo á Estremadura, á pesar de una

continuada desercion, y divididos los oficiales en contrarias opiniones sobre el camino que convenia seguir para salvar la patria. Puesto que el éjercito estrangero ocupa ya el corazon de la monarquía, volvamos atrás la vista para recorrer el camino que ha cruzado y examinar el estado de los pueblos en que ha impreso sus huellas.

Los hijos de San Luis no eran los soldados de Napoleon, guiados por el instinto de la gloria y llevados en alas de aquel genio creador á cuyas conquistas presidia el sublime pensamiento de la civilizacion del mundo. Instrumentos de la Santa Alianza, habian venido á apoyar y á sostener los decretos furibundos de proscripcion que lanzaban la junta provisional y su presidente el tigre Eguía. Habíase señalado un corto plazo á los voluntarios nacionales para regresar á sus casas, y los que volvian pasaban á los calabozos en vez de hallar la seguridad ofrecida. Todos los que no habian figurado en las filas de las facciones, ó mezcládose en las tramas y conspiraciones urdidas por el fanatismo, sufrian insultos y vejaciones de las heces del vulgo, á cuya cabeza se habian colocado los frailes mas oscuros y energúmenos. No valia håber sostenido el orden, obedecido pasivamente las leyes y cumplido los decretos del rey mismo á quien invocaban: llamaban negros á cuantos no profesaban sus principios de intolerancia y desvarío: en algunos puntos los apedreaban como á fieras; en otros marcaban las puertas de sus casas, escupian á sus familias, y maltrataban hasta á los inocentes niños. Bastaba á las señoras usar un lazo, una flor verde ó morada, colores anatematizados por los facciosos, para verse públicamente afrentadas, y quizás heridas y rasgado el objeto de la rabia. Al través de esta nueva anarquía creábanse por la junta de Oyarzun los voluntarios realistas, realistas.

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Desen freno de los facciosos.

Creacion de los voluntarios

1823.

Salva Balles

que arrancando de las manos de los milicianos nacionales las armas, empuñábanlas para saciar su venganza. Componíanse estos nuevos cuerpos de proletarios que bajo el pretesto de defender el altar y el trono aspiraban á prender á los hombres de arraigo, encarcelarlos y despojarlos de sus bienes. Asi escudada con distinto nombre, aunque con el mismo fin, levantábase orgullosa la anarquía democrática con todos sus elementos de trastorno á dominar el pais é inundarlo de sangre.

Ballesteros en su retirada á Valencia habia libértado del asedio á aquella ciudad, en estremo apurada y sin esperanzas, pues la única columna que habia volado á su auxilio quedó derrotada en Torrente, con muerte del coronel de España que la mandaba. Duró el segundo sitio desde el 9 de Abril hasta el 9 de Mayo, salvándose con la preteros á Valen- sencia del ejército del saqueo de los sitiadores, que andaban codiciosos del botin y tenian ya preparados los sacos. Las Cortes declararon á sus autoridades beneméritas de la patria. Ballesteros cercó el castillo de Murviedro, alejando de sus contornos á la faccion de Sempere, y colocó la artillería con ánimo de rendirlo; pero los movimientos del ejército francés obligáronle á abandonar su proyecto, siguiendo la retirada á la provincia de Murcia.

cia.

terio constitucional.

San Miguel y sus compañeros leyeron por fin las memorias respectivas en el congreso legislativo, desocupando sus sillas por renuncia propia á meNuevo minis- dida que concluían la lectura: sucedió en el despacho de Estado el laborioso é instruido Pando, en el de Gracia y Justicia é interino de la Gobernacion don José María Calatrava, en el de Hacienda don Juan Antonio Yandiola, Bárcena en el de la Guerra, y Campuzano en el de Marina. San Miguel, llevado de su entusiasmo y amor á la libertad, corrió al campo de batalla, pasando

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