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de idioma el arábigo logró imponerse á sus naturales, los pueblos cristianos del Oriente conservaron con maravillosa tenacidad, y aun no han perdido sus antiguos dialectos y lileratura ', que hoy renacen con su carácter propio y primitivo 2.

Pues si esto sucedió en el Oriente, en donde el elemento arábigo era más poderoso y los cristianos divididos por cismas y sectas se somelieron más fácilmente á la dominación sarracénica, aquí en nuestra España, cuyos musulmanes en su gran mayoría eran moros africanos ó renegados, y el pueblo indígena dotado de más esfuerzo y patriotismo 3, mayor debió ser la perseverancia de los mozárabes en su antigua civilización y mayor su influencia sobre sus dominadores. Ya hemos manifestado en otra ocasión, y aun esperamos demostrarlo oportunamente en el discurso de nuestra historia, que las escuelas cristianas de Córdoba y Toledo, produciendo sabios y doctores tan insignes como los Eulogios, Alvaros y Recemundos, no solamente conservaron la antigua ciencia y literatura española, sino que cooperaron eficazmente á la civilización de la España musulmana. A la ilustración y cristiano celo de nuestros mozárabes se debe el que no pereciesen en medio de tantas ruínas y estragos los escritos de los antiguos Padres y Doctores de la Iglesia española y otros monumentos literarios importantísimos, así religiosos como profanos, que debían contribuir al renacimiento científico é intelectual de la España libre y restaurada. Pero al propio tiempo aquella luz de ciencia y de enseñanza penetraba en el caos profundo de la barbarie muslímica, ora propagando los conocimientos astronómicos y' filosóficos aborrecidos siempre del vulgo musulmán, ora dando á cono

4 Acerca de esta literatura, que en mucha parte es siriaca, caldea, arménica, copta y aun etiópica, y en gran parte arábiga, véase el Oriens Christianus del P. Lequien, la Bibliotheca Orientalis Clementina Vaticana y otras obras de los célebres Assemanis, la Bibliotheca Orientalis de Zenker, en el tomo II, págs. 415-224; Litter. de l'Orient Chrétien, y los catálogos de diversas colecciones orientales que se conservan en las bibliotecas de Europa.

2 Sobre este punto pueden consultarse el opúsculo de M. Reinaud (De l'état de la littérature chez les populations chrétiennes de la Syrie: París, 1856); el artículo de nuestro excelente amigo D. Juan Bautista Heifs, profesor en los estudios de Passau, Zur neueren christlich-arabischen Literatur, publicado en 1883, y varios catálogos de los libros árabes que actualmente salen á luz en el Oriente. Ni debemos omitir que un importante movimiento literario ó cristiano se verifica de algunos años á esta parte entre los maronitas, sirios y otros cristianos orientales bajo la saludable influencia de la Propaganda de Roma y de varias Ordenes religiosas allí establecidas, Franciscanos, Dominicos y Jesuitas. 3 Así lo confiesan, como veremos oportunamente, los mismos escritores arábigos. 4 Así lo hizo en el siglo x el Obispo iliberitano Recemundo, como se verá oportunamente.

cer las doctrinas médicas de los autores griegos ', ora popularizando varias obras de historia 2, de agricultura 3 y de otras artes, ora comunicando á la poesía y literatura arábiga un noble espiritualismo desconocido hasta entonces, y concurriendo por muchas maneras al progreso y esplendor que la España sarracénica logró alcanzar en los siglos x y x1 5. De esta influencia civilizadora dan fe asimismo los muchos apellidos hispano-latinos que suenan entre los literatos de la España árabe 6, y, sobre todo, la prodigiosa multitud de vocablos, en gran parte científicos, que se encuentran en los libros arábigo-hispanos y de los cuales hemos tratado en una obra especial 7.

Pero en prueba de la verdad que sustentamos nos bastaría alegar una autoridad harlo poderosa y concluyente por la reconocida competencia y significación del crítico á quien aludimos. En la segunda edición de sus celebradas Investigaciones sobre la historia y la literatura de España durante los siglos medios 8, el ilustre orientalista holandés Reinhart Dozy, gran apasionado de las letras arábigas, había escrito: «Una de las diferencias esenciales que existen entre la conquista árabe y la germánica es que los rudos germanos adoptaron la lengua y la religión de los vencidos mucho más civilizados

4 Como lo hizo bajo el reinado de Abderrahman III el célebre médico Juan, hijo de Isaac, mozárabe de nacimiento y más tarde renegado.

2 Entre ellas las celebradas Historias de Paulo Osorio y varias crónicas hispano-latinas á que aluden los autores arábigos.

3 Entre ellas la famosa obra De re rustica, de nuestro gaditano Columela.

4 Como se echa de ver muy especialmente en los escritos del célebre sabio y poeta andaluz del siglo XI Ibn Hazm, oriundo de españoles. V. Dozy, Hist. des mus., tomo Il, pág. 350.

5 Permitaseme, pues, recordar aqui lo que hemos dicho en otra obra: «No aportaron los árabes á nuestra civilización elemento alguno substancial ni formal, cuya importancia pueda calcularse por lo fecundo y provechoso de sus resultados ó por su duración. Como los demás pueblos bárbaros, vinieron providencialmente á depurar (por medio de una larga y dolorosa prueba la sociedad antigua de los vicios y defectos que la maleaban; y establecidos en medio de un pueblo grandemente civilizado, brillaron por algún tiempo con los despojos de los vencidos.» Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes, pág. XLVI.

6 Entre ellos Ibn Pascual, Ibn Burriel, Ibu Bono, Ibn Berenguel, Ibn Fortús, Ibn Portula, Ibn Fargalós, Ibu Gasalián, Ibn Cuzmán, Ibn Gundisalvo, Ibu Martín, Ibn Yénneco, Ibn Galindo, Ibn Fandila, Ibu Garsia, Ibn Carlamán, Ibn Montel, Ibn Salvator, Ibn Ferro, Ibn Loyón, Ibn Chorriol, Ibn Comparat, Ibn Mosilyón, Ibn Rolán, Ibn Cutrél é Ibu Vives.

7 En nuestro Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes: Madrid, 1888. 8 Tomo 1, pág. 93, edición de 1860.

que ellos; mas, por el contrario, los árabes, que eran superiores á los vencidos, les impusieron su lengua y hasta cierto punto su religión.» Pero en la tercera y última edición de su mencionada obra 1, el preclaro crítico, rindiendo homenaje á la verdad, ha modificado el susodicho pasaje, escribiendo: «mas por el contrario, los árabes que, aprovechandose habilmente de los conocimientos de los vencidos, habían llegado poco a poco á ser los superiores, les impusieron, ά por lo menos hasta cierto punto, su lengua y su religión. Es cierto que en esta retractación irresoluta é incompleta aún nos queda algo que corregir; pero á desvanecer toda obscuridad y restablecer la verdad íntegra se dirigen varias razones y'a alegadas y otras que no tardaremos en alegar.

Prolijo sería exponer cómo los pueblos así de Occidente como de Oriente ejercieron sobre sus dominadores árabes y mahometanos su provechoso magisterio, civilizándolos y adoctrinándolos en cuanto era compatible con la grosera teología y bárbara ley que profesaban. Baste á nuestro actual propósito manifestar que tal instrucción é influjo se ejerció, ora directamente por la enseñanza oral y escrita de los mismos mozárabes, ora tradicionalmente por medio de los muladies y también de las mujeres españolas, que renegando ó sin renegar se casaban con los sarracenos, y con su ascendiente y educación influían provechosamente en la civilización de sus maridos é hijos. Al llegar aquí, surge la cuestión del idioma que usaban los mozárabes en sus relaciones ora de sociedad, ora de magisterio con los musulmanes. Como los árabes por altivez ó desidia repugnaban aprender los idiomas extranjeros, fué preciso que los mozárabes aprendiesen el arábigo. Gracias á este conocimiento, en que sobresalieron notablemente, pudieron comunicar á sus dominadores, así en Oriente como en Occidente, los tesoros para ellos inaccesibles de la ciencia griega y latina. Así sucedió, en efecto, y tenemos noticia de muchísimas traducciones de obras literarias y científicas que los mozárabes orientales y occidentales hicieron al árabe de originales siriacos, griegos y latinos. Además, sabemos que escribieron en la lengua de sus vencedores muchas obras originales, aventajándose en este mérito, como sucedió en Córdoba y se verá oportunamente, á los mismos árabes de raza. De aquí resultó una copiosa literatura arábigo-mozárabe, y en gran parte cristiana, literatura que si bien

4 Tomo 1, págs. 86 y 87 de la edición de 1881.

harto más rica y conocida por lo que toca á las regiones orientales, no dejó de tener importancia en nuestra Península, siendo muy de sentir que en esta parte sólo queden escasos restos y breves noticias que apuntaremos cuidadosamente en su lugar.

Fundados en estos datos y en otros muchos que prueban el grande uso que tuvo la lengua árabe entre los mozárabes españoles, así andaluces como toledanos, varios autores modernos han supuesto que aquel pueblo llegó á arabizarse por completo, perdiendo con su idioma propio y materno uno de los rasgos más característicos de su nacionalidad. Pero en este punto no debemos pararnos, por haberlo tratado con la detención debida á su importancia en un libro especial 2, donde con copia de datos, autoridades y razones nos mostramos convencidos de que, así como los mozárabes del Oriente, aunque grandemente arabizados, conservaron perpetuamente, al menos en el uso de sus sacerdotes y sabios, sus diversos lenguajes siriaco, armenio, coplo, eliópico y griego, los mozárabes de España nunca llegaron á olvidar, ni en el uso vulgar ni en el literario, el idioma latino é hispano-latino recibido de sus ascendientes, su idioma religioso y nacional. Pues ni lo olvidaron los cordobeses y otros andaluces puestos en el foco de la cultura arábigo-hispana, como se colige de muchos monumentos literarios y epigráficos, y múltiples testimonios que allá citamos, ni tampoco los de Toledo y su reino, según lo acreditan los muchos códices latinos escritos allí hasta los últimos tiempos de la dominación sarracénica. Con pruebas tan convincentes hicimos ver cuán débiles son las razones que se aducen para suponer el olvido y extinción del latín entre los mozárabes, y cuán vanamente se cita aquel famoso pasaje en que Alvaro de Córdoba, llevado de su celo religioso y patriótico, exageró la decadencia y desuso de la lengua y literatura latinas entre sus compatriotas. Dolíase con razón aquel varón insigne de que los cristianos, cediendo al prestigio de la grandeza y literatura muslímica, se dedicasen con demasiada afición y peligro de su fe á las letras árabes, descuidando su propio idioma latino 3 y superando á los mismos musulmanes en

1 Acerca de este punto hemos tratado en nuestros mencionados Estudios históricos y filológicos sobre la literatura arábigo-mozárabe, art. IV, y aún habremos de tratar en el lu· gar oportuno de la presente historia.

2 En el capitulo primero de nuestro Estudio sobre el dialecto hispano-latino mozárabe que precede al Glosario de voces ibéricas y latinas usadas entre los mozárabes.

3 Et linguam propriam non advertunt Lalini.

la prosa y en el verso. En resumen, nuestros mozárabes, dando gallardas muestras de su capacidad, su ingenio y su aplicación, y acomodándose á las difíciles circunstancias de su largo cautiverio, cultivaron ambas lenguas y literaturas, sobresaliendo así en la árabe como en la hispano-latina, pero sin olvidar por eso la suya propia. De lo cual dan fe las notas y escolios arábigos que se encuentran en muchos códices latinos de procedencia mozárabe, probando que hasta los cristianos arabizados entendían y manejaban los textos escritos en lengua latina 1.

De éstas y otras razones que dejamos expuestas ó hemos de exponer más oportunamente, se colige cuán discretamente un sabio español de nuestros días afirma que «los mozárabes fueron guardadores fidelísimos de la lengua, de la poesía y de las costumbres de sus antepasados 2,» y con cuánta ofuscación un crítico portugués moderno, muy versado también en el estudio de nuestra Edad Media, no ha dudado escribir que civil y socialmente los mozárabes eran sarracenos 3. Habiendo notado este autor, en la singular condición y existencia de los cristianos sometidos, muchas relaciones y algunas semejanzas en usos y costumbres con sus dominadores, olvidó que

1 Excusamos dar cuenta aquí de tales y tan importantes códices por haberlo hecho en nuestros mencionados Estudios sobre la literatura arábigo-hispana mozárabe y en nuestro Estudio sobre el dialecto hispano-mozárabe, cap. I.

2 El Sr. D. Aureliano Fernández-Guerra en su mencionado Discurso, pág. 64.

3 El Sr. Alexandro Herculano en su opúsculo Do estado das clases servas na peninsula, págs. 22 y 23.

Alega á su propósito el Sr. Herculano que los mozárabes solían militar en las huestes musulmanas, ocupar puestos públicos en la Corte de los Califas cordobeses, usar nombres propios arábigos y contagiarse con las costumbres y usos muslimicos; que adoptaron la civilización y la lengua de sus dominadores hasta el punto de olvidar completamente el idioma latino; en suma, que tanto se confundieron con el pueblo musulmán, que al caer cautivos en poder de los cristianos conquistadores fueron reducidos á esclavitud. Empero todas estas razones se reducen á hechos aislados ó mal comprendidos, que no desvirtúan la permanencia general del pueblo mozárabe en su carácter propio hispano-cristiano y tradicional. Porque ui necesitaron perderlo para prestar á sus dominadores servicios militares ó administrativos, ni renunciaron á su fe y prácticas religiosas, ni adoptaron la civilización sino solamente cultivaron la literatura arábiga, ni olvidaron su lenguaje hispanolatino, ni está bien averiguado lo que se supone de haber sido reducidos á esclavitud por los cristianos libres del Norte; antes bien, consta que en cierta ocasión, habiendo caído prisioneros en poder del Rey de Portugal D. Alfonso Henriquez, les fué restituida la libertad por la intercesión de San Teotonio. Por último, en cuanto á los nombres arábigos usados por nuestros mozárabes, ya advertimos en otro lugar que no debe darse mucha importancia à tal uso, siendo así que también hay noticia de nombres latinos y góticos que llevaron hasta los últimos tiempos muchos españoles de aquel linaje. La necesidad de tratarse con los

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