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TEMA. Exurge, Domine, judica causam tuam.
Psal. 73.

D. D.

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SALUTACION.

Algun dia han de emplear los hombres en venganza

de las ofensas de Dios, de cuanto se emplea Dios en el sufrimiento de nuestras temeridades. Hoy el santo tribunal de Toledo manifiesta el celo de la honra de Dios en el castigo de tantos atrevidos, siendo este teatro de delincuentes una copia ajustada del que en el dia del juicio hemos de ver en el valle de Josaphat.

En dos juicios juzga y ha de juzgar Dios á cuantos han nacido y han de nacer en el mundo: uno el particular cuando morimos, en que á cada uno ó se le da premio segun sus merecimientos, ó castigo segun sus culpas: otro en el fin del mundo á todos los nacidos, para que á vista de todo el mundo muestre la justificacion con que procede así en los premios que reparte, como en los castigos que ejecuta.

Es semejante en todo al tribunal divino del Cielo el santo tribunal de la Fe en la tierra, pues procede con la justificacion que aquel obra. Y así no satisfecho con tener convencido al hebreo, al herege, al hechicero, y á toda esa diversidad de culpados (que estamos mirando) en su juicio particular muchas veces, hoy los pone en público en este Auto, para que se vean las culpas que cometieron, y confesaron, ú de que están convencidos, y sepa el mundo cuán justificado es el castigo que cae sobre las exorbitancias de tales atrevimientos. Y si en aquel juicio universal ha de venir á juzgar el grande Monarca de cielo y tierra asistido de todos los grandes de su corte: Et omnes Sancti cum eo, en este del santo tribunal de Toledo asisten los mayores monarcas del orbe nuestros católicos reyes, todos sus consejos, y grandes de su monar

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quid. Diguo cipico uc tani souciana magestau!

De los hebreos (refiere la Escritura) que el que elegian por rey, le ponian en la mano, al coronarle, de la ley el libro, para dar á entender (en sentir del Abulense) que ha de emplear el Rey sus manos, tanto en obligar á su observancia á sus súbditos, como en regirlos: Dederuntque in manu ejus tenendam legem, & constituerunt eum Regem. ¿Por qué? Porque entiendan los reyes, que con la mano que empuñan el cetro, con esa misma han de solicitar que todos sus vasallos tributen á Dios adoraciones. Ha de ser el rey una generosa águila que tenga tan linces los ojos para mirar al sol de justicia Jesucristo, como fuertes las garras para cazar sus contrarios. Ha de ser un esforzado y valeroso Hércules, que sepa domar los monstruos de la infidelidad con la mano, y sustentar el cielo de la fe y de la Iglesia sobre su coronada cabeza.

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Este fue el intento de Rómulo, que eu la fundacion de su Roma estableció entre sus primeras leyes, que su rey fuese sumo sacerdote, para que la misma mano con que empuñaba la lanza contra los enemigos de su señorío, pusiese religioso el incienso en las aras: 7que el que excedia á todos en la dignidad, excediese á todos en el culto de sus profanas y mentirosas deidades. Y Dios advirtó á Moises que promulgase á su pueblo, que habia determinado darle un reino sacerdotal, ó (como expuso Vatablo) un sacerdocio real: Erit mihi in Regnum Sacerdotale in Sacerdotium regale. Quiero (dice Dios) confederar el reino con el sacerdocio; pretendo que los reyes que ponen tributo á sus pueblos, sean como sacerdotes que me tributan á mí adoraciones. Pues, Señor, ¿tan diversos empleos se han de juntar en un sugeto? Sí, que escogia la repú plica hebrea para teatro de sus maravillas, y así quiso que el mayor principe fuese el sacerdote mas religioso; y el rey mas poderoso, al culto de Dios el mas atento. Dichosa España, donde tus reyes parecen en la veneracion de Dios sacerdotes, y toman por empleo asis

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tir al castigo que de los enemigos de Dios hacen sent sus reinos los celosos inquisidores, teniendo porsejem plar y dechado al santo rey don Fernando, que no solo autorizó con su santa presencia un auto que ce lebró mi gran patriarca Santo Domingo de Guzman, sino que llevó á, hombros la leña para abrasar. lost contumaces. En esta ocasion se estila que un predica dor en un sermon: hága evidencia de los yerros de los culpados, para que de corazon queden arrepentidos, y los fieles mas firmes en su creencia: esto no podré yo hacer sine graċia. AVE (MARÍA. TUI

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TEMA. Exurge, Domine, judica causam tuam. 2oid es D. D.

Psalin. 73.

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Crión Diosi al hombre á su imagen y semejanza, empleo de sus liberalidades y de la largueza de aquella naturaleza divina, en quien las plumas mas bien cortadas, y los mas puros entendimientos (como fueseloantiguo Tertuliano y San Gregorio Naciance- 4. Cap. Ma no) reconocieron prodigalidad; y otros, como San Pe cap. 1c. dro Crisólogo y San Cipriano, perenidad dar sin lími- Orat. te: Profluens largiter spiritus, nullis finibus premitur. Y Chrisol, ser otros no menos contemplativos y devotos (como fue 36. el abad Guillermo), dar sin razon, ut sine ratione fluere videatur. No porque Dios dé sin entender infinito, sino porque da con infinita voluntad y de tal suerte que por dar mucho, dar siempre, y dar á todos, parece no quiere repare el entendimiento en respectos, porque la voluntad sin respecto casi llega á despert diciar y derramar beneficios; y á esto llamó el devoto Abad sine ratione fluere. Y si esto es con todos, con Adan, primera copia de su belleza, empleó mas manirroto sus perfecciones y dádivas. ¿Y á qué fin? Agustino lo dijo: Ut summum bonum cognosceret, tog

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roscenao amaret, amando possideret, et possidendo fruereur. Para que conociese aquella bondad infinita, conocida la amase, amada la poseyese, y poseída la gocase; pero apenas salió Adan tan bello retrato de Dios, cuando mostró mas inclinacion á la nada y ierra de que le entalló el cuerpo, que al aliento y espiracion con que su artífice le comunicó la vida, z infundió el alma, ofendiéndole temerario.2

Los hijos parecieron al padre, y estando el munlo casi en su niñez, en lugar de adorar todos á su Hacedor, tributaron adoraciones á diversos ídolos, atribuyendo deidad á los hombres mas facinerosos del orbe, para autorizar sus delitos y maldades: á Jove que era lascivo; á Jano que era envidioso; á Saturno melancólico, homicida de sus propios hijos; á Veus dada a torpes amores; á Mercurio ladron y haplador; á Baco dios de la embriaguez; á Flora ramera; á Hércules furioso; á Marte todo pendencias; y dejando otra infinidad de ellos, que si hubiera de poner delante de los ojos la multitud de falsas deidades, no hubiera tiempo en el tiempo para referirlas; Daste, que muy cercano á los nuestros solo en la ciudad de Zairon en el Japon habia en un magestuoso templo mas de once mil ídolos diversos, cada uno de la estatura de un hombre; y para su veneracion y sacrifi cios mas de tres mil sacerdotes. Y en la ciudad de Mé xico, al tiempo que la conquistaron los españoles, ofrecian cada año á sus dioses aquellos bárbaros mas de veinte mil corazones de niños y niñas.

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Y aun mas adelante pasó de los mortales el atrevimiento, pues hicieron estos dioses estrellas, ó á las estrellas llamaron con nombres de estos falsos dioses, para disculpar sus maldades, y así decian los gentiles; que el sol era causa de sus precipitados ardores; la luna de su negligencia é inconstancia en el bien; Marte de sus discordias; Mercurio de sus ladronicios; Venus de sus torpezas, Saturno de sus impiedades, pereza y melancolías; yoasí de los demas, como si las estrellas

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tuviesen poder sobre nuestro albedrío, y los delitos quedasen canonizados con haberles dado los hombres. por su antojo en el cielo sitio y lugar.

1

Miró todo esto el omnipotente Dios; y aunque tal vez enojado, mostró con el castigo su sentimiento, de que estan llenas las Escrituras, nunca tomó decente satisfacion de sus ofensas. Antes bien movido de sus misericordias, pasando tiempos, se vistió de nuestra naturaleza el Verbo Eterno para satisfaccion de sus injurias (para que no tenia caudal el hombre) llevado de su amor y compadecido de nuestra miseria; y apenas nació cuando lo persiguió Herodes, y de treinta y tres años le crucificaron los judíos, siendo sus mayores enemigos su mismo amor, y la crueldad del mismo pueblo de que tomó carne: y siendo este odio tanto mayor, cuanto mas fuera de razon; el amor que Jesucristo nos tuvo fue tanto mayor, cuanto se fundaba en su altísi mo conocimiento. De suerte, que siendo el odio de los hebreos á Jesucristo excesivo, porque se fundaba en su malignidad, el amor que Jesucristo nos tuvo pasó estos extremos, porque se originaba de su bondad y divinidad; y así dándose la crueldad del hebreo por sax tisfecha, no se daba el amor por contento.

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Habla en su Apocalipsi San Juan de las señales de las llagas con que ha de venir á juzgar Jesucristo, y dice: Cap. 1. Ecce venit cum nubibus, et videbit eum omnis oculus et qui eum pupugerunt. Vendrá aquel dia Jesucristo en una carroza de nubes; todos le hemos de ver, y par ticularmente le han de mirar los judíos que le picaron: Pupugerunt. Refiere el mismo San Juan en su evangelio y dice: Veránle los. que le pasaron de par te á parte con penetrantes heridas de clavos y lan za en el Calvario: Videbunt in quem transfixerunt.. ¡Notable diferencia! transfixerunt. Dice herida penetrante, y lo fue tanto la de la lanzada, que (como reveló Dios á Santa Brígida) pasó de parte á parte el corazon de Jesucristo: y pupugerunt dice unas pi caduritas tan pequeñas, como se da tal vez con la

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