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y de la venida de Santiago, al paso que se acrecentó la de sus adversarios con los que de la una ú otra lo eran, entre los que se distinguia la poderosa órden de Santo Domingo, que, como genuina representante de la escuela tomista se mostraba acérrima enemiga de aquel misterio. Esta parcialidad, que trabajaba incesantemente por embotar y romper el arma que en son de victoria se esgrimia contra ella, consiguió que el Rey, á propuesta del Consejo, mandase traer los plomos á la corte; disposicion que resistieron el arzobispo y la ciudad, y que solo despues de repetidas órdenes apremiantes se allanaron á cumplir. A nadie quiso fiar el prelado la conduccion y defensa de tan gran tesoro; casi octogenario, y en medio del invierno, hizo en doce dias la jornada á Madrid, trayendo con exquisito cuidado aquellos preciosos testimonios de la doctrina de la primitiva iglesia. La junta que se nombró para entender en el asunto, compuesta de consejeros y prelados, debió respetar y respetó fe tan pura, convicciones tan profundas; su resolucion fué que se buscasen intérpretes para obtener una buena traduccion. El arzobispo volvió con sus libros triunfante á Granada, de donde á poco pasó á la mitra de Sevilla, dejando fundada y dotada con todo su caudal, en el lugar en que habian sido hallados, una

al Provincial que yo soy ahí de algun provecho al servicio de V. S. I. en ese santo negocio.» Sus instancias fueron vanas.

abadía y un colegio, ambos renombrados hasta nuestros dias.

Los breves pontificios imponiendo silencio á los contendientes no eran escuchados. De los que pugnaban contra los libros se habia formado en Madrid un grupo, que capitaneaba Pedro de Valencia, discípulo de Arias Montano, astilla de su maestro y libre pensador cuanto un español podia serlo, que ya se habia hecho notar en este asunto con motivo de un desenfadado informe dado sobre él al cardenal arzobispo de Toledo'. Daba principalmente la

1 Este informe, nunca impreso, lleva la fecha de 26 de Noviembre de 1607 y va encabezado de este modo: «Para el ilustrísimo Cardenal arzobispo de Toledo D. Bernardo de Rojas y Sandoval, mi señor, sobre el pergamino y láminas de Granada. » Comienza así: « Mándame V. S. I. le diga por escrito mi parecer acerca de la verdad y autoridad del pergamino y reliquias y láminas y libros que se han hallado en Granada..... Desde la invencion de aquellas reliquias me han pedido diversas veces señores y amigos mios, á quienes debo respeto y tengo obligacion, les diga mi parecer acerca de ellas y del pergamino y láminas: yo lo he rehusado hasta ahora, por haber echado de ver luego dende el principio que la piedad de la causa y la consideracion que han hecho el Sr. arzobispo y la ciudad de Granada, como de propia honra y interes grande, han llevado tras sí el aplauso universal del vulgo y la aprobacion de muchos, y han anticipado el juicio, esto es, han hecho praejudicio sin esperar el conocimiento de causa y el exámen que tan grave materia requeria. Todas las probanzas y diligencias se han hecho, despues de declarados los poderosos y el pueblo todo en favor..... los hombres cuerdos se reprimieron de decir con libertad su parecer..... los llamados para consulta llegaron como á cosa hecha, á sola con

cara entre ellos un Gurmendi, que siendo paje de un señor Idiaquez, presidente del tribunal de las Órdenes, recogió, al fallecimiento de éste, copias de varios de los libros que obraban entre sus papeles, tomó lecciones de árabe de un turco que habia venido á Madrid á enseñarlo, despues de haber sido desechado como intérprete por el arzobispo Castro, y cuando presumió saberlo, hizo á su modo una version, demostrando el sabor mahomético de la doctrina, á que puso escolios y notas un expulso de la Compañía de Jesus por haberse opuesto al misterio de la Concepcion, que pertenecia tambien al círculo. De esta version y escolios presentaron copia al

gratulacion, á dar el parabien..... Tengo para mí que es todo ello impostura y engaño muy reciente, compuesto por hombres que por ventura viven hoy, y por hombres indoctos en la historia y doctrina eclesiástica y en las letras humanas y lenguas antiguas..... que si hubieren tenido aparato de erudicion, muy más verisímil pudieran haber hecho el engaño.....>>

El autor teme el detrimento que ha de sufrir el honor nacional literario en el aprecio de los extranjeros, y teme tambien no se vengan con falsificaciones bien hechas de los escritos apostólicos, y las hagan descubrir en cualquier parte. Concluye diciendo: «Por amor de Dios, suplico á V. I., y por la gloria de Jesucristo, que como primado de España y como tan pío, docto y generoso, se arme V. I. de valor y celo de Dios, y resista que esto no pase adelante, que es ya burla muy pesada. Yo bien sé que no corre riesgo de ser burlada ni engañada la Iglesia universal ni su pontífice sumo; el riesgo es muy grande de la reputacion de España, porque, vistos en Roma estos libros, han de parecer lo que son, y se ha de extrañar mucho que nos hayan movido tanto.» (MS. de la Bibliot. de la Romana.)

Consejo Real, al de la Inquisicion, al de la Suprema de Roma y al Papa. Daba gravedad al paso de Gurmendi su carácter oficial de intérprete de la lengua arábiga, cargo que habia obtenido á la muerte de Miguel de Luna, y aumentaba su audacia el obrar en secreta connivencia con el avieso Aliaga, que, como confesor del Rey, entraba en las juntas que sobre esto se tenian, y como fraile dominico, era enemigo de los libros1.

1 Mejor que todo lo que podriamos decir sobre los medios que se ponian en juego para contrarestar á los enemigos de los libros, lo demostrará este incidente. Vivia entonces pobremente en la hospedería del convento de Santo Tomas de Madrid, un fraile dominico maronita, que se titulaba arzobispo de Monte Líbano, siguiendo la pretension de que el rey lo pensionara para traducir al árabe las obras de Santo Tomas. Calculando que la cuestion de los plomos le ofrecia medio de salir de su oscuridad, y llamar sobre sí la atencion, se afilió en el grupo de Pedro de Valencia y Gurmendi, adonde llevaba su autoridad de orientalista, é hizo con ellos coro sobre la falsedad y mahometismo de aquellos escritos. Lo que se siguió nos lo van á contar las cartas de los agentes del arzobispo Castro en la córte.

« Del arzobispo (de Monte Líbano) no tengo esperanza que se reduzca sino por milagro, conforme las malas razones que allega en su defensa..... La persona de su natural es bronca, y como los orientales desconfiado, sospechoso y soberbio, y de opinion dominico», etc. (Carta de D. Antonio de Tavares al Arzobispo. Fecha 16 de Enero de 1618.)

<< Este prelado está en estado que no tiene más que la racion del refitorio, y le falta un cuarto para papel. Vese apurado, ni sería fuera de ocasion, si á V. I. le pareciere, mandarle socorrer con algo, atento á lo que ha entendido está falto por la largueza

Contratiempo grande fué para éstos la muerte de su protector don Pedro de Castro (1623), cuyos últimos años se pasaron sosegando tumultos de los afectos y contrarios de la Inmaculada, que cada dia

de los caminos y duracion de sus pretensiones en esta córte», etc. (Carta de id. á id. Fecha 23 de id.)

« A Antonio de Tavares pareció le diese al arzobispo del Libano cien escudos. Yo los busqué en oro, y él mismo se los llevó. Convino dárselos luego. Diciéndole yo al del Líbano que en los libros se refutaban todas las herejías, me dijo que en los otros que él no habia visto que podria ser, y que él se holgaria de subscribir; pero que estos dos antes eran contrarios á la fee. Por esto veo que empieza á pintar, aunque no está maduro, ni lo estará tan pronto; haviendo dicho hayer lo que ha dicho de estos dos libros, entiendo que buscará salida poco á poco. » (Carta de don Francisco Barahona al Arzobispo. Fecha 28 de Febrero de 1618.)

«Aquel xarave del oro potable que se le dió (al arzobispo de Monte Líbano), ha dorado tan notablemente, que en ésta entenderá V. I. todo lo contrario de lo que hasta ahora le he escrito..... El juicio que hago de la intencion pasada del Monte Líbano es, que siguiendo su natural, que es áspero y un poco altivo, y la opinion dominicana en la concepcion, salió con aquella oposicion, y lo que acrecentó y excedió á los términos de disputa y razon, fué por se vender más caro. Algo tiene esto de juicio temerario, mas vaya por indiferente. La intencion presente es tan otra, que él mismo me preguntó cómo no le hablaban en la ida á Sevilla..... V. I. le vaya siempre escribiendo sin argumentos, y le pregunte y comunique lo que fuere servido, de modo que él entienda se hace confianza dél; y que V. I. se fia de sus letras. Yo haré mi oficio de alcahuete; quiera Dios salga buen casamentero.» (Carta de Tavares al Arzobispo. Fecha 6 de Marzo de 1618.)

<< En resolucion, yo entiendo que el arzobispo de Monte Líbano está reducido y deseoso de tener ocasion con la vista de las láminas para mudar de parecer, lo que no hará con las razones que

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